1. El profeta y su tiempo. Ezequiel era hijo de un sasacerdote de
Jerusalén llamado Buz¡ (Ez 1,3). Nada se sabe del lugar y fecha de su
nacimiento. Tomando como base la fecha de su vocación (a. 592: para toda
esta cuestión seguimos la cronología de C. Schedl, Geschichte des Alten
Testaments, IV, Innsbruck 1962, que cuenta el primer año de la deportación
-«principio de la deportación»- como año cero) y suponiendo que entonces
tuviera unos 28 ó 30 años, E. debió nacer hacia el 622620 a. C. El 622 se
encontró en el templo el Libro de la Ley (2 Reg 22,3 ss.) y este hallazgo
impulsó la reforma religiosa de Josías. Durante la infancia y juventud de
E. ocurrieron en Palestina sucesos importantes que debieron dejar su
huella en la mente del joven sacerdote. El 612 desaparecía Nínive de la
escena histórica. El 609 perecía trágicamente el rey Josías, llevando
consigo a la tumba las esperanzas que en él se habían puesto. Ese mismo
año subía al trono su hijo Joacaz, que sólo reinó tres meses, pues fue
depuesto y deportado a Egipto por Nekó II (2 Reg 23,31-35; Ez 19,4-5). Le
sucedió Joaquim (609/8-597), llevado al trono por Nekó. Durante el reinado
de Joaquim reaparece en Palestina la idolatría. El año 608 pronuncia
Jeremías (v.) un sermón en el templo que casi le cuesta la vida. Es muy
posible que E. haya escuchado o tenido noticia de este sermón, pues Ez 18
tiene muchas semejanzas con Ier 7,1-15 y 26,1-24. El 605 Nabucodonosor
(v.), entonces príncipe hereditario de Babilonia, venció en Karkemis al
Faraón Nekó II. Esta victoria señaló el comienzo de la hegemonía
babilónica sobre la región siropalestinense. Ezequiel habrá vivido, sin
duda, estos acontecimientos y habrá visto con simpatía la actitud de
Jeremías, quien por entonces predijo la ruina de Jerusalén y del templo (Ier
19,1 ss.; 20,1-6) y dictó sus primeras profecías a Baruc (Ier 36,1 ss.).
El 597 caía Jerusalén en manos de Nabucodonosor. Durante el asedio,
o poco antes, moría Joaquim, sucediéndole su hijo Joakin, que sólo reinó
tres meses, pues Nabucodonosor lo deportó a Babilonia, junto con la reina
madre, altos funcionarios de la corte, notables de la ciudad, guerreros y
artesanos (2 Reg 24,8,10 ss.; 2 Par 26,10). Entre estos deportados se
encontraba la familia de Buz¡, cuyo personaje más importante había de ser
Ezequiel. La familia de E. era, sin duda, una familia ilustre, pues
Nabucodonosor sólo dejó en Palestina a las gentes de condición humilde.
Como sacerdote, Buz¡ conocía perfectamente las tradiciones religiosas de
su pueblo y sin duda habrá procurado imbuir en su hijo E. una sólida
formación religiosa. Ezequiel aprendió en su casa el respeto al templo y a
los ritos sagrados, comprendió la pureza que se exige a los ministros del
altar y otras prescripciones morales, religiosas y rituales, de todo lo
cual da amplio testimonio su libro.
Los deportados perdieron sus propiedades y sólo pudieron llevar
consigo lo imprescindible para el viaje. Cuando cuatro años más tarde E.
anuncie la deportación de los que quedaron en Palestina (Ez 12,1-16), el
profeta podrá describir con todo realismo los preparativos y angustias de
esa deportación, pues él mismo había vivido otra semejante. En Babilonia,
los desterrados se dedicaron principalmente a las labores del campo. Las
comunidades judías podían organizarse libremente, elegir sus propios jefes
-los «ancianos»- y moverse de una parte a otra sin dificultad. Pero
carecían de templo, de sacrificios regulares y se encontraban en un país
impuro, lejos de la presencia de Yahwéh. Los falsos profetas les
aseguraban que el destierro duraría poco (ler 29,8 ss.), y las gentes no
podían hacerse a la idea de que el destierro fuera un castigo de Dios por
los pecados de la nación. En este ambiente material, espiritual y moral
vivía E., dedicado como los demás a las tareas agrícolas en la colonia
judía de Tell-Abib, a unos 80 Km. al sudeste de Babilonia (Ez 1,1; 3,15).
