Turismo, Pastoral del
DPE
 

SUMARIO: 1. El fenómeno de la movilidad. - 2. Presencia evangelizadora de la Iglesia. - 3. La pastoral de turismo y tiempo libre dentro de la pastoral general: 3.1. La pastoral de peregrinaciones y Santuarios dentro de la pastoral general. 3.2. La pastoral del Turismo y tiempo libre dentro de la movilidad humana: a) Nueva relación trabajo-ocio, nuevo sentido de la vida; b) Riesgos de alienación y deshumanización de la práctica de/ tiempo libre o del turismo; 3. 3. Segunda residencia: a) El fenómeno de la segunda residencia; b) Segundas residencias y atención pastoral. - 4. Estructura de la pastoral del turismo y del tiempo libre. - 5. Orientaciones de la pastoral del turismo. - 6. Agentes de la Pastoral y Tiempo Libre. - 7 Capítulo peregrinaciones. - 8. Otras formas de turismo religioso. - 9. Santuarios: 9. 1. Aspectos teológicos pastorales; 9. 2. El santuario debe ser preferentemente lugar de evangelización; 9.3. El santuario promotor de la vida Litúrgica; 9. 4. El Santuario promotor de la piedad popular; 9.5. Estructuras pastorales de los santuarios.

1. El fenómeno de la movilidad

La movilidad social ha adquirido en nuestro tiempo unas características especiales. No sólo es fruto de la guerra, el hambre, las persecuciones, que por desgracia están todavía presentes en nuestros tiempos. Hoy el motivo religioso que supone la peregrinación o la visita a un lugar o santuario es, todavía, causa de un gran trasiego de personas, pero hoy lo que más nos caracteriza, y es lo que mueva más personas, es el fenómeno completamente nuevo que supone el turismo.

No podemos olvidar ninguno de los fenómenos, nuevos o antiguos, que hacen que el hombre se desplace, la Iglesia como a madre quiere estar presente a este acontecer humano. Ella debe ayudar, orientar, cristianizar los antiguos y nuevos problemas que van adquiriendo peculiaridades que muchas veces se han escapado a la evangelización nuestra.

La nueva evangelización debe tener en cuenta todos estos aspectos de los fenómenos de la movilidad. Desde los que dejan su tierra por imposición, ideológica, religiosa o étnica, o los que buscan lugar donde poder alimentarse ellos y tener futuro su familia, o los que buscan descanso o quieren encontrase con lo trascendente necesitan de una atención especial, ya que el hombre en cualquier momento de su vida debe encontrar el camino hacia Dios. Debe encontrar personas, instituciones o lugares donde pueda ponerse en contacto con el Dios trascendente, y la Iglesia lo debe ayudar.

2. Presencia evangelizadora de la Iglesia

La Iglesia tiene como misión de hacer presente el mandato de Dios (cfr. Mt. 28, 16-20), ante toda familia humana, tiene una responsabilidad de hacer que las alegrías y las penas de la humanidad (GS 1) formen parte de ella en su concreta situación en la que se encuentra (cfr. GS 2), a fin de que su evangelización alcance a todos, y que la celebración de la Palabra, y la celebración de la Eucaristía forme la Comunidad de los hijos de Dios. El mundo de la movilidad debe estar presente en la nueva evangelización de la Iglesia, los millones de hombres que se desplazan temporal o permanentemente de su lugar habitual de residencia necesitan una concreta obra evangelizadora de la Iglesia.

3. La pastoral de turismo y tiempo libre dentro de la pastoral general

Dentro de la pastoral general de la Iglesia, la Pastoral de Turismo y tiempo libre, cada día reclama una mayor atención, porque el turismo y el tiempo libre, como fenómeno social, está afectando a gran parte de la humanidad. Una porque son actores de esa movilidad (el mismo turista) y otra porque son receptores de lo que es este nuevo "estilo de vida" esta "nueva civilización del ocio". No es solamente un fenómeno cuantitativo (en el mundo son más de 500 millones en España más de 55 millones en 1999) y por los puestos de trabajo que ello genera, sino que ello ha creado una situación cualitativa en la problemática social que la Iglesia tiene delante. Los avances tecnológicos, que permiten mayores tiempos de descanso, y mejor movilidad en el planeta. Lo que era la vuelta al mundo en ochenta días ha quedado reducido en horas.

Este aumento de tiempo libre que hace corta la fecha del domingo, pasando al fin de semana, y por otra el mayor intercambio cultural que supone la movilidad hace que la pastoral de la Iglesia, a fin de cumplir la misión encomendada de salvar a todos los hombres de todos los tiempos (cfr. GS 3), no pueda desatender y ser ajena a esta realidad nueva, como decía el papa Juan Pablo II: "que felicidad la de contribuir a liberar este nuevo mundo del turismo de sus numerosas ambigüedades para darles un nuevo rostro humano y cristiano. Me gustaría que las Conferencias Episcopales y que las Iglesias locales colaboren más entre ellos para llegar a todos los migrantes del turismo e inviertan más, ya sea a nivel de personas, ya de medios prácticos, en un sector que tan profundamente marca al hombre moderno y en particular a los jóvenes. La movilidad cristiana ¿no es también lugar de catequesis?" (al II Congreso Mundial de Pastoral de Turismo 1979). Estos hechos son signos de los nuevos tiempos que necesitan nueva evangelización.

