ANAXIMENES


Ultimo representante de la Escuela de Mileto y tal vez discípulo de Anaximandro. N. en Mileto, vivió aprox. entre los a. 600 y 528-25 a. C. No sabemos nada de su vida. Como Anaximandro, escribió una obra en prosa que se ha titulado más tarde Peri Physeos (Sobre la Naturaleza), y que se ha perdido. Se distinguió sobre todo como meteorólogo y astrónomo, además de filósofo. Los antiguos le consideraban la figura principal de la escuela, y algunos historiadores, influidos por la idea de sucesión y progreso en los sistemas filosóficos, ven en él un progreso en relación a Anaximandro. Sin embargo, aparte de algunas precisiones con las que hizo avanzar la astronomía, no parece alcanzar la gran personalidad de su predecesor.
      Como todos los milesios, A. busca el principio (arié) de todas las cosas. «Reconoce, también él, como su maestro, una sola materia indefinida, como sustrato; pero, en lugar de dejarla indeterminada, como Anaximandro, la ha determinado diciendo que es el aire» (Diels, 476; Simplicio, Phys., 24, 26; Teofrasto, Opiniones de los Físicos, fragm. 2). Así, al tomar el aire como principio, no se aparta de Anaximandro; no hace más que precisar la naturaleza del infinito (ápeiroti), al que atribuye los mismos caracteres: la infinitud, de donde nacen todas las cosas; el estar animado de un movimiento eterno; el devenir cíclico, con su disolución periódica en el principio originario y su periódica regeneración a partir del mismo (todas las cosas provienen del aire infinito y todas retornan a él); la infinitud de mundos. Pero pierde la indeterminación del principio de Anaximandro y se acerca así a la posición más tosca de Tales, que también afirmaba un principio determinado (el agua). Según A., el aire infinito lo envuelve todo y es la fuerza vivificadora (pneuma, hálito) que anima al mundo. «Tal como nuestra alma, que es aire, nos sostiene, así el soplo y el aire circundan al mundo entero» (Diels, 13 B 2). El mundo es como un gigantesco animal que respira, y su aliento es su vida y su alma. Del aire nacen todas las cosas que son, que fueron y que serán, incluso los dioses y las cosas divinas. E aire es el principio del movimiento y de la vida (respiración) de todas las cosas, No se trata del aire atmosférico, sino de un protoelemento inmortal e imperecedero, es decir, divino.
      Parece que A. no creyó que el movimiento eterno de Anaximandro pudiera resolver el problema del origen de las cosas, pues un movimiento de agitación puede separar las cosas mezcladas, pero no producirlas. Además de este movimiento eterno, A. dio otra explicación del origen de las cosas, por transformación del aire: mediante el proceso de rarefacción y condensación. «Así, haciéndose más sutil, forma el fuego; condensándose, por el contrario, forma el viento, después la nube, a un grado más lejano, el agua, después la tierra y as pie ras; as otras cosas provienen de las precedentes» (Diels, 476). También el calor y el frío se deben al mismo proceso: la condensación produce el frío, la rarefacción el calor. Con estos principios explica todos los fenómenos meteorológicos y astronómicos.
      En tiempo de Anaxágoras e influido por éste, la doctrina de A. fue sostenida por Diógenes de Apolonia.
     
     
     

BIBL.: J. D¿5RFLER, Zur Urstoffslehre des Anaximenes, Freinstacit 1912; F. ORTH, Anaximenea, Leipzig 1934; V. t.: bibl. citada en MILETO, ESCUELA DE; PRESOCRÁTICOS.

M. ARIAS AZPIAZU.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991