CANAÁN


LAS RELIGIONES EN CANAÁN. 1. Situación general. La situación religiosa de Canaán era compleja tanto por la influencia extranjera como por la adaptación a la vida sedentaria de las tribus semíticas que ocuparon el país, lo que produjo una superposición de cultos relacionados con la agricultura junto con un panteón primitivo propio de pastores en estado tribal. Los Textos de Execración egipcios, de mediados del s. xix a. C., maldicen nombres de semitas compuestos generalmente del nombre del dios más las ideas de padre, hermano o tío, como corresponde a los fuertes lazos familiares del estado tribal; medio siglo más tarde, los mismos Textos de Execración contienen nombres compuestos con Hadad, el dios amorreo de las tormentas y de las lluvias, que en una sociedad agrícola sedentaria son fundamentales; por ello el interés religioso se dirigirá preferentemente. hacia el dios que las proporciona, que con el tiempo vendrá a ser conocido con el apelativo de Baal (v.), el «Señor» por antonomasia. Es conocida la profunda religiosidad de los semitas, pero hasta hace algo más de treinta años no teníamos, para conocer la vida religiosa :le los cananeos, más que las referencias que hay en la Biblia, inscripciones, datos arqueológicos y los datos tardíos e indirectos de los escritores grecorromanos. Gracias a los textos religiosos descubiertos en Ugarit (v.) conocemos hoy directamente la religión cananea en el segundo milenio a. C., y podemos estudiarla independientemente de su sucesora la religión fenicia (v. 46), con la que no se debe confundir. La religión cananea Fue fuente constante de tentación para los hebreos (v.). A Egipto los hicsos (v.) llevaron el culto de la diosa cananea `Anat y la dinastía XVIII adoptó al antiguo dios Horon; también pasaron algunos mitos cananeos a los hititas (v.) y, por medio de los fenicios, al mundo griego y romano.
      2. Mitología y panteón cananeos. El panteón cananeo estaba presidido por el dios Il (El, 9lohim en hebreo, Alláh árabe), dios decano de los nómadas y, por ende, con funciones eminentemente éticas y sociales. Es tratado siempre con respeto y su consejo o aprobación es buscado por los otros dioses; recibe los títulos de «Padre de los dioses», «rey», «padre de los hombres», «creador de las criaturas», «amable», «misericordioso» y «toro». Es descrito como tolerante y benigno. Reducido a un otium cum dignitate, de su primitiva potencia procreativa simbolizada por el toro no le queda en los textos ugaríticos más que el engendrar al lucero matutino Sahar y vespertino Sglm y a los llamados «dioses graciosos y bellos». El becerro de oro adorado por los hebreos pudo estar inspirado en el toro de 11, pero como Baal también estaba representado por un toro, probablemente se llegaría a una confusión de ambos dioses.
      Para algunos, Il (literalmente, dios) era el apelativo con que se designaba por antonomasia al dios Dagan o de los cereales. Dagan era considerado como padre de Baal, y en Ugarit su templo estaba al lado del de Baal. El culto a Dagan era propio de los amorreos del s. xxli a. C. en el Éufrates y continuó en Asiria y Babilonia; siendo un dios de la vegetación es natural su asociación a Baal. Los filisteos lo adoraban en Asdod (1 Sam 5,17); en hebreo se le llamaba Dagán, palabra relacionada con dag, pez, lo que motivó la errónea interpretación de Dagan (cereal) como diospez.
      La esposa y a la vez hija del dios II era la diosa 'Aserat (Alerah) llamada también Ilat (la «diosa» por antonomasia), Rbt 'srt ym (señora 'Aserat del mar), «Madre de los 70 dioses» y «Paridora de los dioses». Era diosa activa, enemiga de Baal, aunque sobornada se avenga a veces a hacer de intermediaria respecto de II; ella o su sirvienta Amt 'Asrt pare unos monstruos qUe atacan a Baal. Según 2 Reg 21,7, en el Templo de Jerusalén llegó a haber una imagen de Aserah, quitada con la reforma del piadoso josías. Como diosa de la fertilidad vegetal, su representación era una estaca o tronco de árbol clavado en el patio de los templos, de los que ya se tienen referencias en el s. xvi1I a. C. en la ciudad de Mari, por lo que la palabra aserah sirve también para designar estas estacas sagradas.
