LAMAISMO
Origen e historia. El l. es una forma particular del budismo que imperó en el
Tibet (v.) y cuyos jefes religiosos llevan el nombre de lamas. La religión
tibetana es un budismo en forma maháyána (v. BUDA Y BUDISMO, 4, 6 y 7), pero que
ha tomado allí un aspecto particular, distinto del adoptado en las otras partes
de Asia; el l. se encuentra además en Mongolia, Sikkim y Butan, países
fronterizos con el Tibet.
El l. es una religión complicada que tiene muchos aspectos: filosofía
sutil con una dialéctica y una metafísica desarrolladas, psicología del
subconsciente relacionada con técnicas de meditación y de yoga (v.), ritual muy
rico y lleno de prácticas antiguas, a veces mágicas y primitivas, sistemas de
adivinación y escuela de medicina. El budismo tántrico maháyána de la India
forma la base del l., que puede considerarse como una religión importada en el
s. VII d. C. por el rey Srong-btsan sgam-po (pronunciar Songtsen Gampo) y por la
predicación, en el s. VIII, del asceta tántrico hindú Padmasambhava, de la Univ.
de Nálandá. En el a. 775 creó un monasterio budista en Samye, y esta religión se
extendió lentamente por el Tibet. Existía, sin embargo, antes de su llegada, una
religión indígena, el Bon (v.), cuyos fieles, los Bonpo, siguen todavía
practicándola, sobre todo en el este del Tibet.
La historia del l. está ligada estrechamente con la de la cultura
tibetana; lo que hizo conocer en el Tibet el pensamiento de la India fue la
introducción realizada por Thon-mi Sambhota, en el a. 632 d. C. (que había sido
mandado a la India por orden del rey Srong-btsan sgam-po), de una escritura y de
una gramática elaboradas en Cachemira. No fue ésta la única fuente de la cultura
tibetana; otras religiones extranjeras penetraron entonces en Asia central: el
maniqueísmo (v.) de los turcos uigures, el nestorianismo (v.) del Irán, el
islamismo (v.); el pensamiento chino llevó la ciencia médica y la astrología. La
historia del Tibet muestra también que parte de la aristocracia tibetana fue
hostil al budismo, porque muchos jefes de clanes pertenecían a la antigua
religión Bon. Algunos reyes tibetanos persiguieron a los adeptos a la nueva
religión.
Pero en el s. XI los jefes locales del oeste del Tibet promovieron un
intercambio intenso con la India por medio de traducciones y adaptaciones de
muchos textos budistas, sobre todo tántricos. Aparecieron entonces grandes
monasterios y escuelas de pensamiento: monasterios de Radeng (1057), de Sakya
(1073), organización de los Kagyupa (escuela eremítica de los ascetas del Tibet
central y meridional), con Marpa (1012-96), Milarepa (1040-1123), introducción
de la doctrina tántrica del Kálacakra (1027), que admite un Buda primordial y
eterno. Fue una época de gran desarrollo para el lamaísmo.
Bajo la influencia de la religión Bon y de religiones extranjeras
(principalmente el nestorianismo), el 1. tomó su aspecto muy particular,
mezclando magia tántrica, especulaciones metafísicas budistas, técnicas de yoga
(v.) y prácticas de taoísmo (v.). Además, los monasterios se convirtieron en
centros de poder tanto en el plano religioso como en el político y en el
militar; cada monasterio era además apoyado por familias nobles importantes.
En el s. XIV tuvo lugar un acontecimiento importante para la historia del
l.: Tsongkhapa (1357-1419) reformó la religión del Tibet y fundó la secta de los
Gelugpa, la «Comunidad amarilla», opuesta a la antigua «Comunidad roja» de
Padmasambhava. Esta reforma insistió sobre la disciplina monástica, el celibato
de los monjes y el estudio de los textos. Fundó también los grandes monasterios
de Sera (1419) y de Depung (1416) alrededor de Lhasa, que se convirtieron en
ciudades universitarias de enseñanza lamaica con facultades especializadas. Los
mongoles y sus intervenciones militares en el Tibet se añadieron a las luchas
intestinas entre grandes clanes y sectas lamaicas y favorecieron el triunfo
final de la secta de Tsongkhapa en 1637, y la instalación del quinto Dalailama
como rey del Tibet en Lhasa. Éste hizo edificar el palacio del Potala (1645-94)
y tuvo además un papel capital en el desarrollo cultural, y económico del país;
fundó la dignidad de Panchenlama en el monasterio de Tashilhunpo, y con esto
constituyó la doble cabeza que dirigió el Tibet durante siglos: el Panchenlama
es considerado como la encarnación del Buda Amitábha, y el Dalailama como la del
Bodhisattva (perfecto, liberado, futuro Buda, v. BUDA Y BUDcsMo, 6)
Avalokiteshvara.