3.1. La pastoral de peregrinaciones y santuarios dentro de la pastoral general

Una de la característica de nuestro tiempo es el aprecio del hecho religioso, incluso, entre los no creyentes y la valoración positiva de la mayor parte de los creyentes de la religiosidad popular. Una formación cabal en la expresión externa de lo religioso precisa de la doctrina, la ética y la estética. Muchas veces se nos escapan símbolos profundos en ciertas celebraciones populares. Por eso en el marco de la pastoral general de la Iglesia, la pastoral de los Santuarios y peregrinaciones debe coordinar los múltiples esfuerzos que se hacen ya sea de forma aislada como coordinada. Por eso debe hacerse un esfuerzo especial para que tanto las comunidades emisoras como las receptoras cuiden y prepararen bien este hecho tan importante en el descubrimiento del hecho religioso.

3.2. La pastoral del turismo y tiempo libre dentro de la movilidad humana

En las sociedades tradicionales la vinculación de la persona a su trabajo y la forma como en él se expresaba, hacían que el descanso y el ocio fueran imposiciones sociales y religiosas.

Tal es el sentido del descanso semanal que ha vivido la humanidad desde miles de años en la tradición judeo-cristiana. Al mismo tiempo, los lazos de solidaridad con la comunidad local imponían la ruptura del tiempo de trabajo para dar paso a expresiones de participación social y festiva tanto religiosas como sociales. Hoy la sociedad, aunque no en todas las sociedades o los estratos de la misma, ha encontrado mayor tiempo libre a su disposición.

Los avances tecnológicos han liberado al hombre de muchas horas de trabajo, si esto lo unimos a la facilidad en la movilidad social, tanto física (transportes personales y colectivos) como por exigencias del mismo trabajo, ha creado una nueva forma de vivir. El turismo es una de las consecuencias más significativas, este fenómeno no sólo no se ha estabilizado sino que año a año se incrementa, tanto en los grandes números como en los estratos sociales que los alcanzan.

a) Nueva relación trabajo-ocio, nuevo sentido de la vida

Sin embargo lo que más está cambiando es la relación entre trabajo y ocio, y con ello el mismo sentido de la vida. Es importante que descubramos lo subyacente en todas estas concepciones ya que si el hombre de hoy, deja de entender su vida, primordialmente, como trabajo y, considera el ocio como un paréntesis reparador, lo consideramos como paréntesis para reparar fuerzas y comenzar otro trabajo. Sin embargo si lo considera como una parte de su exigencia humana, como una nueva forma de su ser, puede ser enriquecedor de la misma persona. El tiempo libre, el tiempo de ocio debe ser elemento humanizador, tiempo de reflexión de convivencia, de unión con los demás, de desarrollo cultural, tiempo que tiene presente la dimensión trascendente del hombre, y por ello celebrativa de su propia salvación.

Es el nuevo tiempo que supone un reto tanto a lo personal, como a la convivencia comunitaria. Posibilidades humano-religiosas del tiempo libre: fines de semana, turismo. La sociedad postindustrial debe descubrir en el tiempo libre ese tiempo no del "tener", del simple consumismo, sino del "ser", que pueda devolver al hombre muchas de las parcelas humanizadoras que el nuevo tipo de trabajo, la misma especialización o la tecnología, le ha arrebatado.

En este tiempo nos podemos encontrar con la naturaleza, obra de Dios; con la cultura: música, arte, etc., expresión de la gran riqueza de la persona humana; con los demás, por medio de la integración con nuevos grupos, personas, etc., o ejercitando el compromiso de la solidaridad con los más necesitados: sea de presencia (visita a enfermos o encarcelados), de medios, ayudando a instituciones, o personalmente, a solucionar problemas, situaciones que están a nuestro alcance. Es tiempo, como dicen nuestros Obispos, o como subrayan el mismo Vaticano II y los Papas, de encuentro entre los pueblos, camino para la comprensión y la paz, y motor para la defensa y promoción de los derechos de persona humana o de los diferentes grupos.

La liberación del tiempo nos debe unir con mayor fuerza en la celebración de nuestra definitiva y completa liberación, el octavo día o primer día de la semana (día nuevo, tiempo nuevo) debe ser el día en que hacemos presente la muerte y resurrección de Cristo y reconocemos que su venida es la definitiva y eterna nueva realidad. El encontrarnos con Dios, es descubrir, junto con la Iglesia la dimensión eterna de la humanidad salvada. La Iglesia es el lugar integrador de los salvados por Cristo, el lugar de la celebración de esa común liberación del hombre: evangelizando, celebrando y conviviendo podemos encontrar y hacer encontrar a todos los hombres la salvación de Cristo.

b) Riesgos de alienación y deshumanización de la práctica del tiempo libre o del turismo.

El tiempo libre o el turismo puede ser una gran oportunidad humana y religiosa. Teniendo en cuenta que la dimensión religiosa es una de las fuentes humanizadoras más importantes del tiempo libre. Sin embargo no solamente hay elementos positivos, también si la organizamos desde otras perspectivas puede ser elemento de materialización, de búsqueda desenfrenada de hedonismo, de factores puramente economicistas, en fin de cuentas alienadora y masificadora; puede resultar como un prefabricado (de las grandes industrias del ocio) que termina deshumanizando al hombre, sumergiéndola en una nueva esclavitud, en nuevas necesidades que, paradójicamente, le imponen mayor tiempo de trabajo. Por eso debemos configurar un turismo que haga posible una nueva sociedad, un nuevo hombre, más libre, más humano, "el turismo, dice la Peregrinas in terra 122, se configura de acuerdo con la formación espiritual de aquellos que lo practican".