      En Palestina, Aserat vio su personalidad absorbida por otra diosa de la fecundidad, Astarté (v.), o `Astart que es su verdadero nombre semítico, desfigurada en la Biblia con las vocales de bóiet, vergüenza, en °Astóret. `Astart tiene un papel relativamente secundario en Ugarit, pero en Palestina asumió la personalidad de las otras diosas relacionadas con las ideas de la fecundidad, fertilidad y violencia; equivale a la Istar babilónica. Su culto dio lugar a excesos sexuales con los que se creía promover la fertilidad general.
      Otra diosa de carácter fecundante y violento es `Anat; diosa activísima en la mitología ugarítica, es considerada hermana y apasionada amante de Baal, hija del dios II, y virgen. Ayuda a Baal en sus luchas y furiosa, es diosa sanguinaria, despedaza al dios Mot (muerte, sequía) enemigo de Baal, y es la única que se atreve a hablar en tono colérico a 11. Con ayuda de la diosa llapas (sol) descubre el cadáver de Baal, lo entierra y logra luego que Baal vuelva del reino de los muertos. El culto de `Anat entró en Egipto con los hicsos; los faraones de la dinastía XIX, Seti I y Ramsés II tuvieron gran devoción por ella. En el mundo helenístico fue asimilada a Atenea (v.); en la Biblia figura solamente de modo indirecto, pues en Palestina sus funciones fueron absorbidas por Astarté. Los papiros judeoarameos de Elefantina (Egipto) del s. v a. C. tienen Anat Betel y Anat Yehu, en donde se ha querido ver una fusión de Anat con Yahwéh, pero según Albright `ant significa aquí «deseo» «voluntad», no la diosa. Por ciertos textos dudosos ugaríticos, Anat, transformada en vaca, fue cubierta por Baal y le dio un hijo, Rpu B'1 o Mi. Como diosa guerrera, se la representaba desnuda sobre alguna fiera.
      Baal (v.) (b'l, dueño) era una designación general que pasó a constituir la denominación de Hadad, el dios de las lluvias, convertido en el «dueño» o «señor» por antonomasia en una sociedad agrícola que vive pendiente de las lluvias para lograr las cosechas. Se le representaba como un joven guerrero, llevando una maza o una harpé en la mano derecha y el rayo o lanza en la izquierda. Según la mitología de Ugarit, Baal se impone sobre el dios del mar (Yanz), triunfo de las lluvias regulares sobre las aguas desordenadas, y logra la autorización de Il para construirse una casa donde vivir con sus hijas o mujeres, Pidray (luz), Tallay (rocío) y Arsay (tierra); forzado a bajar al reino de los muertos regido por su enemigo Mot (sequía) es enterrado por Anat y cuando resucita, tras la derrota final de Mot, ocupa su trono definitivamente. Se ha querido ver en el mito de Baal el proceso del año agrícola: la vegetación crecida gracias a las lluvias, se seca y muere con el estío. Los hebreos eran muy proclives al culto de Baal y algunas imágenes y fiestas del ritual cananeo fueron adoptadas para aplicarlas a la religión bíblica: tales son el considerar a Dios como un rey vencedor sobre las aguas caóticas, jinete o conductor de las lluvias, el trueno como voz de Dios, la celebración del banquete final, etc.; las fiestas del año agrícola también las tomaron los judíos de los cananeos, sus maestros en agronomía.
      Durante la ausencia de Baal, en el reino de los muertos, se propuso para sustituirlo en el trono al dios `Altar, hijo de 'Agerat, que no da la talla necesaria. Se supone que `Altar era la estrella Venus en su aspecto masculino sanguinario, mientras que otros opinan que `Altar era el dios de los campos irrigados artificialmente. Sus epítetos `Aris (terrible), y Milk (rey) probablemente lo relacionan con Kemol`Altar, dios de Moab, y Milkom, divinidades a las que se ofrecía sacrificios de niños, no atestiguados, por otra parte, en Ugarit.
