Concepto. En el campo pedagógico, se llama e. de adultos a la llevada a
cabo con aquellos individuos que se encuentran dentro del periodo
posescolar primario. Con la expresión indicada apuntamos a la escolaridad
(equivalente a la primera enseñanza) recibida por personas que han pasado
la edad normal para recibirla. La e. de adultos se considera comúnmente
referida a las personas entre 25 y 70 años de edad, pero también debe
incluirse a aquellas menores que no realizaron más que la escolaridad
obligatoria (hasta los 12 ó 14 años). Es decir, no entran en este apartado
los menores de 25 años que continúan realizando sin interrupción sus
estudios medios o superiores.
Objetivos. Con la e. de adultos no se pretenden otros objetivos que
los que demanda la e. en sentido general. La e. intenta desarrollar
aquello que es genéricamente humano en el hombre; pretende que las
personas logren tomar una postura digna en sus vidas, que su conducta
concuerde con un pensamiento equilibrado; del mismo modo, en general,
éstos son los fines de la e. de adultos. Pero en un sentido más estricto
suelen considerarse por los especialistas estos otros tres objetivos: la
alfabetización, la ampliación cultural y la formación profesional. La
alfabetización (v. ANALFABETISMO) se aplica a los que no poseen los
conocimientos instrumentales básicos, bien por falta de escolaridad, bien
por haber olvidado lo que aprendieron en su día muy superficialmente;
lectura, escritura y cálculo sencillo constituyen estos conocimientos
instrumentales. La ampliación cultural es un segundo paso en la e. de
adultos. Por ella se les imparten unas nociones culturales generales que
pueden ser el inicio de posteriores estudios u observaciones; estas
nociones no tendrán excesivas pretensiones teóricas, propias más bien de
la enseñanza media.
La formación profesional trata de instruir operarios calificados en
una de las varias ramas: industrial, agrícola, ganadera, comercial,
pesquera, minera, etc.; esta formación profesional constituye hoy una de
las mayores preocupaciones de todos los Estados debido al veloz ritmo que
sigue el progreso. Cualquier vacilación puede relegar a un país dentro de
la marcha general del desarrollo. La Ley de Formación Profesional (20 jul.
1955) trata en España de aunar esfuerzos que se hallaban repartidos, a la
vez que fomenta nuevas iniciativas en este campo; idénticos impulsos se
han dado en otros países de Hispanoamérica. Propiamente, las escuelas de
adultos no serán centros de formación profesional en sentido técnico, pero
pueden ayudar a mejorar el conocimiento y rendimiento en la profesión ya
elegida, o a sugerir la elección. Pero no podemos limitar la e. de adultos
a las técnicas del lenguaje y cálculo o a los rudimentos culturales y
profesionales mencionados. Al adulto hay, además, que educarle en su
inteligencia y en su espíritu, capacitándole para que sepa enjuiciar con
lógica y con recta moral cualquier situación de su vida. Debe fomentarse
su sentido de cooperación y sociabilidad, su ansia de saber; debe
desarrollársele, en fin, su personalidad.
Problemática. La primera dificultad que surge cuando nos enfrentamos
con la cuestión de la e. de adultos es la relativa al condicionamiento
psicológico de los alumnos, diferente como es natural al de los niños en
edad escolar. El adulto, cuando las materias que debe aprender se basan en
ejercicios de memoria, tarda más que el niño en aprender; empero, dominará
mejor aquellas otras en que utilice, p. ej., la facultad de razonamiento,
o que se relacionen con necesidades de su mundo adulto. El educador de
adultos debe tener en cuenta que a éste interesan sobre todo los problemas
que a diario se le plantean en la vida; por ello, la enseñanza impartida
ayudará a los alumnos a allanar este enfrentamiento. El adulto debe
comprobar en todo momento la eficacia de su esfuerzo y estimularse cada
día con sus propios progresos; ésa será su mayor motivación. Otra clara
limitación viene dada por la falta de «plasticidad» del adulto con
relación al niño; aquél parece «estar de vuelta» en muchas cosas, y por
ello suele «acorazarse» en sí mismo ante la indagación de los demás. La
dificultad, en fin, de la e. de adultos aumenta cuando el educador ha de
enfrentarse con personas que viven a diario crueles experiencias de
privación económica, social y moral.
