Descendiente de noble familia francesa, oficial del ejército, explorador
de Marruecos, fraile trapense, sacerdote, anacoreta y misionero en el
Sahara, su vida estuvo íntimamente ligada al Norte de África, tierra por
la que sintió una profunda atracción y en la que halló la muerte. N. en
Estrasburgo el 15 sept. 1858, quedando huérfano de padre y madre cuando
aún no había cumplido los seis años. Su adolescencia transcurrió carente
de todo freno moral. En 1876 ingresó en la Escuela de Saint-Cyr, cursando
sus estudios militares sin brillo alguno. Subteniente en 1879, su
regimiento, el 4° de Húsares, fue enviado a Argelia un año más tarde.
Indisciplinado y violento, su conducta privada se hizo acreedora a
frecuentes amonestaciones de sus jefes. La rebelión del morabito Bu Amama
en el sur de Orán (1881) dio ocasión al teniente F. para mostrarse bajo
una nueva faceta de su complicada personalidad. Se comportó como un
soldado valeroso e inteligente a la par que comenzó a interesarse por la
tierra africana y sus moradores. Finalizada la insurrección en 1882
solicitó licencia para realizar una exploración por el S de Argelia. Al
serle aquélla denegada abandonó el ejército. Libre de la sujeción militar
se dedicó en Argel al estudio intensivo del árabe y del hebreo,
conocimientos imprescindibles para el viaje por Marruecos que tenía
proyectado. El 10 mar. 1883, disfrazado de judío y en compañía del rabino
Mardoqueo Abi Serur, F., que adoptó el nombre de José Alemán, inició su
viaje por un país hostil y cerrado materialmente a los europeos. Los
primeros intentos de penetrar en Marruecos por el Rif fracasaron. Ambos
viajeros se dirigieron por mar a Tánger, única puerta viable por entonces
para penetrar en tierra marroquí. De allí pasaron más tarde a Tetuán,
visitando la ciudad santa de Chauen. Continuó el viaje hacia el S pasando
por Alcazarquivir, Fez y Taza, llegando a Mequinez el 23 de agosto.
Hubieron de cruzar las altas cadenas del Atlas con el consiguiente paso
por el valle del Dra para adentrarse, finalmente, en el Sahara marroquí.
Con escalas en Tikirt y Tiznit consiguieron el 18 de noviembre llegar a
Tatta, punto más meridional alcanzado en su viaje. Desde este lugar
partieron para Mogador, ciudad en la que permanecieron desde el 28 de
enero hasta el 14 mar. 1884, en espera de fondos reclamados a París.
Reanudada la exploración, atravesaron de nuevo el Atlas y, finalmente, el
día 23 de mayo penetraron en tierra argelina dando con ello fin a un viaje
de once meses de duración y casi 3.000 Km. de un recorrido plagado de
peligros y penalidades. Los resultados científicos de la expedición
suscitaron un vivo interés por tratarse de datos precisos tomados de N a S
y de SO a NE sobre un territorio hasta entonces casi desconocido. El
explorador F. había determinado 45 longitudes, 40 latitudes y 3.000
altitudes. La Sociedad Geográfica de París recompensó la hazaña otorgando
al viajero una de sus primeras medallas de oro. En el año 1887 publicó en
el Boletín de la referida Sociedad un primer trabajo, resumen de su viaje,
Itinéraires au Maroc. Un año más tarde, en el mes de enero de 1888, salía
a la luz un nuevo libro en el que se detallaban al máximo los resultados
de la expedición. La Reconnaissance au Maroc tuvo una entusiasta acogida
en los medios científicos.
Si las experiencias del viaje reportaron un indudable prestigio a su
autor, sirvieron también para cambiar radicalmente su vida. Exteriormente
el actual F. estaba muy lejos de parecerse al frívolo y desordenado
teniente de húsares de los primeros tiempos. Por otra parte, el contacto
directo con la naturaleza, la soledad y el silencio de los vastos espacios
desérticos, tan propicios para la diaria meditación, su encuentro
constante con musulmanes y hebreos practicantes fervorosos de sus
respectivas creencias y, finalmente, la vida austera, cuajada de
privaciones, a que le obligaron las propias circunstancias del viaje,
fueron factores esenciales para una sensible evolución en los sentimientos
del hasta entonces escéptico viajero. Por aquel tiempo y por mediación de
su prima, Madame de Bondy, conoció a un prestigioso sacerdote: el abate
Huvelin. Esta amistad, en momento tan oportuno, fue elemento crucial para
que las inquietudes espirituales de F. se encauzaran definitiva y
fervorosamente hacia Dios. Impulsivo siempre, deslumbrado por las
perspectivas acuciantes que le ofrecía la fe, nueva experiencia para él,
marchó a Palestina, ansioso de conocer y vivir plenamente el país de
Jesús. A su regreso, en marzo de 1889, y tras un periodo de sucesivos
retiros espirituales, decidió hacerse trapense. Ingresó en el monasterio
francés de Nuestra Señora de las Nieves el 16 en. 1890 y, pocos meses más
tarde, a petición propia, fue trasladado a la Trapa de Akbés, en Siria.
