LEANDRO DE SEVILLA, SAN
Hispanorromano, del s. VI, que fue arzobispo de Sevilla durante los reinados
visigodos de Leovigildo y su hijo Recaredo. Es el mayor de los hermanos, también
santos, Fulgencio, Florentina e Isidoro (v.). Catequista de S. Hermenegildo (v.)
y de su hermano Recaredo (v.), promovió y fue el principal responsable del
Concilio III de Toledo (v.), en el que la monarquía gótico-arriana se convirtió
al catolicismo. Fundador y maestro de la escuela de clérigos de Sevilla, de la
que hizo el centro de restauración científica de la España visigoda, es autor de
varios libros, hoy perdidos en su mayor parte.
N. en Cartagena entre el 535 y el 540. Su padre, Severiano, si no duque ni
gobernador, era uno de los principales de la región. Su madre, goda e
inicialmente arriana. En 554, al ceder Atanagildo la costa levantina al imperio
bizantino, la familia emigró a Sevilla. Aquí se convierte al catolicismo la
madre de L. y ambos considerarán este hecho como decisivo para sentirse
arraigados en su nueva patria. Muertos sus padres, el joven L. se hace cargo de
la tutela y educación de sus hermanos, aún en la infancia, sin abandonar los
estudios eclesiásticos comenzados en Cartagena. En cuanto se lo permiten sus
obligaciones familiares, abraza la vida monástica hasta que en el a. 578 es
nombrado obispo metropolitano de Sevilla.
Al año siguiente llega a la ciudad S. Hermenegildo (v.), primogénito de
Leovigildo, como gobernador de la Bética. Promovido por el celo de su esposa,
Ingunda, francogótica católica que sólo contaba trece años, Hermenegildo se hace
bautizar por el obispo L. y, en nombre de una guerra de religión, se rebela
contra su padre, aliándose con el prefecto imperial bizantino y con el rey Mirón
de los Suevos. Leovigildo convoca un sínodo arriano en Toledo (a. 580), el cual
decreta no exigir nuevo bautizo a los católicos que se convirtieran al
arrianismo. Por su parte, el obispo L. sale para Constantinopla a negociar una
paz entre padre e hijo con ayuda del Emperador bizantino, pero no obtiene éxito
y el balance del viaje es bien distinto: L. conoce allí al apocrisario del papa
Pelagio II, el futuro papa S. Gregorio Magno (v.), que a petición suya escribe y
le entrega la primera versión de su Expositio in librum Job, tratado de ascética
moral estudiado en toda la Edad Media. Cuando en 583 regresa a Sevilla, L. es
desterrado a Cartagena por orden de Leovigildo, quien en el plazo de un año
compra la paz a los aliados de su hijo, toma Sevilla y otras ciudades rebeldes,
apresa a Hermenegildo en Córdoba y lo envía a Valencia. De allí sería trasladado
éste a la cárcel de Tarragona y decapitado el día de Pascua del a. 585, al
negarse a comulgar bajo la fórmula arriana.
M. Leovigildo en el a. 587 y le sucede su segundogénito Recaredo, que, a
los diez meses de su coronación, es bautizado por L., ya reincorporado a su sede
episcopal. Ayudado del abad Eutropio, luego obispo de Valencia, L. preparó un
concilio que celebró su primera sesión en Toledo el 1 mayo 589 y, después del
ayuno penitencial, se reanudó tres días más tarde. Lo presidía Mausona, obispo
de Mérida, como prelado más antiguo, asistido de Eufimio, obispo de la capital
visigoda, y L., de Sevilla. Asistieron sesenta y cuatro prelados y siete
clérigos en representación de los ausentes. En este Concilio III de Toledo
abjura oficialmente del arrianismo el rey Recaredo, su esposa, Bada; ocho
obispos arrianos y cinco nobles godos. L. pronuncia su magistral homilía
gratulatoria, de la que se conservan fragmentos, y se reza solemnemente el credo
de Nicea, con el añadido de la palabra Filioque, contra la fórmula arriana del
Gloria Patri per Filium in Spiritu Sancto.
En el a. 590 el nuevo pontífice Gregorio Magno escribe a su amigo L.,
mandándole el presente del palio arzobispal. Siguiendo sus recomendaciones, L.
funda la escuela de Sevilla para la formación de clérigos en la que, después del
cálculo (lectura) y memorización de salmos, se impartían las enseñanzas del
curriculum romano, el trivium y el quadrivium, nociones de hebreo y se estudiaba
a fondo el griego. Aparte de su enseñanza oral, que hizo de la escuela de
Sevilla la más importante de su época, tenemos noticia de varias obras escritas.
Excepto su Tratado contra arrianos, se han perdido sus libros polémicos. Algunos
quieren identificar como suyas las Sententiae Sanctorum. Se conoce como Regla de
San Leandro su Regula sive liben de institutione virginum el contemptu mundi,
que va precedida de una carta-dedicatoria a su hermana Florentina.
L. probablemente m. el 13 mayo 600 aquejado de gota. Se dice que reposa en
la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, junto a S. Fernando. Se le conmemora
como Doctor el 27 de febrero. Su hermano S. Isidoro dice de él que «era suave en
el hablar, grande en el ingenio y clarísimo en la vida y la doctrina».
V. t.: ISIDORO DE SEVILLA, SAN; HERMENEGILDO, SAN;ESPAÑA VIII, 1; TOLEDO,
CONCILIOS DE.
BIBL.: PL 72,21 ss.; VARIOS, Santos Padres Españoles, II, ed. BAC, Madrid 1971 (ed. crítica de sus obras); Flórez 15,383 ss.; Acta Sanct. 27 de febrero; V. LAFUENTE, Historia Eclesiástica de España, Madrid 1873; Actas del III Concilio de Toledo, en Z. GARCÍA VILLADA, Historia- Eclesiástica de España, Madrid 1927; S. ISIDORO, Obras, Madrid 1778; S. GREGORIO MAGNO, Obras, Madrid 1958; J. FERNÁNDEZ ALONSO, Leandro, en Bibl. Sanct. 7, 1158-116l.
L. ORTIZ MUÑOZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991