Por eso quien "no tiene una sana formación moral, practicando el turismo, puede convertirse en un distraído, un extraviado, un precipitado viajero, esclavo de los poderosos medios, puestos a su disposición, por el creciente progreso técnico, un superficial, incapaz de diálogo humano, poco atento a las hermosuras de la naturaleza y, a la riqueza de la obra del hombre, a la búsqueda de placeres y experiencias peligrosas, hasta llegar a abusar de la hospitalidad que se la ofrecido".

c) Necesaria presencia de la acción de la Iglesia en el ámbito turístico.

Es importante que descubramos la importancia, como hemos indicado, de la presencia de la Iglesia, activa e iluminadora, en este tiempo, en ese ámbito.

Indicamos esquemáticamente donde y cuando debe estar presente y activa la Iglesia:

Sectores implicados: El propio turismo. La población emisora y receptora. Los agentes de servicios turísticos, tantos los de recepción como lo de transporte (empresarios, operarios, trabajadores turísticos). Las autoridades (tanto de las emisoras como de las receptoras). Los medios de comunicación social.

Presencia y acción de la Iglesia: En los lugares de emisión. En los lugares de recepción. En el propio viaje. En los servicios turísticos (trabajador, operadores, empresarios).

3.3. Segunda residencia

a) El fenómeno de la segunda residencia

Fruto de la creciente movilidad humana es el fenómeno de las segundas residencias o residencias secundarias que empezaron como medio para resolver las vacaciones de verano, pero que hoy tienen otras motivaciones. Tienen relación con el hecho urbano, la facilidad en la red viaria, el afán de contacto con la naturaleza, el bienestar económico y social y otras causas.

Sus características son: las personas que viven esta realidad forman parte de diversas comunidades; suponen estancias más largas y frecuentes que las que se practican en el turismo convencional; fomentan la aparición de nuevas urbanizaciones, fuera del centro del pueblo; exigen una mejor cualidad urbanística y arquitectónica de la segunda residencia; provocan el estancamiento de la familia, dificultades de relación, de comunicación y de integración con el pueblo.

Turismo residencial: manifestaciones de primera y de segunda residencia (residencia secundaria).

En el ámbito de España, se dan estas manifestaciones: familias que tienen la primera residencia en la ciudad urbana y la segunda, en el pueblo o villa; familias que tienen la primera residencia en el pueblo, pero mantienen en la ciudad urbana, otra residencia secundaria: lugar de trabajo, de profesión y de estudios; familias que no tienen los lugares de trabajo, profesión y estudios, en los mismos lugares donde tienen su residencia; familias que tienen la primera residencia en la ciudad urbana y la segunda residencia en el pueblo, donde pasan los fines de semana y las vacaciones de Navidad, Semana Santa y las de verano.

Dado que la población de la segunda residencia cuantitativamente supera el 37% de la población en España, conviene un estudio y una reflexión en cada una de las diócesis y en conjunto para España que, comprenda la extensión, la geografía, las modalidades, la frecuencia y la localización de esta movilidad humana y su influencia en la vida humana y cristiana. En este mapa, donde se detectan estas corrientes, convendría que se hiciera un seguimiento por parte de los responsables de la Pastoral y de otras instancias de reflexión, como los Centro de Estudios Pastorales o la Facultades de Teología.

En el conjunto del país, aparecen nuevas urbanizaciones, proliferación de viviendas singulares, a veces alejadas de los centros de la villa que, piden nuevos centros de culto y un trabajo evangelizador, ya que, en estos lugares, hay un gran porcentaje que viven alejados de la vida eclesial.

La parroquia, con gran afluencia de personas de la segunda residencia o de fines de semana, diferenciada de la que es estable y sedentaria, tendrá que llegar a convertirse y ser "el servicio a la comunión eclesial" o "statio" de la Iglesia, por ser allí donde está la gente.

Convendrá, preferentemente, que se distinga como hija de la Iglesia Universal, signo de la comunión eucarística y, centro de difusión misionera y caritativa.

Hoy día, los medios de relación y de comunión del territorio, del pueblo o de la parroquia, que antes eran habituales por todas partes, prácticamente sólo se dan en el mundo rural.

Nuestra sociedad española pertenece casi totalmente, al mundo urbano y al mundo de los servicios y los medios de comunión y de participación vienen dados por otros aspectos, como los amigos, la profesión, la escuela y la diversión. Por tanto, hay que aceptar esta realidad diferencial y buscar nuevos medios de comunión, sobretodo, en las personas y en las familias de las segundas residencias. Hace falta pero, un diálogo permanente de las parroquias emisoras y receptoras.

Convienen una actitud de acogida y de servicio, por parte de la parroquia receptora de turismo residencial o de fines de semana para atender este turismo en las celebraciones litúrgicas y el seguimiento de personas en la catequesis; una actitud que haga posible la cuadratura de todos los fieles en los grupos o en los servicios pastorales.

Es recomendable una invitación constante para crear comunidad, para formar vínculos de relación entre los de la segunda residencia y la comunidad autóctona, mediante actos, fiestas y asociaciones.

Se procurará la incorporación de los feligreses de la segunda residencia al Consejo Pastoral Parroquial: esto hará que, éste reflexione sobre el hecho de la movilidad humana y si lo cree conveniente, piense en un equipo de seglares que se dediquen a la acogida.

