1. Vida. Hijo de un emigrante de Cime (Asia menor), que fracasó en su
intento de enriquecerse con el comercio marítimo, nació en Ascra,
localidad próxima a Tespias, en Beocia. Pastor en su juventud, labrador
después, tiene conflictos con los aristócratas acaudalados y con su
hermano Perses por motivos de herencia. Siente nacer su vocación poética
en una experiencia religiosa, cuyo sentido se nos escapa, en el monte
Helicón; aprende el oficio de rapsoda e interviene en los juegos fúnebres
de Alcidamante de Calcis. Las noticias biográficas seguras se encuentran
en sus obras (Teogonía, 22-35, los Trabajos y días, 27-41; 633-638;
650-652). No merecen crédito otras informaciones: su supuesta competición
con Romero (popularizada por el Agón de Homero y Hesíodo) y su muerte
violenta (Tucídides, 111,96; Plutarco, Banquete de los siete sabios, 19,
162). Se ignora la época en que vivió (contemporáneo de Homero, según
Heródoto, 11,52, y como éste, Orfeo y Museo, uno de los primeros maestros
y civilizadores de la humanidad, según Aristófanes, Ranas, 1032 ss.),
aunque su misma mentalidad delata que es posterior al poeta épico. Con
reservas cabe situarle ca. 700 a. C.
2. Obra. La Teogonía. Genealogía de los dioses y a la vez, al
encarnar éstos fuerzas de la naturaleza, poema cosmogónico. Se puede hacer
el siguiente análisis de los versos: 1-115, invocación a las Musas y
consagración poética de H.; 116-132, orígenes del universo: Caos (el
Vacío), Gea (la Tierra), Amor. De Caos nace la Noche y de ésta la Luz; de
Gea, Urano (el Cielo) y Ponto (el Mar); 133-210, reinado de Urano, de
quien nacen los Titanes, los Cíclopes, etc. Crono castra a su padre y
ocupa el poder; 211-245, reinado de Crono, que, unido a Rea, da origen a
una nueva generación de seres divinos (Zeus, Hera, Hades, Posidón, etc.);
453-1002, reinado de Zeus, que vence a los Titanes y a Tifeo y engendra a
Apolo, las Musas, Artemis, Ares, Hefesto, Dioniso, etc. Sigue al final del
poema una enumeración de los hijos de Zeus, nacidos de diosas y de
mujeres; los últimos versos indican que se ofrecería a continuación una
lista de heroínas, tal vez las Ehoiai.
Trabajos y días. Poema moral dirigido a su hermano Perses, el cual
con el soborno de los jueces de Tespias había logrado una parte mayor de
la herencia paterna y amenazaba al poeta con un nuevo proceso. H. se eleva
por encima de su querella particular, hace un elogio del trabajo y de la
justicia, y trata de las distintas ocupaciones laborales y de los días
apropiados para ellas desde un punto de vista religioso. Análisis: versos
1-10, invocación a las Musas; 11-41, sobre la emulación y la envidia;
42-105, mito de Pandora; 106-201, mito de las razas (de oro, plata,
bronce, de los héroes, de hierro); 202285, desarrollo de la moraleja de
ambos mitos: los dioses han impuesto a los hombres la ley del trabajo,
Zeus castiga siempre la injusticia; 286-382, consejos morales. La segunda
parte del poema se ocupa de los trabajos del campo (versos 386-617), la
navegación (618-694), los deberes con uno mismo y con el prójimo
(695-762), y los días del mes adecuados a los diferentes trabajos
(763826).
El escudo. Obra espuria, como observó ya Aristófanes de Bizancio,
comienza con la historia de Alcmena, la madre de Heracles, probablemente
tomada de las Ehoiai (versos 1-56). Sigue el relato del combate entre
Heracles y Cicno, y se consagra la mayor parte del poema a la descripción
del escudo del héroe. El autor ha querido emular el conocido pasaje de la
Ilíada (XVI11,478-609) dedicado al escudo de Aquiles, y por la semejanza
de algunas de las escenas que describe con ciertas de la cerámica de los
s. vii y vi es posible datarle hacia esta época.
