BUEN PASTOR

SAGRADA ESCRITURA.


La imagen bíblica del pastor alcanza su sentido pleno en Jesús, quien se llama a sí mismo «el buen pastor» (ho poimen ho kalós, lo 10,14); este apelativo está en contraste con los malos pastores, citados con frecuencia en la Biblia. De pastores, por lo demás, se habla muchas veces: «Fue Abel pastor y Caín labrador» (Gen 4,2); «Jacob siguió apacentando el resto del ganado de Labán» (Gen 30,36); José apacienta el ganado con sus hermanos (Gen 37,2); Moisés es pastor del ganado de Jetró (Ex 3,1); David es pastor de ovejas (1 Sam 11,11); etc.
      Con diversos matices en su significado, la raíz hebrea para «pastor» y «pastorear» es r`h. Sólo una vez los Setenta traducen por el griego poimainein otra raíz, nhg (en forma piel nihag), con el sentido de guiar (Ps 48,15: 6l os guiará por encima de la muerte»). «Conducir es la acción de Yahwéh con su pueblo, a lo largo de la historia, bajo la imagen del pastor (Ps 23,3; 28,9; 78,53; Is 49,10; 58,11)» (A González, o. c. en bibl., 229). R'h tiene también el sentido metafórico de destruir (cfr. Gen 49,24, donde «el nombre del pastor de Israel» está en paralelismo con «el poderío del fuerte de Jacob», que rompe el arco de los tiradores que atacan; cfr. Ier 49,19; 50,44). Otro significado, tropológico, de r'h es el de alimentar, regir, gobernar: «y las retraeré de en medio de las gentes, y las reuniré en todas las tierras, y las llevaré a su tierra, y las apacentaré sobre los montes de Israel, en los valles y en todas las regiones del país. Las apacentaré en pastos pingües...» (Ez 34,1314; cfr. Is 14,30; 61,5); «Yo os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán sabiamente» (Ier 3,15); «Y así será la paz: cuando invada Asur nuestra tierra para hollar nuestros palacios, suscitaremos contra 61 siete pastores y ocho príncipes y regirán la tierra de Asur con la espada...» (Mich 5,56; cfr. Ier. 50,19 et pass.).
      Aquí nos interesa principalmente este último sentido, ya que el B. P. por antonomasia, Jesús, lo es porque gobierna, rige, alimenta. Pero este B. P. es entendido en el contexto y tradición de los buenos y malos pastores de Israel. Por eso nuestra atención se centra primero en el A. T.; y después en el N. T.
      Antiguo Testamento. Son denominados pastores en Israel: a) gobernantes, b) Dios, c) el Mesías.
      a) No es exclusivo de Israel el llamar a los gobernantes pastores, en sentido metafórico, ya que encontramos en Homero la expresión poimena laon, pastor de pueblos, aplicada a los reyes. En Ps 77,21, aunque no se encuentra explícita la raíz r'h (en griego poimainein) la metáfora del pastor está aplicada a Moisés y Aarón, guías del pueblo: «Condujiste (hodegesas) como grey a tu pueblo por mano de Moisés y de Aarón». El segundo jefe del pueblo y sucesor de Moisés, Josué (v.), es comparado a un pastor: «Moisés habló a Yahwéh, diciendo: Que Yahwéh, el Dios de los espíritus de toda carne, constituya sobre la asamblea un hombre que los conduzca y acaudille, para que la muchedumbre de Yahwéh no sea como rebaño de ovejas sin pastor (r'h, poimen). Yahwéh dijo a Moisés: toma a Josué, hijo de Nun...» (Num 27,1518). Por el contexto, se ve que el título es aplicado a los jueces de Israel en 2 Sam 7,7: «Y en todo el tiempo en que anduve con los hijos de Israel, ¿he dicho yo palabra a ninguno de los jefes de Israel, a quienes mandé que apacentaran