Se incluye bajo este nombre a una serie de autores del s. V al IX que, con
su labor enciclopédica y transmisora del pensamiento y cultura clásica y
patrística, preparan el advenimiento de la Escolástica.
En el 430 muere S. Agustín y con él termina la Patrística. A este
acontecimiento sucede un periodo de cuatro siglos, de declive cultural,
debido, por una parte, a la falta de pensadores de suficiente altura; por
otra, a las invasiones bárbaras que desmembran el Imperio Romano, creando
un desconcierto general y rompiendo la unidad política y, por
consiguiente, cultural. Bajo este caos universal, sublate todavía el deseo
de la unidad imperial que solamente llega a cristalizar en las incipientes
nacionalidades de Europa. Sin embargo, hay otra forma de unidad más
importante: la del espíritu y fe cristiana. En medio de este colapso había
que salvar, ante todo, la cultura clásica greco-latina y el patrimonio de
los Santos Padres. Esta labor la realizan los monjes copistas, desde sus
monasterios, y una serie de escritores enciclopédicos ocomentaristas que
no llegan sino a darnos una visión total, ecléctica a veces, extensa, de
la cultura anterior, sin profundidad ni espíritu original la mayor parte
de las veces. Entre ellos, podemos indicar a:
Boecio (480-525; v.), que con sus comentarios a Aristóteles y
Porfirio, legó a la Edad Media todo el material lógico, principalmente,
que habría de emplearse hasta el S. XII.
Casiodoro (477-570; v.), n. al sur de Calabria, de una ilustre
familia y fue discípulo e íntimo amigo de Boecio. Se dedicó a la política
en Roma y Rávena, pero cansado de la vida pública se retiró a la soledad,
fundando un monasterio cuyo fin era no sólo la oración y el trabajo
manual, sino también el cultivo de las artes liberales como introducción a
la ciencia sagrada. Escribió Institutiones divinarum et saecularium
litterarum que es una enciclopedia de todas las artes liberales y De
anima, inspirado en S. Agustín. Suele decirse que Boecio representa el
final de la cultura latina y Casiodoro el comienzo de la Edad Media por su
filiación a una corriente más netamente cristiana y aun eclesiástica.
San Martín de Dumio (510-580; v.) o de Braga, n. en Hungría, vino a
España a evangelizar a los suevos, los cuales se convirtieron con su rey
Teodomiro. Fundó un monasterio en Dumio y fue obispo de esta ciudad y
después de Braga. Escribió Formula vitae honestae, claramente inspirada en
Séneca, a quien añade elementos de la Ética a Nicómaco de Aristóteles. El
influjo senequista y estoico se manifiesta también en su De ira, Liber de
moribus, Pro repellenda iactantia, etc... También escribió: De correctione
rusticorum, contra las supersticiones de los suevos, Sententiae
aegyptiorum patrum y Verba seniorum.