No sabemos cuándo se casó; sólo sabemos que vivía allí, en una casita de
adobes, con su mujer, a quien amaba tiernamente (Ez, 24,15). Un día de
verano, el 21/22 jul. 592, se le aparece Yahwéh (Ez 1,1 ss.) y lo envía
como profeta a sus compañeros de exilio para disipar sus ilusiones de un
próximo retorno a la Patria, para anunciarles la ruina definitiva de
Jerusalén y para preparar los ánimos a la conversión y a la restauración
futura.
La actividad de E. se divide en dos periodos, separados por la fecha
trascendental de la ruina de Jerusalén (a. 586; v.). Durante el primer
periodo, que comprende desde el 592 al 586, E. es el anunciador del juicio
divino (Ez 3,26), es decir, debe explicar al pueblo el sentido de la ruina
de Jerusalén que ya nadie puede evitar. Durante el segundo, que abarca
desde el 585 al 570 -año del último oráculo datado (Ez 29,21)- E. es el
centinela del pueblo (Ez 33,7), esto es, debe preparar a los desterrados
para la restauración que se iniciará en Palestina.
Los principales acontecimientos de su vida pueden establecerse con
seguridad a base de unas cuantas fechas que el propio profeta se cuidó de
anotar en su libro. Estos hechos, situados cronológicamente, son los
siguientes: A los siete días de la vocación, E. realiza sus primeras
acciones simbólicas (cap. 3,16a; cap. 4-5, menos 4,4-8). El 9 ag. 591
contempla en una visión la profanación del templo de Jerusalén y ve cómo
la Gloria de Dios (v.) abandona el Santuario y la ciudad (cap. 8-11,13).
El 1 sept. 590 recibe la visita de algunos «ancianos de Israel», que
vienen a consultarle sobre diversas cuestiones cultuales (20,1-31). El 5
en. 587 anota, por orden de Dios, la fecha del asedio de Jerusalén y
anuncia la caída de la ciudad con la acción simbólica de la caldera (24,
1-14). El 26 en. 586 profetiza que el «gran cocodrilo» -el Faraón Jofra-
será arrojado al desierto (29,1-16). El 19 abr. 586 anuncia que el brazo
del Faraón se ha roto y no podrá pelear (30,20-26). El 11 jun. 586 predice
la ruina de Egipto, simbolizado en un cedro abatido (31,1 ss.). Poco
después de este oráculo -otros piensan que ocurrió el 5 en. del 587, fecha
del asedio de Jerusalén- pierde a su esposa y no debe hacer duelo por ella
(24,15-27). Luego se queda mudo (3,26), cae postrado (3,25; 4,4-8) hasta
la llegada del fugitivo que le trae la noticia de la caída de Jerusalén.
El 17 ag. 586 Jerusalén era un montón de ruinas (Ier 52,12; 2 Reg 25,2,8).
El 8 en. 585, cinco meses después del asalto de la ciudad, llega el
fugitivo y comunica a E. la noticia (Ez 33,21). El día anterior el profeta
había recobrado el habla (33,22). A partir de este momento comienza el
segundo periodo de su actividad profética. El 3 mar. 585 compone un canto
fúnebre a la «muerte del gran cocodrilo», Egipto (32,1 ss.). A esta misma
fecha corresponde el oráculo contra Tiro (26,1 ss.). El 16 abr. 585
pronuncia otro oráculo contra Egipto: la bajada del Faraón a los infiernos
(32,17 ss.). El 17 abr. 572 comenzó a circular por la región de Babilonia
la visión del nuevo templo (cap. 40-48). El 16 abr. 570 pronuncia su
último oráculo contra Egipto (29,17-21). Aquí acaban las noticias ciertas
sobre la vida y actividad de Ezequiel. Una tradición judía posterior
afirma que E. murió asesinado por un jefe del pueblo.
