Secularidad - Secularización
DPE
 

Tanto el término "secularización" como "secularidad" no son claros en su significado. Conviene, por ello, intentar dar alguna definición de los mismos.

Para comenzar, digamos que "secular", "secularidad" y "secularización" hacen referencia a "ser y estar en el mundo" (en el siglo).

Cuando hablamos de secularidad para la Iglesia, o para el cristianismo, entendemos por ello "la manera peculiar de ser Iglesia encarnada", en el mundo y para el mundo. Ciertamente como sacramento de salvación.

Mientras que secularización denota-ría, en un sentido negativo, la autonomía total de lo mundano y la separación con relación al cristianismo y a la Iglesia. Lo que se ha venido a llamar "la mayoría de edad", con todas las consecuencias, y separación de la cultura contemporánea con relación a lo religioso. En otras palabras, estaríamos hablando de laicismo.

El Vaticano II, en Gaudium et Spes, admite una "relativa autonomía" de lo civil, es decir, una sana secularidad.

Pero volviendo a nuestro tema, ¿por qué es importante definir los contornos de la secularidad? Porque están en juego, desde la pastoral, al menos estos elementos:

    1. El ser y hacer (identidad y misión) de una Iglesia que vive en el mundo, es para el mundo, ejerce su misión en el mundo y por medio del mundo. Es una Iglesia plenamente encarnada.

    2. El ser y hacer de los fieles laicos. Porque en, y por ellos, la Iglesia vive "en plenitud y profundidad" la inserción en el mundo. Esta "índole secular", es la clave para entender la teología y espiritualidad laical.

    3. El ser y el hacer de los presbíteros diocesanos o seculares. Si la perfección del presbítero secular consiste en vivir la radicalidad de la caridad pastoral, ésta se encarna en la mundanidad, en la vivencia en el siglo.

Con razón afirman los teólogos de nuestros días que la secularidad no es una realidad exterior a nosotros ante la que hay que situarse, sino que es nuestra misma realidad, a la que pertenecemos y donde nos movemos existencial y pastoralmente hablando.

Todas las formas de vida en la Iglesia están en el siglo, son seculares, aunque la gran diferencia entre ellas son las modulaciones carismáticas o formas de vivir los dones del Espíritu. En este sentido, conviene no olvidar que los cristianos "estamos en el mundo, sin ser mundanos". Y que este primer mundo o siglo pasará y está en dolores de parto gimiendo por unos cielos y una tierra nuevos, por una nueva y definitiva creación. La pastoral, en el terreno de la secularidad, se mueve, por eso, entre la inserción real y la trans-secularidad. Es, en definitiva, la lógica y dialéctica del reino de Dios: "Ya presente, pero todavía no realizado en plenitud".

BIBL. — R. BERZOSA MARTÍNEZ, Ser laico en la Iglesia y en el mundo, DDB, Bilbao 2000; COMISIÓN EPISCOPAL DEL CLERO Y DE SEMINARIOS Y UNIVERSIDADES, Presbiterado y secularidad, Edice 1999.

Raúl Berzosa Martínez