l. Evolución histórica. El h. procede de una evolución lenta de las formas
religiosas de los Vedas (v.), o vedismo, y del brahmanismo (v.), o h.
antiguo; es la religión actual de los hindúes, que la llaman Sanatana
Dharma, religióneterna, o Vaidika Dharma, porque está basada en el
pensamiento védico. Es difícil establecer una distinción entre el
brahmanismo y el h.; se trata de las mismas formas religiosas más o menos
evolucionadas, de los mismos conceptos básicos, y algunos autores no
admiten esta distinción. Sin embargo, entre el pensamiento hindú de la
época medieval y el h. moderno existen ciertas diferencias que pueden
justificar este cambio de deno minación.
Hemos visto que los conceptos del brahmanismo se precisaron después
de la época de las Upanishads (v. VEDAS) y en los tiempos épicos del
Mahábhárata (v.) y del Ramáyana (v.); en los siete u ocho siglos que
siguieron (IV-XII), se afinaron las teorías sobre el alma, el universo y
su razón de ser, el culto y la ética; se precisaron las corrientes
llamadas sectarias, es decir, el concepto de Visnú o de Shiva como Dios
supremo, y debe subrayarse la importancia de los textos clásicos que
sirvieron de base para el h., que fueron los Puránas (v.), escritos entre
los s. in y XII. Apareció entonces toda una literatura; los ilgamas,
tradiciones, y las Samhitás, más recientes que los Puránas, trataron de
temas ora visnuistas otra shivaístas. En fin, desde el s. v d. C. apareció
la extensa literatura de los Tantras, textos de liturgia, de ritual, de
filosofía, de teorías metafísicas, de técnicas de Yoga (v.); esta
corriente penetró profundamente en el h., impregnándolo totalmente. Junto
a él, y sin confundirse con el tantrismo, aparece también la corriente del
shaktismo, doctrina religiosa que atribuye a la shakti, aspecto femenino
de la fuerza creadora del dios, una gran importancia en la religión. En el
shaktismo hay muchos matices que van desde el gran culto a la diosamadre
con una filosofía compleja y sutil, hasta el pequeño ritual primitivo de
las diosas protectoras de las aldeas hindúes. Este concepto ha tenido una
gran influencia sobre el pensamiento hindú en los últimos 15 siglos, y se
encuentra en muchos textos, algunos de los cuales siguen siendo muy
populares, como veremos a continuación.
2. Definición del hinduismo. EJ h. es una religión muy difícil de
definir por su extensión, su evolución y su desarrollo; además, no tiene
un credo común para todos sus fieles, ni un sistema filosófico, único, ni
jerarquía, ni culto, ni ritos uniformes. A. Lyall dio una definición
bastante exacta del h. al decir que es «la reunión de ritos, cultos,
creencias, tradiciones y mitologías aprobadas por los libros sagrados y
las prescripciones de los Brahmanes, y trasmitidas por la tradición y la
enseñanza brahmánicas. Un hinduista sigue las reglas de conducta y
adoración fijadas para su uso, particularmente en lo que se relaciona con
la alimentación, el matrimonio y la adoración de los dioses». S.
Radakrishnan añade que el h. da al individuo una libertad casi absoluta en
el campo especulativo, pero impone reglas de conducta muy estrictas; el
teísta y el ateo, el escéptico y el agnóstico pueden ser buenos hinduistas
desde el momento en que reconozcan y acepten el modo hindú de vivir y de
pensar; lo que importa no es la creencia, sino la conducta. El h. no se
puede separar de la vida social, que se concibe dentro del marco de las
castas (v.) y del modo de vivir; el imperativo moral, la conducta social,
son en sí mismos de esencia religiosa.
