HERODES I, EL GRANDE


Se ha hecho universal y popularmente conocido por ser el «rey de Judea» en cuyos últimos años nació Jesucristo (v. CRONOLOGíA ii), por la matanza de los niños inocentes de Belén y sus alrededores (v. INOCENTES, DEGOLLACIÓN DE LOS) y por el episodio de los magos de Oriente (v. EPIFANÍA).
     
      Primeros años. Hijo del idumeo Antípatro y de la árabe Cipros, n. hacia el 73 a. C. Su pueblo había sido sometido por la fuerza a la ley mosaica por Juan Hircano. Los idumeos (v. IDUMEA) se consideraban judíos, pero los propios judíos no los tenían por tales. El a. 47 a. C. Julio César nombró a Antípatro procurador de Judea, que a su vez dividió el país entre sus hijos, dando a H. la Galilea, a pesar de no contar más de 25 años. En tal cargo luchó contra el nacionalismo antirromano, distinguiéndose por superspicacia y energía. Los insurrectos, quizá del partido de Aristóbulo 11, fueron dominados y capturado su jefe Ezequías al que H. mandó asesinar sin previo juicio del Sanedrín (v.). Por ello fue acusado, pero el mismo sumo sacerdote Hircano le preparó la huida. Encontró refugio junto a Sexto César, legado de Siria, que le nombró strategós de Celesiria. Mientras tanto murió César y gracias a los manejos de Antípatro, el nuevo procónsul de Siria, Casio (uno de los asesinos de César), confirma a H. el cargo que tenía. Antípatro murió envenenado el 43, y H. logró descubrir y dar muerte a Malichos, presunto asesino de su padre.
     
      A partir de este momento continuaron las maquinaciones de H. para apoderarse del gobierno del Judea. Su primer paso fue aliarse con M. Antonio, sobornándole con presentes. El triunviro le concedió el título de tetrarca, igual que a su hermano Fasael. Aprovechando la invasión de los partos, Antígono, aspirante al trono de Israel (v. ASMowEOS) se une a los invasores. Con ellos hizo huir a H., quien se refugió en Masada (fortaleza a orillas del Mar Muerto), y después en Petra, pero al enterarse de la muerte de su hermano y de que los nabateos (v.) le cerraban sus puertas, se dirigió por Egipto directamente a Roma, donde se entrevistó con M. Antonio y Octavio. El Senado le otorga el título de «rey». Ante esa inesperada noticia vuelve a Jerusalén para conquistar su reino.
     
      Rey de los judíos. Desembarca en Tolemaida y el a. 37 puso sitio a Jerusalén. La resistencia fue desesperada durante cinco meses, hasta que al fin capituló, entrando victorioso en la ciudad a la que trató salvar del saqueo. Mientras tanto H. contrajo matrimonio con Mariamme, su segunda esposa. Derrotado Antígono, se refugió en la corte de Antonio, pero fue asesinado por éste, para aplacar a Herodes. Por fin es «rey de los judíos». Su primer acto, como rey, fue la ejecución de los asmoneos principales, en número de 45. A continuación dirigió su ataque contra Cleopatra, la poderosa reina de Egipto, quien trata por todos los medios de atraérselo.
     
      Llamó del destierro al sumo sacerdote Hircano para reintegrarlo en su cargo, pero mutilado como estaba por orden dé Antígono no podía ejercerlo. En vista de lo cual H. mandó llamar a un tal Ananel y le nombró sumo sacerdote. Quien realmente debía haber ocupado este cargo era su cuñado Aristóbulo, que sólo tenía 16 años, yante la presión continua de que fue objeto H. se decidió a elegirlo.
     
      Aparece en escena la suegra de H., Alejandra, que no dejó de intrigar contra el idumeo. Al presentarse Aristóbulo en público para ofrecer el sacrificio fue aclamado por el pueblo; con ello había firmado su sentencia de muerte; la ejecución salió tan admirablemente bien que no se vio en ella la mano de Herodes. Alejandra, sin embargo, le acusó ante Antonio. Todo terminó con la absolución del rey y sólo ocasionó a H. algunas pérdidas en su territorio, que fueron a parar a manos de la instigadora Cleopatra.
     
      Al poco tiempo cayó Antonio, y hábil, como siempre, H. se dirige a Rodas para entrevistarse con Octavio. Cada vez que se ausentaba tomaba las precauciones necesarias: nombraba sustituto, encarcelaba o secuestraba a quienes podían hacerle sombra o hacía desaparecer a quienes gozaban de prestigio; para realizar estas acciones siempre encontraba pretexto. Octavio, ante las confidencias de H., le confirmó en el cargo, restituyéndole además los terrenos cedidos a Cleopatra y le traspasa los distritos de Traconítide, Batanea y Aulanítide de la tetrarquía de Zenodoro; a la muerte de éste le añade el resto de la misma. Acompañó a Octavio en su campaña por Egipto y al volver a Jerusalén se enteró de las intrigas de Mariamme y de su guardián Soemo. La confidente había sido su hermana Salomé, a quien no hay que confundir con la Salomé hija de Herodes Filipo. Inmediatamente mandó ejecutar a ambos. A partir de este momento se intensificó la violencia de Herodes. Cayó enfermo de una epidemia que se propagó por Palestina y que le tuvo a las puertas de la muerte. Alejandra aprovechó la coyuntura para continuar con sus aspiraciones al trono, pero repuesto H., la hizo ejecutar, al enterarse del hecho. Este río de sangre no cesó hasta el fin de su vida.
     