mi pueblo de Israel, de hacerme una casa de cedro?». Aunque no se da explícitamente el título de pastor a los reyes de Israel, a David (v.) se le aplica la metáfora de apacentar al pueblo, al constituirle rey: «Además Yahwéh te ha dicho: apacienta a mi pueblo y sé jefe de Israel» (2 Sam 5,2; 1 Par 11,2; 17,6; cfr. Ps 78,7072). Miqueas profetiza en contra de Ajab, porque no sabe guiar a Israel: «Yo he visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y Yahwéh me dijo: Son gentes que no tienen señor, que se vuelva cada uno en paz a su casa» (1 Reg 22,17; 2 Par 18,16). Entre los apóstatas de Israel, jeremías coloca a los pastores que, por el contexto, parecen ser los reyes: «los sacerdotes no dijeron ¿dónde está Yahwéh?, y los depositarios de la Ley no me conocieron, y los pastores se sublevaron contra mí, y los profetas se hicieron profetas de Baal y se fueron detrás de los que nada valen» (Ier 2,8). La Biblia aplica también el nombre de pastores a los príncipes gentiles: «Ululad, pastores, y clamad, y encenizaos, mayorales de la grey, porque ha llegado el día de vuestra matanza y caeréis como carneros selectos. No habrá posibilidad de huir para los pastores, ni salvación para los mayorales de la grey» (Ier 25,3435; cfr. Nah 3,18); en concreto, se da a Ciro este título: «el que dice a Ciro: tú eres mi pastor, y él hará lo que yo quiera...» (Is 44,28).
      b) Dos veces es nombrado Dios con el título de pastor: «que el Dios en cuya presencia anduvieron mis padres, Abraham e Isaac, el Dios que me ha sustentado (haro'eh) desde que existo hasta hoy...» (Gen 48,15); «Pero la cuerda del arco se les rompe, y su poderoso brazo se encoge, por el poderío del fuerte de Jacob, por el nombre del pastor de Israel» (Gen 49,24). Con este nombre se le invoca en Ps 23,1: «Yahwéh es mi pastor» y en Ps 80,2: «Pastor de Israel, apresta el oído». A pesar de la sobriedad con que se emplea el título para Dios, sin embargo, las relaciones con el pueblo o con los individuos están descritas frecuentemente como las de un buen pastor con sus ovejas. Isaías (40,11) describe la acción de Dios en la liberación de su pueblo con estos términos: «Él apacentará su rebaño como pastor, Él le reunirá con su brazo, Él llevará en su seno a los corderos y cuidará a las paridas». Dios fue guía del pueblo en el desierto y lo sigue siendo después: «Él, cierto, es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de sus pastos, el rebaño conducido por su mano. ¡Si escucharais hoy su voz! » (Ps 95,7; cfr. Ps 80,2). El Ps 78, donde se recogen bellísimas lecciones de la historia, afirma en los vers. 52,53, refiriéndose al Éxodo: «Llevó luego a su pueblo como grey, le guió como rebaño por la estepa. Al seguro los condujo, sin temor, mientras sepultaba el mar a su enemigo». También en los profetas encontramos la parábola: «Porque, como novilla cerril, es cerril Israel; por eso en adelante los apacentará (r`h) Yahwéh como a oveja en lugar amplio» (Os 4,16); «Yo te alimenté (versión griega Setenta y siriaca) en el desierto, en la tierra abrasada» (Os 13,5). Jeremías (13,17) llora «porque ha sido hecho cautivo el rebaño de Yahwéh». Pero, una vez liberados, los presos «en todos los caminos serán apacentados, y en todas las alturas peladas tendrán sus pastos. No padecerán hambre ni sed, ni les afligirá el viento solano ni el sol, porque los guiará el que de ellos se ha compadecido» (Is 49,910); Yahwéh los reunirá (Ez 34,11 ss.).