      Mot (muerte) es el dios del mundo subterráneo, rival de Baal en cuanto que con la sequía agosta los campos; despedazado, tostado y molido por `Anat, reaparece al cabo de los siete años, siendo entonces definitivamente vencido. Otro dios subterráneo fue Horon, cuyo culto se extendió a Egipto, donde en el Imperio Nuevo equivale a Horus el halcón; su nombre se dio a la gran Esfinge de Gizeh y en Palestina había una localidad llamada Bet Ijoron o Templo de Horon; era considerado dios de la medicina.
      Sahar wa Salem, los hijos de Il representantes del lucero de la mañana y del lucero de la tarde, son llamados «los príncipes» y nada más nacer pasan directamente al cielo; son el paralelo de los Dioscuros y un eco de esta creencia está recogido en Is 14,12, donde se habla del príncipe Helal (resplandor, Lucifer), hijo de la Aurora. Los Dioses Graciosos y Bellos son hermanos de los anteriores, pero se quedan en la tierra; de cómica voracidad, se ignora su significado exacto dentro de la mitología ugarítica, salvo que se consideren divinidades propicias a la cosecha y vendimia.
      La diosa lapas (sol) al atravesar durante la noche el mundo subterráneo, lo ve todo y es la personificación de la justicia. El dios Yw se pensó que era una forma abreviada de Yahwéh, pero no parece que tenga relación con el Dios de Israel; se le llama «el amado de II» y era considerado hijo de Il y Agerat. «osar wa Hasis (el Mañoso y Perspicaz) era el dios artesano, constructor de las mazas y del palacio de Baal; sus paralelos son el dios Path egipcio y el HafaistosVulcano grecolatino. El «dios de la flecha», era otro nombre con el que se conocería también a Resgef (Ragaf), el relámpago; como el babilonio Nergal y el fenicio Elmun (v. 5) es dios subterráneo de la peste y de la medicina; se le representaba con cuernos de gacela, su animal simbólico. Yarih, dios luna, estaba casado con Nikkal, la diosa luna, y viene a representar en Ugarit al dios Sin mesopotámico.
      El panteón mesopotámico (V. BABILONIA III) estaba bien representado en Ugarit: Nkl wIb es la sumeria Ningal; Ushry es Ishara en hurrí, diosa curativa derivada de Iltar; Prgl es Piriggal, «la Gran Leona», adorada tam. bién en Ugarit como Lbit (leona), semejante a Istar o Anat; Ppsr, Pap el príncipe, es Papsukkal; el nombre propio Pblmlk (Pabil reina) es la semitización del sumerio Pabilsag, dios relacionado con los poderes curativos; Ninegal, diosa principal de Qatna, colonia de Ur, cuyo significado es «señora del palacio», se traduce en B'lt bhtm, que significa lo mismo y así es conocida en Ugarit; Dml es el dios babilónico Damal. Tesub, el dios hitita de las tormentas, semejante a Baal, también era adorado, como igualmente el egipcio Amón. Los dioses Kb, Km yr y Mgmr que aparecen en las listas de ofrendas tienen una personalidad aún desconocida para los investigadores.
      3. Moral y culto cananeos. El culto tenía como principal manifestación el sacrificio y las ofrendas, mayores o menores; los animales sacrificados eran toros y ovejas y con su sangre se rociaba el altar. Cuando los animales eran quemados totalmente es que se ofrecían íntegros a la divinidad; si sólo se quemaba la grasa y las entrañas, el resto se repartía entre el sacerdocio y el oferente, que comía su parte junto con el dios, tipo de sacrificio llamado de comunión por establecerse una relación directa entre el dios y el devoto (v. BANQUETE SAGRADO). Además de los sacrificios regulares, había los productos de donativos voluntarios y los de voto. Las prácticas mágicas y adivinatorias existían (V. ADIVINACIÓN; MAGIA); los sacerdotes de Baal, citados en 1 Reg 18 compitiendo con el profeta Elías (v.), se autolaceran por creer, quizás, que la sangre fresca atraía la vitalidad; el duelo que por la muerte de Baal hacen Il y `Anat sería el mismo que se hacía en tiempos de Zacarías (12,11) por Hadad, y de Ezequiel (8,14) por Tammuz. Probablemente se celebraban fiestas especiales con cada cambio del año agrícola, en las que se recitaban y representaban los mitos dentro de un ritual, origen de sesiones teatrales cuyos «libretos» escritos en adobes han llegado hasta nosotros.
