BIBLIA. GENEROS LITERARIOS DE LA
Los géneros literarios (v.) son las diversas maneras de expresarse o
decir en una obra literaria. La determinación del género concreto a que
pertenece una determinada obra (narrativo, poético, dramático, etc.)
tiene un gran interés para su interpretación, ya que el género trae
consigo una amplia gama de consecuencias con respecto al valor y alcance
de las expresiones, etc. Obviamente debe evitarse en ello todo
esquematismo (de hecho una obra puede ser reflejo o confluencia de
varios géneros), pero debe reconocerse esa realidad. Lo dicho se aplica
también, claro está, a la S. E.: Dios, al inspirar a los hagiógrafos (v. III), ha elevado sus potencias, pero respetando su naturaleza y, con
ellas, sus peculiaridades personales, etc. Al expresarse han usado,
pues, de los recursos literarios de que disponían y se han servido de
las formas de expresión propias del ambiente al que se dirigían. De ahí
el interés por conocer y determinar los géneros literarios de los libros
sagrados como momento importante del trabajo exegético.
1. El tema de los géneros literarios en la historia de la exégesis
bíblica. La existencia de diversos géneros en los libros que componen la
B. es un dato obvio, siempre advertido: la misma distinción de los
libros del A. T. en históricos, proféticos y sapienciales habla ya de
ello; y, en el N. T., es claro que los Evangelios y las Epístolas
representan géneros diferentes. La exégesis rabínica primero y después
los SS. Padres y los escolásticos 'señalaron además diversos tipos de
expresión en los libros bíblicos (narraciones históricas, metáforas,
parábolas, alegorías, etc.); y todos ellos señalaron la utilidad de
conocer el hebreo y el griego y sus peculiaridades lingüísticas, como
auxiliar para el trabajo hermenéutico. Con el Renacimiento y el
Humanismo los estudios lingüísticos sufren un incremento.
Sin embargo, en ninguno de esos momentos, aunque se hable de g.
literarios y se tenga presente la existencia de una diversidad de los
mismos en la B., se intenta hacer una catalogación y clasificación de
los mismos. En el s. XIX y XX, con el desarrollo de los estudios sobre
los pueblos del antiguo oriente, que lleva a un mejor conocimiento de
sus peculiaridades literarias, es cuando ese objetivo se intenta por
primera vez. Fue H. Gunkel (v.) el primero en querer aprovechar los
estudios sobre las literaturas limítrofes a Israel para sus comentarios
al Génesis y a los Salmos. En esa línea se realizan diversas
aportaciones de interés, pero, por desgracia, gran parte de las
investigaciones están teñidas de racionalismo (v.), por lo que la
afirmación de la peculiaridad de los modos de narrar propios de la
literatura oriental desemboca en ellos en la pretensión de negar valor
histórico a las narraciones de la S. E., sosteniendo que los llamados
libros históricos eran en realidad narraciones sólo en apariencia
históricas o géneros infrahistóricos o medios históricos con un valor
histórico pequeño o incluso nulo. Ello hizo que el tema de los g.
literarios bíblicos se centrara durante bastantes años en el estudio de
los g. propios de los libros históricos, y que las investigaciones
tuvieran un tono polémico o apologéticó según los casos.
En el campo de la exégesis católica merece especial mención M. J.
Lagrange (v.), que esbozó una teoría de los g. literarios en «Revue
Biblique» 5 (1896) 505518; teoría que desarrolló, aplicándola a la
historia bíblica, en sus conferencias de noviembre de 1902 en el
Instituto Católico de Toulouse sobre La méthode historique, surtout dans
l'exégése de l'A. T. Surgió una aguda discusión entre los exegetas
católicos del mundo entero. Se mostraron favorables K. Holzhey y N.
Peters en Alemania, Hackspill y F. Prat en Francia, H. A. Poels en
Holanda; y en contra, L. Fonek en Austria, J. Brucker en Francia y P.