      c) Porque los guías de Israel han sido malos pastores, Yahwéh va a colocar su rebaño bajo el cayado del nuevo David. El título de pastor es un elemento de la esperanza escatológica. En los profetas se condena a esos pastores infieles a su misión: «Mis guardianes son ciegos todos... son pastores que no entienden, siguen cada uno su camino, cada cual busca su interés» (Is 56,1011); rebeldes contra Yahwéh (Ier 2,8); insensatos, no le buscaron (ler 10,21); entraron a saco en el pueblo y lo pisotearon (Ier 12,10); destrozaron el rebaño, dispersaron la grey (ler 23, 12); extraviaron al pueblo (Ier 50,6); dejarán de ser pastores, porque se apacientan a sí mismos en vez de cuidar el rebaño (Ez 34,110). Por ese mal comportamiento de los pastores, Yahwéh mismo reunirá los restos del rebaño dispersado (Ier 23,3) y herido (Mich 4,6), lo apacentará en los montes de Palestina (Ier 50,19) y lo protegerá (Ier 31,10) (v. ISRAEL, RESTO DE). Yahwéh proveerá al pueblo de pastores según su corazón, «que os apacentarán sabiamente» (Ier 3,15), «y ya no habrán de temer más ni angustiarse ni afligirse» (Ier 23,4). Ezequiel (34,23) singulariza ese pastor que va a suscitar Yahwéh: «Mi siervo David él las apacentará, 61 será su pastor»; Israel y Judá estarán unidas bajo este pastor: «Mi siervo David será su rey, y tendrán todos un solo pastor...» (Ez 37,24). En Ps 2,89 se afirma el dominio universal del futuro rey sobre las naciones: «...los regirás (Setenta: poimanei) con cetro de hierro». La profecía posexílica de Zacarías condena de nuevo a los malos pastores; contra ellos se ha encendido la cólera de Yahwéh (Zach 19,3; 11,4 ss.); oscuramente, da un nuevo dato del futuro pastor: será herido (Zach 13,7); lejos de ser el pastor insensato, que no se cuida de las ovejas (Zach 11,1516), es el siervo primogénito, traspasado, que atrae las miradas (Zach 12,10; cfr. Is 53,6 ss.; lo 19,37). El Salmo 17 de Salomón (vers. 40) dice que el rey mesiánico cuidará fielmente la grey del Señor (V. SIERVO DE YAHWÉH; MESÍAS).
      Nuevo Testamento. En Jesús se cumplen las profecías del pastor esperado, con nuevas características; es el B. P. que cuida del rebaño, y establece pastores continuadores de su misión.
      a) El Evangelio de Mateo viene a decir que Jesús de Nazaret es el nuevo Israel en quien se cumplen las profecías; en concreto las del pastor: «Y tú, Belén..., pues de ti saldrá un jefe que regirá (poimanei) mi pueblo Israel» (Mt 2,6; cfr. Mich 5,1); Jesús se compadece de las muchedumbres, porque estaban «como ovejas sin pastor» (Mt 9,37; Me 6,34; cfr. Num 27,17; Ez 34,5); es el enviado a las ovejas perdidas de Israel (Mt 15,24). En Jesús se cumple también la profecía del pastor herido: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño» (Mt 26,31; Me 14,27; cfr. Zach 13,7). El Hijo del hombre, es la parusía (V.), se compara al pastor que separa las ovejas de los cabritos (Mt 25,32). Él gobernará (poimane¡) también a los gentiles, aunque en sentido de condenación (Apc 2,27; cfr. 12,5; 19,15), por el señorío universal celeste que ha recibido del Padre; a los que son fieles hasta la muerte el Cordero «los apacentará y guiará a las fuentes de la vida y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos» (Apc 7,17). En la Epístola a los hebreos (13,20) se llama a Cristo «el gran pastor de las ovejas»; en 1 Pt 2,25 «pastor y guardián de vuestras almas», y en 1 Pt 5,4 «pastor supremo».
