ADORACIÓN
Del latín
adorare, «dirigirse a», que traduce el griego bíblico proskyneo,
«postrarse» (delante de alguien). Forma fundamental del acto
religioso. Acción de reverencia y honor a Dios en el culto
religioso.
Originariamente, designaba un gesto que consistía en
acercarse la mano a la boca delante de la divinidad para expresar
simbólicamente el deseo de unirse a ella. El beso de la propia
mano, que después se tiende hacia la divinidad, se encuentra en
algunos pasajes del A. T. (Iob 31, 2627; 1 Sam 18, 1). Otros
gestos de adoración con los que se expresa sumisión,
anonadamiento, delante de la divinidad son: la reverencia, la
genuflexión de una o de las dos rodillas, la inclinación de
cabeza, el postrarse, el sacrificio de cosas sensibles. Las formas
de a. individual pueden ser externas o internas pero sólo aquellos
gestos que traducen un sentimiento interior tienen significado
auténticamente religioso. A Dios se debe ofrecer un culto de a.
externo y público, social (Denz., 120, 950, 1254). En Teología
moral, la a. se identifica con el culto de latría, en el que se
manifiesta la Soberanía de Dios y la sumisión incondicional de la
criatura; la misión más alta del hombre consiste en confesar la
autoridad que Dios tiene sobre todas las cosas; nada puede ser
usado religiosamente sin dar la debida gloria a Dios. Por eso, la
forma más estricta y rigurosa de a. es el sacrificio de cosas
sensibles con el que se manifiesta a Dios un reconocimiento formal
de su dominio supremo sobré toda la creación; y por eso también la
adoración a Dios supone respeto para todas las criaturas animadas
e inanimadas.
Sólo Dios uno y trino es adorable y digno, por tanto, de
absoluto respeto y honor; sólo Él, en la trinidad de las personas,
es Santo, Bueno, Maestro, Padre. La exclusividad de Dios como
objeto de a. es repetida muchas veces en la Biblia (Gen 24, 48; Ex
34, 14; Ez 1, 28; Mt 4, 10). La cercanía de Dios produce en la
criatura un deseo interior de convertirse y purificarse que se
traduce en actos de sumisión y homenaje. La Encarnación de la
segunda persona de la Trinidad es una gran iniciativa divina que
supone la incondicional acogida del hombre que adora la imagen
visible del Dios invisible en la persona de Cristo (cfr. Col 1,
15). La Resurrección exalta a Cristo a la diestra de Dios Padre
como Señor (Kyrios) de todas las cosas (cfr. Philp 2, 911). Es
Cristo, por tanto, el objeto de la a. cristiana que debe ser «en
espíritu y en verdad» (lo 4, 23). La familia cristiana reunida en
el nombre de Cristo para celebrar la Eucaristía, es el mismo
Cuerpo de Cristo, lugar privilegiado de a., el Nuevo Templo donde
Dios es convenientemente adorado. En Cristo, perfecto Dios y
perfecto hombre, vive la plenitud de la divinidad (cfr. Col 2, 9),
por eso se adora también su humanidad; se adora la Eucaristía
porque está presente realmente todo el Cristo; y de manera
relativa se adora también la Cruz (solemnemente el Viernes Santo,
v. SEMANA SANTA), donde el creyente ve la víctima inmolada para
salvarnos. La adoración cristiana presupone, por tanto, la vida
teologal. Sin la percepción propia de la fe, sin tensión llena de
esperanza, sin una comunión en la caridad con la que Dios nos ha
amado, no hay verdadera a., que es así manifestación cumplida y
perfecta de vida teologal. La teología más reciente insiste sobre
este punto, descubriendo de esta manera la unidad que existe en la
vida cristiana entre el culto y el ejercicio de todas las
virtudes. Se intenta evitar que los actos de a. y de culto corran
el riesgo de ser ligados a las tradiciones religiosas no
cristianas, oscureciéndose la: originalidad del culto cristiano,
fundado en la fe en un Dios vivo y vivificante. El conc. Vaticano
II se acerca a esta idea cuando declara: «Esta gloria (1a de Dios
en Cristo) consiste en que los hombres reciben consciente, libre y
agradecidamente la obra de Dios, acabada en Cristo, y la
manifiestan en su vida entera» (Decreto sobre los presbíteros, n.
2; cfr. n. 5).
V. t.: CONVERSIÓN III; CULTO II; EUCARISTÍA IV; GESTOS Y
ACTITUDES LITÚRGICAS; IDOLATRÍA III; LITURGIA I; ORACIÓN II;
RELIGIÓN IV.
BIBL.: H. ZIMMERMANN y J. B. BAUER, Adoración, en Bibeltheologisches Wórterbuch, ed. 1. B. BAUER, 2 ed. Colonia 1962; S. TOMÁS, S. Th., 22 q81, q84; 3 q25; D. M. PRÜMMER, Manuale Theologiae moralis, 11, 12 ed. Barcelona 1955, 321326; R. SCxNACKENBURG, El testimonio moral del Nuevo Testamo:to, Madrid 1965, 86, 186; C. VAGAGGINI, El sentido teológico de la liturgia, 2 ed. Madrid 1965, 132 ss.; L. BOUYER, Le rite et 1'homme, París 1962.
M. A. PELÁEZ VELASCO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991