El h. sigue el concepto del brahmanismo de un Ser neutro, eterno,
Causa original y Origen de todo lo que existe: Brahmán; este Ser supremo
se manifiesta en una trinidad de dioses, la Trimúrti: Brahma, que es de
género masculino y no debe confundirse con el Brahmán -neutro-, es el
aspecto creador del Ser; Visnú es el aspecto conservador, y Shiva el
aspecto transformador que destruye y engendra la vida nueva. Brahma tiene
un templo único en la India y muy pocos fieles; pero Visnú y Shiva han
visto crecer su importancia con la evolución del brahmanismo, y puede
decirse que el h. está dividido en dos grandes categorías o sectas: los
visnuistas y los shivaístas, y sus shaktis respectivas o aspectos
femeninos de su poder divino. Los otros dioses menores del brahmanismo
siguen con sus cultos locales. Este politeísmo aparente ha sorprendido a
menudo a los occidentales, pero, fuera de su significado sagrado especial
y mágico para los autóctonos primitivos y el aldeano iletrado, el número
sin fin de dioses y diosas del panteón hindú es, para el filósofo, el
teólogo y el místico hindúes, expresión de la divinidad, aspectos
multiformes del Ser, manifestaciones de su poder todopoderoso. Este matiz
es importante para comprender el profundo sentido monista del pensamiento
hindú y su tendencia extraordinaria al sincretismo. Se admite un
pluralidad casi infinita de dioses y, al mismo tiempo, se reconoce el
monoteísmo absoluto del Ser.
Se ha estudiado la influencia monoteísta del Islam sobre el h., con
el que había de permanecer tanto tiempo en contacto; ciertas sectas
hindúes se han inspirado en conceptos islámicos, tales como la abolición
de las imágenes y ciertas prácticas místicas, pero parece cierto que la
influencia fue muy limitada. Fue más una tendencia sincretista muy hindú,
como se aprecia en el reformista Kabir y en algunas sectas modernas que
predicaron la unidad profunda y mística del h. y del Islam (v. ISLAMISMO)
en el mismo Ser infinito, por ser las dos religiones formas exteriores y
adaptadas a los hombres para adorar al mismo Dios. Sin embargo, parece que
los místicos musulmanes, los súfies (v.), fueron influidos parcialmente
por la filosofía del vedánta hindú ya antes de la conquista de la India
por el Islam; sus vidas sencillas y religiosas, muy semejantes a las de
los monjes y ascetas hindúes, hicieron mucho por la conversión de los
hindúes al Islam; la secta de los Chishti, fundada en el s. x e
introducidaen la India en el s. xn, tuvo una gran influencia en este
sentido, tanto más cuanto que estos musulmanes admitieron los matrimonios
mixtos. Por tanto, la presencia del Islam en la India no provocó cambios
filosóficos profundos en el hinduismo.
3. Divisiones religiosas del hinduismo. El visnuismo. En la voz
Brahmanismo (v.) hemos estudiado las características de los dos grandes
dioses: Visnú y Shiva; sus seguidores forman las dos grandes divisiones
religiosas del h. Los adoradores de Visnú, los Vaishnavas, presentan una
tendencia más inclinada hacia el amor a Dios, la bhakti, que hacia las
técnicas de yoga y el ascetismo del shivaísmo; no admiten los sacrificios
animales de estos últimos. Aparecen en la historia religiosa de la India a
partir del s. vi bajo el nombre de Bhágavatas, los que adoran el Bhagavant,
al Bienaventurado (=Visnú), y el sistema del Páncharátra fue la expresión
filosófica de este visnuismo. A partir del s. xiii, llegó a ser muy
popular y los grandes filósofos visnuistas (Madhva 11971276, Rámánuja en
el s. xi) crearon entonces sectas, cultos y ritos propiamente visnuistas;
la aparición en el sur de la India de los grandes poetas tamil, adoradores
de Visnú, los Álvárs, místicos apasionados del dios, fue una reacción
contra el estrecho y frío ritualismo brahmánico. Estos místicos visnuistas
cantaron a Visnú con sus diversas manifestaciones en la tierra, los
avatáras, sobre todo Krishna y Ráma. Exaltaron la divinidad personal, el
sentido de una dependencia total y la certidumbre de la unión con Dios, de
una comunión íntima con Él; no hay metafísica ni sistemas filosóficos en
esta actitud devocional, tan corriente todavía en la India. Es una mística
del sentimiento estético y religioso. Para ellos, el único camino que
lleva a la salvación es un abandono lleno de amor al Ser único y eterno, a
semejanza del gato pequeño al que su madre lleva en la boca de un lado a
otro. Las sectas visnuistas de Rámánuja fueron más filosóficas y
desarrollaron la tesis de una devoción de tendencia más intelectual,
aproximándose al Vedánta; este movimiento, que tiene un conjunto de reglas
estrictas para la alimentación y las relaciones entre castas, se ha
mantenido siempre preferentemente en el sur, en la región tamil. La
Escuela del norte sostiene que el esfuerzo personal para salvarse es como
el gesto del mono pequeño que, en caso de peligro, se salva aferrándose a
su madre, es decir, no admite el abandono total y sin condiciones de la
Escuela del sur.