La segunda residencia supone una modificación del estilo de concebir y de vivir la parroquia, abierta, comunitaria, defensora de los vínculos entre fe y cultura, apropiada a las necesidades y a las aspiraciones de la movilidad humana, con horarios adecuados de las celebraciones, despachos, cursillos y encuentros. "Para que los fieles vivan la comunión parroquial y se sientan miembros, tanto de la diócesis, como de la Iglesia universal y participen en las iniciativas que promueven esta comunión y las sostengan" (CIC, c 529).

b) Segundas residencias y atención pastoral

Conviene que las parroquias frecuentadas por cristianos de segunda residencia, tengan en cuenta las recomendaciones del Código de Derecho Canónico, a lo que hace referencia al cuasidomicilio. Hay que tener en cuenta, que todo lo referente al Derecho Canónico sobre el cuasidomicilio, cánones 101, 102, 103 y sobre la parroquia con sus derechos y sus obligaciones (cfr. CIC, c. 516).

Sin olvidar de observar lo siguiente: La centralidad de la litúrgica: "La liturgia es la cima hacia donde tiende la acción de la Iglesia y a la vez, es la fuente de donde proviene toda su fuerza" (SC, 10).

La cualidad y la dignidad de las celebraciones. La cualidad de las celebraciones litúrgicas se da por las características del templo, del altar y de los otros elementos litúrgicos, pero también por la preparación del celebrante y de los ministros: acólitos, lectores, cantores y organista. En las celebraciones en los cámpings y al aire libre, se recomienda la cualidad del lugar y que quede al margen de otras actividades profanas.

Las Delegaciones Diocesanas de Pastoral de Turismo, preparan un conjunto de criterios para este tipo de celebraciones.

Los servicios de acogida y de información los horarios de misas. Convendrá estar siempre a punto para poder acoger a todo el mundo, especialmente a los forasteros.

Conviene dejar en lugares visibles las informaciones necesarias, sobre todo los horarios de las misas y de las confesiones.

La celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana. Los sacramentos podrán ser recibidos tanto en la propia parroquia o de residencia primaria, como en la parroquia donde se tienen casi domicilio o residencia secundaria. Conviene asegurar la adecuada preparación catequética (catequesis de padres y padrinos, en el Bautismo de niños; catequesis para el Bautismo de los adultos, la Confirmación y la Primera Comunión; y la preparación para el Matrimonio).

Tanto la preparación catequética, como la celebración sacramental, han de tener un marcado signo comunitario, especialmente en la Eucaristía. "Y en la mesa santa, donde se come el cuerpo de Cristo, hacen patente concretamente, la unidad del Pueblo de Dios, que éste Santísimo Sacramento significa bien y lo hace admirablemente" (LG, 11).

Los espacios de silencio, de plegaria y de reconciliación sacramental. Se procurará abastecer las zonas turísticas de lugares de culto, según las necesidades y siguiendo los criterios de la Constitución de Liturgia (cfr. SC, 26 i 33).

Se facilitará que, en estos lugares cada ministro o fiel, cumpla su misión (cfr. SC, 28), cantando y leyendo en las diferentes lenguas de los participantes, algunos de los textos litúrgicos, especialmente, el Evangelio. Dada la popularización de los Cantos de Lourdes y de Taizé, se procurará incorporarlos al repertorio de nuestros cantorales. También se procurará que por los menos, lagunas fórmulas principalmente, el credo y el Padre nuestro, puedan ser cantados por toda la Asamblea en canto gregoriano.

Es en los ámbitos turísticos donde, por la diversidad de origen o de confesión cristiana, se puede trabajar ecuménicamente para la restauración de la unidad de los cristianos.

Los ordinarios del lugar y los párrocos de las parroquias, lucharán para que haya espacios ecuménicos y tiempo de plegaria comunitaria. Tal como dice el Decreto para la Unidad de los Cristianos, el Concilio ve con gozo, el desarrollo de la acción ecuménica y la recomienda a todos los obispos (cfr. UR, 4).

4. Estructura de la Pastoral del turismo y del tiempo libre

Cada obispado de las diócesis españolas, considerará la Pastoral del Turismo y del tiempo libre, como una parte integral de la Pastoral ordinaria de la Iglesia. Por eso, se tendrán en cuenta en programaciones diocesanas, y las decisiones pastorales que se determinen.

Hace falta dotar a cada obispado de una Delegación, de un Secretariado o de una Comisión Diocesana de Pastoral del Turismo que, alcance las peculiaridades del tiempo libre, de la segunda residencia, de asistencia al turismo nacional y al extranjero y de los peregrinajes religiosos y de las visitas a los santuarios, con la participación de diversas personas: sacerdotes, religiosos y laicos. La presencia peculiar de los laicos, es insustituible por la idiosincrasia del hecho social y por la movilidad y la autonomía del mundo temporal. Esta Delegación estará constituida por tres secciones: Turismo, Santuarios y Peregrinajes, que podrán tener un delegado y colaboraciones en los tres ámbitos.

La Delegación de la Pastoral del Turismo, tendrá la misión de animar y de promover las acciones eclesiales, apostólicas y pastorales en el campo del tiempo libre y en el campo del turismo.

Los obispos correspondientes, asignarán los presupuestos adecuados y los medios para llevar a cabo la tarea de la Delegación.

Las Delegaciones a nivel de las diócesis de España, estarán coordinadas por un Secretariado Interdiocesano y en colaboración también, con los organismos a nivel estatal.

5. Orientaciones de la pastoral del turismo

La pastoral de Turismo forma parte de la Pastoral ordinaria de la Diócesis.

Los objetivos básicos de la misma son los siguientes:

Preparar a los cristianos, y a las comunidades, para vivir y practicar el tiempo libre.

Educar a los cristianos, y a las comunidades, a conocer el valor del tiempo libre, descubriéndoles la forma de realizarse y la plenitud que les puede generar.

Dar contenido cristiano a las nuevas realidades que surgen en la sociedad actual: fines de semana, tiempo de vacaciones, turismo de la tercera edad, segunda residencia.