La tesis tradicional que acabamós de exponer sobre el lugar, tiempo
y modo de la actividad de E. ha sido impugnada en los últimos treinta años
por diversos autores. Sus posiciones pueden resumirse fácilmente en cuatro
hipótesis: (1) Hipótesis de un ministerio exclusivamente palestinense de
E. realizado antes de la caída de Jerusalén (a. 586) y cuyo contenido se
encuentra en los cap. 1-39; un redactor del exilio habría redactado el
libro en torno al 572 (Ez 40,1), dándole el carácter babilónico actual, y
habría añadido los cap. 40-48. La defienden, entre otros, V. Herntrich
(1933) y J. B. Harford (1935). (2) Hipótesis de un doble ministerio de E.,
primero en Palestina, desde el 592 al 586, y después en Babilonia, desde
el 585 al 570. La defienden, entre otros, A. Bertholet (1936), P. Auvray
(1947), A. van den Born (1947), W. Robinson (1948) y J. Steinmann (1953).
(3) Hipótesis de un triple ministerio de E., primero en Babilonia, donde
recibió la vocación el 592, después en Palestina, en donde actuó hasta la
ocupación de la ciudad (a. 586), y, finalmente, en Babilonia de nuevo,
hasta su muerte. La defienden principalmente O. R. Fisher, D. N. Freedman
y A. Bentzen. (4) Hipótesis de un Pseudo-Ezequiel; nunca ha existido tal
profeta; el libro sería un pseudoepígrafo escrito por un autor desconocido
entre el 240 y el 180 a. C. La expuso C. C. Torrey (1934). La tesis
tradicional, que consideramos la más válida, sostiene que E. actuó
únicamente en Babilonia desde el 592 al 570. La defienden, entre otros, J.
Ziegler (1948), C. G. Howie (1950), A. Lods (1950), G. Fohrer (1952 y
1955), H. H. Rowley (1953), A. Gelin (1957), F. Spadafora (1948 y 1960),
O. Eissfeldt (1964), W. Eichrodt (1966), M. Testa (1966).y W. Zimmerli
(1959-1968). Las razones en favor de esta tesis son muchas y las
dificultades que presenta son siempre menores que las de cualquiera de las
otras hipótesis.
2. El libro y sus problemas de autenticidad y composición. El libro
de E. consta de tres partes: A) Oráculos contra Judá y Jerusalén (cap.
1-24); B) Oráculos contra las naciones (cap. 25-32); C) Oráculos de
restauración mesiánico-escatológica (cap. 33-48). Este orden, a primera
vista, tan perfecto está perturbado por una serie de factores: 1) hay
narraciones duplicadas o muy parecidas (3,17-21 y 33,7-9; 18,25-29 y
33,17-20; 11,16-21 y 36,16-28); 2) la inmovilidad del profeta (3,25;
4,4-8) y su mutismo (3,26) se ponen al principio del libro, cuando
históricamente sucedieron mucho más tarde (el a. 586); sobre estos dos
hechos hay varios relatos que evidentemente están fuera de lugar; la
sucesión lógica sería: 3,22-27; 4,4-8; 24,25-27; 33,21-22; 3) los oráculos
contra las naciones están intercalados en el libro actual precisamente en
el tiempo de mutismo del profeta, es decir, entre 24,27 (comienzo del
mutismo) y 33,21-22 (fin del mutismo); esta ordenación del material no
puede ser primitiva; 4) la visión del carro de Yahwéh (1,4-3,15) está
interrumpida por la visión del volumen (2,1-3,9); 5) la visión de la
idolatría de Jerusalén (cap. 8-11) está cortada por dos fragmentos
(11,1-13 y 11,14-21) que no pertenecen a este contexto; 6) de los siete
oráculos contra las naciones, que llevan una fecha, cinco están colocados
cronológicamente, pero dos -el 1° contra Tiro (26,1) y el 3° contra Egipto
(29,17)- están fuera de lugar. Estos datos parecen revelar una historia
larga y complicada en la redacción definitiva del libro de E. Esta
historia ha debido seguir las siguientes etapas:
a. Los dos diarios de Ezequiel. En el libro actual hay dos series de
textos que contienen datos cronológicos precisos. Cada una de esas series
da siete fechas. La la contiene datos de la vida de E.; la 2a recoge
oráculos contra las naciones. Las fechas del primer «diario» son:
1) 21/22 jul. 592: Teofanía, vocación y misión del profeta
(1,1-3,15).
