Endurecimiento
Practico

 El hombre del Antiguo Testamento conoce dos realidades de su vida: la -> alianza, por la que Dios anuncia su voluntad salvífica, y el -> pecado, por el que el hombre se niega a poner en práctica el plan salvífico divino. Pero sabe también que Dios no es competidor suyo, es decir, que la intervención divina en la palabra poderosa y eficaz de los profetas no disminuye el quehacer humano, sino que sólo lo libera para una plena libertad. ¿Cómo armonizar, ahora, esta idea previa con las afirmaciones veterotestamentarias que hacen a Dios responsable del endurecimiento del rey y del pueblo (Os 4,12; Mc 3,5; Rom 2,5)? Isaías ha sido Incluso comisionado para endurecer con sus palabras el corazón de Israel (Is 6,9s; cf. Sal 95; Heb 3,7ss) y acelerar así la venida del castigo. En efecto, a propósito de su mensaje, los hombres optan decididamente por la fe o por la incredulidad. Endurecimiento significa que un hombre se reafirma en su obstinada actitud y dureza de corazón al optar, frente a la palabra divina que exige una decisión, por una afirmación de sí rebelde y autónoma. Endurecimiento significa asegurarse en sí mismo frente a Dios, no aceptar la ayuda divina, en una palabra, someter a discusión la alianza. El hombre se desliza así hacia una ceguera de valores (en el ámbito social, religioso y eticomoral, no solamente en un aspecto del conocer teórico) de la que sólo Dios le puede librar (Is 29,18s). En el endurecimiento, el hombre pronuncia ya su juicio (maldición y perdición) sobre sí mismo. Israel lo experimentará en su propia carne. Al anunciar, con todo, Isaías que un --> resto se salvará (Is 6,13; Rom 11,5), su sentencia sobre el endurecimiento alcanza el carácter de una llamada a la conversión, abre la esperanza hacia el futuro. Mc 4,10-12 se da la mano con is 6,9s para explicar, por el endurecimiento, la incomprensible negativa que recibe Jesús de parte de los incrédulos judíos, así como la referencia negativa de las parábolas. Pablo valora positivamente el problema como oportunidad de salvación para los paganos (Rom 9-11).