Bajo el séptimo Dalailama (s. xviii) se estableció el protectorado chino
sobre el Tibet, que duró hasta el final de la dinastía Ts'ing (1912). Después de
la influencia indobritánica (entre 1912 y 1945), la China comunista ocupó de
nuevo el Tibet al terminar la 11 Guerra mundial. La organización teocrática y
religiosa del 1. no podía compaginarse con el marxismo chino, y se puede decir
que desapareció por completo del país. El 130 Dalailama tuvo que huir y
refugiarse en la India con su gobierno. Desde los principios de la ocupación por
los comunistas, los chinos destruyeron los monasterios, encarcelaron, mataron o
dispersaron a los monjes y utilizaron los edificios como cuarteles. De hecho, el
1. ha sufrido en el Tibet un golpe mortal; el Dalailama, refugiado en la India,
intenta salvarlo con la ayuda de los millares de lamas que han podido escapar
del Tibet. Crea centros de enseñanza y trabajo en la India y en Europa para
conservar las tradiciones orales y escritas del lamaísmo. Algunos profesores
especialistas ayudan y colaboran en este esfuerzo desesperado por salvar una
cultura secular.
Organización. La organización del 1. era teocrática; el Tibet era un
estado clerical, cuyo jefe del gobierno central era el Dalailama, cabeza suprema
del lamaísmo. En la administración, el número de funcionarios religiosos
duplicaba el alcanzado por todos los funcionarios civiles del Estado; la
costumbre de hacer entrar al segundo hijo en la comunidad lamaísta aseguraba un
estrecho control entre los dos poderes. Las estadísticas dan una idea exacta del
poder del 1. en la sociedad tibetana; en 1960, la población total se calculaba
en 1.200.000 tibetanos; los tres grandes monasterios de los alrededores de Lhasa,
Galdan, Sera y Depung, contaban con casi 20.000 monjes. Se ha calculado que la
quinta parte de la población se hallaba en los centros religiosos del Tibet.
Los monasterios, gompa, exentos de tasas y servicios, eran como señoríos
independientes y poderosos con tierras y siervos; tenían todos los derechos de
justicia y de autoridad civil; recibían muchos donativos y su papel político y
económico era muy importante en la vida del Tibet. Tenían, además, una
influencia cultural intensa: eran a la vez colegios monásticos, universidades
lamaicas, centros de estudios de medicina, astronomía, astrología, gramática,
pintura, de redacción de manuscritos, imprentas y bibliotecas; estos monasterios
representaban los centros de toda la vida religiosa y cultural del país. La
jerarquía de un gran monasterio se componía de un gran lama, Kusho, a menudo
reencarnación de un santo lama ya muerto, tulku, instalado con la aprobación de
Lhasa, y que tenía el poder directivo durante siete años. Debajo de él había una
serie de cargos religiosos y administrativos que le ayudaban (tesoreros,
censores para la disciplina, empleados, etc.).
La formación monástica en el 1. seguía el desarrollo siguiente: se llevaba
al muchacho al monasterio cuando tenía de ocho a diez años, y un mkan-po, tutor,
lo tomaba bajo su responsabilidad; estudiaba en una especie de escuela primaria
en donde la enseñanza se basaba únicamente en la memoria; el niño tenía que
aprender de memoria una gran cantidad de textos, y cuando su memoria vacilaba se
le aplicaban castigos corporales. A la edad de 15 años recibía el primer grado
monástico: ge-tsul; muchos monjes no pasaban de este estado porque
intelectualmente no podían seguir los cursos superiores, o porque no querían
sujetarse a la disciplina más estricta de los grados más altos. La segunda
iniciación le convertía en ge-long, monje completo que había de observar las 253
reglas disciplinarias. El monje superior era Kan-po, jefe de monasterio; tenía
autoridad total sobre novicios y monjes. Por encima existían los Kutuktu,
considerados como reencarnaciones de personalidades santas antiguas y que
gozaban de honores y rangos especiales.
Los monasterios-universidades tenían colegios o facultades para el estudio
de las diversas especialidades: estudios de los textos religiosos, medicina,
tantrismo, gramática, bellas artes. No había cursos públicos; los
estudiantesmonjes vivían solos o en pequeños grupos; después de sus exámenes, el
estudiante enseñaba durante algunos años en su monasterio. El ciclo de estudios
hasta alcanzar el doctorado lamaico, ge-she, duraba 18 años. El ge-she podía
aspirar al título de lha-rams-pa, el grado universitario más elevado en el 1.;
los exámenes duraban días y recordaban a los realizados en las universidades
europeas de la Edad Media; el ge-she podía quedarse como profesor en su
universidad o instalarse en otro monasterio. La enseñanza de los tantras (textos
religiosos hindúes: v. HINDUISMO i), gyud, se daba en dos colegios de Lhasa
ajenos a las universidades; los estudios duraban 25 años.