Mentalizar, tanto a las comunidades emisoras como receptoras de la movilidad humana, en el hecho social de esta realidad, a fin de integrarlos en el plan pastoral, por las implicaciones personales y sociales que comporta.

Procurar una asistencia humana, social y espiritual, a los que reciben los turistas (pueblos, profesionales, etc.), como los que son turistas (fin de semana, vacaciones, nacionales o extranjeros) fomenten los valores de acogida, hospitalidad, enriquecimiento cultural, solidaridad y comunidad fraternal.

Planificar y programar celebraciones litúrgicas en el día del Señor y en otras ocasiones, integrando toda la vida sacramental de la comunidad local y de los visitantes.

Tener en cuenta los valores culturales y la internacionalidad de las mismas, cuidando la participación de los distintos grupos en la común celebración.

Instar para que cada parroquia turística celebre una misa "plurilingüe", al menos una vez cada domingo.

Se intentará que el lugar sea digno y a poder ser sea en un templo digno de los que se celebra.

Las celebraciones latinas podrán ser consideradas como una forma de expresar la universalidad de la Iglesia.

Se tendrán también en cuenta los aspectos ecuménicos, haciendo todo lo posible para que los creyentes de otras religiones puedan alabar al Señor desde sus propias convicciones.

Se intentará que el canto participativo en las celebraciones litúrgicas tenga en cuenta la pluralidad de lenguas y culturas.

Las Delegaciones de Pastoral de Turismo de cada episcopado proporcionará los medios necesarios para una mejor y más preparada celebraciones.

Será preocupación de las Delegaciones buscar otros sacerdotes colaboradores en las zonas turísticas, teniendo en cuenta las propias parroquias.

Todo ello se concretizará en:

- El anuncio del Evangelio, de la Buena Nueva de salvación.

- Experiencia y celebración de la fiesta, como momento de liberación y salvación del hombre.

- Convivencia y comunión entre los Pueblos.

- Una mayor preocupación por el ecumenismo.

- Descubrimiento de otras culturas y complementariedades de las mismas.

6. Agentes de la Pastoral y Tiempo Libre

Sacerdotes: Viendo la necesidad de la Iglesia para adaptarse a las nuevas exigencia y nuevas exigencias pastorales, para construir un nuevo orden social más perfecto (GS 4), se preocupará:

Que las Facultades de Teología y centros superiores se puedan estudiar el fenómeno de la movilidad y sus implicaciones sociales, morales, humanas y religiosas.

Que en cada diócesis se cree lugar de estudio de los problemas que conllevan la movilidad social.

Que en los propios seminarios se tenga en cuenta lo que señala el Directorio Pontificio "Peregrínans in terra", 20.

Que en las programaciones de la pastoral ordinaria se tenga en cuenta la movilidad social en especial lo que se refiere a turismo y los fines de semana.

Que se fomenten las virtudes de la hospitalidad, acogida y atención a los visitantes de parte de los agentes pastorales.

Laicos: La pastoral de Tiempo libre y turismo es un trabajo específicamente laical. Por ello, consideramos primordialmente, tener en cuenta los aspectos siguientes.

Pensamos que debe llevarse a término una revalorización de la dimensión cristiana del ocio y del tiempo libre, como lugar privilegiado, que posee el hombre, para encontrarse con Dios, con los hermanos y consigo mismo. El laico debe dar, en ese mundo secularizado, testimonio cristiano de búsqueda de los trascendente, de convivencia con los demás y de reconciliación personal, en un mundo disperso y con alienación creciente.

Las comunidades cristianas han de preparar y educar para el tiempo libre. Trabajo y descanso, tiempo libre y tiempo útil, deben ser binomios de una evangelización, catequización y profundización, a fin de que sean tiempos humanos, dentro del plan de Dios. Donde la espiritualidad, la generosidad, el altruismo tengan su punto de encuentro. El tiempo libre no se puede separar de todo lo que supone ritmos de crecimiento cristiano, humano divinizado por la gracia de Dios, para que el hombre encuentre la nueva de la transformación completa dentro del plan de Dios.

En consecuencia, la comunidad cristiana debe considerar el tiempo libre como un medio más de revitalización personal, física y espiritualmente, donde se intensifica la propia realización personal y comunitaria.

En zonas de recepción turística, dentro de la comunidad parroquial, es conveniente crear grupos de seglares que acojan a los turistas, y que propongan actos de encuentro, a fin de favorecer el desarrollo de la persona y de los valores tanto del cuerpo como del espíritu, en su tiempo de ocio y distracción.

Sería conveniente crear asociaciones de laicos, tanto de profesionales del turismo, como de servidores o trabajadores del mismo, ya que la movilidad social es compleja y difícil de realizar algo individualmente, que siempre será necesaria.

La conservación y la divulgación de patrimonio cultural religioso o no, la animación cultural o artística, puede ser un momento importante para el encuentro de culturas y grupos diversos, sin olvidar el potencial y valor evangelizador de la creación artística religiosa. En este complejo mundo sería interesante crear movimientos asociativos para estar presentes en este campo de "tours operadores", guías turísticas, etc.

Problemas pastorales que plantea el turismo:

La vinculación parroquial queda afectada por la movilidad social. Tanto por el desplazamiento como por la incorporación, muchas veces solamente física a pesar de ser cristianos (sin olvidar los aspectos ecuménicos nuevos que aparecen), de otros grupos en la vida cotidiana de la comunidad.