Ha constituido también en los Estados una gran preocupación el
problema de encontrar personal docente capacitado y suficiente para la
gran tarea de redimir a los adultos de su incultura. La tercera Comisión
de la Segunda Conferencia Mundial de Educación de Adultos (UNESCO, 1962)
hizo hincapié en que es preciso «un programa de choque» de e. de adultos
en el que forme parte toda la sociedad; la urgencia que requería esta
acción hizo que muchos especialistas solicitaran allí que fueran
movilizados no sólo los maestros, sino también «personas calificadas».
Recalcamos este hecho para que se repare en la apresurada necesidad que ha
sentido el mundo por esta e. En España, constituyen hitos importantes las
siguientes realizaciones: creación de la Comisaría de Extensión Cultural (Decr.
18 dic. 1953); creación de la Junta Nac. contra el Analfabetismo (Decr. 10
mar. 1950, derogado por el Decr. de 10 ag. 1963 que inicia la Campaña Nac.
de Alfabetización). Ha sido muy eficiente la labor de los maestros
españoles en estas campañas. En Venezuela participaron doscientos mil
voluntarios de 1958 a 1963 en la campaña de alfabetización, reduciéndose
el porcentaje de adultos sin instrucción en un 25%. En Perú, en 1963, el
ministerio de Educación invitó a particulares e instituciones sociales a
cooperar en la campaña de reducción de la incultura, alfabetizando cada
uno a una persona cada año.
Principios didácticos. No es posible recomendar un método absoluto
de e. de adultos; según la edad, cultura, país, etc., tendrá notables
variantes. Los métodos aplicados a niños ya hemos insinuado que no son del
todo apropiados. En general, la enseñanza no deberá ser muy dogmática y la
vigilancia del trabajo del adulto no agobiará a éste en ningún momento; es
decir, conviene estimular la independencia de estudio de este tipo de
alumno. La gran variedad que presenta el alumnado adulto hace más
necesaria una enseñanza de tipo individualizado. La clase de adultos
deberá ser menos numerosa para que el educador pueda atender mejor a cada
uno de sus alumnos, conocer sus detalles individuales, circunstancias
económicas y sociales, tendencias vocacionales, etc.; el diálogo, forma
educativa fundamental, es en el caso de la e. de adultos más recomendable
aún. El principio de actividad es considerado hoy como uno de los pilares
básicos de la didáctica moderna; de igual modo, el método activo es el más
oportuno en el tipo de e. que comentamos. Las razones están patentes; si
ya al niño hemos de habituarle a la actividad, para el adulto ésta forma
parte de su vida. Quizá el objetivo fundamental del maestro de adultos sea
procurar introducir sólidos hábitos de trabajo; la excesiva verbalización
sobra en la escuela de adultos. En realidad se trata con este método
únicamente de aprovechar la innata actividad de los alumnos en su propio
beneficio formativo. Existen otros principios didácticos ya afianzados en
otros tipos de enseñanza. El principio de intuición (V. AUDIOVISUALES,
MEDIOS), objetivación o visualización se afirma por sí propio; es tal su
universalidad que resulta obvio su eficacia en la escuela de adultos. Aún
más útil con los adultos es el principio de realismo, puesto que ellos
están más cerca de la realidad de las cosas que los niños.
V. t.: ANALFABETISMO; ORIENTACIÓN PEDAGÓGICA.
BIBL.: J. NAVARRO HIGUERA, Manual
de educación de adultos, Barcelona 1957; A. S. M. HELY, Los maestros y la
educación de adultos, ed. UNESCO, París 1966; Educación de adultos, «Rev.
Bordón» XIII, no 102-103, Madrid 1961; M. R. PAYÁ IBARS, Objetivos,
organización y métodos de la educación de adultos, en Cuestiones de
Didáctica y Organización Escolar, Madrid 1960; R. A. BEALS y L. BRODY, The
Literature of Adult Education, Nueva York 1941; I. RODRíGUEz BON,
Educación de adultos: Orientaciones y técnicas, Puerto Rico 1952; DIVISIÓN
DE EDUCACIÓN DE LA UNIÓN PANAMERICANA, La educación fundamental del adulto
americano, ed., Río de Janeiro 1949 y Washington 1951; H. KEMPFER, Adult
Education, Nueva York 1955; A. J. J. RATCLIFF, The Adult Class, Londres
1938; J. M. MORENO, Selección bibliográfica sobre educación de adultos,
«Rev. Bordón» XIII, no 102-103, Madrid 1961, 447-451.
D. DEL RÍO SADORNIL.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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