San Isidoro de Sevilla (570-636; v.). N. en Sevilla, donde se educó
en la Escuela fundada por el obispo S. Leandro, su hermano, a quien
sucedió en el episcopado. Presidió el IV Concilio de Toledo y m. en
Sevilla, en cuya catedral fue enterrado. Hombre de una inmensa erudición,
de una gran actividad cultural (organizó escuelas en las iglesias, para
formación de los clérigos) es el mayor representante, junto con Boecio, de
este periodo. Puede adscribirse a la corriente senequista y de S. Agustín,
presentando una síntesis de todo el saber de la época, particularmente de
los últimos periodos de Roma. Escribió obras de historia: Chronicon,
Historia de regibus gothorum, wandalorum el suevorum, Liber de viris
illustribus; de exégesis: De fide catholica contra iudaeos, etc.; de
gramática: Differentiae seu de proprietate sermonum; de filosofía: Liber
de ordine creaturarum, Liber de natura rerum; de teología: Sententiarum
libri tres, que tanto influjo tendrá en Pedro Lombardo y sus Sentencias
comentadas luego en toda la Edad Media; y sobre todo, su magna
enciclopedia Originum sive etymologiarum libri XX o «Etimologías», que
expone todo el saber de su tiempo. Para S. Isidoro filosofía es el
conocimiento de todo lo divino y humano, unido a una vida virtuosa. La
Filosofía se divide, según el esquema estoico, en: ética, física y lógica,
culminando las tres y recibiendo su explicación y finalidad, del
conocimiento de Dios. Discípulos suyos fueron: S. Eugenio, S. Ildefonso,
S. Braulio, Tajón, etc.
San Gregorio Magno. (v.). Papa del 590 al 604. Escribe Moralia,
Homilías y Diálogos, directamente conectados con la Patrística, más que
con Grecia, y de un marcado carácter moralista y práctico.
San Beda el Venerable (674-735; v.) hizo en Inglaterra lo mismo que
Casiodoro en Italia y S. Isidoro en España: síntesis de la cultura,
impulso de la misma, creación de escuelas y monasterios. Escribió poesías,
homilías, comentarios a la Sagrada Escritura, tratados sobre las artes
liberales, una Historia ecclesiastica gentís anglorum y De rerum natura.
Sin embargo, el s. VIII marca el nivel más bajo de la cultura. Pero
a este colapso sigue un resurgir de las letras en el IX, con un casual
paralelo en Oriente. Mientras al-Ma'mun crea en Bagdad un centro de
traducciones (v. ARABIA III) en que se pasará al árabe el pensamiento
griego, Carlomagno inicia el Renacimiento Carolingio con el que empezará
la formación de la Escolástica Cristiana, enriquecida en el XIII con la
unión de la rama comenzada ahora en Bagdad. Antes de Carlomagno existía ya
en Palacio una Escuela Palatina. El Emperador quiso hacer de ella un
centro de alta cultura, donde a la vez de formarse los dignatarios y
eclesiásticos, se diese el germen de elevación cultural de todo el reino.
Esta reforma intelectual obedecía a un plan más amplio de Carlomagno de
renovación política y religiosa. Características de este Renacimiento
Carolingio son: 1) no se trata de un espíritu de masas sino minoritario;
2) se sigue la línea anterior de conservación de la cultura clásica, la
cual se imita y recopila, con el incremento de la copia de manuscritos; 3)
y ello, como antes también, informado por el espíritu cristiano más que
por el puramente humanístico. La Escuela Palatina de Carlomagno recogerá
sus mejores frutos en la época de sus sucesores Ludovico Pío y Carlos el
Calvo. Entre sus representantes:Alcuino de York (730-804; v.), irlandés,
es el principal, y enseñó en ella durante ocho años, asistiendo a sus
lecciones el mismo Carlomagno y sus hijos. Organizó las Escuelas del
reino, introduciendo en ellas las artes liberales. Fue gramático y
filósofo, dentro de la línea de Boecio, Casiodoro y del platonismo
agustiniano. Escribió: De Rhetoricq, De animae ratione, De virtutibus et
vitiis, Grammatica, Dialectica, De fide Sanctae et Individuae Trinitatis,
etc.
Rabano Mauro (776-856; v.), discípulo de Alcuino, Obispo de Maguncia,
escribió: De Universo, Tractatus de Anima, De clericorum institutione.
Otros representantes: Cándido de Fulda, Jonás de Orleans, Odón de Cluny,
Adalboldo de Utrecht, etc.
V. t.: MEDIA, EDAD III.
BIBL.: CASIODORO: Obras, en PL
69-70; H. USENER, Anecdoton Holderi, 1877; MARTÍN DE BRAGA: Obras, en PL
72; J. MADOZ, Martín de Braga, en «Estudios Eclesiásticos» 25 (1951)
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GREGORIO MAGNO, Obras, en PL 75-79; Obras, Madrid 1958; P. BATTIFOL, Saint
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Los monjes españoles en la Edad Media, Madrid 1934; G. SCNURER, La Iglesia
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J. LOMBA FUENTES.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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