Obras perdidas. Existen en citas y papiros bastantes fragmentos de
los Catálogos hesiódicos, de los que debieron de formar parte las Grandes
Ehoiai, así llamadas por presentarse la historia de cada heroína con la
fórmula e hoie («o tal como la que»). De dudosa autenticidad son los
fragmentos de las siguientes obras: Astronomía, Dáctilos ideos, Egimio,
Las nupcias de Céix, la Melampodía, Consejos de Quirón, Grandes hazañas,
Ornitomancia (mencionada únicamente en un comentario de Proclo a los
Trabajos, 828). De algunas de ellas podemos forjarnos cierta idea. El
Egimio relataría las luchas de Heracles con los Centauros a requerimiento
de Egimio, padre legendario de Doro, el héroe epónimo del linaje dorio.
Las nupcias de Ceix, suegro del antagonista de Heracles en El escudo,
formaba probablemente parte de los Catálogos. La Melampodia contenía la
historia de Melampo, mítico médico y adivino, antepasado del linaje de los
Melampódidas; una de sus partes es una competición de adivinanzas entre
Calcante y Mopso, colegas suyos en el arte mántica, que recuerda por su
temática al Agón de Hesíodo y Homero. Las demás obras atribuidas a H. no
son sino meros nombres para nosotros.
3. Pensamiento religioso. H. es el primer teólogo griego y está
plenamente justificado el dicho de Heródoto (11,53) de que fue, con Homero
(v.), quien les creó sus dioses a los griegos. En efecto, a pesar del
primitivismo de su época y de la inadecuación del instrumento lingüístico
y conceptual con que operaba (la dicción formularia de la épica) para el
análisis racional, el poeta se esfuerza denodadamente por imponer cierto
orden en la maraña de tradiciones religiosas, acomodándolas a las
exigencias de una ética más evolucionada que la de la epopeya. La
bifrontalidad de H., en efecto, es todavía mucho más notoria que en
Homero. Anclado en un pasado ancestral, contempla los hechos bajo una luz
que preludia la de la crítica filosófica en cierto modo. En la Teogonía
recoge, por un lado, mitos que no aparecen en Homero y cuya remota
antigüedad consta por fehacientes indicios. Por otro, a la masa ingente de
dioses antropomorfos de las tradiciones religiosas, añade un número no
escaso de deidades nuevas que semejan un anticipo de las nociones
abstractas del pensamiento racional. Entre los primeros ocupa un lugar
principal el mito de la sucesión divina, cuya crudeza tal vez repugnaría a
los sentimientos aristocráticos de Homero y de su auditorio. Conservado
entre las clases populares a las que pertenecía el poeta, aparte de los
múltiples paralelos etnológicos que se le pueden encontrar en el mito de
la separación del cielo y de la tierra, está documentado en el II milenio
a. C. en el imperio hitita (sucesión de Alalu, Anu, Kumarbi) y en la
literatura de Ugarit (V. UGARÍTICA, LENGUA Y LITERATURA). Pero a la
sucesión de violencias en el cielo H. le pone un término feliz con el
reinado de Zeus, que establece definitivamente el orden y el imperio de la
justicia en el universo. La figura de esta divinidad, estrechamente
vinculada a una noción ética y jurídica, aparece con rasgos muy diferentes
a los homéricos y preludia la imagen esquilea del «padre de los dioses y
los hombres». Junto a los grandes dioses de la religión griega, H. coloca
otros que no son, según indican sus nombres, sino la hipóstasis de las
múltiples manifestaciones de lo divino. Y gracias a éste dar categoría de
«ser» a los aspectos transitorios o recurrentes de lo fenomenológico, H.
se eleva por encima de las concepciones religiosas primitivas,
aproximándose al pensamiento filosófico que pretende interpretar la
realidad por medio de categorías permanentes.
