Del griego stoá, pórtico. Se conoce con este nombre a los representantes
del estoicismo, escuela filosófica fundada hacia el 300 a. C. por Zenón de
Citio, que impartió sus doctrinas en un pórtico ateniense pintado por
Polignoto (stoá poikíle), por lo que también se le ha llamado «escuela del
Pórtico» o «la Stoa».
La filosofía estoica, que junto con el epicureísmo (v.) y el
escepticismo (v.) constituye el núcleo básico del pensamiento filosófico
posaristotélico (V. ARISTOTÉLICOS), perduró a lo largo de toda la época
helenística y se extendió al Imperio romano; este enorme lapso de tiempo
tenía que introducir necesariamente mutaciones en el seno de las doctrinas
estoicas, por lo que se ha dividido en tres grandes periodos: la Stoa,
antigua, la Stoa media v la Stoa nueva, romana o imperial.
1. Estoicismo antiguo. Entre los e. pertenecientes a la Stoa antigua
hay que destacar a Zenón (n. en Citium, en la isla de Chipre, ca. 336 a.
C.; m. ca. 264), fundador de la escuela y que fijó las líneas esenciales
de su doctrina; discípulo de los megáricos Estilpón y Diodoro Cronos, de
los académicos Jenócrates y Polemón, y del cínico Crates -que influiría
poderosamente en las tesis éticas del estoicismo-, fue autor de numerosos
escritos de los que se conservan algunos fragmentos y, en ciertos casos,
únicamente el título. Los otros dos grandes representantes de esta Stoa
son Cleantes y Crisipo. Cleantes (n. en Assos ca. 331 a. C.; m. ca. 232)
sucedió a Zenón como escolarca y fue un fiel seguidor de sus doctrinas; su
actividad se consagró, más que a la creación de nuevas teorías, a la
propagación de las de su maestro, en gran parte mediante el ejemplo que
dio con su modo de vivir, basado en la austeridad; no fue un gran teórico,
pero sí un hombre que hizo del estoicismo una vivencia; su obra más
conocida es el Himno a Zeus, que influyó decisivamente en la religiosidad
estoica. Crisipo (n. en Soli ca. 281 a. C.; m. ca. 208 en Atenas) sucedió
a Cleantes como escolarca y fue el gran teórico de la escuela; su
producción literaria fue enorme, ya que, según Diógenes Laercio, pasarían
de setecientas sus obras (Vida, opiniones y apotegmas de filósofos
ilustres, VII,180); su profundo espíritu sistematizador y dialéctico dio
lugar a que estructurase el pensamiento estoico y lo defendiese
brillantemente frente a las otras escuelas, por lo que se decía en la
Antigüedad que «si no hubiera existido Crisipo, no hubiera existido la
Stoa» (Diógenes Laercio, o. c. VII, 183).
Otros e. notables de este periodo fueron Aristón (n. en Quíos ca.
320 a. C.; m. ca. 250), discípulo de Zenón y que intentó hacer del
estoicismo una doctrina exclusivamente ética, negando valor a los
problemas lógicos y físicos; Herilo de Cartago (s. in a. C.), también
discípulo de Zenón, que se opuso a la interpretación dada a las doctrinas
de éste por Cleantes y Crisipo, sosteniendo una ética de índole
intelectualista en la que la virtud se adecuaba con la ciencia; Perseo de
Citio (s. in a. C.), amigo de Zenón y que introdujo en la Stoa elementos
tomados de los socráticos menores de Elis y Eretria; Dionisio de Heraclea
(s. iii a. C.), discípulo de Zenón, y que fue llamado «el metathémenos»
(tornadizo), pues, aquejado de una oftalmía, y a causa de los dolores que
padeció, abandonó la tesis estoica de la apátheía (imperturbabilidad) ante
el dolor y aceptó el hedonismo (v.) cirenaico; Esfero del Bósforo (s. ni
a. C.), discípulo de Cleantes, y que siguió con la idea de ejemplificar el
estoicismo con el modo de vivir, tal como había hecho su maestro; Zenón de
Tarso (s. ni-n a. C.), que sucedió a Crisipo como escolarca, difundió con
su fácil palabra las doctrinas estoicas; Arquidemo de Tarso (s. n a. C.),
seguidor de Crisipo; Boecio de Sidón (s. n-i a. C.) que, aunque
fundamentalmente peripatético y escolarca de esta escuela a la muerte de
Andrónico de Rodas, recogió muchos elementos del estoicismo, haciendo una
especie de síntesis sincrética de ambos sistemas; Apolodoro de Seleucia (s.la
a. C.), escolarca y defensor' de la Stoa frente a los ataques del
académico Carnéades, que fue maestro de Panecio de Rodas, por lo que
representa el enlace del estoicismo antiguo con el medio.
