CHARTREUSE, CARTUJA DE


La fecha fundacional de la Grande Ch., primera cartuja y cabeza de la orden de los cartujos (v.), podemos fijarla con seguridad: junio de 1084. Conocemos asimismo el nombre de los primeros pobladores de ese extenso desierto del Delfinado (Francia) totalmente cerrado por altas montañas: el maestro Bruno (v. BRUNO, SAN), maestro Landuino (sucesor de Bruno), Esteban de Bourg y Esteban de Die (ambos canónigos de S. Rufo), Hugo el Capellán, y los conversos Andrés y Guarín. Son las siete misteriosas estrellas del profético sueño de S. Hugo de Grenoble, fundamento histórico del escudo de la orden. Guiados por el obispo, se establecieron en el macizo de Chartreuse, a una altitud de 1.150 m. y a 20 Km. de Grenoble, en un rincón «horriblemente bello y terriblemente agradable» en frase de mons. Camus. Las primeras construcciones (una serie de sólidas celdas, en torno a un claustro, y una capilla) estaban situadas en el emplazamiento que hoy ocupan N. S. de Casalibus y la capilla de S. Bruno, edificadas por un gran español: dom Francisco de Maresme. Seis años después de su fundación, al ser llamado Bruno a la corte papal de Urbano 11, la pequeña Comunidad se dispersó y las posesiones fueron cedidas a Seguin, abad de Chaise-Dieu. Reagrupados nuevamente en torno a Landuino, Seguin, por mandato de Urbano 11, devuelve a los cartujos la plena posesión de Ch. (17 sept. 1090). Landuino m. el 14 sept. 1100. Y se va trenzando la lista de priores generales de la orden (dignidad que de derecho ostenta, a partir de 1140, el prior de la Grande Ch.) cuyo número llega actualmente a 71.
     
      En 1109 es elegido quinto prior de Ch. una gran personalidad: Guido 1, que durante 27 años va modelando el espíritu y la estructura de la Cartuja. Hacia 1127 termina las Consuetudines Cartusiae, la verdadera Regla de la orden, y el 30 en. 1132, tiene que asistir a la casi total destrucción de la primitiva cartuja y a la muerte de siete religiosos, aplastados por un alud de nieve y piedras. Decide entonces emprender la construcción de Ch. adoptando el emplazamiento actual, a 975 m. de altitud y un Km. más abajo. La nieve, es cierto, no volverá a aplastar las nuevas construcciones; pero el fuego se cebará en ellas por ocho veces hasta destruirlas, si bien la iglesia y el capítulo primitivos, de piedra labrada, se conservan todavía. De esta época es también el basamento del claustro gótico actual. El imponente conjunto que constituye hoy la Grande Ch. quedó terminado en 1688, durante el generalato de dom Le Masson, a raíz del octavo incendio. Es un grandioso conglomerado que cubre 5 Ha., y sus tejados miden 40.000 mz, comprendidos anejos y granjas.
     
      En 1140, bajo S. Antelmo, se celebra en Ch. el I Capítulo General, asamblea constitucional de la orden exenta, Capítulo que, a partir de 1155, se celebrará periódicamente en la casa madre, y cuya autoridad fue confirmada en 1177 por Alejandro III, y nuevamente (10 oct. 1258) por Alejandro IV.
     
      La Grande Ch. hubo de sufrir mucho en las guerras de religión. Durante 50 años fue el blanco de las persecuciones de los «reformistas». El 4 jun. 1562 los hugonotes (v.) saqueaban e incendiaban (era la sexta vez que ardía) la edificación, y, por espacio de más de un año, Ch. fue entregada al pillaje. La situación llegó a ser tan delicada, que durante 20 años hubieron de celabrarse 4 Capítulos Generales en los dominicos de Chambéry. Parece que Ch. estaba puesta como signo de contradicción: su historia es un tejido de destrucciones e incendios, saqueos y proscripciones. Después de los hugonotes, viene la Revolución de 1789, arrojando por espacio de 23 años a sus 38 monjes coristas. La casa quedó vacía, si bien el Gobierno toleró en calidad de «custodios», a 4 padres y 12 hermanos. Pero sólo por algún tiempo. Con todo, hasta 1813 no murió el último superviviente de la antigua Comunidad en Ch., el hermano Bernardo Albert. En 1816 nuevo trabajo de reconstrucción: de los edificios y de la Comunidad. El hiatus vocacional de 23 años repercutió en el acoplamiento de las antiguas y nuevas generaciones. Dom Juan Bautista Mortaize tuvo la habilidad de soldar lo antiguo con lo nuevo en un cuerpo relativamente compacto. En 1903, nueva expulsión y expatriación en Farneta (Italia). Esta vez durará más tiempo: 37 años, pero la Comunidad de Ch., reagrupada en Pignerol y luego en Farneta, vive unos años pacíficos en el exilio. En 1912, Ch. de declarada Monumento Nacional.
     
      La Grande Ch. cuenta entre sus monjes con recias personalidades: Bruno, Guido I, Antelmo, Hugo de Lincoln, Juan de España, Elzéar de Grimoard, A. Dellieux, Le Masson, F. du Puy, «el príncipe de los humanistas delfineses» (G. Letonnelier), y entre sus visitantes ilustres a S. Bernardo (v.), Pedro el Venerable, Hugo de Grenoble, S. Francisco de Sales (v.) en 1618 y Chateaubriand (1793). De los 40 obispos cartujos anteriores a 1300, una buena parte procedían de Ch. Tres de sus priores fueron propuestos para el Papado: Juan Birelle (m. 1360), «el primer clérigo y el monje más ilustre del mundo entero» (Inocencio IV), Guillermo Raynald (m. 1402) y Bruno d'Affringues (m. 1632), papable según Belarmino. Pero la historia de la Grande Ch., por su calidad de casa madre de los cartujos y residencia del prior general, queda enmarcada en la historia de sus generales, que interesa a toda la orden.
     
     

V. t.: CARTUJOS (Orden cartujana) 1 y 11; BRUNO, SAN. BIBL.: B. BLIGNY, Recueil des plus anciens actes de la GrandeChartreuse (1086-1196), Grenoble 1958; A. Du Boys, La Grande Chartreuse, Grenoble 1845; X. Roux, La Grande Chartreuse et ses ooisins at,ant la Réz•olution, Grenoble 1892; M. DUBOis, Grande Chratreuse. L'art au Monastére, Grenoble 1930; L. PONCET, Le drame de la Grande Chartreuse, Dijon 1931; C. BAUTRAis, La Grande Chartreuse, París-Grenoble 1967.

 

ILDEFONSO GÓMEZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991