INSTITUTO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA (I.B.V.M.)


Este instituto reconoce por fundadora a la M. María Ward (1585-1645), hija de Marmaduke y de Úrsula Wright Ward, ambos de noble estirpe y católicos militantes frente al cisma anglicano. La fundadora n. el 23 en. 1585 en Mulwith (Yorkshire). A los cinco años fue confiada la educación de la niña a su abuela, mujer de muchos conocimientos y honda formación religiosa, que totalizaba catorce años de cárcel. El ambiente de lucha por la fe que María respiró en Ploughland fue determinante para su vocación. Resuelta a expatriarse llegó en 1606 a SaintOmer, entonces bajo dominación española. Tras un intento de vida claustral en las clarisas y un ensayo de fundación conventual para acoger jóvenes inglesas, entendió que otros eran los caminos del Señor. Gracias a la condesa de Northumberland, que vivía en los Países Bajos pensionada por Felipe II (v.), entró María en relación con la Infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, que quedó prendada de la joven inglesa y se convirtió en protectora suya. Volvió al Yorkshire, en donde emprendió un denodado apostolado clandestino que le descubrió el destino a que Dios la llamaba: la educación de la juventud femenina. Con siete amigas de su misma condición social regresa a Saint-Omer y abre un colegio para formar muchachas inglesas que habría de ser fermento de un renacimiento católico en Inglaterra. Era el año 1611, y María contaba, por tanto, sólo 26 años.
     
      La incipiente comunidad adoptó, acomodadas, las Reglas de la Compañía de Jesús, novedad que había de valer muchos disgustos a María. Su entereza la mantuvo en esta línea y en la aplicación de otras innovaciones que, a principios del s. xvrr, eran motivo de escándalo: igual nivel de educación para la mujer que para el hombre; el estudio intenso de las ciencias y las letras como elemento indispensable para una educación humana y cristiana; explotación al máximo de los dones de Dios para preparar a la mujer a todas las eventualidades de la vida; descanso semanal para maestras y discípulas. Fue asimismo precursora en la reglamentación de sus comunidades: supresión de la vida claustral, dependencia directa del Sumo Pontífice, e implantación de formas modernas sin rehuir estrictas formas de vida ascética, que empezó a aplicar de lleno en el colegio fundado en Londres el año 1614. Las intenciones y el espíritu del Instituto fueron plasmados en la Memoria enviada al papa Paulo V (1616) actualmente en los archivos de la Curia de la Compañía de Jesús. Pero el Papa se estrelló contra la incomprensión de los cardenales y se limitó por entonces a recomendar la obra al obispo de Saint-Omer. De Inglaterra llegaron a Roma letras calumniosas contra María, tachada de ambiciosa (pues pretendía que el Instituto tuviera un superiora general), de rebelde e incluso de hereje, cuando no de chiflada. Provista de cartas de recomendación de la Gobernadora de los Países Bajos, se personó en Roma, donde no logró sino bendiciones. Argumentó con hechos, con sus fundaciones, entre ellas unas escuelas para las clases más desheredadas de aquella ciudad. Urbano VIII tomó cartas en el asunto y nombró una junta de cardenales que hizo comparecer a María. No era llegada la hora por ella soñada. Por bula pontificia de 13 en. 1631 quedaba suprimido el Instituto innovador. El 7 feb. la fundadora era encerrada en las clarisas de Anger, en Munich. Quedaban cerrados los colegios y secularizadas las religiosas de Saint-Omer, Lieja, Colonia, Tréveris, Roma, Nápoles, Presburgo, Viena, Inglaterra y Munich. Alarmado el Papa, ordena la libertad de María y la llama a Roma; la acoge benignamente y se rinde a los argumentos de aquella mujer obsesionada por la salvación de su patria; no retira la bula de supresión, pero deja que se restablezcan las comunidades, sin carácter de Instituto. En Munich había permanecido un núcleo de «señoritas inglesas», nuevo punto de arranque de la congregación. De las casi 300 discípulas dispersas (en su mayoría, inglesas de gran cultura y elevado rango social) fueron recuperadas acaso unas doscientas, que permitieron la restauración de las comunidades primitivas y la creación de otras. Afirmadas las del continente creyó llegado el momento de intensificar sus afanes en Inglaterra: se despidió del Papa y siguiendo la vía de Baviera, Alemania y los Países Bajos, reanudó en Londres la actividad proselitista de su juventud desafiando todos los peligros. Cuando la guerra civil de 1642 se refugió con sus discípulas entre sus deudos dei Yorkshire. Semioculta en una casa solariega de Hewarth m. allí tres años después, el 30 de enero. Recibió sepultura anónima en el cementerio protestante de Osbaldwick. Su causa de beatificación fue introducida en 1926.
     
