EMPIRISMO


Del griego empireia, que quiere decir experiencia. La experiencia en el sentido aquí mencionado se da ya en los animales superiores, puesto que tienen- sentidos y memoria, pero el hombre puede levantarse por encima de esta mera experiencia hasta la técnica, la ciencia e incluso la sabiduría.
     
      E. es la tendencia filosófica que: 1) subraya que todo conocimiento humano comienza a través de los sentidos; 2) a veces afirma que el conocimiento sensorial es el único tipo de conocimiento. La primera tesis no es exactamente igual que la segunda. Todo el que sostiene la segunda, sostiene la primera, pero no al contrario. Santo Tomás (v.) sostiene la primera, pero no la segunda. Hume (v.) y Russell (v.) sostienen la primera y la segunda.
     
      E. es también un movimiento filosófico histórico que tuvo lugar en Inglaterra al mismo tiempo que el racionalismo continental (v.) y en oposición a él. Son empíristas Thomas Hobbes (1585-1679) John Locke (1632-1704), George Berkeley (1685-1753) y David Hume (1711-1776). Puede considerarse un precursor del e. Francis Bacon de Verulam (1561-1626). El utilitarismo posterior es de inspiración empirista y dentro de esa escuela se destaca como empirista el gran filósofo positivista del s. XIX inglés John Stuart Mill (1806-1873). En el s.XX Bertrand Russell (1873-1969) sigue en la línea de Hume. Unidad y Diversidad: E. es fundamentalmente una doctrina epistemológica. Subraya la importancia de la experiencia sensible. Aun allí incluye cierta variedad de matices y grados, ya que es posible decir que la experiencia sensible es básica, que es la única fuente de conocimiento, o ir más lejos y decir que es preeminente, o llegar a afirmar que es el único tipo de conocimiento. En cualquier caso el empirista hace hincapié en el conocimiento sensible.
     
      Por lo demás, los empiristas históricamente han variado enormemente en cuanto a la ética, la teología natural y la metafísica. Berkeley creía en la realidad sustancial de los espíritus. Hume más bien creía en la realidad de las sensaciones mismas. Muchos positivistas actuales son simplemente materialistas como Hobbes. Hume era escéptico. Locke era realista en su epistemología, aunque con reservas. Locke era iusnaturalista en su pensamiento político. Hobbes creía que la sociedad política es un mal menor, que se forma por razones pragmáticas. Las razones pragmáticas fueron el único criterio en ética para los utilitaristas que influyeron mucho sobre J. S. Mill en su periodo juvenil.
     
      Si se pueden encontrar notas de unidad dentro del e. son más bien de tendencias y muchas veces en negaciones más que en afirmaciones. EL e. es antiplatónico, antirracionalista, no acepta el argumento ontológico para la existencia de Dios, niega que haya ideas innatas.
     
      Empiristas metafísicos: Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, John Locke estarían de acuerdo en afirmar que todo lo que hay en el intelecto ha estado antes en los sentidos. He aquí el mínimo grado de e.
     
      Santo Tomás, sin embargo, precisaría su e. afirmando que: 1) nada hay en el intelecto del mismo modo que estuvo en los sentidos, puesto que el intelecto conoce sólo lo abstracto, lo desmaterializado, mientras que los sentidos conocen lo singular material; 2) el intelecto puede inferir proposiciones acerca de lo que no ha sido conocido por vía sensible; 3) el intelecto puede conocer verdades trascendentales, las cuales no se limitan a lo material sensible, sino alcanzan cualquier ser.
     
      Francis Bacon, canciller de Inglaterra, insistió en la inducción en contra de los aristotélicos de su tiempo, a quienes criticó duramente. Los aristotélicos, al parecer, hacían más caso a los libros antiguos que a la experiencia del mundo. Favorecían la deducción de principios generales. Sin embargo, la intención de Bacon es en el fondo muy similar a la de Aristóteles mismo. Bacon quiere destacar las formas que están en la naturaleza. Los cánones de inducción de Bacon son similares a los de J. S. Mill, pero las presuposiciones de Bacon son ontológicas, no positivistas.
     
      En cambio, Bacon es positivista por cuanto valora el conocimiento práctico más que el especulativo. «El conocimiento es potencia», reza un famoso dicho suyo.
     