      Última época. Hacia el 12 a. C. pierde el favor de Augusto por haber realizado una incursión contra los nabateos sin anuencia del Emperador. Herodes trató de rehacer su amistad, pero ya era tarde. Al fin de su reinado se sucedieron las revueltas, algunas de las cuales incluso tratando de asesinarlo. Todo lo ahogaba en sangre; sospechaba de todo y de todos. Además de la degollación de los inocentes (v.), a los dos hijos que tuvo de Mariamme, Alejandro' y Aristóbulo, los mandó ejecutar tres años antes de su muerte; anciano y gravemente enfermo, no tuvo piedad con los fariseos sublevados que intentaron quitar el águila de oro que estaba en el Templo; todos fueron castigados con ferocidad inhumana; días antes de su muerte manda ejecutar a Antípatro, su hijo. Quizá gracias a su perversa crueldad, la ejecución del hijo aceleró la muerte del padre, que distribuyó su reino de la siguiente manera: a Arquelao, hijo de Maltaces, le hizo rey y al otro hijo, Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea, y a Felipe, hijo de la jerosolimitana Cleopatra, le dejó la tetrarquía de Galaunítide, Traconítide. Batanea y Pancas. Dispuso que, después de su fallecimiento, fuesen asesinados los principales judíos. Tal deseo no se llevó a efecto. Murió cuando tenía 70 años de edad y fue enterrado en Herodión (v. CRONOLOCíA n, 7).
     
      Carácter. La única fuente para el estudio de la personalidad y carácter de H. la tenemos en F. Josefo, De Bellum Iudaicum (cfr. o. c. en bibl., 954), que coincide bien con las escasas noticias que de pasada ofrece el Evangelio de S. Mateo. «Era de carácter indómito y apasionado, cruel e inflexible. Le eran extraños los sentimientos de ternura y las emociones sensibles. Dondequiera su interés parecía exigirlo, obraba con mano férrea hasta hacer correr ríos de sangre. Ni de sus parientes próximos, ni de su más querida mujer (Mariamme) se preocupaba lo más mínimo cuando el asunto así lo requería» (E. Schürer, o. c. en bibl., I, 376). No podemos distinguir cuándo obraba por motivos políticos o cuándo por pasionales. Era un hombre fríamente calculador. Sentía complejo de quien se ha apoderado de algo que no le pertenece. Todo le estorbaba. En materia de religión podemos definirlo como escéptico, aunque tuvo en gran estima a los esenios (v.). Poseedor de una gran experiencia política ya desde su juventud, sabía aprovechar todas las circunstancias en beneficio propio. Tenía un sentido finísimo para descubrir intrigas; aunque era ambicioso, nunca aspiró al cargo de sumo sacerdote. Monarca al estilo oriental tuvo hasta 10 mujeres.
     
      Construcciones y helenización. Es quizá el capítulo que más asombra en la vida de Herodes. Fortificó Jerusalén, construyó en ella teatro, anfiteatro, hipódromo, la Torre Antonia, un palacio y la embelleció con jardines, parques y fuentes. Pero su obra inmortal fue el Templo (v.). Fundó, reconstruyó y reedificó muchas ciudades y edificios públicos tanto dentro como fuera de Palestina.
     
      Respecto a la helenización podemos decir que convirtió su corte en una al estilo helénico: requirió la presencia de griegos cultos a los que dio los cargos de más relieve e importancia. Celebró juegos a la manera griega. Su ideal era hacer un estado judío helenizado. Todas sus monedas llevaban la inscripción en griego y ninguna en hebreo. Constituyó un sinedrion, consejo civil, a imitación del religioso sanedrín. Su hijos recibieron una educación helenística. Sus Memorias (que no conservamos) las escribió en griego. Su ejército también lo formó al modo heleno.
     
      V. t.: ASNIONEOS; FARISEOS; CRONOLOGíA 11, 7; NABATEOS.
     
     

BIBL.: F. JOSEFO, Guerra judaica, notas e introducción de G. RICCIOTTI, Barcelona 1960; Evangelio de S. Mateo, cap. 1 y 2; J. BEcQ, Hérode, le politique, le constructeur, «Bible et Terre sainteu 60 (1963) 2-5; S. A. COOK, F. E. ADCOCK, Cte., The Cambridge Ancient History, X, Cambridge U. P., 1963, 316339; G. RICCIOTTI, Historia de Israel, 11, 3 ed. Barcelona 1966, 483; E. SCHÜRER, Geschichte des jüdischen Volkes im Zeitalter Jesu Christi, 1, 3 ed. Leipzig 1901, 46-106, 360-418.

 

F. SEN MONTERO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991