La vida espiritual de un monasterio tibetano era muy intensa; el lama
tulku, reencarnación de otro santo, simbolizaba la Sabiduría suprema; no tenía
nada que ver con la enseñanza y era el director espiritual del monasterio. Tenía
poderes espirituales y se le veneraba mucho en el gompa (monasterio).
Ningún monje tibetano de cualquier escuela o secta del 1. puede casarse, y
si lo hace, pierde automáticamente su estado monacal, pham-pa. Lo que ha
engañado a algunos observadores occidentales es que los ngags-pa, yoguis
tántricos, han adoptado el vestido monástico lamaísta en los países limítrofes
del Tibet, como Sikkim, a pesar de no haber recibido la categoría monástica;
esos falsos monjes, a menudo aventureros o brujos temidos por el pueblo, tienen
familia y bienes. No debe confundírseles con los monjes lamaicos; hay mucha más
libertad en esos tántricos que van de un maestro a otro y que a menudo sirven de
sacerdotes de un grupo de personas que les pagan por ello. Sin embargo, hay
lamas que para meditar en la soledad se retiran a una gruta durante tres meses,
tres años, nueve meses o nueve años; este retiro se llama mtschams y pertenece a
la iniciación tántrica. Se ha considerado siempre con veneración a los que
soportan esta reclusión, y a menudo llegaban a ser jefes de monasterios.
Doctrina. En el plano doctrinal, el 1. pertenece al budismo maháyána; dos
escuelas de la India dominan el pensamiento lamaico y están admitidas por la
enseñanza oficial tibetana: son la de los mádhyamika, dbu-ma, de Nágárjuna, y el
yog¿ícára, sems-tsam, o Vijñúptimittra, de Asanga (v. BUDA Y BUDISMO, 4). La
primera parece más importante en los gelugpa, establecidos por Tsongkhapa (v.
supra, no 1); se caracterizan más por el estudio de la lógica y de la discusión
teórica; los segundos, por la meditación y las experiencias psíquicas de yoga.
Sin embargo, no faltan en ambos el ritual y las técnicas tántricas.
La enseñanza fundamental del 1. es la ausencia de la realidad propia, de
las cosas en sí, de los fenómenos; la única realidad es lo Absoluto, que no se
puede definir. Recibe el nombre de Vacío, shunyatá, o también de Realidad en sí,
tathatú; es algo que se logra mediante las técnicas del yoga y no por el
razonamiento intelectual. El mádhyamika tuvo que luchar contra el nihilismo y
aceptó dos especies de verdad, como en el Vedánta ortodoxo (v. VEDAS): la verdad
absoluta en la cual no existe el mundo fenomenológico, y la verdad relativa, que
admite la ilusión de los fenómenos, snang-stong.
La conducta ordinaria del «laico» tibetano pertenece al orden de la verdad
relativa, mientras que la verdad absoluta está reservada a los que siguen el
camino estrecho y difícil del yoga y de los tantras importados de la India. La
meditación, sgrub, es la parte más importante para realizar la relación entre la
existencia fenomenológica y el gran Vacío de lo Absoluto; el 1. ha edificado una
serie muy complicada de técnicas de creaciones mentales y de meditaciones sobre
ellas para legalizar justamente la ilusión de la existencia fenomenológica.
Afirman que tales técnicas producen poderes extraordinarios, dngos-grub.
Hay algunas distinciones que caracterizan al l.: la actividad religiosa es
asunto de los lamas, de los monjes y de los eremitas; los fieles no pueden tener
acceso a esa alta metafísica que requiere largos estudios y vida monacal. Por
eso, el pueblo no asistía a los servicios religiosos en los monasterios; sus
actividades religiosas consistían esencialmente en acumular méritos, bsod-nams,
con los donativos a los monasterios y a los pobres y con las peregrinaciones a
los lugares y sitios sagrados, para tener un buen karman (v.) futuro y
reencarnarse en condiciones que les permitiesen tener un conocimiento más
profundo de la ley sagrada budista. Los fieles debían recitar fórmulas sagradas,
mantras, que podían además efectuarse de modo mecánico: ruedas puestas en
movimiento por el agua o el aire, o los famosos molinetes de oraciones, muy
populares en el lamaísmo. Estos aparatos contienen largas fórmulas sagradas
escritas sobre rollos de papel, y se les hace girar con la mano. La influencia
benéfica y purificadora del texto de los mantras irradia de sí misma por el
movimiento de rotación. La fórmula sagrada más célebre es la famosa
om.mani.padme.húm, que evoca al bodhisattva protector del Tibet, Avalokiteshvara;
los textos tántricos contienen muchos mantra que tienen así una fuerza evocadora
casi automática. Es característico de todo grupo de tibetanos laicos, incluso en
el exilio, p. ej. en Benarés, que al pasear hagan girar sus molinetes mientras
pasan las cuentas del rosario budista, pren-ba, de 108 granos y de importación
hinduista.
