LEÓN IX, SAN
Bruno de Dagsburgo o de Egisheim nació en Alsacia en 1002, descendiente, por
parte de padre, de una familia condal y por parte de madre de un linaje feudal
de Lorena. Apenas tenía cinco años, cuando se le encomendó a la dirección del
obispo de Toul, Bertoldo. Dotado de aguda inteligencia, estudió el trivium y el
quadrivium con gran aprovechamiento, llegando en poco tiempo a ser. un buen
escritor, teólogo, canonista y músico. A los 18 años era canónigo de Saint
Etienne, recibiendo después las órdenes menores y el diaconado cuando aún no
había cumplido los 22 años de edad. El 1024, a la muerte de Enrique II, ocupó el
trono alemán un pariente muy próximo de Bruno, Conrado II, junto al cual se
inició en los asuntos públicos y cumplió el oficio de capellán. En abril moría
en Colonia el obispo de Toul y para sucederle fue elegido Bruno, que fue
consagrado obispo el 9 sept. 1027, iniciando en seguida la tarea de reformar los
monasterios de Saint-Evre, Mansuy y Moyenmoutier. En Poussay consolidó la obra
de su predecesor en la sede episcopal y aprobó y patrocinó la erección de los
monasterios de Bleuville, Deuvilly, Relanges y Saint Blin. También en el plano
de lo temporal tuvo su influencia el obispo de Toul y los monarcas Contado II y
Enrique III apreciaban sus consejos.
A la muerte de Dámaso II, los romanos pidieron a Enrique III un nuevo Papa
y éste ofreció la tiara al obispo de Toul, quien condicionó su aceptación al
consenso unánime del clero y del pueblo romano. En su viaje a la Ciudad Eterna
le acompañaba Hildebrando (futuro Gregorio VII) y su paisano Humberto, monje de
Moyenmoutier, a quien no tardó en hacer cardenal obispo de Silva Cándida. Con
tales colaboradores y con los que halló en Italia, entre los cuales descuella S.
Pedro Damián (v.), pudo el nuevo Papa, que tomó el nombre de León IX, acometer
decisivamente la reforma de la Iglesia. Coronado el 12 feb. 1049, dos meses
después reunió en Letrán un Concilio en el que se dictaron leyes severas contra
los simoniacos. Papa viajero, preside en 1049 el sínodo de Pavía, recorre los
Alpes y atraviesa Colonia y Aquisgrán acompañado de Enrique III, pasa luego a
Lieja, a Tréveris y a Toul; convoca el Concilio de Reims (oct. 1049), en el que
muchos obispos simoniacos son destituidos, se condenan las intrusiones del rey y
los abusos de los eclesiásticos, y se proclaman los derechos del pontificado
contra las intrusiones de los laicos. Antes de terminar el año reunió el Papa a
los obispos alemanes en Maguncia, delante del Emperador, donde se proscribió
enérgicamente la simonía y el nicolaísmo o matrimonio de los sacerdotes. Después
de una visita al célebre monasterio de Reichenau, vuelve en la primavera de 1050
a Italia y movido por fines políticos y eclesiásticos, hace un recorrido por
Salermo, Amalfi, Benevento, San Miguel del Monte Gárgano y Siponto, donde
celebró con los obispos un sínodo. Celebró la pascua en Roma y en el sínodo de
Letrán proscribió la naciente herejía de Berengario (v.). En julio, pasando por
Florencia, presidió el Concilio de Vercelli, para poner fin a los errores que
pululaban respecto a la Eucaristía e insistir en la reforma de la Iglesia. De
allí subió a Borgoña, Alsacia y Lorena; hizo exhumar en Toul el cuerpo del
obispo S. Gerardo, recién canonizado y presidió, con el Emperador, el sínodo de
Augsburgo, el 2 feb. 105l. En el resto del año y en el siguiente recorrió
Montecasino, Benevento, Salerno, Capua, Nápoles, para emprender un tercer viaje
a Alemania en el verano de 1052 y encontrarse con el Emperador, que luchaba
contra los húngaros, ante los muros de Presburgo.
En medio de estos éxitos, no estuvo afortunado el Papa en su lucha contra
los normandos, que habían llegado a ser una amenaza contra los dominios
pontificios. Cayó prisionero en Civitella del Tronto, el 18 jun. 1053 y tuvo que
cederles, como precio de rescate, todos los territorios conquistados. Tampoco
tuvo éxito en sus relaciones con Bizancio. En su tiempo se alzó el Patriarca de
Constantinopla, Miguel Cerulario (v.), contra los latinos, cerrando sus iglesias
y achacándoles las viejas diferencias canónicas y litúrgicas. L. IX contestó
reivindicando los derechos de la Iglesia de Roma. Poco después, a principios de
1054, envió con una embajada al cardenal Humberto, que condujo a la ruptura con
la Iglesia griega (v. CISMA II). M. el 19 abr. 1054.
La fama de santidad que había gozado en vida, se acrecentó después de su
muerte. Víctor III trasladó su cuerpo en 1087 a la basílica de San Pedro. Roma
celebra su fiesta el 19 de abril. En 1762 Benevento le escogió por su principal
patrono y en Francia consignan su fiesta los calendarios propios de diversas
diócesis.
BIBL.: VIBERTO, Vita S. Leonis IX, papae, ed. J. SIRMOND, París 1615; Acta Sanct., abril II; Miracula, en Bibliotheca Hagiographica Latina, Bruselas 1898-1901, 716-718, 665-674; P. P. BRUCKER, Leben papsts Leos IX, Estrasburgo 1902; F. MARTIN, Saint Léon IX, París 1904; J. DREHMANN, Leo IX und die Simonie, Leipzig 1908; A. PONCELET, «Analecta Bollandiana» XXV (1906) 258-296; L. SITTLER-P. STINTZI, S. Léon IX, le pape alsacien, Colmar 1950; Centenaire de la mort de S. Léon IX, Colmar 1954; J. CHOux, Leone IX, en Bibl. Sanct. VII,1294-1302.
T. MORAL CONTRERAS.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991