Tema 1.5

PROYECTO DE EVANGELIZACIÓN
desde la E U C A R I S T Í A.
Etapa primera

UN ALMUERZO EN CASA DE UN FARISEO (Lc 11,37-54)
(Limpios: sobre todo, por dentro)

Contenido a transmitir

Llegamos ahora a una segunda comida celebrada en el curso del viaje a Jerusalén. Esta segunda comida insiste en la primacía de la pureza interior sobre la observancia exterior.

Contexto y tradición

Como la historia de la hospitalidad dispensada en casa de Marta, este segundo relato dentro del viaje a Jerusalén está en la primera sección del viaje (10,38-13,21), que se divide en dos partes (10,38-11,54; 12,1-13,21), la primera de las cuales trata de cuestiones de discipulado y del modo en que los discípulos responden a la palabra del Señor durante el viaje, mientras que la segunda trata de la necesidad de estar preparado para el momento crítico final.

El contexto nos invita a leer el relato del almuerzo con el fariseo como un ejemplo de alguien que ofrecía el pan cotidiano de la hospitalidad a quienes iban de camino, pero cuya situación empeoró al hacerse discípulo; alguien cuyo ojo interior ya no estaba sano y cuya luz se había vuelto oscuridad.

El escenario: Jesús y las purificaciones rituales (Se lee el texto: Lc 11,37-38)

La comida tuvo lugar en el comedor o zona destinada a tal uso. El fariseo invitó a Jesús a comer en él, y Jesús entró para recostarse a la mesa. Lo mismo que la casa de Marta, también la del fariseo estaba situada en algún lugar a lo largo del camino hacia Jerusalén. 
La comida fue diferente de todas las comidas anteriores, por cuanto tuvo lugar a mediodía. El verbo griego usado para decir “comer” es aristao, que hace referencia a la comida de mediodía o almuerzo. Tal almuerzo podía ser bastante festivo. Invitar a alguien  para un simposio a mediodía era signo de considerable riqueza y tiempo libre.

A Jesús no se le llama por su nombre en el marco introductorio, y lo mismo pasa con su anfitrión el fariseo. Lo importante para el relato es que el anfitrión de Jesús sea reconocido como un fariseo, como un símbolo personal de los fariseos a los que Jesús se dirigía en el discurso. Como en pasajes anteriores del evangelio, el fariseo que recibió a Jesús en su casa, y los fariseos a los que éste se dirigía, representaban a los cristianos, personas que en un momento dado se arrepintieron y cuyas casas habían sido limpiadas, pero se había manchado de nuevo: peor que antes. Jesús se dirigía a ellos proféticamente, llamádolos a la pureza interior, sin las cual la pureza exterior carece de valor.

Jesús y los fariseos

El discurso de Jesús se da en dos partes. La primera, en la cual se dirige a los fariseos, se relaciona directamente con la observación de éstos de que Jesús no había realizado la purificación ritual de comer.

(Se lee el texto: Lc 11,39-41).

El título “Señor” invita al lector a trasladar el marco del relato más allá del ministerio de Jesús, a la vida de la Iglesia primitiva.

Cuando Jesús respondió a su anfitrión el fariseo, se dirigió a él en plural: “Vosotros, los fariseos”.

La denuncia de Jesús no pretendía ser una condena indiscriminada de los fariseos judíos. En este caso, el estereotipo fariseo se aplica a miembros de la comunidad cristiana cuya insistencia excesiva en lo exterior recordaba la de los fariseos. En Lucas el término “fariseo” se refiere a los cristianos de las comunidades. El “Vosotros, los fariseos”, iba dirigido a cada cristiano. Para aquellos a quienes se aplicaba, pretendía ser una denuncia profética. Para los demás servía de advertencia.

La referencia de Jesús a la copa y el plato son claramente metafóricas, porque se ponen en contaste con la rapiña y maldad de que están llenos los fariseos. La limpieza de la copa y el plato, algo en lo que los fariseos insistían, se convierte aquí en una imagen de la propia purificación exterior.

El Señor hizo entonces una pregunta haciendo referencia al que hizo la copa y el plato: Dios (el alfarero). ¿El que hizo el exterior no hizo también el interior? ¿No formó el creador tanto el interior como el exterior del ser humano?

Jesús invitó a los fariseos a dar limosna como medio para asegurar que su interior estuviera verdaderamente limpio. Para Lucas y los primeros cristianos, dar limosna era fuente de purificación interior. Más adelante, Jesús exhorta en el evangelio a los discípulos: “Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla corroe” (12,33).