Otro pensador visnuista fue Rámánanda (s. xv), adorador de Ráma,
avatára de Visnú y del cual procede un gran número de sectas, algunas de
las cuales han tomado el carácter de movimientos reformistas sociales
modernos. Se puede citar a Kabir y a la secta de los Kabirpanthis y los
Sikhs (v.), fundados por Nának (1469-1538), grupo político-religioso
importante hoy día en la India. El aspecto devocional fue predicado bajo
una teoría del amor-fe por una doctor telugu del s. xv, llamado Vallabha;
el culto fue dirigido a Krishna, pero esta secta dio lugar a ciertos
abusos. Otra secta es la de Nimbárka, del s. XIII, que todavía existe hoy
en la región de Mathurá, patria legendaria de Krishna. Por fin, hay que
citar el nombre quizá más ilustre del visnuismo medieval, el de Caitanya
(1485-1533), visionario que tuvo muchos discípulos e inauguró el culto de
Krishna y de su esposa Rádhá. Los sucesores de Caitanya, los gosvámin, son
jefes de monasterios y templos; esta secta alaba el amor y la fe en la
forma de Krishna y su shakti, y tiene todavía muchos adeptos.
4. El shivaísmo. El otro gran dios del h. es Shiva, cuyas
características hemos estudiado ya en la voz Brahmanismo (v.). Su culto es
muy antiguo y en un pasado remoto aparecen los nombres de los páshupata y
grupos de ascetas de tendencia shivaísta. Sus textos son los Ágamas, las
tradiciones, y los Tantras. El shivaísmo admite tres principios: el Señor,
Shiva; la materia, pásha, y el alma; Shiva actúa en el universo por medio
de su energía, de su shakti, principio cinético que esconde la realidad
divina bajo la ilusión cósmica, la máyá. Se adora esta shakti bajo el
nombre de Káli, Durgá, Sati y Annapúrná en Benarés (v.); Shiva está
representado en el aspecto del linga, piedra cónica sobre una base
redonda, símbolo central en todos los templos shivaístas de la fuerza
creadora de Shiva. Este culto es de origen fálico (v.), pero ahora no
tiene ningún aspecto erótico, sino que más bien simboliza los dos
principios, masculino-femenino, de la creación. Al lado de Shiva, Ganesha,
el dios con cabeza de elefante, es muy popular y tiene muchas
representaciones iconográficas; tiene pocos templos propios -uno es el de
Chinchvad, cerca de Puna-, pero está siempre representado en los templos
shivaístas.
