Tema 4.6

PROYECTO DE EVANGELIZACIÓN
desde la E U C A R I S T I A.
Etapa cuarta

LA EUCARISTÍA
PARA LOS CORAZONES “ROTOS”

Sólo deseo señalar un rasgo importante de una visión muy extendida que necesita ser cuestionada: la Eucaristía como el encuentro con el Señor al que sólo los que consideramos dignos pueden ser admitidos.
 

Se niega la Eucaristía a los católicos cuyos matrimonios no están de acuerdo con la enseñanza católica, y buena gente que tienen problemas con la enseñanza de la Iglesia sobre el control de nacimientos tienen a menudo dificultades para acercarse a la mesa eucarística, y todo el tema de la intercomunión con los cristianos no católicos pende de que alguien es considerado no plenamente preparado para la recepción del Señor eucarístico en nuestra tradición. La lista podría alargarse.

Tal práctica refleja una teología eucarística que tiene justamente su propia historia y tradición en la Iglesia de Occidente, pero existe hoy un sentimiento extendido de que esta tradición necesita ser repensada. Con todo, es poco serio metodológicamente seguir adelante, tanto teológica como pastoralmente, sobre la base de un “sentimiento extendido”, que puede ser un sentimiento con pocas raíces y fundamente. ¿Se pueden encontrar bases más sólidas para levantar un interrogante a esta tradición preominante?

El evangelio de Marcos.

Uno de los rasgos del estilo de Marcos es su tendencia a “enmarcar” los relatos.

Las secciones del evangelio de marcos que están “enmarcadas” de esta guisa, deben ser interpretadas como un todo. Las secciones que forman el “marco” sirven para explicar la sección enmarcada, y viceversa. Una vez que se constata esto, entonces Mc 14,17-31 debe ser leído como la descripción de la última cena de Jesús con sus discípulos (14,22-25), enmarcada por dos historias de su traición (vv. 17-21 y 26-31).

En 14,17-21 el evangelista indica explícitamente que Judas, el que traicionará a Jesús, pertenece al círculo íntimo de sus amigos. Leemos que Jesús “vino con los doce”, un grupo especialmente nombrado en 3,14 “para estar con él” de un modo único (v. 17). El contexto para la predicción de esta traición es la mesa de la comida, un lugar que era sagrado entre amigos. La tragedia se agrava por la idea de que es uno que comparte la comunión de mesa el que traicionará a Jesús. Jesús explica que el traidor será “uno que está comiendo conmigo”. La intimidad se realza todavía más por las palabras de Jesús: “es uno de los doce y está mojando el pan en la misma fuente que yo”. Jesús va a ser entregado por una persona que ha compartido la más íntima de las experiencias con él.

Una parecida atención a la cercanía que existe entre Jesús y sus futuros traidores se encuentra en la otra sección del marco dedicada al resto de los discípulos (14,26-31), donde predice que “todos vais a fallar” (v. 27). Pedro jura una lealtad indefectible, mejor que todos los demás, que sí podrán fallar (v. 29), y llega a decir que está preparado a dar su vida por lealtad y amor a su maestro (v. 31). Es importante notar la breve observación final de Marcos. No es sólo Pedro quien jura lealtad y amor: “y los demás decían igual”.

La cena que Jesús compartió no fue una cena para los dignos. Fue una cena para aquellas personas que estaban más cercanas a Jesús pero que, enfrentadas con el reto de amarle incluso hasta la muerte, traicionaron y abandonaron a su Señor. Cuando la comunidad marcana miró hacia atrás sobre su propia experiencia, sabía muy bien que el Señor se había dado a sí mismo, y que continuaba dándose, a los discípulos que le fallaban. Esta es la razón por la que, cuando se pusieron a contar la historia de los orígenes de la presencia eucarística de Jesús, dijeron la historia de este modo tan chocante: una donación de sí mismo por amor a los que más le fallaron. Jesús ama a sus fallantes discípulos con un amor que de ningún modo encuentra correspondencia en ellos.

El cuarto evangelio.

En el capítlo 13, el tema de la presencia de Jesús a los discípulos rotos, alcanza su expresión más profunda.

Ya al comienzo vv. 1-17 se afirma la referencia explícita a la plenitud del conocimiento de Jesús y la perfección de su amor: “Era antes de Pascua. Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pasar de este mundo al Padre. Había amado a los suyos que vivían en el mundo y los amó hasta el extremo”. Les lava los pies. Volviéndose a ponerse el manto, instruye a sus ignorantes y débiles discípulos sobre el gran don que les ha hecho por este gesto de amor: “os he dado ejemplo para que hagáis vosotros lo mismo que he hecho yo. Os lo aseguro: un criado no es más que su amor ni un enviado más que el que lo envía. ¿Lo sabéis? Pues dichosos vosotros si lo cumplís” (vv. 15-17).

Y siguen los versículos 18-20: “No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes elegí, pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come de mi pan me ha puesto la zancadilla. Os lo digo ya ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy el que soy. Sí, os lo aseguro: quien reciba a uno cualquiera que yo envíe, me recibe a mí, y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”.

Todo el capítulo está marcado por el extraordinario amor de Dios, revelado en jesús, que se da a sí mismo en el lavatorio de los pies y en la Eucaristía. En medio de la traición y de los fallos no disminuye su compromiso y su entrega a los discípulos, a despecho de la falta de compromiso de ellos para con Jesús. Conoce a quién ha elegido. Es consciente de que uno que comparte mesa con él le traicionará y otro le negará, y que los demás son incapaces de entenderle: y sin embargo él les ama y les enviará a proclamarle a él y a su Padre, por muy traidores, negadores e ignorantes que sean. El significado último de este mensaje lo resume en la afirmación central de todo el capítulo: “Os lo digo ya ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy el que soy” (v. 19).

Esta es una sorprendente afirmación. Jesús ama a los suyos tanto que les elige (v. 18) y les envía como su propia presencia (v. 20). Con todo, estos mismos discípulos amados son responsables de su muerte en la cruz (v. 18)b). Es precisamente en esta entrega incondicional de sí mismo a personas que no le aman donde él revela lo que es.

Jesús informa a sus discípulos – y Juan a sus lectores – que cuando el amor se revela de un modo tan extraordinario, amando “hasta el extremo” (v. 1) a personas que no le aman, podemos empezar a entender al Dios a quien Jesús ha venido a revelarnos.

(Entresacado de “La Eucaristía como presencia de Jesús para los rotos”
de Francis Moloney en Phase nº 183)

C U E S T I O N A R I O

1.- De las personas a las que conoces, ¿a quiénes podrías incluir en el grupo de los “rotos”?

2.- De los señalados, ¿qué sectores son los que más dificultades tienen para acercarse  a la mesa de la Eucaristía?

3.- ¿Qué pasos podríamos dar para que se sintiesen destinatarios, también, del amor de Dios manifestado en la Eucaristía?

por José Cruz Igartua sss
Fuente: Religiosos Sacramentinos