Para ayudar a la devoción de los fieles y a la meditación de los monjes,
el arte lamaico ha desarrollado un gran número de representaciones de budas,
bodhisattvas, diosas y dioses tutelares, demonios protectores y defensores de la
fe budista, genios; las representaciones siguen un canon estético muy estricto.
Las estatuas son de oro decorado con piedras preciosas, de cobre y de bronce;
las pinturas sagradas, al estilo chino, son las thankas, de colores fuertes y
muy detalladas; representan a todo el panteón lamaico y se encuentran en los
monasterios y casas particulares. Las figuras, sus atributos y símbolos, su
decoración, sus posiciones, sus gestos, sus vestidos obedecen a normas definidas
y clásicas en el arte tibetano. Los fieles utilizan mucho los hechizos, amuletos
y talisma. nes preparados por brujos y magos tántricos; consisten en papeles o
telas con mantras, figuras, caracteres sagrados, que se llevan sobre el cuerpo
en pequeñas cajas, a menudo muy cinceladas.
Relaciones con la religión Bon. Hemos citado que, a la llegada del
budismo, existía una forma religiosa indígena, el Bon (v.), con sus sacerdotes,
los Bonpo, muy poco conocida y estudiada. El Bon actual está muy influido por
los ritos budistas lamaicos; los antiguos sacerdotes Bonpo eran brujos
primitivos que utilizaban prácticas del chamanismo (v.); los textos lamaicos y
bonpos concuerdan en dar un origen extranjero a esta forma religiosa, lo que
hace suponer influencias hindúes, iraníes y gnósticas sobre un viejo fondo
autóctono.
Puede ser que el Bon haya preparado la adaptación del Budismo al Tibet con
la asimilación de elementos indoiraníes antes de que el 1. pudiera hacer lo
mismo. Los Bonpo han imitado el budismo, pero utilizan los símbolos de esta
religión representándolos al revés, p. ej. la esvástika; tienen monasterios,
sobre todo en el este del Tibet, y un vocabulario filosófico copiado del
budismo. Sus doctrinas se reducen a un animismo muy complicado que coloca
espíritus y demonios en todos los puertos de montaña, en la tierra y en los
ríos; son divinidades malignas a las que hay que ofrecer sacrificios de animales
y seres humanos, como ocurrió en el valle del Sutlej, y que han quedado en el
simbolismo ritual de las fiestas religiosas tibetanas. El 1. había tomado del
Bon muchas técnicas mágicas que ejecutaban los brujos tántricos; había a veces
muy pocas diferencias entre esos brujos primitivos y los verdaderos Bonpo. Todas
esas prácticas mágicas daban al 1. su carácter muy particular, mezcla de magia
popular y de alta metafísica budista.
El l. es, por tanto, una forma muy particular del budismo, y el juicio de
conjunto desde una perspectiva cristiana que hemos dado en ese artículo (v. BUDA
Y BUDISMO) vale también para este aspecto del budismo en el Tibet.
BIBL.: 1. ROGER RIVIÉRE, El Tibet, Barcelona 1965; A. GUIBAUT, Hombres en el Tibet, Barcelona 1954; H. HARPER, Siete años en el Tibet, Barctdona 1953; T. GYAMTSO, Ma terre et mon peuple, París 1963; C. BELL, The religion o/ Tibet, Oxford 1931; R. BLEICHSTEINER, Die gelbe Kirche, Viena 1937; A. DAVID-NEEL, Nlystiques et magiciens du Tibet, París 1929; íD, Znitiations Iamaiques, 3 ed. París 1957; W. Y. EVANS-WENTZ, Tibet's great yogi Milarepa, 2 ed. Londres 1951; R. A. STEIN, La civilisation tibétaine, París 1962; A. K. GORDON, Tibetan religious Art, Nueva York 1952; LAMARCK, JEAN-BAPTISTE DE MONET DE - LAMARTINE, ALPHONSE DEH. V. GUENTHER, The Jewel Ornament of Liberation, Londres 1959; R. NEBESKY-WOJKOWITZ, Oracles and demons of Tibet, La Haya 1956; G. Tucci, Indo-Tibetica, 7 vol., Roma 1932-41; P. TACCHI VENTURI y G. CASTELLANI (dir.), Storia delle religioni, V, 6 ed. Turín 1971.
J. ROGER RIVIÈRE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991