      Locke comenzó la tendencia antimetafísica dentro del e. haciendo inviable la noción de sustancia. La sustancia para Locke es el sustrato incognoscible debajo de las propiedades sensibles. La sustancia no es lo colorido, ni lo sabroso, ni lo audible, ni lo táctil, ni lo oloroso. Es su sustento inimaginable.
     
      Tampoco realza Locke la realidad de las cualidades sensibles tal cual las percibimos. Distingue entre dos tipos de cualidades: unas están formalmente en las cosas y otras están sólo fundamentalmente. Las características que dependen de la cantidad como figura y extensión se perciben cual son. El color, calor, sabor y ruido tienen su fundamento, su causa en las cosas. No están en las cosas de la misma manera que las percibimos. Estas son cualidades secundarias, aquéllas primarias.
     
      Además, Locke no da explicaciones metafísicas sino psicológicas de la causalidad y personalidad humana. No es reduccionista, pero abre el camino al reduccionismo.
     
      Inventor de la frase «la mente humana al nacer es tabula rasa», Locke acepta la posibilidad de conocer a Dios, al menos de modo probable, a partir de las cosas. No es nominalista en su teoría del conocimiento.
     
      Preocupación principal de Locke es refutar la teoría de Descartes (v.) y de los platónicos de Cambridge de que hay en la mente humana ideas innatas. Quiere evitar las investigaciones metafísicas que no vienen precedidas por un estudio de las facultades humanas y especialmente de sus limitaciones. Este prerrequisito epistemológico crecerá en importancia a los ojos de los filósofos hasta Kant, para quien la crítica desbanca completamente a la metafísica.
     
      Hume: es justo decir que en Hume el reduccionismo llega a su cenit. Ya Berkeley ha observado con toda lógica que no hay razón para suponer que las cualidades primarias son objetivas si las llamadas secundarias no lo son.
     
      Hume, empezando con la causalidad, toma los análisis psicológicos de Locke con explicaciones de cómo surgen en nosotros ideas que carecen de contrapartida real. Reduce las nociones de causa, existencia, sustancia, etc., a meros hábitos subjetivos de asociaciones de ideas, debidos a semejanza, sucesión regular o contigüidad espacial. Hume contrapone razón y experiencia al negar que las categorías fundamentales de nuestro intelecto se derivan de los datos empíricos.
     
      Es fenomenalista. Cree que los objetos del conocimiento sólo son los contenidos de la mente y, por afnadidura, que estos contenidos son datos sensoriales.
     
      Las percepciones se dan como imágenes fuertes o «impresiones», como Hume prefiere llamarlas. La imaginación produce otras percepciones, las «ideas» o imágenes débiles. La imaginación puede desconectar y reensamblar libremente los elementos simples de las ideas. Las ideas simples no llevan relación esencial a otras ideas sino que son libremente combinables. De hecho, nuestra experiencia produce ciertas combinaciones en vez de otras, pero Hume atribuye esta constancia a las leyes de asociación de ideas.
     
      Kant: el filósofo de KSnigsberg intenta reconciliar la epistemología escéptica de Hume con la física de Newton (v.). Encuentra que los reveses de la metafísica racionalista de Wolff hacen necesario dudar de si es posible la metafísica. En cambio, de la lógica, la matemática y la física sólo es necesario preguntar cómo son posibles. Su validez es evidente. La razón de su validez ha sido puesta en duda por Hume. Kant tiene conciencia de que la crítica de Hume podría minar la posibilidad de cualquier ciencia -metafísica y natural- por igual.
     
      Kant trata de las condiciones de la sensación en su Estética Trascendental. Las formas subjetivas, bajo las que objetivamos toda percepción, son espacio (forma externa) y tiempo (forma interna). No son características de lo percibido sino de nuestro modo de percibir. Por consiguiente, no son reales.
     
      Todo conocimiento válido debe tener su elemento empírico. Un juicio nos dice algo si es sintético. Si es analítico, no nos da información nueva. Pues bien, el juicio sintético requiere información empírica, datos sensibles, aun cuando su inteligibilidad sea a priori.
     
