Generalidades. La f. que interesa a los psicólogos es fundamentalmente un
principio nietodológico. Como tal, aparece hacia la segunda década del s.
XX, para satisfacer la necesidad de comprensión de la experiencia
subjetiva de los enfermos psíquicos.
Desde el primer momento supuso, de hecho, un punto de vista nuevo en
el enfoque de las alteraciones del psiquismo. No era solamente la
exigencia de superar los esquemas descriptivos prestados a la clínica de
tales alteraciones por las diferentes direcciones de la Psicología de
inspiración científico-natural, o del psicologismo interpretativo del
psicoanálisis (v.); junto a este argumento, los primeros psiquiatras
fenomenólogos podían presentar el de tener que resolver no pocas
cuestiones surgidas de la aplicación de las hipótesis de trabajo de esas
mismas escuelas.
Debe reconocerse, sin embargo, que, sin el antecedente inmediato de
la f. filosófica (v. i) y la natural presión ejercida por ésta en el
dominio de los saberes antropológicos, su desarrollo como método de
investigación de los hechos psíquicos no hubiera sido tan notable. Ello no
quiere decir, como a veces se piensa, que la f. represente una intromisión
inoportuna de la filosofía en el terreno de la psiquiatría (v.). Es
evidente que los problemas que plantean las enfermedades mentales
requieren, a menudo, una iluminación filosófica mayor o, tal vez, más
inmediata que los de otras maneras de enfermar; ha ocurrido siempre y es
de presumir que siga ocurriendo; de lo contrario, habría que prescindir de
todo saber genuinamente psicológico. En este caso, lo que los psiquiatras
deben a la filosofía fenomenológica de E. Husserl (v.) es, sencillamente,
la posibilidad de aplicar a los hechos psíquicos (normales y patológicos),
el método postulado por dicho autor en forma de análisis reductivo de los
mismos. Esta operación, denominada por Husserl como epojé, consiste en
abordar las realidades, sean externas y objetivas o precisamente íntimas y
subjetivas, observándolas, con completa imparcialidad, tal como aparecen,
excluyendo cualquier juicio de valor y las posibles relaciones de causa o
efecto con otros hechos.
Antecedentes de la fenomenología clínica. Aparte del empleo del
término por Lambert, Hegel (v.), N. Hartmann (v.) y su sanción definitiva
por Husserl, debe citarse a Max Scheler (v.) en primer lugar (v. I).
El pensamiento de Scheler y su proyección psicológica puede
resumirse, de acuerdo con López lbor (v.), en la importancia concedida al
valorar y al actuar como condiciones previas del conocimiento: el hecho de
investigar lo esencial de cualquier realidad supone que ésta interesa. Así
aparece, adquiriendo creciente interés, una f. de la vida afectiva, cuya
trascendencia clínica está fuera de duda (v. SENTIMIENTO). En esta línea
pueden citarse los trabajos de Katz (1890-1954), psicólogo alemán y
profesor en Estocolmo, investigador experimental y promotor de la
Gestaltpsychologie, sobre f. de los colores, y los de Merleau-Ponty (v.),
filósofo francés contemporáneo, sobre la percepción (v.) basados en la
forma de experimentar el sujeto sus diversos estados.