      Los templos constaban esencialmente de una habitación reservada o santísimo, precedida de una sala grande y de un patio donde se encontraba el altar de los sacrificios sangrientos. Los lugares altos, o recintos considerados sagrados en cerros o montes, debieron de gozar de especial veneración como santuarios al aire libre. El personal del culto estaba formado por los sacerdotes, cuyas funciones primitivamente corresponderían al rey, pero que luego se heredaban dentro de ciertas familias; los cantores y músicos, sastres, alfareros, medidores, lavanderos, porteros, matarifes y otros artesanos constituían también parte del templo, que formaba una unidad económica además de religiosa. En los templos estaban las escuelas de los escribas, donde se ponían por escrito las tradiciones orales.
      El culto a la fertilidad (v.) trajo la prostitución sagrada tanto de hombres como de mujeres, considerada como acto capaz de producir la fecundidad de la naturaleza, y que constituía uno de los ingresos del templo. Los augures y adivinos hacían modelos de barro del hígado utilizado para sus prácticas adivinatorias, cómo en Mesopotamia; las visiones nocturnas en las que el dios se aparecía en sueños al devoto es posible que exigieran un cierto rito de incubación.
      Los valores morales van implícitos en la confianza del triunfo del poder divino sobre el caos. En las leyendas de Ugarit se declara taxativamente que el rey debe velar por el pobre, el huérfano y la viuda; y el respeto a los padres es evidente, tanto por las cartas conservadas, como por el código del hijo expuesto en la leyenda de Keret: ayudar y obedecer al padre, llevarlo a casa cuando éste se embriagaba, defender y atender a los invitados, presentar las ofrendas a. los dioses en nombre de su padre, plantar una estela a su dios ancestral, verter líquidos y vino en la tumba de su padre, arreglar el techo de la casa y lavarle la ropa. Los muertos, pues, necesitaban de la atención de los vivos. Los Refalm eran miembros del cortejo de Baal; en el A. T. representan a las «sombras» de los muertos y en ese caso su papel sería semejante a los Anunnaki o dioses subterráneos babilónicos. Dada la relación del mundo de ultratumba con la medicina (rf' significa curar), los refaim serían dioses proporcionadores de fecundidad, brotes y salud; su número sería de 7 (como los Cabiros) más su jefe RpuB'l, hijo de Baal y la vaca ¿Anat?
      4. La religión fenicia. La religión de los fenicios es esencialmente la misma que la de sus antecesores cananeos; dado el carácter marítimo de los fenicios, hubo una cierta tendencia a considerar como divinidades marinas algunas que originariamente eran terrestres. Los fenicios difundieron su religión por las costas del Mediterráneo donde habían establecido colonias y fundado templos (v. FENICIA); los cartagineses añadieron al panteón fenicio la diosa Tinnit y el. dios Baal Hammon. Debido a la falta de noticias literarias directas de los fenicios, hemos de conocer sus creencias por las inscripciones que contienen nombres propios teofóricos, las dedicaciones votivas y las tarifas sacrificiales. La Biblia también ayuda a conocer la religión fenicia, pero los detalles más concretos los conocemos por los escritores grecolatinos. Filón de Biblos (nacido hacia el 42 d. C.) dice haber hecho una traducción de las obras de un sacerdote fenicio llamado Sanchoniathon sobre el origen de la Creación, de los dioses y del hombre; conservada sólo parcialmente, en especial en citas de la Preparación Evangélica de Eusebio, está viciada por interpretaciones filosóficas que evidentemente desfiguran su sentido original. Damascius, el último neoplatónico (s. v d. C.) dice recoger tradiciones antiguas de Mocus; además del Dea Syria de Luciano, son fuentes útiles Herodoto, Orígenes, Tertuliano, Teodoreto, S. jerónimo, S. Agustín y Silvio Itálico.