2) 29 jul. 592: Primeras acciones simbólicas (3,16a; 4-5).
3) 9 ag. 591: Visión del templo profanado (cap. 8-11). 4) 1 sept.
590: Consulta de los ancianos (20,1-31).
5) 5 en. 587: Comienzo del asedio de Jerusalén (24, 1-14).
6) 8 en. 585: Llegada del cautivo (33,21); fin del mutismo (33,22).
7) 17 abr. 572: Visión del nuevo templo (cap. 40-48). Este «diario»
comprende veinte años de vida de Ezequiel. Da la impresión de algo
completo en sí mismo y debe remontgrse al propio profeta. A este núcleo
primitivo de oráculos pueden añadirse otra serie de profecías que, aunque
carezcan de indicaciones cronológicas, tienen datos autobiográficos y
contienen hechos tan importantes que es difícil pensar que faltaran en
este primer «diario». Estas profecías serían, según' el parecer de
Eichrodt: la muerte de la esposa (24,15-27); comienzo del segundo periodo
de actividad (33,1-20); consulta de los ancianos (14,1-11); visión de los
huesos secos (37, 1-15); el equipo del emigrante (12,1-20); la
reunificación de los dos reinos (37,15-27); maldición y bendición sobre
los montes de Israel (cc. 6; 36,1-15). A esta colección nosotros
añadiríamos la promesa de la Nueva Alianza, culmen de las profecías de E.;
cfr. 36,26-27 comparado con 37,5.9-10; y 36,24.26-28.37-38 comparado con
37,21,23,25,26.
Fechas del segundo «diario»:
1) 26 en. 586: Contra Egipto (29,1-16).
2) 19 abr. 586: Contra Egipto (30,20-26).
3) 3) 11 jun. 586: Contra Egipto (31,1-18).
4) 4) 3 mar. 585: Contra Tiro (26,1 ss.).
5) 5) 3 mar. 585: Contra Egipto (32,1 ss.).
6) 6) 16 abr. 585: Contra Egipto (32,17 ss.).
7) 7) 16 abr. 570: Contra Egipto.
Las siete fechas de este diario también están ordenadas
cronológicamente, excepto las de los oráculos 1° y 3°. En los oráculos l°
(26,1) y 3° (32,17) falta la mención del mes. Los oráculos 1°, 2°, 3°
fueron pronunciados durante el asedio de Jerusalén (a. 586); los oráculos
4°, 5°, 6° fueron pronunciados después de la llegada del fugitivo (8 en.
585; cfr. 33,21-22). Como ya se dijo, todos los oráculos contra las
naciones están colocados en el libro actual durante el periodo de
silencio. Este orden, lógicamente, no puede ser primitivo. Todo ello
demuestra que los Oráculos contra las naciones debían constituir también
una colección propia y completa en sí misma, preparada y ordenada por el
propio Ezequiel.
b. Las hojas sueltas. Además de estos dos «diarios» existen otras
profecías no fechadas cuya época y momento concreto es difícil establecer.
Ezequiel fue ante todo un predicador, no un escritor; pero esto no obsta
para que haya utilizado muchas veces la pluma para redactar sus sermones (cfr.
1,1-3-15; 3,16b-21; 33,1-6; 33,10-20) y otras veces para poner por escrito
las respuestas que daba de palabra (cfr. 16,1-43; 18,1-20; 23,1-27;
36,1638). Estos sermones y estas respuestas han podido tener existencia
autónoma durante un tiempo más o menos largo.
c. La redacción final del libro. El núcleo principal del libro
actual está constituido por el primer «diario». Un redactor posterior
introdujo en él el segundo «diario» con los oráculos contra las naciones y
las «hojas sueltas», con oráculos no datados, que circulaban
independientemente de las otras colecciones. El orden actual responde
evidentemente a motivos teológicos, de otro modo no se explica que el
redactor no haya conservado siempre el orden cronológico, cuando éste se
hallaba claro en los diarios del profeta. Este mismo redactor o editor
reelaboró y amplió en diversos lugares el material dejado por Ezequiel.