La movilidad social hace que algunos no solamente tengan una parroquia, sino que desplazándose a otros grupos de población (fines de semana, vacaciones, etc.), poseen más de una; ello crea problemas pastorales, en especial, en lo referente a la integración cristiana de las nuevas generaciones a la vida comunitaria.

7. Capítulo peregrinaciones

Peregrinación es ir a un lugar por motivos espirituales, a pie o con otros medios. En nuestra lengua se ha hablado de peregrinos (per agrum, Santiago de Compostela), romería (Roma) y cruzada (Tierra Santa). Una variante de esta acción es el llamado turismo religioso, es decir, ir a estos lugares espirituales pero desde una perspectiva solamente cultural o curiosa.

Aunque estos términos se usan casi como sinónimos, indistintamente, sería de interés no confundir los conceptos, sobre todo el distinguir los motivos, desde la perspectiva pastoral, de visita a estos lugares.

Santuarios, peregrinos, romeros. Peregrinación y santuario están unidos en el Canon 1230, dice: "Con el nombre de santuario se designa una iglesia u otro lugar sagrado al que, por un motivo peculiar de piedad, acude en peregrinación numerosos fieles, con aprobación del Ordinario del lugar". Lo importante es el "motivo peculiar de piedad" no la importancia del lugar que se visita, por eso las pautas de preparación de una peregrinación o romería, según la Congregación del Culto Divino, deben tener los siguientes elementos: Plegaria de partida. Plegaria en el camino. Acogida en el lugar de peregrinación (atrio). Celebración de la Penitencia y la Eucaristía.

Los responsables de las Peregrinaciones, para que tenga carácter oficial, deberán recibir el visto bueno del Ordinario. Este lo podrá conceder después de la petición, hecha por los responsables, en la que constará el programa de la peregrinación, la dirección espiritual y los soportes técnicos (transporte, alojamiento) de la misma.

Las peregrinaciones es un trabajo pastoral de las comunidades parroquiales o instituciones religiosas y de los Rectores de los Santuarios. La coordinación de estos responsables es fundamental para resaltar los elementos de fe, comunión e incluso los festivos, que comporta toda peregrinación.

Si no existen los elementos anteriormente citados no se puede llamar peregrinación, puede ser otro tipo de visita aunque el acento sea religioso o cultural.

No se debe confundir peregrinación, con lo llamado Turismo religioso, ya que lo primero tiene una perspectiva de orden espiritual, dirigido a la práctica de la conversión espiritual y el crecimiento en la fe, sin olvidar los aspectos que nacen de la caridad cristiana.

Sin embargo el llamado turismo religioso tiene acentos preferentemente culturales, lúdicos o forjadores de grupos y comunidades. Sin embargo no se debe menos valorar estos eventos ya que pueden ser, si la acogida y el organizador los cuidan, puntos de arranque de una religiosidad más fecunda.

Las peregrinaciones a los Santuarios son una de las más significativas expresiones de la piedad popular. El papa Juan Pablo II ha hablado de ellos como "geografía específica de fe y de piedad" (Redemptoris Mater 28).

Las peregrinaciones a los Santuarios son actos privilegiados de la "statio" de la Iglesia peregrina, expresión de la dimensión cristiana de la vida personal y comunitaria.

La peregrinación tiene en la Madre de Dios el modelo eximio de realización. Ella peregrinó en la tierra hacia Egipto por cumplir su deber de Madre del Creador y "precede al pueblo peregrino, como signo de esperanza segura y de consuelo" (Lumen Gentium 68).

Hay que potenciar dirigir y clarificar las experiencias de peregrinación a los lugares tanto internacionales, nacionales, como diocesanos. Al igual que los actos que acompañan a las mismas para que sean llamada o camino a la conversión, a la fidelidad, al agradecimiento, a la plegaria que los lugares de peregrinación evocan o comportan.

8. Otras formas de turismo religioso

La práctica, de lo que hemos llamado turismo religioso, tiene diversas modalidades, individuales y comunitarias.

La estancia de unos días en los monasterios, conventos, hospederías de santuarios, de forma individual o familiar, con contacto con la comunidad religiosa o sin ella.

Los encuentros de grupos o comunidades, tanto de oración, reflexión, compartiendo experiencias, reuniones de planificación pastoral, etc.

Las estancias individuales o familiares, en tiempo de vacaciones, en lugares de peregrinación, romería, o casas religiosas, etc.

Las hospederías de santuarios, monasterios, conventos o casa religiosas.

Las rutas (peregrinación, romería o por otros motivos) a Santuarios de diversos lugares.

Todo ello debe comportar:

Que los santuarios, monasterios, instituciones y sus casas religiosas, procuren que las instalaciones de acogida, de hospedería, tengan las condiciones necesarias y se atengan a lo establecido en este tipo de instituciones o similares, y a poder ser creen una red de publicidad y gestión que mejore su conocimiento y los servicios prestados a los que acuden a estos lugares.

Que los receptores de este tipo de turismo religioso cuiden la acogida, y la asistencia humana y espiritual de estos visitantes, distinguiendo este del otro turismo normal.

Intenten incorporar en esta labor pastoral a otros miembros de la comunidad a fin de que la estancia en ese lugar les ayuda a descubrir las razones espirituales del mismo, y a poder ser, les ayuden a la oración y recogimiento, personal y colectivo.

9. Santuarios

España es una tierra rica en santuarios, ermitas, capillas que dispersas por toda la geografía expresan la piedad, religiosidad de los pueblos de España. Son lugares donde visitantes de distinta procedencia, local, diocesana o internacional, y con distinta intencionalidad hacen de ellos punto de encuentro y, muchas veces, de reflexión y oración.