Murillo en España. F. von Hummelauer, S. I., en su obra Exegetisches zur
Inspirationsfrage (Friburgo 1904), hizo una exposición sistemática de
los g. literarios aplicados a la historia bíblica, enumerando y
estudiando nueve principales (alegoría, parábola, historia épica,
historia religiosa, historia antigua, tradiciones populares, narraciones
libres, midrás haggádico y género proféticoapocalíptico); fuera de los
dos primeros, cuyo valor histórico suele ser nulo, y dejando aparte el
último, que afecta principalmente a la literatura profética, los otros
son claramente históricos, aunque presentan diferencias entre sí y con
otros géneros históricos propios de la historiografía moderna (p. ej.,
la biografía, las memorias autobiográficas, las monografías o trabajos
de investigación, etc.). Algunos sostienen que el género histórico
hebreo es menos crítico y exigente que el moderno, e intentan de esa
forma resolver el problema que plantea la concordancia entre los relatos
bíblicos y otras fuentes antiguas, tarea no siempre fácil.
El Magisterio de la Iglesia haciéndose eco de toda la tradición
anterior reconoció desde el principio la legitimidad de una
investigación encaminada a determinar los g. literarios presentes en la
B., a la vez que exigía que se procediera con seriedad científica y se
evitara toda actuación ligera y superficial de la que derivara la
negación de la historicidad bíblica. Así una respuesta de la Pontificia
Comisión Bíblica de 23 jun. 1905 exigía «sólidos argumentos» para
sostener que en algún caso «el hagiógrafo no intentó referir una
historia verdadera y propiamente dicha, sino, bajo la apariencia de
historia, proponer alguna parábola o alegoría o algún sentido ajeno a la
significación propiamente literal o histórica de las palabras» (S. Muñoz
Iglesias, Documentos Bíblicos, Madrid 1955, n° 168). Benedicto XV en su
enc. Spiritus Paraclitus (1920), lamenta que algunos «con demasiada facilidad... pretendan
que en las Sagradas Letras se encuentren determinados géneros literarios
con los cuales no puede compaginarse la íntegra y perfecta verdad de la
Palabra Divina» (Doc. Bib., n° 510). Pío XII, en su enc. Divino Af f
lante Spiritu, de 1943, dedica un amplio párrafo a la cuestión; después
de haber recordado que la exégesis bíblica presupone el reconocimiento
de la naturaleza relígiosa de los libros sagrados, así como el sentido
de la analogía de la fe y el conocimiento de la tradición, junto al
conocimiento de las particularidades lingüísticas de las lenguas
bíblicas, afirma que es necesario que «el intérprete se traslade
mentalmente a aquellos remotos siglos del Oriente, para que, ayudado
convenientemente con los recursos de la historia, arqueología, etnología
y de otras disciplinas, discierna y vea con distinción qué géneros
literarios, como dicen, quisieron emplear y de hecho emplearon los
escritores de aquella edad vetusta... Cuáles fueron éstos, no lo puede
el exegeta como establecer de antemano, sino con la escrupulosa
indagación de la antigua literatura del Oriente. Ahora bien, esta
investigación, llevada a cabo en estos últimos decenios con
mayor,cuidado y diligencia que antes, ha manifestado con mág claridad
qué formas de decir se usaron en aquellos antiguos tiempos, ora en la
descripción poética de las cosas, ora en el establecimiento de las
normas y leyes de vida, ora, por fin, en la narración de los hechos y
acontecimientos... Por esta razón, el exegeta católico, a fin de
satisfacer a las necesidades actuales de la ciencia bíblica, al exponen
la Sagrada Escritura y mostrarla y probarla inmune de todo error,
válgase también prudentemente de este medio, indagando qué es lo que la
forma de decir o el género literario empleado por el hagiógrafo
contribuye para la verdadera y genuina interpretación, y se persuada que
esta parte de su oficio no puede descuidarse sin gran detrimento de la
exégesis católica» (Doc. Bib., n° 643645). En la enseñanza de Pío XII
sobre los g. literarios en la B. el principio exegético aparece purgado
de los tres principales defectos que se habían echado en cara a sus
primeros defensores: el atender sólo a los g. relacionados con la
historia para establecer diversos grados de historicidad; el método
puramente interno (intrabíblico) que emplearon para discernirlos, y
cierta ligereza en descubrirlos. En la Divino Afflante Spiritu el
principio es más amplio (se extiende a toda la B., no sólo a las partes
históricas); no procede a priori, ni fundado solamente en criterios
internos, sino en el conocimiento de la antigua literatura oriental;
vale, sí, para defender la historicidad e inerrancia de la B., pero
además y sobre todo para mejor comprender la mente del autor sagrado. En
términos parecidos se expresa la Const. Dei Verbum, del Conc. Vaticano
II (n° 12).