Las sectas shivaístas son grupos de ascetas, a menudo tántricos,
entre los cuales no faltan seres extraños y con frecuencia de conducta
grosera, tales como los aghori o aghorapanthi, que subsisten aún en
nuestros días y que aparecen desnudos en las calles de las ciudades
sagradas. Otra secta shivaísta importante en nuestros días es la de los
gorákhnáti o kánphatayogins, los yoguis de orejas hendidas, fundados por
un santón muy venerado, Gorakhnáth, que escribió muchos estudios sobre el
yoga, y especialmente el Hathayoga, y que vivió en el s. xi en
Bengalaoriental; tiene un templo en la ciudad de Gorakhpur. Los ascetas de
este movimiento se encuentran en la India, donde practican sus ejercicios
de yoga y meditan en monasterios. En Cachemira existe una forma filosófica
particular del shivaísmo, el trika, que elaboró un sistema metafísico
basado en un no-dualismo puro; el universo resulta de una objetivación del
pensamiento de Shiva que es razón absoluta y principio de creación. El ser
humano, por la iniciación, d¡kshá, de un maestro, un guru, adquiere la
intuición para conocer la Verdad y las técnicas para lograrla, acabando
con la absorción de la multiplicidad en el yo consciente del adepto. Hay
que señalar la secta de los virashaivas o lingáyats, que se constituyeron
hacia el s. xii alrededor de Basava, primer ministro de un rey de Kalyána;
reconocen la autoridad de los Vedas (v.) y del gran doctor del Vedánta,
Shankara, y tienen una serie de ritos privados, pero su sistema social es
distinto en la India; los monjes se reúnen en comunidades que pertenecen a
cinco centros monásticos antiguos del norte de la India. El sistema
filosófico de los lingáyats admite un no-dualismo cualificado por la
presencia de la shakti; de ella surgen las almas, y la materia y la
salvación consiste en la fe y el amor hacia Shiva, con un ritual y una
especie de bautismo que crea una cierta «coraza» para el niño y que
protege contra el mal a los miembros de la secta. Tienen símbolos
exteriores: un pequeño linga como amuleto, una especie de rosario hecho de
semillas de rudráksha y se ungen con cenizas sagradas, vibhúti. Los jefes
ambulantes se llaman jangama y la secta tiene una abundante literatura.
5. Otras sectas del hinduismo. Existen en el h. otras sectas y se
crean nuevas a menudo alrededor de un santón o de un personaje venerado;
el visnuismo y el shivaísmo evolucionan continuamente y los grupos
religiosos tienden a multiplicarse sin hostilidad ni luchas intestinas; lo
que crea estas distinciones son los matices filosóficos rituales. Sin
embargo, la tendencia actual es la búsqueda de síntesis y agrupaciones,
porque el h. tiene enemigos políticos y sociales ateos en la India y busca
la fuerza en la unión de las diversas sectas amenazadas. En general, la
dirección intelectual de estos movimientos está en manos de los monjes de
la secta de Shankara, el filósofo del Vedánta del s. VIII, quien creó y
organizó monasterios de ascetas en todo el país que todavía siguen activos
y tienen gran fama de santidad y saber religioso.
Actualmente, el h. tiene movimientos modernos que adoptan la forma
tradicional del ashram, colonias donde viven y meditan monjes y gentes del
pueblo; se puede citar la misión Rámakrishna fundada por Vivekánanda,
discípulo del santón bengalí Rámakrishna (1834-1886) y que adapta el
Vedánta de Shankara a las exigencias de la filosofía y de los tiempos
modernos; la Misión tiene muchas escuelas, monasterios, hospitales, y sus
actividades benéficas en el terreno social son importantes. Se pueden
mencionar ashrams alrededor de personajes venerados que han muerto
recientemente o que viven todavía, p. ej., Rámana Maharshi, Aurobindo
Ghose, Shivananda, Ánandamayi. Más adelante estudiaremos sus influencias.