      Según Filón de Biblos, al principio existía el Aire espeso y el Caos, padres del Viento y el Deseo, autores de Mot (¿aguas?) en forma de huevo, de donde salieron el sol, la luna, las estrellas; con la luz, los cielos y las aguas se separaron. El hombre procede del viento, Kolpias y Baau, que originaron a Aion (la vida) y Protogonos (el primer nacido); sus hijos fueron descubriendo los primeros inventos, y sus nietos, los Gigantes, también. Los primeros dioses fueron Eliun (altísimo) y Berut, que tuvieron a Urano (cielo) y Ge (tierra). Sus hijos fueron Il (El, Cronos), Betilo (BetEl), Dagon (Sidón o Zeus Arotrios), Atlas, Astarté, Rea, Dion (Baaltis). Hijo de Dagon fue Zeus Demaros, padre de Melqart de Tiro. El (11) tuvo de Rea siete hijos, entre ellos a Mut, la muerte o Plutón;, con Astarté tuvo a Eros, Potos, los siete Titanes y Persefona; también Asklepios y los siete Cabiros descendían de Il. En esta relación dé Filón de Biblos no se cita a HadadBaal, y el dios Dagon ocupa un lugar secundario.
      5. Mitología y panteón fenicios. Las inscripciones, referencias y testimonios arqueológicos permiten conocer el panteón fenicio. En primer lugar Adonis, mito literario debido al poeta griego Painasis del s. v a. C. basándose en la palabra Adonai (=Señor=Baal) y la creencia de un dios de la vegetación que muere y resucita como Tammuz (v.) y Osiris, amado por una diosa (aquí Astar, té=Afrodita). La diosa Anat era equiparada a Atenea Soteira Niké y es la misma diosa fecunda y guerrera que aparece en la mitología cananea (v. 2). `Astart (v. ASTARTÉ) estaba asimilada a Istar (Afrodita), a Hera (Reina del Cielo), a Cibeles (diosa madre) y a Juno Caelestis; predominaba en ella el aspecto matronil sobre el de la fertilidad; según la Biblia era la diosa de los sidonios y desde muy antiguo era la baalat (señora) de Biblos conocida también por Beltis, Baaltis y Afrodita de Biblos; en Cartago fue suplantada por Tinnit (Tanit); se la llamaba también Sm B'1 (nombre o cielo de Baal) asimilada a Afrodita Urania.
      Baal era el dios de las lluvias de los semitas occidentales (v. BAAI,); aspectos suyos eran quizás las divinidades Sml B'l (imagen de Baal?), Sm B'1 (nombre de Baal) y Pn B'1 (rostro de Baal, sobrenombre de Tinnit). En Cartago un Baal Hammon, de origen y etimología inciertas, estaba asimilado a Cronos=Saturno y era representado con cuernos de carnero; era el dios principal cartaginés. B'l 'dr (Baliddir, Baldir) no se sabe con exactitud su significado o sus funciones, Baal Lebanon o del Líbano y Baal Sa f ón eran los baales de tales montañas y representaban al Baal=Hadad de las lluvias; Baal Safón era también dios solar y dios de los marineros, es el Zeus Casios griego.
      Dagon era el Dagan ugarítico (v. 2). El dios II, El, como creador de la tierra, El qn ars, es el Elkurnisa hitita, de origen cananeo, asimilado después a Poseidón en su aspecto protector. Esmun era el dios de Sidón, asimilado a Asclepios, y como divinidad subterránea tenía poderes curativos; también tenía templo en Cartago. Horon era otra divinidad subterránea comparado con Heracles.Hr, en hebreo Hwr, era Horus, el halcón considerado dios de la luz. Melqart, el dios de Tiro, viene de milk (rey) y qart (ciudad); estaba asimilado a Heracles joven; y originariamente era rey del mundo subterráneo; carecía de imagen, por lo que en las monedas estaba representado por el águila o el león; muy adorado en Cartago y con un famoso templo en Cádiz, pasó a tener aspecto de dios marino. Milk, rey, no era una divinidad, sino un epíteto aplicado a ciertos dioses; Milk'astart era, al parecer, divinidad masculina y tenía un templo en Cartago. Los Refaim eran los manes o habitantes de ultratumba. Resef, el relámpago, estaba asimilado a Apolo; era el mismo dios de la peste y curativo cuyo emblema era la gacela; había un Resef de la Flecha y un Resef Mkl, quizá el Apolo de Amiklai en Grecia; Resef tenía también adoradores en Cartago. Skn es dios sólo encontrado en nombres propios teofóricos, como el Sanchoniathon citado, que significa «Skn ha dado»; quizá estuviera equiparado a Hermes.