2. Estoicismo medio. La Sioa media representa una profunda mutación
en el seno de las doctrinas estoicas; mientras que el estoicismo antiguo
es reacio, en general, a admitir la influencia de otras escuelas, quizá
por tratarse de un momento inicial en el que está comprometido en la lucha
con ellas, especialmente con el escepticismo de los académicos, los e.
medios se abren a numerosas influencias, dando con ello la característica
fundamental de este periodo de la Stoa, la tendencia al sincretismo;
además, frente al cultivo de la lógica y la física por los antiguos e.,
centrarán su atención en los problemas éticopolíticos, dando a la Stoa un
giro práctico que influyó definitivamente en el peso que la escuela
ejerció sobre el mundo romano a partir del s. i a. C. Los dos grandes
representantes del estoicismo medio son Panecio y Posidonio.
Panecio (n. en Rodas en 185 a. C.; m. en 110) introdujo en el
pensamiento estoico numerosas doctrinas platónicas, pitagóricas y
aristotélicas, especialmente en psicología; en ética atenuó el rigorismo
primitivo de la escuela, defendiendo el valor que para la felicidad y la
perfección del hombre tienen los bienes materiales recta y prudentemente
usados; su influencia sobre la intelectualidad romana fue profunda, a
través del círculo de Escipión Emiliano; Cicerón (v.) se inspiró para su
De officüs (Sobre los deberes) en el Perí toú kathékontos (Sobre el deber)
de Panecio. La culminación de la Stoa media está encarnada en la persona
de Posidonio (n. en Apamea, en Siria, ca. 135 a. C.; m. ca. 51) que, con
su enciclopedismo famoso en el mundo antiguo, llevó a cabo el sincretismo
iniciado por Panecio, acentuando el dualismo alma-cuerpo de origen
pitagórico-platónico, con la consideración del segundo como la cárcel de
la primera; la influencia de Posidonio en el mundo romano es patente si
tenemos en cuenta que entre sus discípulos se cuentan Pompeyo y Cicerón;-
a través de este último, que en su De natui a deoruan y De divinatione
expuso detenidamente las doctrinas de su maestro, Posidonio extendió su
influjo por todo el pensamiento romano, llegando hasta el neopatonismo y
la patrística (v.).
Otros- representantes de la Stoa media son Dionisio de Cirene (s. ii
a. C.), discípulo de Panecio y gran matemático; Hecatón de Rodas (s. ii a.
C.), discípulo de Panecio y que acentuó la importancia de la ética sobre
la lógica y la física; Mnesarco de Atenas (s. n-i a. C.), discípulo de
Panecio; los miembros de la escuela estoica de Rodas, fundada por Panecio
y engrandecida por Posidonio, entre los que destacan Asclepiodoto, Fenias
y f asón.
3. Estoicismo nuevo. La Stoa nueva acentúa la preponderancia que la
ética había ya adquirido en el estoicismo medio, dándole un fuerte matiz
religioso del que había carecido con anterioridad; en este periodo se
encuentran los representantes más conocidos -aunque quizá no los más
fieles- del estoicismo, encabezados por la gran tríada de Séneca (v.),
Epicteto y Marco Aurelio (v.), con los que el estoicismo centrará su
temática en los problemas ético-religiosos. Epicteto (n. en Hierápolis ca.
el 50 d. C.; m. ca. 138), esclavo emancipado, enseñó en Nicópolis, en el
Epiro (Grecia), teniendo como discípulo a Arriano de Nicomedia, que
recogió sus doctrinas en las Disertaciones y en el Enquiridón o Manual de
Epicteto; con Epicteto sigue el proceso de similitud entre el estoicismo y
el cristianismo, hasta el punto de que, del mismo modo que con Séneca, ha
surgido modernamente la tesis de la influencia cristiana en el pensador
estoico, como lo ha hecho en 1894 -aunque sin éxito- Th. Zahn en su Der
stoiker Epiktet und sein Verhültnis zuna Christentum. El emperador Marco
Aurelio (n. en Roma el 26 abr. 121; m. en Vindobona -la actual Viena- el
17 mar. 180) ha dejado en sus Soliloquios -cuyo título original era Tá eís
heautón (A sí mismo) y constituía una especie de diario personal- una
bella muestra de la espiritualidad estoica; se acentúa en él la temática
religiosa y el cosmopolitismo estoicos, que desembocan en la noción de una
solidaridad entre todos los humanos regida por el principio del amor mutuo
(Para Séneca, v. su artículo).
Otros e. de este periodo son Cayo Musonio Rufo (s. i d. C.), que
renovó la afinidad del estoicismo antiguo con el cinismo; Hierocles (s.
i-n), que en su Ethiké stoicheíosis (Elementos de Ética) tiene grandes
semejanzas con Epicteto; Lucio Anneo Cornuto (s. i d. C.), autor de un
estudio sobre la teología griega en el que desarrolla la tesis de que el
politeísmo heleno es aparente, ya que cada uno de los dioses no es más que
la personificación de un atributo de un único principio divino; con él se
inicia de forma plena el intento del paganismo (v.) de ofrecer una
concepción religiosa superadora del politeísmo (v.) antropomórfico
tradicional.