      Con todas las características de un instituto moderno, las hijas del 1. B. V. M. y sus comunidades se fueron multiplicando; pero sólo en 13 de junio de 1703 Clemente VI aprobó sus Reglas y autorizó la constitución jurídica como Instituto de derecho pontificio. Alemania era por entonces (y concretamente Munich) la roca fuerte del Instituto. Allí se formaron las religiosas que en cierto modo fueron como las restauradoras del I. B. V. M., incluso en Inglaterra.
     
      Una de las más valiosas continuadoras de la intrépida aventura de María Ward fue la M. Teresa Ball, de singular interés en la implantación del Instituto en España. Las guerras napoleónicas provocaron un colapso en el ensanchamiento del Instituto, que aún no había puesto pie en Irlanda. El Dr. Murray, obispo de Dublín, hubo de contentarse con recibir, del noviciado de York, una recién profesa, la M. Ball, que el año 1821 echó los cimientos de la rama irlandesa, predestinada a realizar numerosas fundaciones, entre ellas algunas en España, dónde el punto de partida fue el colegio de Gibraltar (1845).
     
      El I. B. V. M. no es una unidad orgánica, sino que se compone de tres ramas autónomas e independientes entre sí: a) la Alemana, fundación personal de María Ward, se ha extendido por Alemania, Inglaterra, Austria, Suiza. Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Italia, Nepal, Rhodesia, Brasil, Chile, Argentina, parte de Estados Unidos y parte de España; su casa central está en Roma. b) La Irlandesa, procedente de York, que era de la rama alemana y fue fundada por Teresa Ball; su casa generalicia está en Loreto Abbey (Dublín) y de ella dependen ocho provincias canónicas. La de España fue creada por la M. Stanislaus y cuenta en la actualidad 130 religiosas y 3.500 alumnas. Su casa de formación se halla en Castilleja de la Cuesta, en lo que fue casa palacio de Hernán Cortés. La rama Irlandesa tiene comunidades en Irlanda, India, África, Australia e Inglaterra. 0 La rama Americana procede de la Irlandesa, y se extiende principalmente por los Estados Unidos y Canadá. Su sede está en Toronto. Las tres ramas tienen, salvo detalles, el mismo hábito, responden a un idéntico espíritu y observan las mismas Reglas y Constituciones, sancionadas polla Santa Sede en 1914, ajustadas luego al CIC y finalmente aprobadas por la Sagrada Congregación de Religiosos en 1937. Las Reglas primitivas eran de 1625.
     
      Cada una de estas tres ramas (actualmente en vías de crear una federación) tiene su propia Superiora General, con su consejo y su economía peculiares; pero admiten proceder de la misma raíz, viven el mismo espíritu y tienden a los mismos fines: la educación en todos los grados de la juventud femenina, sin distinción de clases pero con preferencia en favor. de las más necesitadas, sobre todo en los países de misión. Suman unas 5.600 religiosas que profesan un culto especial a la Santísima Virgen. En muchas partes se las conoce por Damas Inglesas; las de la rama de Dublín se llaman «de Loreto», salvo en España cuyo -nombre popular es el de Madres Irlandesas, aunque son en su casi totalidad españolas las que rigen los colegios de la Península.
     
     

BIBL.: M. SALOMÉ, Mary Ward: A loundress ol the XVII Century, Londres; MARY JOANNA DESSAIN, Galloping to God, Londres; 'MARY OLIVER, Mary Ward, Londres; CONDESA DE COURSON, Lile ol Mary Ward, Dublín 1929; G. GRISAR, Das erste Verbot des ordengründung M. W., 1927.

 

M. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991