ANDRÉS AVELINO, SAN


Clérigo regular (teatino) italiano, destacado por su significación reformadora. N. en Castro-Nuevo (Nápoles) en 1521. En el bautismo recibió el nombre de Lanceloto, que cambió, al ingresar en los teatinos, por el de Andrés, llevado de su amor a la cruz. M. en Nápoles el 10 nov. 1608. Su proceso de beatificación se inició el 15 dic. 1609 y el 4 sept. 1624 fue beatificado. Varias ciudades de Italia le eligieron por patrono el 22 del mismo mes. Canonizado por Clemente XI en 1712. Su fiesta es el 10 de noviembre. A. puede ser señalado como uno de los santos que encarnan la actividad sacerdotal postridentina: maestro de novicios, visitador de Casas religiosas, director espiritual, profesor de Filosofía y Teología, predicador y confesor incansable, miembro de la Congregación de los Clérigos regulares, etc.; actividades que señalan claramente los puntos más característicos de la reforma tridentina.
      Después de una juventud normal pensó en recibir el sacerdocio, y tras prepararse convenientemente, se ordenó en 1545. Para completar su formación pasó a Nápoles en 1547, donde estudió Derecho civil y económico y comenzó a ejercitar las tareas propias del jurista. En 1548 hizo ejercicios espirituales bajo la dirección del jesuita P. Laínez y ello le movió a llevar una vida de mayor espiritualidad, incluso de intensa espiritualidad. Un día, defendiendo la causa de un amigo suyo sacerdote, en el arzobispado de Nápoles, dijo una mentira para vencer. Por la noche abrió la Biblia y se encontró con aquel pasaje del libro de la Sabiduría: «La boca que miente mata el alma» (l, 11) y llorando decidió abandonar la práctica forense. Se entregó de lleno al apostolado y, por aquel tiempo, hizo los dos heroicos votos de que habla su bula de canonización: no hacer nunca su propia voluntad y no pasar ni un solo día sin adelantar en la perfección. Desarrolló una intensa actividad: predica, confiesa, instruye y ejercita el apostolado de la pluma con sus dos tratados espirituales Directorio del Maestro de Novicios y Tratado de la obligación de servir a Dios.
      Años más tarde, el vicario general de Nápoles le encomienda la visita del monasterio femenino de S. Arcángelo de Baiano, tristemente célebre; lo reforma con celo desde 1551 a 1554. En 1556, por su dureza y eficacia reformadora, le hieren gravemente en la cara y garganta. Le llevan a la residencia que los teatinos tienen en Nápoles y, obtenida su curación, pide la admisión entre ellos. El 30 nov. 1556 viste el hábito de religioso teatino y el 25 en. 1558, fiesta de la Conversión de San Pablo, hace los votos.
      Su prestigio llegó a ser tan grande que varias veces le ofrecieron la mitra episcopal que él rehusó. En cambio ejercitó heroicamente toda suerte de ministerios, destacando en especial su actuación en la célebre peste de Milán de 1576. El príncipe Stigliano cuenta que más de una vez le quisieron hacer un homenaje, y siempre lo rehusó diciendo: «Ya me honraréis después de muerto». Efectivamente, al pie del altar, al acercarse para celebrar misa, cayó gravemente enfermo. Le llevaron a su celda y allí murió a los 87 años, después de recibir con devoción los Sacramentos. Y entonces la multitud asaltó la iglesia para venerarle, tocarle y pedir gracias. Llegaron a cortarle los cabellos, trozos de ropa y hasta la carne. La fama de santidad fue tanta que su proceso de beatificación se abrió al año siguiente. Su influencia fue decisiva en la consolidación de los teatinos.
     
     

BIBL.: Acta Sant. 10 nov., t. 4, 609-623; VARIOS, Commentarii de S. Andrea Avellino, «Regnum De¡» (1958) 87-361; A. VENY BALLESTER, S. Andrés Avelino Clérigo Regular, Barcelona 1962; A. FERNÁNDEZ MORENO, Vida, virtudes y milagros de S. Andrés Avelino, Zaragoza 1754; M. G. MAGENIS, Vita di S. Andrea Avellino, 5 ed. Monza 1870; «Analecta Bollandiana» 41 (1923) 139-148; F. ANDREU, Andrea Avellina, en Bibl. Sanct., 1, 1118-1123.

 

LAMBERTO DE EcHEVERRfA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991