Más adelante otros redactores, discípulos de E., cambiaron y añadieron
algunas cosas, sobre todo en los cap. 40-48, sobre el nuevo templo, y en
los cap. 1 y 10, sobre la teofanía divina. El libro debió terminarse unos
40 ó 50 años después de la muerte del profeta. Su redacción definitiva no
parece posterior a la reconstrucción del templo (a. 520-515), porque el
templo imaginado por E. no corresponde al reconstruido por Zorobabel.
En resumen, la tradición judeo-cristiana ha sostenido siempre que E.
es el autor del libro, aunque haya podido haber intercalaciones
redaccionales posteriores; en su totalidad pertenece al canon de los
libros inspirados, como libro protocanónicos (v. BIBLIA II).
3. Enseñanza y mensaje del libro de Ezequiel. Respecto a Dios, a su
trascendencia y condescendencia el libro de E. contiene ideas muy claras.
En la teofanía inaugural Yahwéh se revela al profeta como el soberano del
mundo, cuya presencia no está circunscrita a un lugar, como Palestina,
Jerusalén o el templo. Dios está presente en todas partes, por tanto,
también en Babilonia. Las ruedas del carro divino dirigiéndose a los
cuatro puntos cardinales simbolizan la omnipresencia de Dios. Los ojos de
las ruedas representan la ciencia y el conocimiento universal de Yahwéh
(l-3; 8-10; 43,2 ss.). Dios es trascendente. Cuando el profeta intenta
describir la visión tiene que usar expresiones vagas: era «algo como un
hombre», «como un metal brillante», «como el aspecto del fuego», «algo
semejante a un trono», etc. Todo lo que rodea a Yahwéh está inmensamente
por encima de lo que el hombre puede imaginar.
Ezequiel aparece preocupado por salvaguardar «el honor de Yahwéh» y
«la gloria que se debe a su nombre» (5,13.16.17; 6,7.10.13.14; 7,4.9.27;
25,5.7.11.14.17). La expresión «sabréis que yo soy Yahwéh» suena como un
martillazo a través de todo el libro. Los hombres bien o mal dispuestos
tendrán que reconocer la omnipotencia de Dios a través de sus obras
(6,7.13; 15,7; 17,20; 20,38). Yahwéh es dueño de las fuerzas de la
naturaleza que obedecen sus leyes y cumplen sus órdenes (1,4-28; 10,1-22;
37,1-14). También es dueño de las naciones, las cuales realizan sus
planes, aún sin saberlo (4,1-3,9-11) 21,1 ss.); pero Yahwéh las castigará
por haber sobrepasado su cometido (27,1-25; 28,2-5; 29,1-16; y los
oráculos contra las naciones cap. 25-32).
Yahwéh, sin embargo, es un Dios cercano, que acompaña a los
desterrados a Babilonia, vive en medio de ellos, busca su conversión y se
propone realizar sus planes futuros por medio de ellos (11,14-20;
20,23-44). Las relaciones de Dios con su pueblo, basadas en una elección
gratuita (Ex 19,5), suponen un acto de amor y de predilección (V. ELECCIÓN
DIVINA). La inobservancia de las cláusulas del pacto traerá consigo el
castigo. La historia de la nación es una sucesión de pecados (5,5-17;
16,15-54; 20,8 ss.). Israel es una «casa rebelde» (2,3.5.6.7.8; 3,7.9.;
etc.), Jerusalén, una «ciudad sanguinaria» (22,2), la nación entera, una
«viña estéril» (19,1014; 15,6 ss.). Por eso, Yahwéh se verá obligado a
castigar; pero castiga para obtener la conversión (16,35-63; 20,1-38).