Hay que crear un censo de santuarios, ermitas y capillas diocesano. En el mismo se especificará su clasificación, local, diocesano, nacional o internacional, teniendo en cuenta lo que la legislación canónica dice al respecto (cánones 1230-1234). Se hará igualmente otro nacional de los aprobados como tales por la Conferencia Episcopal, y los de ámbito internacional. La finalidad del censo es poder dotar a los mismos con los medios necesarios para cumplir con sus fines, y determinar las preferencias para que, de haber fieles dedicados a esta acogida y cuidado, se puedan coordinar los distintos esfuerzos para hacer lugares de encuentro con la divinidad y con uno mismo.

Sería conveniente que se unifiquen tamaño y forma de los folletos en los que se den a conocer las peculiaridades de los distintos santuarios, a fin de que se pueda ayudar al coleccionismo de los mismos que tanto favorece a su difusión y conocimiento de las peculiaridades de los mismos.

Los Santuarios han de convertirse en centros de auténtico apostolado, debemos descubrir en ellos manifestación de la "religiosidad del pueblo, de la gente sencilla y de los pobres" "Evangelii Nuntiandi" 48). A la vez que debe ser acrisolamiento de la propia devoción: "La auténtica devoción (mariana), no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio, ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes" (Lumen gentium 67). Incluso esta devoción común puede ser lugar de encuentro ecuménico (cfr. LG. 69) y siempre de acercamiento a la divinidad.

9.1. Aspectos teológicos pastorales

La atención pastoral en los santuarios han de ocuparse principalmente:

Hacer manifiesto el valor sagrado del santuario, lugar, donde se vea como signo, de la acción y presencia ("domus ecclesiae") de Dios.

Buscando una coherencia entre la expresión religiosa y la fe, procurando la potenciación y purificación de la piedad popular.

Atender a los signos y valores que tienen los santuarios: Signo de la búsqueda del misterio, de la experiencia religiosa y de la contemplación de la acción de Dios. Signo del encuentro con las raíces religiosas personales. Signo de la identidad festiva y cultural. Signo de la acción caritativa de la Iglesia para los más necesitados y marginados de nuestra sociedad, nacional o internacional.

Los santuarios han de manifestar claramente sus símbolos y sus carismas propios. Para ello cuidará de la predicación, catequesis, con una esmerada acogida; y haciendo posible la reconciliación con Dios y con los hermanos y la digna celebración del Misterio Eucarístico.

Han de coordinar la visita a los Santuarios con los ritmos tanto sociales como litúrgicos, organizando días de acción de gracias, de petición, de penitencia etc., según convenga. Estas visitas deben ser motivo de comunión eclesial entre los visitantes y la población que está al entorno del santuario.

9.2. El santuario debe ser preferentemente lugar de evangelización

Por medio de su propia identidad.

Por medio de su actitud de acogida, atendiendo gratuitamente lo fundamental, y cuidando el lugar y su entorno. La hospitalidad y gratuidad, en la acogida, son elementos fundamentales de la pastoral del santuario.

Por medio de la Palabra, ofreciendo una liturgia acorde con la identidad del santuario y la idiosincrasia de los visitantes.

Por medio de los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía.

Por medio de la atención personal, especialmente, con el capellán o rector y los responsables de la acogida y atención.

La pastoral ordinaria del santuario, sin perder su identidad, tiene que tener en cuenta la de la propia comunidad, y debe estar integrada en la de la Diócesis. El responsable de la diocesana coordinará todos los aspectos que incidan en la pastoral general y particular diocesana. Los de carácter internacional no deben descuidar su integración en el plan diocesano sobre los santuarios.

9.3. El santuario promotor de la vida Litúrgica

La liturgia, en los santuarios, debe ocupar el primer lugar en la atención pastoral y debe llegar a ser el principal contenido evangelizador.

Las celebraciones litúrgicas han de respirar, en primer lugar la vivencia tanto de la fe, en especial los misterios que él representa, como los aspectos de comunión eclesial con la Iglesia universal.

En los santuarios se ha de procurar una participación en las celebraciones litúrgicas, especialmente en los sacramentos de la reconciliación y el de la Eucaristía. Debe ser la expresión de la conversión personal y comunitaria, y la culminación de los sacrificios, ofrendas que se han hecho en acción de gracias, o en cualquier tipo de petición, rogativa, que se haya realizado.

Se debe cuidar especialmente la música, lecturas y celebraciones litúrgicas que se celebren en el santuario, al igual que los demás actos de piedad, de forma que ayude a descubrir o potenciar el misterio que el santuario manifiesta.

9.4. El santuario promotor de la piedad popular

Los santuarios y ermitas, son un lugar privilegiado de la piedad popular y de creación, crecimiento y enriquecimiento de esta religiosidad. Es la manera que tiene el pueblo de Dios especialmente, la gente sencilla, los pequeños, los pobres del Evangelio, de vivir y expresar su relación con los misterios de Dios, de Jesucristo, la Madre de Dios o los Santos. Todo ello, tanto si se refiere al ámbito personal, como en su dimensión comunitaria, eclesial (cfr. CEE, Evangelización y renovación 1987). Por ello se ha de procurar, que estas encarnaciones de los divino o su manifestación, en las distintas culturas, pueblos o razas, expresen con claridad y sin adherencia, extrañas a la fe, lo que en ellos se manifiesta, sin por eso perder sus propias peculiaridades y concreciones.

La piedad popular conviene que siempre tenga presente el carácter trinitario, cristológico y eclesial de la fe y del culto cristiano (Marialis cultus, 30-37).