4. Pensamiento moral. Con la firme fe hesiódica en la justicia
divina contrasta la concepción pesimista de la naturaleza humana. El mito
de Pandora explica el porqué de la existencia del mal en el mundo y el
mito de las razas la degeneración progresiva de los hombres. Las tristes
experiencias personales en un mundo de opresión no le permiten al poeta
forjarse ilusiones sobre una sociedad en que se impone la ley del más
fuerte, como en la fábula del ruiseñor y el gavilán (Trabajos, 202-212).
Que, no obstante, las condiciones de su contorno estaban en pugna con el
orden impuesto por Zeus, era algo de lo que estaba plenamente consciente.
Zeus les ha dado a los hombres la justicia, y sus contraventores, los
reyes «devoradores de presentes» y los jueces «que emiten torcidas
sentencias», habrán de recibir a la postre, en su persona o en la de sus
descendientes, el castigo merecido. Frente al egocentrismo del ideal
heroico, H., por primera vez en la historia, deja oír la voz de los
débiles, que sólo en la moral del justo término medio y en la justicia
hallan la base de la humana convivencia. El espíritu agonal del epos, pese
a todo, no desaparece con esta nueva concepción de las relaciones humanas,
sino que cobra una nueva forma en la doctrina de la doble Eris
(«discordia»). Frente a la Eris perniciosa, nacida de la envidia y
desmesura, la buena Eris, la emulación competitiva, cimentada en el
trabajo laborioso, es el impulso y la garantía de todo éxito humano.
5. Estilo y técnica poética. Aunque H. emplea la dicción épica, con
pequeñas variantes de su dialecto local, en la composición de sus poemas
ya no sigue la técnica de la poesía oral. Es más, se han descubierto en
algunos pasajes de la Teogonía indicios de composición estrófica, por
grupos de diez hexámetros, frente a la composición estíquica (por versos
singulares) de la epopeya. Poeta mucho más sobrio que Homero, por
exigencia misma de temática y propósito (el de trasmitir una «revelación»
de instancias superiores, las Musas, a sus contemporáneos), tiene por su
misma calidad de campesino un sentido más intimista de la naturaleza.
Elocuente a veces, es siempre conciso e incisivo, con la sentenciosidad
cazurra del labriego.
V. t.: GRECIA VII; XII; CAOS.
BIBL.: Ediciones: A. RZACH, 3 ed.
Leipzig 1913; P. MAZON, 2 ed. París 1958; H. G. EVELYN-WHITE, Hesiod, the
Homeric Hymns and Homerica, Londres 1936.-Ediciones comentadas: de
Trabajos y días, P. MAZON, París 1914; V. VON WILAMOWITZ, Berlín 1928; T.
A. SINCLAIR, Londres 1932.-Ediciones de los fragmentos: R. MERKELBACH, Die
Hesiod f ragmente aul Papyrus, Leipzig 1957; A. TRAVERSA, Catalogi sive
Eoarum fragmenta. Collana di studi greci, XXI, Nápoles 1951.-Escolios: T.
GAISFORD, Poetae minores Graeci, 111, Oxford 1820; H. FLACH, Glossen und
Scholien zur hesiodischen Theogonie, Leipzig 1876; A. PERTUSI, Scholia
vetera in Hesiodi opera et dies, Milán 1955.-Estudios: F. SCHWENN, Die
Theogonie des Hesiodos, Heidelberg 1934; H. FRANKEL, Dichtung und
Philosophie des fruehen Griechentums, Nueva York 1951, 133-181; W. JAEGER,
Paideia, México 1946, 75-93; B. SNELL, Las fuentes del pensamiento
europeo, Madrid 1965, 69-86.-Traducciones: M. J. LECLUYSE y E. PALAu,
Barcelona 1964; A. GONZÁLEZ LASO, Los trabajos y los días, Madrid 1964.
L. GIL FERNÁNDEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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