6. Prácticas rituales del hinduismo. Veamos ahora las prácticas del
h. moderno cuya elaboración se ha estudiado en la voz Brahmanismo (v.). De
hecho, el h. evoluciona lentamente y, en las capas inferiores de la
población, en las bajas castas, existen todavía muchos dioses especiales,
protectores de los campos, kshetrapála, a los cuales se ofrece arroz,
leche y carne de animales, y diosas menores, introducidas en el h. como
aspectos de la gran shakti. Estos dioses inferiores, primitivos, son
temidos y ambivalentes; los dioses superiores, con nombres sánscritos, son
venerados, pero no son tan familiares entre el pueblo como aquellos dioses
locales. El culto, con ritos y fórmulas, apacigua a estos dioses y genios
temidos, y en él se mezclan numerosas prácticas de magia popular. La
adivinación, la astrología tienen especialistas con los que consultan a
menudo los aldeanos. Para muchos hindúes, la religión consiste en cumplir
con varios ritos utilizando fórmulas convenientes para el bien del
individuo, de su familia y de la sociedad. Se puede señalar que el h.
moderno se distingue del brahmanismo por el papel más importante dado al
elemento femenino y al tantrismo. El culto de las divinidades superiores,
védicas y con nombres sánscritos, con sus ritos tradicionales dirigidos
por brahmanes, se ha mantenido hasta ahora en las aldeas y en las
ciudades; pero las nuevas generaciones abandonan estos ritos, sobre todo
en el norte de la India.
La sociedad hindú es todavía tradicional, y sigue la ley religiosa,
el dharma, en un marco de obligaciones rituales y costumbres; existe
siempre un pequeño altar familiar y en las familias de castas no
brahmánicas hay un brahmán, sacerdote doméstico, el purohita, que celebra
el culto de los dioses cinco veces al día, la pújá. Los deberes recíprocos
de los miembros de la familia tienen unas normas fijas. No se debe olvidar
que toda forma de culto público es ajena al h. tradicional; la religión es
un asunto privado, particular, individual, que no se puede unificar, dada
la desigualdad natural de los individuos. Ahora, y con la vida moderna,
las mujeres son quienes siguen más a menudo las prescripciones rituales;
sin embargo, ciertos ritos, sobre todo por los antepasados, la shráddha,
se cumplen con regularidad. Eso explica por qué no es obligatorio
frecuentar los templos; los hindúes adoran a dioses distintos según sus
deseos o sus preocupaciones. El templo es la morada visible de un dios al
que los sacerdotes cuidan, visten, adoran en diversas ceremonias diarias a
las cuales pueden asistir los fieles, pero sin participar en los ritos y
únicamente como espectadores.
La vida hindú tiene una serie de ritos o ceremonias, samskáras, que
encierran al individuo desde el nacimiento hasta la muerte; estas
ceremonias se hacen en casa, de modo privado, como casi todas las
manifestaciones religiosas del h. El nacimiento, la iniciación brahmánica,
upanayana, el matrimonio, la muerte, tienen una serie de ritos, de
costumbres que siguen todavía vivos, incluso en los medios poco
religiosos, porque tienen un aspecto sociológico importante en la familia
y en el ambiente social de la India.
Las fiestas, las procesiones, corresponden al concepto del tiempo
sagrado y son días y periodos considerados como peligrosos, excepcionales.