      La influencia egipcia llevó a adorar a Isis, Horus, Osiris, y Bastet, la diosa gata de Bubasti; Labit era la Labatu acadia, diosa leona. Muy extendida estaba la devoción al dios Bes, enano feo y patizambo, que atraía la hilaridad y evitaba los males; de origen egipcio, los amuletos con su figura son numerosos entre fenicios, cartagineses y sus colonias. En el s. iv a. C. se introdujo el culto de Démeter y Coré con su ritual griego. !amas, sol, y Ssm aparecen ya en el panteón de Ugarit. Tinnit era la diosa de Cartago, asimilada a Ártemis, Urania, Dea, Juno y Virgo Caelestis; desplazó a Astarté y solía acompañar a Baal l~ammon en las dedicatorias; su símbolo era un triángulo con cabeza y brazos horizontales y también el disco solar con los cuernos de la luna.
      6. Culto y moral. Los lugares de culto eran, además de los templos, recintos a cielo abierto en lugares altos elegidos por la divinidad para su' residencia; en su centro había un santuario o simplemente un betilo; betilo (bet il, casa de dios) eran piedras inhiestas que servían para indicar que el sitio había sido elegido por un dios. Dentro del recinto sagrado se plantaban estelas conmemorativas y cipos votivos, bien para recordar algún favor divino, bien para indicar el enterramiento de objetos, niños o animales. El templo propiamente dicho era semejante al cananeo: santísimo, sala y patio; y el personal, además de los sacerdotes, sacerdotisas, hieródulos y prostitutas sagradas, estaba formado por los artesanos y demás servidores.
      Los sacrificios, como en Ugarit y la Biblia, podían quemarse íntegramente o sólo en parte, comiendo entonces el oferente su parte en comunión con el dios. Se ofrecían bebidas y comidas (sacrificio incruento) o animales; bueyes, terneras, ciervos, borregos, cabras, corderos, cabritos, cervatillos, aves de corral, pájaros. Los sacrificios humanos solían ser de prisioneros, bien como represalia, bien como ofrecimiento. En Cartago se sacrificaba anualmente una víctima a Melqart; pero el aspecto más horripilante era el sacrificio de los niños. Se acudía a ello en los casos de calamidades públicas y graves peligros colectivos; en la misma Jerusalén la costumbre de pasar a los hijos por el fuego fue cosa corriente, para escándalo de los hebreos fieles al monoteísmo. Durante mucho tiempo se ha estado creyendo que tales sacrificios de niños se hacían en honor de un dios llamado Moloch; actualmente se piensa que tal dios no existió, y que la palabra mlk unas veces puede significar «rey», epíteto adjudicado frecuentemente a los dioses, y otras ese tipo de sacrificio de niños, llamados ahora sacrificios molk, consistente en pasar por el fuego a la criaturita. El niño, a veces, podía ser sustituido por un animalito pequeño, al que se daba enterramiento como a un niño. Los huesos calcinados, una vez metidos en una urna se enterraban en un lugar apropiado, llamado tófet. Es célebre el tófet de Tinnit en Salambó, con cuatro estratos que van del s. viii al ii a. C., del que se han extraído miles de urnas. En general se indicaba el enterramiento con una estela conmemorativa; esta prática, según Tertuliano, llegó hasta el s. ill d. C. La idea del sacrificio (v.) era no solamente el alimentar a los dioses, sino también desviar su cólera hacia la víctima, quedando libre el oferente, ó bien, eran en acción de gracias por algún favor recibido o que se pensaba recibir de los dioses, cuya voluntad se forzaba así. Una parte del sacrificio iba a parar al sacerdote y se nos han conservado las tarifas, como la célebre de Marsella, con los honorarios sacerdotales, semejantes a los prescritos en el Levítico.