Permaneció allí siete años. Abandonó entonces la vida monástica para
convertirse en simple jardinero de las clarisas de Nazareth, buscando
siempre experimentar al máximo la humildad, pobreza y penitencia en su
deseo de entregarse a Dios plenamente. Tras cuatro nuevos viajes a
Jerusalén regresó a Francia, donde el 9 jun. 1901 fue ordenado sacerdote
en el Seminario de Viviers. Dio comienzo con dicha circunstancia una nueva
etapa en la vida del que habría de llamarse en religión hermano Carlos de
Jesús.
Surgió en él la vocación misionera, a la que no fue ajena la
atracción por la tierra africana, mantenida siempre en su espíritu, y la
esperanza de un trabajo oculto y silencioso en las grandes soledades. Con
este propósito, solicitó y obtuvo de las jerarquías eclesiásticas permiso
para desarrollar su apostolado en África. Al no pertenecer a ninguna Orden
fue autorizado para residir y ejercer como sacerdote libre en el vicariato
apostólico del Sahara argelino, confiado a los Padres Blancos (v.). El 28
oct. 1901 llegó F. a Beni-Abbés, oasis situado en pleno Sahara, al S de
Orán y muy próximo a los confines con Marruecos. Construyó allí una
modesta ermita, una capilla y una nave donde acoger a los indígenas. Su
vida de anacoreta transcurrió desde entonces compartiendo la oración y la
penitencia con la práctica de la caridad, cuidando y consolando a los
indigentes que a él acudían, a los que proporcionaba alimento. En su mente
germinaba de antiguo la creación de una familia religiosa que llevase a
cabo sus anhelos misioneros: los «Hermanos Menores del Sagrado Corazón de
Jesús». Basaba su idea en fundar lo que él llamaba «Hermandades», en forma
de escalones entre Beni-Abbés y los oasis del S, extendiendo así la
evangelización de los nativos a la par que se atendían espiritualmente los
puestos avanzados de Francia en el Sahara. Con este fin realizó diversas
gestiones así como algunos viajes hacia el S, aprovechando la vieja
amistad que le unía con el comandante Laperrine, jefe militar del
territorio. En 1905 se estableció definitivamente en Tamanrasset, en pleno
corazón del Hoggar, a 700 Km. del puesto militar de In-Salah. En su nueva
ermita dedicó todos sus anhelos evangelizadores a los nómadas habitantes
del territorio. Estudió a fondo la lengua «tuareg», componiendo una
gramática y el Dictionnaire touareg-f ranpais (Argel 1918-21). Su conducta
abnegada y los cuidados que prodigó entre las tribus lograron que éstas le
veneraran como a un morabito. En plena guerra europea la tranquilidad del
Sahara se vio turbada por la influencia de las potencias combatientes. Las
tribus «senusis» de la Tripolitania realizaban frecuentes incursiones en
el territorio colonial francés. El viernes 1 dic. 1916 una banda de
salteadores de este género llegó hasta Tamanrasset, saqueó todas las
dependencias de la ermita y asesinó a F., arrojando su cadáver a un foso.
El proceso de beatificación comenzó a instruirse en 1926.
BIBL.: Además de las obras
mencionadas en el texto, se deben a F.: Écrits spirituels, ed. por R.
BAZIN, París 1923; Contemplación. Textos inéditos, Salamanca
1969.-Estudios: R. BAZIN, Charles de Foucauld, explorateur du Maroc,
ermite au Sahara, París 1921 (trad. castellana, Madrid 1925); A. BERNARD,
Un saint franpais, le Pére de Foucauld, París 1917; G. GORRE, Au service
du Maroc, Charles de Foucauld, París 1939; ÍD, Les amitiés sahariennes du
Pére de Foucauld, Rabat 1940; R. HERISSON, Avec le Pére de Foucauld et le
Géneral Laperrine. Carnet d'un saharien, París 1937; P. LESOURD, Le Pére
de Foucauld, París 1933; C. PICHON, Charles de Foucauld, París 1946; C. M.
ROBERT, L'ermite du Hoggar. La vie au dessert de Charles de Foucauld,
Argel 1938.
GUILLERMO GUASTAVINO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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