CAPILLA MUSICAL


Se trata, más bien, de un nombre equívoco. Al hablar de maestro de capilla la referencia, hoy, va dirigida exclusivamente a la música eclesiástica y dentro de ella, oficialmente, a las catedrales que tienen su coro permanente bajo la dirección del maestro de capilla, cargo unido a canonjía o a beneficio. Nombre y cargo cambian en la tradición musical eclesiástica del luteranismo (recordemos el nombre y el cargo de cantor para J. S. Bach en la iglesia de S. Tomás de Leipzig) porque dada la parvedad litúrgica del culto luterano, la música adquiere una importancia especial. Insistimos, sin embargo, que bajo el nombre de c. m. (salvo la voluntad de evocación histórica que pueda haber en ciertos grupos que interpretan la llamada genéricamente música antigua) se entiende hoy como inseparable de la función religiosa del coro en las catedrales, concepto y realidad que están Sufriendo una profunda crisis debida a las reformas litúrgicas nacidas del conc. Vaticano y a la insistencia en la participación del pueblo. Este concepto queda fijado profesionalmente bastante después del conc. de Trento y tiene su apogeo en los s. XVln y XII en los que el triunfo del italianismo en la música religiosa hacían de la oposición a maestro de capilla -el último grande español en esta línea fue Hilarión Eslava- un verdadero acontecimiento y una verdadera lucha dentro del ámbito eclesiástico, por el carácter beneficial del cargo desde el punto de vista económico.
      La situación actual de la c. m. sufre, como decimos, una profunda crisis de muy graves consecuencias para el futuro. En la liturgia postrentina, la c. m. tenía como obligación fundamental la del esplendor en los actos corales, singularmente en la misa de domi-ngos y de días festivos y en el llamado Oficio de vísperas solemnes. Trento (v.), con arreglo al modelo palestriniano, hizo posible una casi exclusivamente vocal, sólo masculina, apoyada en lo posible en la escolanía de tiples. El mundo del Barroco, el italianismo, la progresiva profanización de la música religiosa, desborda esa concepción funcional, en tres elementos: orquesta, coro mixto y solistas. Queda prácticamente reducida la c. m. a una labor de oficio y para las grandes solemnidades musicales el maestro de capilla tiene que buscar afuera los elementos de grandeza, tanto en instrumentistas como en cantores y 'se crea así un nuevo aspecto de la profesionalidad dentro del mundo musical. El proceso se agudiza durante todo el siglo XII: baste recordar que obras inmensas como los Requiem de Berlioz y de Verdi fueron estrenadas en el templo.
      El Motu Proprio de Pío X (v.) sobre la música eclesiástica restaura en apariencia el clásico concepto de capilla, pues hay una organizada cautela contra los instrumentos y una revalorización de la polifonía clásica. No se suele señalar, sin embargo, que esa capilla polifónica debería haber sido también protagonista y especialista en el canto gregoriano, cosa que no ocurre salvo en los monasterios. Dentro del Motu Proprio se crea ya una tensión: al estimularse el canto popular, la participación en la misa del pueblo y, al prohibirse simultáneamente la ejecución de parte del repertorio, la colaboración de la orquesta, la función de la c. m. decae de una manera considerable y ya, incluso en las pequeñas ciudades, el maestro de capilla deja de ser, como en el siglo pasado, una institución.
      La radical reforma litúrgica que trae consigo el conc. Vaticano II, extrema, por una parte, la tensión anterior: la participación es mucho mayor, se usa la lengua vulgar, hay muy pocos espacios para la actuación del coro e incluso se coloca como una función importantísima de la capilla y de su maestro el conducir esa participación. Por otra parte, sin embargo, la mayor libertad para la intervención de instrumentos, la neta apertura a todas las corrientes de la música actual, incluso a las más avanzadas, la neta distinción que establecen los liturgistas músicos entre la ostentación -vetada- y el esplendor -forma especial de participación- permite, previas auténticas reformas de estructura, un nuevo renacer de la c. m. y de su maestro.
     
     

BIBL.: 1. CHAILLEY, Histoire musicale du Moyen Age, París 1969; G. REESE, Music in the Renaissance, Nueva York 1954.

 

FEDERICO SOPEÑA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991