Ezequiel, predicador y pastor de almas, se preocupó sobre todo de
formar las conciencias, de disipar los errores, de afianzar las voluntades
en el bien. El principio del colectivismo y de la solidaridad, válido en
sí mismo, debe armonizarse con el principio, igualmente válido, de la
responsabilidad personal. Dios aplicará a la nación un castigo colectivo
por faltas colectivas (cap. 16; 20; 22; 23; 36,16-19; 43,8); pero en el
momento de peligro, y cuando la ruina es inevitable, el profeta dirá que
cada cual se salve a sí mismo (14,14-20). Lo que él pretende es preservar
a algunos, que constituirán el nuevo Israel y así entrarán a formar parte
del «resto» (11,14-21). Respecto a este «resto» (ISRAEL, RESTO DE), E.
afirma que los escapados de la catástrofe del 586 no son mejores que los
que perecieron en ella (6,8 ss.; 12,5 ss.; 14,21 ss.). Antes de la ruina,
E. había predicho que sólo algunos, los justos, serían perdonados (9,4 ss.);
pero sólo el juicio divino separará definitivamente a los buenos de los
malos (20,35-38; 34,17,20). Lo que E. quiere asegurar es la libertad y la
responsabilidad de la persona. El castigo es inevitable; pero cada
individuo en particular puede librarse de él y participar en la
restauración futura de la nación. Ni siquiera el pasado personal puede
hipotecar el futuro. Si un justo peca, será condenado. Si un impío se
convierte, será perdonado. Dios no quiere la muerte del pecador, sino su
conversión (33,10-20; 18; 14,12-23). Ezequiel expone así por primera vez
de una manera clara los principios de la responsabilidad personal. Antes
de él, ya había hablado del tema jeremías, pero mientras jeremías sólo
prevé la abolición de la pena colectiva para la era mesiánica (Ier 31,29
ss.), E. la anuncia ya para el presente (18,2-3). Su pensamiento en este
asunto representa un paso definitivo en el desarrollo de la moral del
Antiguo Testamento.
Ezequiel conoce y desarrolla la doctrina de la alianza (ALIANZA
(REL.) II). La alianza sinaítica se presentaba como un pacto bilateral.
Ezequiel carga esta noción de rasgos afectivos: Israel es el rebaño y
Yahwéh su pastor (34,11.15.16); Israel es la viña y Yahwéh el viñador
(19,10-14; 15,6 ss.); Israel es la esposa y Yahwéh su esposo
(16,1-43,59-63; 23,2 ss.). Pero la antigua alianza fracasó por culpa de la
nación (16,15-43). Israel debe, pues, sufrir las consecuencias de su
infidelidad: la ruina de la nación, el destierro, la dispersión por las
naciones son otras tantas sanciones por la violación del pacto. Pero
Yahwéh no quiere la ruina definitiva de su pueblo; le dará de nuevo su
gracia y su favor; habrá otra alianza, una alianza nueva y eterna
(16,60-62). La realización comienza con la vuelta de Israel a su patria y
la restauración, pues Yahwéh tiene poder suficiente para dar vida a un
pueblo muerto, puede vivificar unos huesos secos (37,4-14). La «nueva
alianza» será una alianza de paz (37,26); la acción de Dios será sobre
todo de orden espiritual. Ezequiel precisa más lo que ya había dicho
jeremías (ler 31,31-34); afirma que Yahwéh actuará directamente en el
corazón de los hombres, comunicándoles su santidad; les dará «un corazón
nuevo» y «un espíritu nuevo» (36,25-27). El don del espíritu será para
cada individuo, de forma misteriosa, el principio de una renovación
interior que le procurará la fuerza necesaria para observar la ley de Dios
(36,27; 37,14; 11,19) y será una garantía permanente del favor divino
(39,26-29).
La influencia de E. en sus contemporáneos debió de ser considerable.
Se le escuchaba con gusto, aunque no siempre con provecho (33,30-33). Su
predicación convertía a los hombres. Gracias a E. los desterrados
comprendieron el sentido religioso de la catástrofe nacional.
Posteriormente otros, p. ej. Zacarías (cap. 12-14; v.) y Daniel (cap.
7-12; v.) se inspiraron en el estilo apocalíptico de Ezequiel. Job (v.),
Proverbios (v.) y Eclesiastés (v.) y heredaron su problemática sobre la
retribución y la responsabilidad personal. Su influencia se aprecia
igualmente en las Crónicas (v.), Esdrás (v.) y Nehemías (v.) y en la
redacción de la Ley de santidad (Lev cap. 17-26). El N. T. se inspiró en
algunas de sus parábolas.
V. t.: ANTIGUO TESTAMENTO; PROFECíA Y PROFETAS 1; ISRAEL, REINO DE;
HEBREOS I y II.
