ALIANZA, TEOLOGÍA DE LA


Se conoce con este nombre a algunos intentos de desarrollo teológico de la doctrina sobre la Alianza tal y como aparece en la S. E. (v. ALIANZA II). De manera más o menos implícita se ha referido a ese tema la entera Teología, al exponer y comentar el designio divino de salvación. De hecho el tema de la naturaleza de la A., así como las relaciones entre sus dos etapas fundamentales, Antiguo y Nuevo Testamento, constituye un tema clave en la Patrística, que, frente a la polémica judía o judaizante, defiende y explica la novedad cristiana como consumación de la A., y, frente a aquellos movimientos gnósticos (v. GNOSTICISMO) que despreciaban el A. T., defiende el valor de la Antigua Ley (como resumen de esa rica doctrina puede verse la exposición de las relaciones entre la Antigua y la Nueva Ley que hace S. Tomás, Sum. Th. 12 gq90 ss.). Suelen, sin embargo, agruparse bajo este título tres intentos teológicos (dos protestantes, uno católico) que se centran más directamente en el tema: la llamada teología federal, la obra de K. Barlh, y la moderna teología católica que parte de M. J. Scheeben.
      Teología federal (de foedus, pacto o alianza). Es una corriente teológica protestante que centra su problemática y su sistema en torno al concepto de A. como expresión fundamental teológica de la relación históricosalvífica de Dios con su Pueblo. Esta teología tiene su origen en la controversia en torno al Bautismo de los niños nacida dentro del mundo protestante. Los anabaptistas (v.) o rebautizantes, que negaban el valor del Bautismo de los niños, y en consecuencia propugnaban rebautizar, acuñaron la expresión Alianza bautismal, aceptada por sus adversarios. T. Müntzer propugnó bautizar de nuevo a los adultos ya bautizados de niños, por su concepción de la Iglesia como comunidad de profesantes. El Bautismo era, para él, un rito de iniciación que únicamente podían recibir aquellos cuyas experiencias espirituales les capacitaban para pertenecer a la comunidad cristiana. El niño es incapaz de estas experiencias. El Bautismo, así concebido, no es signo de A. para los niños. U. Zwinglio (v.), de tendencias marcadamente opuestas a una teología mística y F. Melanchton (v.), se opusieron tanto a la práctica como a los principios teológicos de los rebautizantes, pero asumieron el término lanzado en la controversia y que centra la discusión: Pacto del Bautismo.
      La polémica se desarrolla, ya que quienes deseando ser fieles a la tradición mantienen el Bautismo de los niños, se preocupan por mostrar cómo y por qué ese Bautismo es signo de la incorporación a la Alianza. Los desarrollos propiamente bautismales del tema no nos interesan aquí; sí en cambio hay que señalar que todo ello llevaba a reflexionar sobre la A. misma, y a preguntarse: ¿hay en la A. momentos y etapas cualitativamente distintas o únicamente implicaban una distinción gradual pero progresiva? Es decir, ¿cuál es la diferencia entre Vieja y Nueva A. originada en Cristo? El problema se proyectaba también sobre el Pueblo de la Vieja y Nueva A. ¿Existía unidad ó ruptura entre el Pueblo nacido de la Vieja y el nacido de la Nueva A.?
      Zwinglio defendió la unidad y continuidad de la A. y del Puebla de la A. La teología federal de T. Müntzer, al poner en primer y único término la experiencia espiritual, la revelación interior en una línea social revolucionarioescatológicp, centra su teología en el Pacto de los elegidos de los tiempos escatológicos. La comunidad de profesantes, comunidad del Espíritu, es dice el Reino de Dios, los elegidos de la A.; lo que añade debe desembocar en una estructura teocráticopopular que busca reformas sociales como realización en la tierra del Reino de Dios. Reino que, en un dualismo de tendencia maniquea, ha de ser implantado por la revolución armada que distinga en el ámbito de la historia a los elegidos de la A. de los no elegidos que se encuentran fuera de ella. Calvino, por su parte, fijó unas líneas que luego han continuado las comunidades dependientes de él: admite que hay una única A. de gracia, sustancialmente idéntica, aunque con diferencias históricas.