      b) En la figura del B. P. (lo 10) Jesús recoge varios rasgos del A. T., aunque no todos sean presentados en el A. T. bajo la imagen del pastor. Frente a los ladrones, que buscan su interés y pierden el rebaño, que no son pastores sino mercenarios, Jesús es la puerta de la salvación (lo 10,10.1213; cfr. Ez 34,18); quien pasa por ella encontrará los pastos, que son vida abundante (lo 10,910); hay una estrecha y tierna relación personal entre Jesús, «el buen pastor», y sus ovejas: llama a cada una por su nombre; va delante de ellas; las ovejas le siguen, porque conocen su voz (lo 10,34.27; cfr. Is 40,11; Ez 34,1123). Quizá, el contraste mayor con el A. T., o el rasgo más característico de este pastor, es que no es presentado como un señor o rey del pueblo de Israel y únicamente de él; es un guía espiritual que instruye a todas las almas, las dirige hacia el bien y les da la vida eterna; su acción no se caracteriza por la coacción y la violencia, sino por la dulzura y la persuasión; los fieles a su voz, forman el rebaño los «suyos», provenientes de diversos rediles (lo 10,16). Voluntariamente da la vida por salvar a sus ovejas, que es el distintivo del B. P. (lo 10,18; cfr. 10,11.17; Zach 13,7; 12,10; Is 53,6 ss.). Es el pastor único que forma un solo rebaño (lo 10,16), protegido por el amor del Padre (lo 10,29).
      c) En relación estrecha con el B. P. del cap. 10 de S. Juan, está el cap. 21 del mismo Evangelio. En él se narra la última aparición del resucitado, que hace a Pedro pastor de su rebaño (lo 21,1617), guía de la Iglesia, pues apacentar el rebaño significa el gobierno de los fieles (cfr. lo 10,4.27). Se cumple entonces la promesa hecha a Pedro: «pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos» (Le 22,32; c£r. Mt 16,18; V. PRIMADO DE S. PEDRO Y DEL ROMANO PONTÍFICE). A Continuación de la investidura de pastor supremo viene la profecía del martirio de Pedro, como el buen pastor que da la vida por sus ovejas. Los obispos (v.) han sido constituidos tales «para apacentar la Iglesia de Dios» y han de velar por sí mismos y «por el rebaño» (Act 20,28 ss.). También a los ancianos (presbyterous) se les encarga que apacienten el rebaño de Dios, que se les ha confiado, no por la fuerza, sino espontáneamente, no por lucro, sino por servicio, no como dominadores, sino sirviendo de ejemplo al rebaño (1 Pet 5,23; V. PRESBÍTERO). V. t.: IGLESIA III, 6.
     
     

 

T. LARRIBA URRACA.

 

BIBL.: S. MANDELKERN, Concordantiae hebraicae et chaldaicae, 5 ed. TelAviv 1962; E. HATCH, H. REDPATH, Concordance to the Septuagint, Graz 1954; H. K. MOULTON, A Concordance to the Greek Testament, 4 ed. Edimburgo 1963; H. LESETRE, Pasteur, en DB IV,21772178; A. GONZÁLEZ, El libro de los Salmos,. Barcelona 1966; C. LESQUIVIT, X. LÉONDUFOUR, Pastor y rebaño, en Vocabulario de Teología Bíblica, Barcelona 1966, 578581; A. WIKENHAUSER, El Evangelio según San Juan, Barcelona 1967; fD, El Apocalipsis de San Juan, Barcelona 1969; C. GANCHO, Pastor, en Enc. Bibl. V,906911; A. BORRÁS, Pastor, El Buen (iconografía), ib. V,911915; I. M. BOVER, El símil del Buen Pastor, «Estudios Bíblicos» 14 (1955) 197208; L. RODRfGUEZ, Origen prehelénico de las imágenes «camino» y «pastor», «Helmántica» 7 (1956) 261287.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991