4. Caracteres generales del estoicismo. Por lo que respecta al
complejo doctrinal del estocismo, es fácil darse cuenta de que la
extensión cronológica de la escuela originó numerosas variaciones de
pensamiento entre los representantes de la misma. No obstante, se pueden
considerar como puntos básicos y comunes a los e. los siguientes:
1) División de la Filosofía en tres disciplinas: lógica, física y
ética; esta tripartición del saber filosófico tiene un sentido jerárquico;
la cúspide de la misma está ocupada por la ética, ya que el único problema
realmente trascendente para el hombre es el moral; los demás saberes sólo
tienen valor en la medida en que representan un medio necesario para la
recta comprensión del orden moral; la lógica, por ser el instrumento para
alcanzar la verdad; la física, como medio para develar los secretos de la
naturaleza de la que forma parte integrante el hombre. Para aclarar este
escalonamiento jerárquico los e. propusieron diversas comparaciones, entre
las que es famosa la que asemeja la Filosofía a un huevo, en el que la
cáscara representa la lógica, la clara la física y la yema la ética.
2) La 'lógica queda dividida en lógica formal y teoría del
conocimiento. La aportación de los e., en especial de la Stoa antigua, a
la primera fue de gran importancia; desarrollaron la teoría del
razonamiento hipotético, la lógica proposicional y la teoría de los signos
y la significación -precedente de la semiótica moderna-; puede decirse que
los e. representan la única nueva aportación de importancia en lógica
formal que el mundo antiguo hizo a la lógica aristotélica. En teoría del
conocimiento predominó en la Stoa el sensismo (v.); una de las
preocupaciones fundamentales de los e. fue el hallar un criterio de verdad
(v.), siendo ellos los que elevaron esta cuestión a una de las capitales
dentro de la problemática filosófica; el criterio de distinción entre lo
verdadero y lo falso lo situaban en la fantasía kataleptiké, en la
representación comprensiva, la cual gozaba de una evidencia (enárgeia) que
se imponía al espíritu humano.
3) La física estoica deriva de la heraclítea, basándose en las
nociones de fuego y de lógos; aceptando la teoría aristotélica del
hilemorfismo (v.), los e. establecieron como materia del universo el fuego
y como forma el lógos; todo el proceso dinámico cósmico, en el que del
fuego primigenio se formarán los múltiples seres, está regido y ordenado
por el lógos universal, razón suprema reguladora de la pluralidad de
ciclos cósmicos, en los que el universo nace del fuego para volver a
aniquilarse en él y volver a renacer; en el lógos están presentes todas
las. diversas manifestaciones que adopta el devenir cósmico -teoría del
lógos spermatikós-, entre las que el hombre ocupa un puesto destacado, ya
que en él se manifiesta de modo especial el lógos universal; el lógos
humano no es sino una participación de la razón cósmica, con lo que
adquiere relieve el carácter de microcosmos del ser humano.
4) Por lo que la ética estoica cifrará la felicidad en el vivir
conforme a la naturaleza, lo que equivale a vivir de acuerdo con la razón;
el deber (tó kathékon) radica en dominar las pasiones, perturbadoras de la
racionalidad, con lo que se alcanzará la apatía (apátheia); el único mal
es el. vicio, la conducta pasional e irracional; el único bien, la virtud;
todas las demás cosas -bienes materiales, salud o enfermedad, dolor o
placer- son indiferentes; de ahí se deriva la fortaleza estoica, enunciada
en el famoso «soporta y abstente» (ésta es la postura de la Stoa antigua;
poco a poco los e. otorgaron algún valor, al menos relativo, a los bienes
materiales); el que alcanza la apátheia con su vivir racional es el
«sabio», término que en el estoicismo tiene un alcance más ético que
especulativo.
El estoicismo resurge en el Renacimiento con 1. Lipsius (1547-1606),
continuándose en C. Schoppe (15761649), Th. Gataker (1574-1654) y D.
Heinsius (1580-1655), y extendiendo su influjo por diversos pensadores,
entre los que destaca Kant (v.). En cierto modo el «espíritu estoico» ha
sido una constante no sólo en la Filosofía, sino también en la Literatura
universal.
V. t.: HELENÍSTICA, FILOSOFIA; GRECIA VII, 7; ASCETISMO II, 3;
DEBER; etc.
BIBL.: H. v. ARNIM, Stoicorum
veterum fragmenta, Leipzig 1903-24; N. FESTA, I frammenti degli stoici
antichi, Bar¡ 1932-35; P. BARTH, La Stoa, Madrid 1930; M. POLENZ, Die Stoa.
Die Geschichte einer geistigen Bewegung, 2 ed. Gotinga 1959; P. ROTTA, Gli
stoici, Brescia 1953; 1. BRUN, Le stoicisme, París 1958; B. MATES, Stoic
Logic, Berkeley, 1953; K. REINHARDT, Kosmos und Sympathie, Mónaco 1920; R.
KIRK, The Moral Philosophy of the Stoics, Nueva Brunswick 1951; L. ZANTA,
La renaissance du stoicisme au XVIe siécle, París 1914.
1. BARRIO GUTIÉRREZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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