Han tomado un aspecto sociológico muy acentuado: las fiestas del año nuevo
(marzoabril), de las luces, diváli, del holi (febrero-marzo), de Durgá (al
final del monzón), las ceremonias de la salida de los carros sagrados en
Bengala y Orissa, las grandes asambleas de peregrinación, los melás, son
célebres y muy concurridos por todas las clases de la sociedad. Los
templos tienen ahora ceremonias y cultos más impresionantes. Hay que
distinguir siempre el h. de las aldeas del de los intelectuales y de la
élite del país; muchas ideas filosóficas, éticas y conceptos de mitología
del h. culto se encuentran en las creencias y en los ritos de las aldeas,
aunque tengan más afición naturalmente a las creencias populares. Las
clases cultas -lo que no significa siempre las castas altas- siguen
creyendo en los conceptos tradicionales del h., aunque, como hemos
apuntado, las nuevas generaciones son menos estrictamente ortodoxas y no
siguen todos los ritos complicados y múltiples del h. Sin embargo, la casi
totalidad de los hindúes aceptan todavía los grandes ritos
sociológico-religiosos y siguen fieles a las tradiciones. En este aspecto
se puede subrayar que esta élite hindú tiende ahora a integrarse por medio
de los grandes sistemas filosóficos y por las doctrinas de las grandes
personalidades vivas o desaparecidas recientemente; se estudian las
enseñanzas de un Shankara, de Rámánuja, de Madhva, de Caitanya, y de un
Vivekánanda, Tagore, Ramana Maharshi, Rámdás, Aurobindo Ghose. Se afirma
la necesidad de introducir el servicio social en el h., y se fundan muchas
organizaciones benéficas, hospitales y escuelas. Hay una renovación de los
estudios de yoga (v.), de las técnicas de meditación alrededor de centros
religiosos, ashrams, y bajo la dirección activa de un maestro, el guru, y
puede afirmarse que actualmente se hace sentir una profundización del
hinduismo.
7. Personalidades contemporáneas del hinduismo. Las personalidades
hindúes contemporáneas que tuvieron en este aspecto una mayor influencia
son las siguientes: Rámakrishna (1836-86), del templo de Káli en
Dakshineshwar, a poca distancia de Calcuta, en la orilla del Ganges (v.),
que predicó la unidad profunda de las religiones y cuyas experiencias
místicas produjeron un gran impacto sobre los discípulos y devotos que
acudían a escucharle. Su discípulo predilecto, el Swámi Vivekánanda
(1863-1902), visitó América y Europa y fundó después la Misión Rámakrishna,
que tiene, en la India y fuera de ella, un centenar de centros. Además de
la labor social que cumplen en la India los pertenecientes a la Misión
editan libros y revistas sobre una forma moderna del Vedánta y tienen así
un gran papel en el renacimiento del h. y su adaptación a la sociedad
india actual. Por su parte, Aurobindo Ghose (1872-1950), que fundó un
importante centro en Pondicherry, escribió muchos libros, entre los que es
fundamental The Divide Life (La vida divina). En su obra interpreta de un
modo moderno, y a veces muy personal, los conceptos clásicos del h. sobre
el yoga, la salvación y los ideales hindúes. Enseñó un nuevo tipo de yoga
al que llamó integral y la posibilidad de llegar a crear una inteligencia
o espíritu superior en el hombre y un nuevo tipo más elevado de humanidad
que correspondería al antiguo ideal del h. del jivanmukta, el liberado
viviente. Este nuevo tipo humano podría acabar con los conflictos sociales
del mundo moderno; predicó estos ideales en su centro monástico, su
áshrama, donde enseñó durante 40 años contando entre sus discípulos a
muchos europeos. Rámana Maharshi (1879-1950) vivió y murió en el sur de la
India, en su áshrama del monte Arunácala, cerca de Tiruvannamalai, centro
muy venerado y dedicado a Shiva. Este asceta no intentó renovar, por su
parte, el h., sino que realizó la enseñanza hinduista de la presencia del
Brahmán, del Ser en la persona como Yo profundo; enseñaba a sus discípulos
la meditación sobre ese yo (¿Quién soy yo?) que permite realizar las
afirmaciones del Vedánta sobre la irrealidad del mundo exterior. Ha
ejercido una cierta influencia en Occidente a través de los libros
escritos sobre él por algunos europeos (P. Brunton, A. Osborne).
Mientras tanto, las películas religiosas, sobre todo el cine
mitológico, que difunde temas religiosos tradicionales, los espectáculos,
las reuniones de cantos, bhajana, y la audición pública de textos sagrados
atraen a la muchedumbre. El teatro y la danza clásica, bháratanátya,
tienen mucho éxito y se cultivan en todas las grandes ciudades, sobre todo
en el sur. Resumiendo, la situación actual del h. presenta una
democratización de las tradiciones religiosas y un lento descenso de las
barreras entre las castas.
