KETTELER, WILHELM EMMANUEL
Obispo de Maguncia; fue, en la Alemania del s. XIX, una de las personas más
destacadas y valientes en la lucha por la libertad de la conciencia y de la
Iglesia y, sobre todo, el iniciador del pensamiento y del movimiento social
católico; León XIII le llamó «su predecesor».
Hijo de una familia de antigua nobleza (tenía eJ título de barón de K.),
n. el 25 dic. 1811 en Miinster. Recibió una excelente formación en el seno de su
familia; estudió (1824-28) en el colegio jesuita de Brig (Suiza) y en 1829-33 en
las facultades de Derecho de Gotinga, Heidelberg, Munich y Berlín. En 1835
ingresó en la Administración del Gobierno en Miinster; pero, impresionado por la
prisión militar del arzobispo de Colonia, Clemens August von Droste-Vischering,
en 1837, renunció a ser funcionario del Estado prusiano, porque «no quería
servir a un Estado que exige sacrificar su conciencia» (carta a su hermano). Con
la espontaneidad característica en él, se decidió a estudiar Teología; primero
en el seminario de Eichstátt, luego en el colegio de los jesuitas de Innsbruck,
terminando en la Univ. de Munich (1841-43), junto con su hermano Richard, antes
oficial de húsares y después capuchino. En 1844 fue ordenado sacerdote.
En su patria de Westfalia, como capellán en Beckum (desde 1844) y cura
párroco en Hopsten (desde 1846), conoció y sufrió a fondo las miserias del
pueblo, experiencia de su futura misión de apóstol social. Elegido, contra su
voluntad, diputado de la Asamblea Nacional de Francfort de 1848, se convirtió
definitivamente en el abogado de la conciencia católica en Alemania. El 17 sept.
1848, la noticia del horrible asesinato del príncipe Félix von Lichnowsky y del
general Hans Adolf von Auerswald, diputados, ejecutados cruelmente por las
hordas de la Revolución, despertó en K. la conciencia del poder espantoso de las
ideas e ideologías y del tremendo antagonismo en el mundo del hombre: la
humanidad frente a la brutalidad, que sólo la conversión a Cristo puede superar
(su famoso discurso del 21 sept. 1848; Obras, II,192-195). En la primera
Asamblea general de los católicos de Alemania, presidida por Buss (v.), se
destacó K. por sus conferencias sobre la libertad de la Iglesia (4 y 5 oct.
1848). Entre el 19 nov. y el 20 dic. 1848, K. pronunció en la catedral de
Maguncia seis predicaciones de repercusión nacional sobre Los grandes problemas
sociales en la actualidad (Obras, 11,210-320). Partiendo de la doctrina de Tomás
de Aquino (v.) sobre la propiedad -que no es un derecho absoluto, ya que existe
la obligación de administrarla en favor del bien común-, K. rechaza los extremos
del capitalismo (liberalismo) y del comunismo y propugna una justa distribución
de los bienes no por la violencia, sino por una conversión de la conciencia
(Obras, 11,240).
En 1849, el obispo-príncipe de Breslau, Melchor von Diepenbrock, le llamó
a Berlín y le nombró delegado apostólico en toda la diáspora católica de Prusia
-inmenso campo de trabajo espiritual y social-. En 1850 K. fue consagrado obispo
de Maguncia y como tal realizó una obra inmensa de renovación espiritual y
moral,. a través de incansables viajes de visitas y predicaciones, misiones
populares, conferencias diocesanas, fundaciones de congregaciones religiosas,
cartas pastorales y otros escritos (más de 30 en 1850-62) y, sobre todo, fundó
una Escuela Superior Teológica, adonde llamó a profesores católicos tan
significados como Haffner, Heinrich, Lenning, Moufang, Riffel.
El libro de K. Libertad, autoridad e Iglesia (Maguncia 1862) suscitó una
resonancia enorme entre amigos y enemigos. La obra principal de K. sobre El
problema obrero y el cristianismo (Maguncia 1864) fue la Magna Carta del
catolicismo social en Alemania. En la primavera de 1867 apareció una publicación
de K. sobre Alemania después de la guerra de 1866, que revela su sentido de la
política real y su espíritu de prudencia y conciliación, puesto de relieve
además en sus infatigables intervenciones en las luchas entre el absolutismo
estatal y los derechos y la libertad de la Iglesia. Cada vez más, K. reivindicó
una legislación social para proteger a los trabajadores y a sus familias; los
hitos de sus proclamas son: el discurso del 25 jul. 1869 en un campo cerca de
Offenbach, ante 10.000 obreros (Obras, III, 184-214); su ponencia en la
Conferencia de los obispos alemanes en Fulda, del 26 jul. 1869; y su discurso
sobre Liberalismo, socialismo y cristianismo en la XXI Asamblea general de los
católicos alemanes (Maguncia, 14 sept. 1871). La conocida actitud de K. en el
Conc. Vaticano 1 -siempre defendió, personalmente, la infalibilidad del Papa- se
explica por su don de presagio político: ha previsto ya el «Kulturkampf» («lucha
cultural»); y cuando -inmediatamente después de la guerra 1870-71-- realmente
estalló la persecución de la Iglesia católica, K. volvió a defender la libertad
religiosa, ya desde su puesto de diputado en el Reichstag, para el que había
sido elegido, ya en público y en entrevistas personales con el canciller
Bismarck y el emperador Guillermo I. De vuelta de su último viaje a Roma, donde
Pío IX le había recibido con gran cariño y honor, cayó gravemente enfermo y
murió de camino en el convento capuchino de Burghausen (río Salzach, Baviera),
el 13 jul. de 1877. Su sepulcro está en la catedral de Maguncia, en la capilla
de la Madre de Dios. Toda su vida fue una lucha por la conciencia; tenía siempre
presente que «no hay religión sin libertad, pero tampoco hay libertad sin
religión».
BIBL.: Fuentes: Las obras principales de K. están editadas por J. MUMBAUER, 3 t., Munich 1911, 2 ed. 1924, con bibl. completa (citadas en el texto: Obras...); además: (Euvres choisies de Ketteler, Basilea 1892, pról. de K. DECURTINS; Predicaciones, Maguncia 1878; Cartas, 1. e. 1879; Cartas pastorales, 1. c. 1904 (ed. J. M. RAICH).
ELSA STROBL.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991