Apocalipsis (género Literario)
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El vocablo se deriva del gr. apokalyptein =-revelar, o apokalypsis = revelación. Por género apocalíptico se entiende: 1) el -> género literario de los -> apocalipsis, es decir, los escritos de «revelaciones» de la época veterotestamentaria, del judaísmo tardío y del cristianismo posapostólico; 2) las formas de pensamiento y expresión que caracterizan los -> apocalipsis, que han dejado sus huellas en pequeñas composiciones literarias de los escritos del canon bíblico y ha marcado con su sello el lenguaje teológico de los autores y portadores de la tradición del Nuevo Testamento.

a) El género literario apocalíptico tuvo su edad de oro entre el siglo II a.C. y el siglo II d.C., es decir, aproximadamente desde el origen del llamado apocalipsis de Isaías (Is 24-27) y del libro de Daniel hasta el Apocalipsis de san Juan. Los autores de los apocalipsis presentan sus «revelaciones» bajo diversas formas menores propias del género apocalíptico: visiones, audiciones, sueños, viajes celestes, instrucciones angélicas y voces del cielo, lecturas de libros celestiales y cosas semejantes. En el lenguaje simbólico (-* Imagen) y alegórico (-> Alegoría) del apocalipsis pervive y se continúa la herencia profética, así como la influencia de diversos elementos extraños que penetraron en el judaísmo en tiempos posteriores. El género apocalíptico tiene predilección por las imágenes misteriosas, los números simbólicos, los nombres extraños, la periodicidad del proceso del universo a lo largo del tiempo, etc. Entre las reglas estilísticas de este género literario se cuentan asimismo el uso de seudónimos destinados a garantizar el carácter de revelación de lo que se comunica (significativamente el Apocalipsis neotestamentario, consciente de su condición profética, renuncia a este recurso estilístico), la contraposición dualística entre mundo celeste y mundo terrestre — sometido al dominio de Satán — entre el -> eón presente y el futuro, así como la elaboración de una atmósfera rodeada de misterio.

Los temas fundamentales del género apocalíptico, contenidos bajo el común denominador de «revelaciones» sobre el mundo sobrenatural, giran en torno al fin del mundo (señales precursoras, última tribulación, resurrección de los muertos, eterna bienaventuranza sobre la tierra actual o sobre una tierra renovada, condenación y tormentos del infierno, etc.), en torno al mundo celeste del más allá (paraíso, número de los círculos celestes, de sus funciones y sus habitantes, de la corte y trono de Dios, mansión de los muertos, etc.) y en torno a los -> ángeles y -> demonios (nombres, rangos, funciones, etc.). Hablan también de los misterios cosmológicos, astronómicos y meteorológicos (movimiento de los cuerpos celestes, origen de la lluvia y de la nieve, estructura del firmamento, etc.).

Característica constante de todo este género apocalíptico es su fuerte vinculación al Antiguo Testamento, que utiliza amplia y libremente. Frente a la restante literatura apocalíptica, los apocalipsis canónicos descubren una extraordinaria concentración en los temas religiosos, en los problemas relativos al reino de Dios y de Satanás, a la salvación y el juicio. De una manera especial, el Apocalipsis del Nuevo Testamento se esfuerza por dar una interpretación del presente angustioso a la luz de la revelación de Cristo ya acaecida, no por hacer predicciones o especulaciones sobre el futuro a través de cálculos que descubran el curso de la historia (de la Iglesia). Justamente, en este caso, no se da coincidencia entre pensamiento teológico y forma estilística propia del género apocalíptico. Aquí se hace presente de una manera excepcional la intención parenética del género literario apocalíptico veterotestamentario (-> Daniel [libro de]) de consolar y exhortar a los hombres piadosos per-seguidos y oprimidos y, respectivamente, a los creyentes en Cristo (cf. los himnos de la liturgia celeste).

b) Las formas de pensamientos y expresión que caracterizan los escritos apocalípticos nacen, en parte, de una especulación auténticamente teológica y, en parte, de la ávida curiosidad por conocer los misterios del hombre, del mundo y de Dios (influjos historicorreligiosos extraños al juanismo). En una etapa posterior de la historia del pueblo judío, sentida como historia de elección y salvación, y en el ámbito de una situación políticamente sin esperanza y religiosamente amenazada, surge, bajo el influjo de un pensamiento dualístico que irrumpe triunfalmente, una visión histórica que se concentra más y más en el final de la historia, en el eskhaton, el fin del -> eón malo y del reino de Satán, en el comienzo de la instauración del -> reino de Dios y de sus justos. En la primitiva cristiandad ejerció un especial influjo la doctrina de los dos eones (en el acontecimiento de Cristo ha tenido lugar el cambio de eones, ha llegado la plenitud de los tiempos, Gál 4,4; Mc 1,15). Con todo, debe tenerse en cuenta la significativa modificación de esta doctrina cuando se afirma la «coincidencia» de los dos eones, por cuanto expresa la diferenciación escatológica de la realidad que desemboca en la salvación o bien en la condenación. Debe advertirse, finalmente, la transformación de la actitud escatológica del cristiano respecto del concepto de -> «espera próxima", acuñado por el género apocalíptico, y que ahora se aplica a la irrupción del reino de Dios (Mc 1,15).