Los pastores deben con especial cuidado, discernir los aspectos culturales o propios que puedan ayudar a crear a partir de estas manifestaciones un verdadero "pueblo de Dios"; a descubrir los elementos válidos, nacidos de la sincera y profundidad de los pueblos, como expresión de su forma de acercamiento a lo divino; a la vez, debe ir puliendo con esmerada delicadeza los elementos incompatibles (no con la propia cultura o religiosidad) con una verdadera religiosidad, es decir, ir suprimiendo poco a poco lo que sea manifestación de una religiosidad fatalista, exagerada, de vana credulidad, privatizadora o exclusivista.

Hay que hacer un esfuerzo para que las dos formas de expresar la propia religiosidad, la liturgia y la piedad popular, sean complemento para el crecimiento en la fe y la manifestación de la misma.

Las fiestas religiosas populares contribuyen a definir la identidad humana, religiosa y cristiana de un pueblo, por lo tanto el santuario o la ermita deben ser un punto de referencia para la comunión, la solidaridad y la alegría de los miembros de la comunidad.

Las fiestas populares, al igual que las del calendario litúrgico, deben ayudar a crear "el recuerdo sagrado" de la acción de Dios, directamente o por medio de la Virgen o los santos, en la comunidad que lo celebra en el transcurso del año.

Se ha de procurar que las fiestas tengan una eficacia pedagógica para acrecentar la fe del pueblo. Las fiestas son el tiempo de liberación, de encuentro gozoso de las personas y de los pueblos.

Téngase cuidado exquisito de los "exvotos"; estén en un lugar digno y visitable; ayuden a que los mismos sean expresión digna de lo que manifiestan, que siempre desde la sencillez muestren el agradecimiento a Dios por la oración atendida.

9.5. Estructuras pastorales de los santuarios

En la medida de lo posible todos los Santuarios, ermitas o capillas, teniendo en cuenta sus propias peculiaridades, se han de dotar de los medios organizativos principales, según el rango que tenga y el servicio que presten.

Para ello, según las necesidades, sería conveniente crear:

Una Comisión Pastoral del santuario, ermita o capilla donde fuera necesario un Patronato (asociación o fundación) aprobados por el Ordinario del lugar.

Los sSantuarios que sean parroquia deberán asumir esa doble acción pastor la propia de la parroquia y la más específica de la de santuario.

Los santuarios que no sean parroquias, habrán de trabajar conjuntamente con los responsables de la parroquia y del arciprestazgo en la que estén ubicados, teniendo en cuenta sus planes pastorales, sin por ello perder su propia identidad como santuario o ermita.

Locales. Tendrá por lo menos un encargado que pueda enseñar o tener las llaves para que sea posible visitarlo en los tiempos oportunos.

Diocesanos. Aparte del estatuto de que habla el canon 1232, deberá tener alguien, sea en tiempos determinados o en horarios fijados, que atienda a los peregrinos y visitantes. Y todo lo que se especifica en este Directorio, según sus posibilidades, respecto a los nacionales.

Nacionales. Será la Conferencia Episcopal el que conceda el título de nacional. Para ello tendrá en cuenta lo prescrito por los cánones anteriormente citados (1230-1234). La atención pastoral, que se pueda conceder será lo más importante, tanto en la celebración de la reconciliación como en el de la Eucaristía, y al igual dará la posibilidad de poder ejercitarse otras formas de piedad aprobadas. Cuidará, con especial esmero, lo ex votos y los motivos de piedad idóneos que el tiempo ha ido adornando, enriqueciendo el lugar.

No podrán faltar por lo tanto en ellos: Un sacerdote que acoja en los tiempos oportunos a los peregrinos. A poder ser tendrá un equipo de fieles cristianos (laicos, sacerdotes, religiosos) que colaboren en la cogida y servicio del mismo. Que tenga servicio religioso de los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía. Que se tenga un especial cuidado en la catequesis y homilía en el mismo. Tendrá una especial preocupación en la conservación del Santuario y de su entorno. Tendrá un lugar especial para los "ex votos".

Internacionales. Es competencia de la Santa Sede, el conceder la denominación de internacional (canon 1231), y por lo tanto la que determinará los servicios mínimos que debe ofrecer para poder ser declarados como tales.

BIBL. – (Se cita solamente la que se ha tenido en cuenta en la redacción de este documento). CoMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL (Departamento de Turismo) La Iglesia y los fines de semana, Valencia, Edicep, 1980. Directori de Turisme i Temps Lliure, Santuaris y Pelegrinatges de la Província Ecclesiástica de la Tarraconense. 1997. VICENTE J. SASTRE GARCÍA, La cultura del ocio, implicaciones sociales y eclesiales del fin de semana, Madrid, UPCM, 1984. Contiene una muy interesante bibliografía. Véase especialmente el cap. 1. pp. 33-59; VICENTE J. SASTRE GARCÍA, Inter gentes. Religión, Iglesia y Sociedad en los años 2000, Valencia, Edicep, 1997; ANTONIO BENLLOCH POVEDA, Precepto dominical y la nueva cultura del ocio, en "Apollinaris" 22 (1985) 515-531; La nuova legislazione canonice sulla mobilitá sociale en AA.W., "Migrazioni e diritto ecclesiale. La pastorale de la mobilitá umana del nuovo Codice di diritto canonico". Padova, edizione messagero, 1992. pp. 9-22; Capellanes y párrocos, santuarios y parroquia, santuario y diócesis (en castellano, francés, inglés, italiano y alemán) en "Actas del primer Congreso mundial de Pastoral de Santuarios y peregrinaciones" Roma, 1993.

Salvador Batalla