      J. Koch (Coccejus, n. 9 ag. 1603, m. S nov. 1668) dio forma sistemática a la teología federal y la desarrolló de tal manera que con él adquirió su momento culminante. La concepción jurídica del foedus, inspirada en el derecha contractual del Derecho Romana, es superada por Koch al concebir la A. como una realidad intrínseca en una auténtica línea ontológica: no es el f oedus pura relación extrínseca, sino que el hombre es regalado con un nuevo modo de ser. Por el Pacto se realiza la unión vital en el amor entre Dios y su Pueblo. En la perspectiva históricosalvífica, mantiene la concepción de unidad y continuidad de A. y Pueblo de la A. Las diferencias entre las A. señalan únicamente diferentes grados de manifestación y realización del único Pacto que va desde la A. natural en Adán a la de gracia en Cristo. Al mismo tiempo que sigue a Calvino en su concepción del Reino de Dios, 'se le opone en la concepción de la predestinación al concebirla desde una perspectiva cristológica. La influencia de Koch en la teología protestante se ha hecho sentir, aunque no sin dificultades, especialmente en la ciencia bíblica holandesa, que toma de él sus criterios hermenéuticos. A medida que se desarrollaba la teología federal se fue extendiendo a otros elementos y problemas teológicos, coloreándolos del concepto de A., como la relación entre teología natural y A. Influyó también en la teología del «despertar» (v.), movimiento pietista (v. PIETISMO), Aufklárung (v. ILUSTRACIóN), etc.
      La Alianza en Karl Barth. La teología de la A. es fundamental en la sistemática barthiana. La A. histórica es para Barth (v.) la realización en la tierra de la eterna voluntad de salvación de Dios que elige en Cristo a la humanidad. La justificación (v.), parte de la reconciliación, será la realización de un aspecto de la A. En y por Cristo se revela la universalidad de la A., si bien en el A. T. aparece ya la tendencia universal de la A., las perspectivas de la A. se remontan a la eternidad, ya que, eternamente, el Verbo, segunda persona de la Trinidad, es el Verbumincarnandum (el Verbo que va a encarnarse), por tanto, referido a la economía de salvación. En su preexistencia a la creación y a la encarnación es la Palabra eterna de Dios ad nos y la actividad interna de Dios pro nobís. Así, Cristo mismo es la A. eterna. La predestinación, como toda la teología barthiana más madura, es concebida a partir de la Cristología (v.). Por la predestinación Dios se quiere a sí mismo en Cristo como Dios de la A., y por esta razón elige al hombre como interlocutor y compañero, La elección se da en el mismo Cristo preexistente, y en Él se da la unidad del Pueblo de la A. El que elige y el elegido es Cristo (en cuanto Dios y en cuanto hombre) y en Él son elegidos todos los hombres. La A. tiene, por tanto, sus raíces, su dimensión universal y comunitaria en la misma eternidad del Logosincarnandum. Barth se opone tanto al individualismo como a la abstracción de Cristo.
      Esa visión de la A. la proyecta sobre el tema del pecado (v.). El pecado es para Barth el conato frustrado de ruptura de la A. Al mantener Dios su voluntad original de A., a pesar del pecado, lo frustra. Todo hombre nace una vez ha entrado el pecado en el mundo con el odio a la A. El alcance del pecado se revela en Cristo crucificado, nuestra A. Como la A. abarca también la misma creación, la pretensión radical del pecado es la aniquilación de los mismos fundamentos de la existencia. La historia de la A. es, desde sus comienzos, la historia de la ruptura de la A. por parte del hombre y la revelación continua de que Dios mantiene su voluntad original de A., por lo que ésta adquiere el carácter de reconciliación.