      Las ideas sobre la muerte eran las corrientes entre los semitas (v.): el difunto llevaba bajo tierra una vida precaria y necesitaba de la atención de los vivos. La inhumación, directa, en féretros o en sarcófagos, era la práctica corriente en cuevas o pozos con galerías. Desde el s. x es conocida la cremación del cadáver, empleada también en Palestina durante lo s s. «II y vii a. C.; en Cartago también coexistieron la cremación y la inhumación; la influencia griega contribuyó a la difusión de la cremación en el s. in a. C. El espíritu de los muertos podía ser evocado, como el de Samuel por la pitonisa de Endor a instancias de Saúl. El ajuar funerario, cada vez en menor cantidad a medida que pasaban los siglos, consistía en bebidas, alimentos y los objetos personales del difunto. La bebida y la comida eran necesarias para sobrevivir en ese estado sombrío y decaído en que se encontraban los muertos en el mundo subterráneo (seol hebreo, arallu acadio).
      Uno de los aspectos que más han llamado la atención de la religión fenicia era la degeneración de las prácticas del culto a la fertilidad (v.), en el que las acciones licenciosas llevaban aneja la idea de reactivación de las fuerzas vitales de la naturaleza. Las orgías del templo de Aphaca duraron hasta los tiempos de Constantino el Grande; indudablemente, en época tardía y en los tres primeros siglos del cristianismo, la degradación moral de los adeptos a esta faceta del culto a Astarté era indudable. Luciano nos habla de los Galli, que en momentos de histeria místicosexual, se autocastraban y vestidos de mujer recorrían diversos lugares llevando una imagen de la diosa, para cuyo culto iban recaudando fondos. Los sacerdotes del templo de Melqart en Cádiz, según Silvio Itálico, eran el polo opuesto: «son los únicos que tienen el honor de entrar en el santuario, han cerrado su entrada a las mujeres y cuidan de alejar a los puercos. Llegan ante el altar vestidos de un solo color; el lino cubre sus miembros; una cinta pelusíaca brilla en sus temporales; por lo general, cuando ofrecen incienso se cubren con un vestido talar, y cuando inmolan víctimas, dicha vestimenta va bordada de púrpura según antigua costumbre; llevan los pies descalzos y la cabeza pelada y guardan celibato. En los altares arde un fuego que no ha de apagarse nunca; imagen alguna o estatua de los dioses llena con su majestad divina el santo lugar, ni le infunde respeto» (trad. de García Bellido, Fenicios y cartagineses en Occidente, Madrid 1942, p. 112).
      En Biblos, según Luciano, la muerte de Adonis, amante de Astarté, se celebraba con grandes lamentos y laceraciones, y pasado el día del duelo, se decía que había resucitado y se celebraba una procesión con la imagen del dios. En determinadas fiestas también se celebraban procesiones con imágenes y se organizaban romerías a los santuarios que estaban en los montes. Había también ríos y árboles que gozaban de especial veneración por estar relacionados con alguna divinidad. En los templos no solía faltar ni la alberca de agua ni el bosque sagrado anejo (v. ÁRBOL II). V. t.: ASTARTÉ; BAAL; ARAMEOS II; ASIA VIII, 3b; PROFECÍA Y PROFETAS 111, 1 y 2.
     
     

 

F. DÍAZ ESTEBAN.

 

BIBL.: E. O. JAMES, Los dioses del Mundo Antiguo, Madrid 1962; J. GRAY, The Legacy of Canaan, Leiden 1957; M. ASTOUR, Hellenosemitica, Leiden 1965; T. H. GASTER, Thespis, Nueva York 1961; G. CONTENAu, La Ciuilisation Phénicienne, París 1928; R. DusSAUD, Les religions des Hittites et des Hourrites, des Phéniciens et des Syriens (vol. 2 de la colee. Mana), París 1949; J. OBERMAN, Ugaritic Mythology, New Haven 1948; J. AISTLEITNER, Die Mythologischen und Kultischen Texte aus Ras Shamra, Budapest 1959; A. JImu, Kanaan¿iische Mythen und Epen aus Ras Shamra, Kassel 1962; D. HARDEN, The Phoenicians, Londres 1962; S. MoscATI, Los Fenicios (trad. esp. en prensa); L. ARNALDICH, La religión de los cananeos, en Historia de la espiritualidad, IV, Barcelona 1969, 212216 (cfr. 201211); C. H. GoRDoN, Cananeos, en F. KSNiG, Diccionario de las religiones, Barcelona 1964, 229231; R. T. UCALLAGHAN, Fenicios, ib. 530532.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

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