8. Influencia del Occidente sobre el hinduismo. Es interesante
estudiar la influencia de Occidente sobre el h.: desde este punto de vista
se destacan tres factores: la influencia del pensamiento científico y
técnico occidental, las misiones cristianas y los estudios de los
orientalistas europeos. Las consecuencias literarias y religiosas del
conocimiento de las culturas occidentales y la difusión del inglés en la
India fueron profundas y largas; provocaron el nacimiento y el desarrollo
de movimientos de reforma, de los que fue primero el Brahma-Samáj, creado
en 1828 por el bengalí Rám Mohan Roy (1772-1833); quiso reformar el h. y
creó un culto en el que se cantaban himnos védicos y textos de las
Upanishads, con una evidente influencia protestante. Debendranáth Tagore
(1817-1905) le ayudó, pero dio un carácter mucho más hindú a este
movimiento. Apareció después Keshab Chandra Sen (183884), quien fundó en
1865 el Adi-Samáj, más hinduista que el Brahma-Samáj y que fue una especie
de contestación al impacto del cristianismo. Esta resistencia a la
influencia occidental tuvo su centro en el Arya-Samáj, fundado en 1875 por
el asceta Dayánanda Sarasvati, y que fue una sociedad religiosa monoteísta
basada en los Vedas, según él única fuente auténtica de las religiones;
buscaba la unificación religiosa y social de la India, y su acción fue
profunda en el sentido político. En el sentido religioso, las sectas y
grupos ortodoxos no admitieron estos puntos de vista, sobre todo en el
sur; la actitud intransigente que adoptaron a menudo estos grupos
extremistas del h. contra las misiones cristianas, el Islam y la ortodoxia
hindú les creó muchas enemistades. La Misión Rámakrishna fundada por
Vivekánanda en 1897 renovó el Vedánta de Shankara y creó un importante
movimiento de acción social en la India; hay además centros vedánticos de
la Misión en algunos países occidentales. El nacionalismo religioso fue
predicado y exaltado sobre todo por los medios ortodoxos y por los
ascetas, los samnyásins, y por los miembros de las sectas visnuistas y
shivaístas. La influencia de Mohandás Karamcand Gandhi (1869-1948; v.) fue
inmensa y profunda en todos los medios hindúes, no solamente en el plano
político, sino también en el religioso; su lucha en favor de los
intocables, a los que llamó hijos de Dios, su exaltación de la
no-violencia, ahimsá, el culto a la Verdad, saty&graha, provocaron un
cambio profundo en el h. No todos aceptaban las ideas de Gandhi,
especialmente en los medios ortodoxos; sabemos que su asesino pertenecía
al grupo hindú Mahásabhá, que luchaba por una India lo más hindú posible;
este espíritu tradicional reina todavía en los medios ortodoxos del h.,
que toman a menudo una cierta posición hostil a los esfuerzos de
conversión de las misiones cristianas. Otros sectores del h., con
Sarvepallí Radhakrishnan, uno de los mejores filósofos hindúes actuales,
piensan en una posibilidad de compenetración, una especie de síntesis
entre la India y el humanismo europeo en el plano espiritual, llevando la
India su experiencia místico-religiosa.
Sin embargo, tal empresa es más difícil de lo que se cree; el Conc.
Vaticano II ha subrayado los valores espirituales del pensamiento hindú,
pero, como escribe R. Panikker, eso no puede hacer olvidar que «hoy día
vuelven a encontrarse frente a frente el Evangelio de Cristo y el mensaje
hindú de los Vedas, Upanishads y demás textos sagrados de la India» (La
India, Madrid 1960). Para evitar toda equivocación hay que apuntar que los
pensadores hindúes aceptan sin dificultad las doctrinas morales del
Evangelio y aun incluso ciertas verdades dogmáticas contenidas en él.