      La metafísica es una reflexión sobre las ideas o categorías fundamentales del intelecto. Cualquier reflexión sobre las categorías de nuestro entendimiento es a priori, pero no nos da conocimiento sintético ya que carece de base empírica.
     
      Gilson ha llamado fisicismo a la posición epistemológica de Kant. Este subraya que en la física hay dos aspectos distintos pero igualmente esenciales: la hipótesis que nos permite entender y los datos empíricos. No obtenemos la hipótesis de los datos sino que la traemos a los datos. Es a priori, dice Kant.
     
      Psicologismo. Pocas veces se ha llegado a un e. más universal que el de Mill. Es «psicologista», es decir, confunde lógica y psicología. Trata a las leyes lógicas y matemáticas como si dependieran de la experiencia repetida, es decir, de la inducción. Mill estaba muy cerca de caer en un círculo vicioso, al mantener que la misma constancia de la naturaleza (que es el principio que permite toda generalización sobre experiencia pasada) se conoce mediante una inducción universal, es decir, la experiencia de toda la vida.
     
      La matemática misma, dice Mill, se basa en la experiencia. La prueba, p.ej., de que 1+2=3, es la experiencia de añadir una piedra a dos piedras y después contar. (La explicación tanto tradicional como contemporánea es que nos basamos en conceptos de «l», «2», «3» y «+» en vez de la experiencia). También la lógica se basa en la experiencia, no de cosas externas sino del pensamiento. Autores posteriores acusan a Mill de tratar entidades ideales (lógico-matemáticas) como si fuesen reales.
     
      Valoración crítica. El e. indudablemente encierra elementos válidos. El proceso cognoscitivo humano arranca del conocimiento sensible. Además todo acto intelectual provoca un acompañamiento imaginativo. Por otra parte, no consta que haya ideas innatas. La física, que forma una parte muy importante de la cultura actual es esencialmente empírica ya que su base es la medición de los fenómenos sensibles.
     
      En contra del e. en su forma más extremada, hay que insistir en que las facultades cognoscitivas humanas no se limitan a las sensoriales y que, por tanto, nuestro conocimiento trasciende los datos sensibles. El empleo de ideas generales es algo evidente, incluso al nivel del sentido común, y, naturalmente, la generalización es resultado de una abstracción del dato sensible.
     
      La lógica simbólica ha rechazado enérgicamente la posición de Mill, que hacía depender la lógica y matemática de la experiencia. Sin embargo, este rechazo se debe a que se considera que las proposiciones matemáticas y lógicas son analíticas, que no tienen contenido informativo. Wittgenstein va más lejos todavía y tilda esta clase de proposiciones de «tautológicas».
     
      La parapsicología investiga la posibilidad de que hay transmisión de pensamiento sin que medie ninguna ayuda sensorial. La teoría psicoanalítica de Jung mantiene que todos tenemos arquetipos o ideas innatas en nuestra alma. Ambas teorías van en contra del e. Sin embargo, ninguna ha sido adecuadamente confirmada aún. Por otro lado, el defecto importante del e. es su minusvaloración del conocimiento intelectual y general.
     
     

BIBL.: G. DELEUZE, Empirisme et subjectivité, París 1953; J. MARÉCHAL, Le Point de départ de la méta physique, París 1940; C. R. MORRIS, Locke, Berkeley, Hume, Londres 1931; P. K. FEYERBEND, Problem of Empirieism, en Beyond the Edge of Certainty, Prentice Hall, Englewood Cliffs, N. J., ed. R. G. COLODNY; F. OLGIATI, L'Idealismo di Giorgio Berkeley ed il suo significato storico, Milán 1926; C. A. VIANO, John Locke, dal razionalismo all'iluminismo, Turín 1960; R. POLIN, Politique et philosophie chez Thomas Hobbes, París 1952; ÍD, La philosophie morale de John Locke, París 1961; D. HUME, Inquiries Concerning the Human Understanding and Concerning the Principies of Knowledge, Liberal Arts Press, Nueva York 1953; A. LEROY, La critique et la religion chez David Hume, París 1930; M. GARCÍA MORENTE y J. ZARAGÜETA, Fundamentos de filosofía, Madrid 1960.

 

JAMES G. COLBERT, JR.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991