2. Resultados de la investigación. Los exegetas e historiadores
han estudiado las literaturas antiguas orientales extrabíblicas y
parabíblicas, y se han descubierto o pretendido descubrir numerosos g.
cuya aplicación a la B. está ofreciendo perspectivas nuevas a la
exégesis. Resulta difícil presentar una síntesis que catalogue esos
intentos y valore la consistencia de los mismos, así como sus
aportaciones positivas a la interpretación del mensaje bíblico. Nos
limitaremos a enunciar los principales con algunas acotaciones de
carácter general.
Lo primero que se observa es cierta imprecisión en la
terminología. Se da el nombre de g. a formas muy concretas y hasta
nimias que muchas veces no sobrepasan la categoría de lo que las
preceptivas clásicas llaman figuras. Y conviene precisar. Podemos dejar
al margen la clásica distinción tripartita en g. didáctico, parenético y
poético, que, por corresponder a las tres categorías trascendentales del
ser, puede considerarse exhaustiva, pero es demasiado general. En
efecto, todo el que habla o escribe intenta una de estas tres cosas, o
dos de ellas o las tres: enseñar una verdad, inculcar un bien o
presentar algo bello. Por lo demás, de ordinario, esos g. no se dan
puros sino entremezclados. Así ocurre en la B., en la que la finalidad
eminentemente religiosa de los autores bíblicos hace que prime con
frecuencia la intención parenética (v. PARÉNESIS).
Descendiendo un poco más, cabría distinguir entre géneros y
procedimientos. Llamaríamos g. a las formas de expresión cuya dinámica
interna en su conjunto responde a una intención específica en el
contenido. Y todavía es preciso hablar de g. mayores y menores.
Reservamos el nombre de g. mayores para encuadrar a los que tienen una
misma finalidad genérica en la intención de los escritores y que en el
caso concreto de la B. se corresponden con la perspectiva en que, por su
función, aparecen enmarcados sus autores. Así podemos hablar para
entendernos, pero conscientes de que no se excluyen mutuamente de g.
histórico, profético y sapiencial én el A. T.
Dentro de estos g. mayores existen otros g. menores,
suficientemente diferenciados para formar categoría aparte. En el
histórico que hemos llamado mayor, no es lo mismo un midrás que un
relato etiológico.
Por último, hay procedimientos literarios que, como la
pseudoepigrafía o las agrupaciones numéricas son comunes por razones y
con características propias a varios géneros. Conscientes de la
provisionalidad e imprecisiones de esta clasificación, damos a
continuación un elenco de los principales g. y procedimientos,
distinguiendo siete géneros mayores: histórico, jurídico, profético,
poético, sapiencial, evangélico y epistolar.
S. MUÑOZ IGLESIAS.
BIBL.: GENERAL: C. VINCENT, Théorie des genres littéraires, París 1934; O. EISSFELDT, Hinleitung in das A. T., Tubinga 1956; K. H. BERNaARDT, Die Gattungsgeschichtliche Forschung am A. T als exegetische Methode, Berlín 1959; VARIOS, Los géneros.., literarios de la S. E., SalamancaBarcelona 1957; S. MuÑoz IGLEsiAs, Los géneros literarios y la interpretación de la Biblia, Madrid 1968.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991