      Barth, en el prólogo a su Kirchliche Dogmatik, se pronuncia decididamente contra la analogía entis (V. ANALOGÍA), y lo hace porque en su intento de radicalizar las posiciones calvinistas piensa que admitir la analogía del ser supondría sostener que la criatura posee algo propio que funda una semejanza con Dios. La única analogía válida para Barth es la de la fe, creada por Dios mientras, y únicamente mientras, actúa en su criatura (actualismo 0 contingentismo teológico). De otra parte, añade que la A. abarca todo lo hecho por Dios: creación y salvación. La creación es gracia y gracia de A., pera no se identifica con la salvación. Es decir, la creación es ya en sí misma revelación y actualización de la eterna voluntad de A. de Dios. La salvación es la dinámica de la creación, que es comienzo de la historia de salvación. La creación es el fundamento externo de la A., mientras que ésta es el fundamento interno de aquélla. Para una exposición más amplia de la posición barthiana, así como para una acotación crítica,
      V. BARTH, KARL; DIALÉCTICA, TEOLOGÍA.
      Teología católica de la Alianza. La teología de la A. ha conocido en los últimos años, en el ámbito católico, un notable desarrollo por influjo de los estudios bíblicos y patrísticos, de la aportación de categorías personalistas y existenciales, etc. Como en otros aspectos de la teología actual, se puede señalar como precursor a M. J. Scheeben (v.); vincula éste la A. a la mediación sacerdotal de Cristo en su sacrificio universal de A.; la vida de la gracia es una A. personal que inicia el Espíritu Santo con su «entrada en el alma»; la Nueva Alianza tiene como característica la relación peculiar de cada persona de la Trinidad con el hombre; la A. es unión vital, místicoespiritual, alimentada especialmente por la Eucaristía. Más recientemente, la teología de la A., desde una perspectiva cristológica, ha iluminado problemas como el de la relación entre naturalsobrenatural, antropología teológica, etc.; a partir de la A. aparece el carácter dialogal de la relación histórica entre Dios y el hombre. La A. implica la creación como presupuesto; ésta no se identifica con la A., pero es su condición de posibilidad; de ahí que no sea existencialmente neutra, aunque sea posible concebirla independientemente del plan salvífico. En campos más restringidos, B. Lamberd ha estudiado la A. en relación con la eclesiología y el ecumenismo; Fiorito con respecto a la vida religiosomonástica, viendo la vida consagrada como una experiencia de A., parte de la A. bíblica que se realiza en una familia religiosa.
      V. t.: ALIANZA II.
     

BIBL.: J. MOLTMANN, Fdderaltheologie, en LTK 4, 1960, 190192; K. BARTH, Kirchliche Dogmatik, Zurich 1932, II2, 4046; 97; 177; 181182; 387 ss.; IR1, 4148; 67; 107; 261; 268271; 382389; 395476; III2, 170176; 385389; 419 ss.; IVI, 8; 11; 2298; B. BULLINGER, De foedere et testamento Dei unico et aeterno, 1534; 1. CALVINO, Institutiones religionis christianae, II, 1559; L. DIESTEL, Studien zur Fóderaltheologie, en Jahrbuch für deutsche Theologie, 10, Gotha 1865; M. A. FIORITO, Alianza bíblica y regla religiosa, «Ciencia y Fe» 21 (1965) 336; 1. KOcH, Summa doctrinae de foedere et testamento De:, Leiden 1648; B. LAMBERD, El problema ecuménico, Madrid 1963, 269; 472 ss.; 589603; 635; G. Mt1LLER, Fóderalismus und Geschichtbetrachtung im 17. und 18. Jahrhundert, «Zeitschrift für Kirchengeschichte» 50 (1931) 393440; M. 1. SCHEEBEN, Los Misterios del Cristianismo, Barcelona 1960, 157; 397; 437; 469; 550; 633; 637; G. SCHRENK, Gottesreich und Bund im ülterem Protestantismus, vornehmlich be¡ J. Coccejus, Gütersloh 1923; A. F. STOLZENBURG, Die Theologie des J. F. Buddeus und des Ch. M. Pfaff, Berlín 1926.

R. MUÑOZ PALACIOS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991