Pero, como dice el autor citado anteriormente, rechazan la interpretación
de la Iglesia; afirman que todas las religiones tienden hacia la misma
cima por distintos senderos y que su última doctrina ha de ser idéntica.
Tal afirmación, aunque encierra una parte de verdad, puesto que toda
religión conserva algo de la necesidad innata y constitutiva que el hombre
tiene de Dios, sólo puede ser aceptada por la Iglesia católica en el
sentido de que todo anhelo y expresión verdaderamente religiosos
desembocan en el catolicismo, ya que ésta es la religión revelada. Por
otra parte, el h. contiene una cierta serie de creencias y conceptos
difícilmente conciliables con la doctrina católica: la doctrina de la
reencarnación o transmigración (v. METEMPSICOSIS) está condenada
formalmente y con ella la teoría del Karman (v.). Estos conceptos son
básicos en el h., forman parte de la carne misma de su cuerpo y el
pensamiento hindú no se puede comprender sin ellos. También es difícil
concordar la filosofía del Vedánta con su noción de la máyá y de la
ilusión de la creación, con la teología católica (v. CREACIÓN).
Queda lo que se reconoce abiertamente: el h. es una religión que
puede ser imperfecta, pero que no deja de tener un espíritu de auténtica
religiosidad y de profundo sentido de lo sacro y de lo trascendente. Como
dijo el P. J. Monchanin, la India ha percibido profundamente lo numinoso,
el terror y el gozo de lo santo; el paso metafísico de lo numinoso a la
trascendencia se hace naturalmente en el espíritu hindú. El monaquismo es
la expresión más fiel, más exacta, del genio religioso del h., de su
búsqueda del Ser Supremo en sí mismo; es verdaderamente el fruto más
auténtico de sus deseos espirituales. En su sociología tradicional, el
jefe de familia debía, al final de su vida, dejar todo y consagrarse a la
búsqueda del Brahmán. Además, el monaquismo aparece en la prehistoria
religiosa de la India; no se debe olvidar el papel primordial de los
grupos de ascetas, áshramas, de estos bosques de anacoretas, tapovana, en
la elaboración del pensamiento hindú. Shankara estableció monasterios de
monjes, los mathas, centros intelectuales de acción religiosa. Hemos
notado cuán esencialmente es el h. una búsqueda mística de lo divino, del
Ser, gracias a un ascesis, una sádhana, que se practica en el silencio y a
veces en la soledad; aunque esta «ascética» tiene un carácter más bien
negativo, como buscando un aniquilamiento de lo humano, y es, por tanto,
bien distinta de la ascética cristiana que, basada en la Encarnación (v.)
del Hijo de Dios, busca más bien una afirmación y revalorización, una
transformación de lo humano, para asemejarlo a Jesucristo.
V. t.: VEDAS, ESCRITOS DE LOS; BRAHMANISMO; BUDA Y BUDISMO;
JAINISMO; INDIA VI; NIRVANA; ASCETISMO 1, 3.
BIBL.: C. REGAMEY, El hinduismo,
en Cristo y las religiones de la tierra, 111, Madrid 1960, 129-184; J.
DANIÉLOU, Humanismo e Hinduismo, Buenos Aires 1959; L. RENOU, El
Hinduismo, Buenos Aires 1960; S. LEMAITRE, Hinduismo, Andorra 1958; P.
MASSON-OURSEL, La Filosofía en Oriente, Buenos Aires 1947; J. RoGER
RIVIÉRE, El pensamiento filosófico de Asia, Madrid 1959; G. T. GARRAT, El
Legado de la India, Madrid 1945; A. C. BovQUET, El Hinduismo, en Historia
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5 ed. París 1914; L. D. BARNETT, Hinduism, Londres 1906; 'FI. VON
GLASENAPP, Der Hinduismus, Munich 1922.
J. ROGER RIVIÉRE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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