BiBL.: Introducciones generales: S. MUÑOZ IGLESIAS, Introducción a
la lectura del Antiguo Testamento, Madrid 1965, 415-423; A. GELIN, Los
libros proféticos posteriores, en A. ROBERT-A. FEUILLLT (dir.),
Introducción a la Biblia, 1, Barcelona 1970, 491-504.
Comentarios: católicos: P. HEINISCH, en Bonner Bibel, VIII,1, Bonn
1923; L. DENNEFELD, Ézéchiel, en La sainte Bible, de L. PIROT y A. CLAMER,
París 1947; F. SPADAFORA, Ezechiele, en La Sacra Bibbia, de S. GAROFALO,
Turín 1951; P. AUVRAY, Ézéchiel, en Bible de Jérusalem, París 1949; A. VAN
DEN BORLA, en De Boeken van het O. T., Roermond-Maaseik 1954; R. AUGÉ, en
Biblia de Montserrat, Montserrat 1956; E. POWER, Ezequiel, en Verbum Dei,
II, Barcelona 1956, 558-609; M. GARCÍA CORDERO, Ezequiel, en Biblia
comentada, III, Madrid 1961, 778-982; PROFESORES S. J., La Sagrada
Escritura, Antiguo Testamento (ed. BAC), t. V, Madrid 1970.-No católicos:
R. KRAETSCHMAR, Gottinger Handkommentar, 111,3, Gotinga 1900; 1. W.
ROTHSTEIN, Die Heilige Schrift des A. T., 4 ed. Tubinga 1922; J. HERRMANN,
Kommentar zum A. T., Leipzig 1924; A. BERTHOLET, Hezechiel, en Handbuch
zum A. T., 13, Tubinga 1936; G. A. COOKE, International Crit. Commentary,
Londres 1937; J. G. MATTHEWS, Ezekiel, en American Commentary, Filadelfia
1939; G. FOHRER, Ezechiel, en Handbuch zum A. T., 1,13, Tubinga 1955; W.
ZIMMERLI, Biblischer kommentar, Altes Testament, XIII,l, 1959-68; O.
EISSFELDT, Einleitung in das A. T., 3 ed. Tubinga 1964, 492-515.
Otros estudios L. PERETTo, Ezechiele, en Bibl. Sanct. 5,405-421; J.
LAJCIAR, Ezéchiel, sa personne et son enseignement, París 1905; P.
CHEMINANT, Les prophéties d'Ezéchlel contra Tyr, París 1912; J. PLEssis,
Les prophéties d'Ezéchiel contra 1'Egypte, París 1912; W. GRONKOWSKI, Le
messianisme d'Ezéchiel, París 1931; A. CoLUNGA, La vocación profética de
Ezequiel, «Estudios Bíblicos» 1 (1941-42) 121-166; P. AUVRAY, Le probléme
historique du lit,re d'Ezéchiel, «Rev. Biblique» 55 (1948) 503-519; G.
GARCÍA RAMOS, Un comentario reciente a la profecía de Ezequiel, «Estudios
Bíblicos» 9 (1950) 5-37; J. STEINMANN, Le prophéte Ézéchiel et les débuts
de l'exil, París 1953.
**AU
O. GARCÍA DE LA FUENTE.
BIBL.: Obras: Todo por Jesús, 4
ed. Madrid 1959; Progreso del alma en la vida espiritual, 5 ed. Madrid
1952; El Creador y la creatura, 4 ed. Madrid 1929; Al pie de la Cruz, 8 ed.
Madrid 1952; Belén o el misterio de la Santa Infancia, 5 ed. Madrid 1956.
Estudios: L. COGNET, Faber en DSAM V,3-13; P. THUREAU, P. DANGIN, La
renaissance catholique en Angleterre au XIX siécle, 3 vol., París
1899-1906; 1. E. BOWDEN, Vid« y cartas del R. P. Federico William Faber,
trad. del inglés, Madrid 1881 (139 cartas con comentarios de un amigo
personal de F.); R. CHAPMAN, Father Faber, Londres 1961; D. GORCE, Un
anglicane a Váme Iranciscaine, París 1967.
D. DE PABLO MAROTO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
|