Ya en el capítulo de la reflexión de la f. sobre los hechos clínicos
debe citarse a K. Jaspers (v.). Con el psiquiatra K. Schneider (v.) se
inicia la aplicación del método fenomenológico en el estudio de ciertos
trastornos psíquicos. En Jaspers, la afinidad entre la filosofía
experimental, el método fenomenológico y la psicología comprensiva (v.) se
impone de manera palmaria, pero su f. psiquiátrica, siendo preferentemente
descriptivo, no se refiere, sin embargo, a los contenidos de la
conciencia, sino a los modos de la experiencia o registro íntimo de los
mismos. De esta suerte, la conciencia, como objeto propio de la
Psicología, es sustituida por la existencia, en tanto que realidad
abarcativa del ser psíquico, cuya naturaleza consiste, precisamente, en el
hecho de estar en el mundo en y a través de un cuerpo físico y sensible,
que hace posible la comprensión de lo real y sirve para instrumentar la
acción misma del sujeto de cara a lo real. Desde Jaspers, se impone la
consideración del comportamiento total de la persona, pero no en forma
genérica o teórica, sino concreta, dado que el hombre, sano o enfermo, lo
es siempre y ha de ser contemplado en una determinada situación. Jaspers
sentó las bases de una psicología y una psicopatología comprensivas,
partiendo precisamente de una f. descriptiva.
Después, y con cierto influjo doctrinal de Heidegger (v.) y Sartre
(v.), la f. contribuirá, con psiquiatras y psicólogos, como Minkowski en
Francia, Binswanger en Suiza, Strauss y V. Gebsattel en Alemania y Rollo
May en Norteamérica, a alumbrar la gran corriente médico-antropológica de
la analítica existencial (v. EXISTENCIALISMO III).
Fenomenología y psiquiatría. Además del nexo histórico y doctrinal,
supuesto por la f. como método de investigación de los hechos psíquicos,
entre la filosofía y la psicoterapia analítico-existencial, conviene
considerar las posibilidades y el alcance del movimiento existencial en la
propia psiquiatría.
He aquí la cuestión básica o punto de partida de este proceso tal
como lo ha formulado recientemente Rollo May con agudeza: «¿Podemos estar
seguros - de que vemos al paciente tal como es, de que lo conocemos en su
propia realidad; o estamos simplemente proyectando sobre él nuestras
propias teorías?». Es obvio que los sistemas conceptuales son
absolutamente necesarios para quien pretenda observar cualquier realidad y
comunicar lo visto en forma científica; pero, frente a los procesos
psíquicos. en los que la exigencia de objetividad es tan necesaria como
difícil, el riesgo de apriorismo en los esquemas se convierte en cada caso
concreto en un problema más. Es, de hecho, lo que ocurre con el
psicoanálisis y con cualquiera de los esquemas ideológicos utilizados por
la psicoterapia profunda, en su empeño de interpretar el psiquismo desde
una temática simplificadora y monocorde: se parte de una hipótesis, pero
cuando en su verificación clínica deja de probarse algún punto, se ensaya
una hipótesis subsidiaria, y así sucesivamente. La intención de estos
empeños teóricos, montados al hilo de hipótesis de hipótesis, es obvia: se
trata en todos ellos de comprender la realidad de los pacientes. a través
de la conexión simbólica de la misma con el mundo del observador. Pero aun
cuando esto se lograse, ¿cómo podríamos saber que la realidad ofrecida por
nuestra interpretación corresponde verdaderamente al mundo en que el
enfermo «vive, se mueve y existe»?
El fundamento de las anteriores preguntas y, en consecuencia, de la
f. psiquiátrica se halla implícito en la proposición formulada por
Binswanger en Existencial Analysis and Psychoterapy (Nueva York 1956,
Análisis existencial y Psicoterapia); dice así: «Todos conceden que la
psicología y la psicoterapia en cuanto ciencias estudian al hombre, pero
no al hombre mentalmente enfermo, sino al hombre como tal, al menos
primordial y básicamente. El nuevo conocimiento del hombre... se funda en
la nueva idea de que al hombre no se le puede comprender aplicándole
ningún cliché teórico, mecanicista, biológico o psicológico...».
Independientemente de su peripecia ulterior, es interesante advertir
que la f. psiquiátrica no fue obra o fundación de un solo autor. Esta
prueba de la necesidad de un nuevo enfoque en el estudio de la patología
mental se encuentra en el hecho de que los estudios fenomenológicos se
iniciaron sin mayores conexiones entre investigadores, de las más diversas
procedencias, que la comunicación de las derivadas de sus correspondientes
trabajos. Posteriormente aparecieron comunicaciones, si no exclusivamente
especializadas, sí más proclives a este modo de estudiar los trastornos
psíquicos; p. ej., el « fahrbuch für Psychologie, Psychotherapie und
medizinische Anthropologie» de Munich («Anuario de Psicología,
Psicoterapia y Antropología Médica»). De ahí que resulte también difícil
una exposición doctrinal y sistemática de la psiquiatría fenomenológica,
sin que ello pueda restar nada al considerable alcance que sus puntos de
vista han supuesto en la clínica de los trastornos psíquicos. En esquema,
tales puntos de vista, ordenados fundamentalmente a la investigación de
los estados de conciencia subjetivos, descansan en los tres momentos que
se resumen a continuación:
1) Registro de la descripción que hace el paciente de sus
experiencias íntimas en el aspecto subjetivo más preciso. Corresponde a la
f. descriptiva, desarrollada en principio por laspers en su Psicopatología
general.
2) Investigación genético-estructural del cuadro clínico, supuesta
una determinada unidad fundamental y fundamentadora en el estado de
conciencia del paciente que, como denominador común, permite emprender lo
patológico y aun reconstruir el resto de la personalidad. Pueden estimarse
en este sentido los ensayos de V. Gebsattel sobre el mundo de los enfermos
obsesivos, sobre el problema de la personalización y sobre las
perversiones sexuales.
3) El llamado análisis categorial, de acuerdo con un sistema de
coordenadas fenomenológicas entre las que destacan la temporalidad, la
especialidad, la causalidad y la materialidad.
El primer estudio sobre f. del tiempo, en un caso clínico, fue
publicado por Minkowski en 1923. Desde entonces la importancia del «tiempo
vivido» frente al tiempo objetivo o físico se ha destacado de' manera
creciente. Para la f., es del mayor interés la significación contenida en
frases aparentemente banales como «dejar pasar el tiempo», «matar el
tiempo», «el tiempo es oro», etc. En cualquier caso tiempo y vida tienden
a identificarse (v. VIVENCIA; TIEMPO 111).
Del mismo modo resulta indispensable el análisis de la experiencia
íntima del espacio, como demuestran los trabajos de Strauss, Binswanger,
Minkowski y MerleauPonty. El espacio, como el tiempo, es también vivido
según modos peculiares. Existe, p. ej., el espacio para la acción y los
espacios que ofrecen por separado las diferentes funciones sensoriales.
Los modos páticos (subjetivos) de registrar el espacio transforman su
entidad meramente física o abstracta en un orden selectivamente vital.
Es interesante hacer notar, por último, que la f. psiquiátrica aun
cuando prescinda de las causas, tanto físicas corno psíquicas de los
síntomas, ni excluye los resultados de la psicología experimental y
empírica (v. PSICOLOGíA t1), ni ha dejado de ser influida por ciertos
postulados de la psicología profunda.
V.t.: SENTIMIENTOS; PSICOANÁLISIS; VIVENCIA; PSICOLOGÍA;
EXISTENCIALISMO III.
BIBL.: F. J. BRACELAND y M.
STOCK, Psiquiatría moderna, Madrid 1967; V. E. VON GEBSATTEL, Antropologia
médica, Madrid 1966; G. LANTERI-LAURA, La Phychiatrie phénorlzéitologiglie,
París 1963; MAx SCHELER, El puesto del hombre en el cosmos, Buenos Aires
1960; ín, Ftica, Buenos Aires 1948; íO, Esencia y torna de la simpatía,
Buenos Aires 1950; K. JASPERS, Psicopatología general, Buenos Aires 1950;
C. FABRO, Fenomenologia della percecione, Milán 1941; ÍD, Perceziolte e
pensiero, Milán 1941.
J. M. POVEDA ARIÑO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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