Experiencia a realizar

Relación “interior – exterior”

Introducción: Tenemos dos caras (áreas). Muchas veces, valoramos una más que la otra.
 En general hacemos hincapié en lo externo. Lo interno no nos importa tanto.
 Así, practicamos las apariencias, el comportamiento “elegante”, lo “políticamente correcto”,   Enjuiciamos a los demás desde “marcos” establecidos....

 Tenemos dos caras que se reflejan. Aunque, a veces, se dan la esplada.
 En ocasiones el interior no corresponde al exterior; lo exterior no transparenta lo interior:  Todo tipo de cumplimiento, falsedad, hipocresía....

  Podemos señalar dos niveles: - personal (cuando me miro): me fijo en la superficie o en lo profundo.
 - yo en relación con los demás (cuando miro a los demás): me fijo en lo externo o en
 o en lo interno.

Cuestionario: 1. En mi vida, seguramente algo de esto practico o me pasa. Céntrate en un caso concreto de tu vida.
  2. ¿Cuáles son las razones que me impulsan a actuar así?
  (Las respuestas a esta pregunta se ponen en común)

Tras esta introducción general vienen tres “ayes”. Se lee el texto: Lc 11,42-44.

Un “ay” o maldición es lo opuesto a una “bienaventuranza” o bendición. El primer “ay” no está motivado por el hecho de que los fariseos paguen diezmos, sino porque lo hacen a la vez que desatienden todo sentido de justicia y de amor a Dios. El segundo “ay” está estrechamente relacionado con el primero. En lugar de amar a Dios, su amor está centrado en los asientos de honor en las sinagogas y en los saludos en las plazas. En consecuencia – y esto consiste el tercer “ay” -, son como los sepulcros que no se ven, que hacen incurrir en impureza ritual a quienes andan inadvertidamente sobre ellos. Irónicamente, la preocupación de los fariseos por la purificación ritual exterior hace de ellos una fuente de impureza ritual para los demás.

Jesús y los especialistas de la ley (Se lee el texto: 11,45-46)

El especialista de la ley, que daba mucha importancia al hecho de ser especialista y maestro, se dirigió a Jesús como “maestro”, un indicio del fino sentido que Lucas tenía de la ironía. El especialista tenía razón. Lo que Jesús había dicho a los fariseos era también, a fortiori, aplicable a ellos. De ahí la nueva serie de “ayes”. Los especialistas de la ley imponían a los demás pesadas cargas que ellos personalmente ni tan siquiera tocaban. Dichas cargas guardan paralelo con las exigencias de pureza ritual que los fariseos planteaban a los demás, aunque ellos no mostraban interés alguno por su propia pureza interior.

Este primer “ay” iba seguido por un segundo. (Se lee el texto: 11,47-51).

Como siempre, este relato presupone una situación en la Iglesia primitiva. Observamos especialmente cómo la persecución de los “profetas y apóstoles” está ligada a la de los antiguos profetas por parte de sus padres. Como los fariseos, también los especialistas de la ley estaban interesados en el reconocimiento exterior y público, como quedaba bien demostrado por los monumentos que erigían a los profetas muertos a manos de sus antepasados. Debido a su indiferencia personal hacia la ley (11,46), serían considerados responsables de los crímenes de sus antepasados. No construían monumentos a los profetas, sino a los crímenes de sus antepasados..

El segundo “ay” va seguido por un tercero. (Se lee el texto: 11,52).

Con su interpretación de la ley y su imposición de pesadas cargas legales, los especialistas han hecho imposible alcanzar un verdadero conocimiento de la ley. El mensaje de Jesús va dirigido a miembros concretos de la comunidad cristiana. La referencia a “la llave de la ciencia” presupone que tal llave existe. Algunos pueden habérsela llevado, pero el evangelio de Lucas y quienes acogieron la enseñanza de Jesús en el camino hacia Jerusalén estaban devolviendo la llave de la ciencia. La enseñanza de Jesús en 11,37-54 es buen ejemplo de un maestro, de un especialista, que no era como los demás, que ofrecía la llave de la ciencia, no se la llevaba.

Celebración

(Acabamos la reunión presentando unos símbolos que hacen referencia a las actitudes que, a la luz del pasaje de hoy, hemos de vivir en la celebración de la eucaristía. Cada grupo elige sus símbolos.)

“El relato del almuerzo en casa de un fariseo, que está casi enteramente ocupado por el largo discurso de Jesús, trata de algunas actitudes realmente fundamentales para la Eucaristía:

 - La eucaristía requiere purificación interior, no sólo ritual exterior. (se presenta un símbolo).

 - Debido a que la eucaristía es un compartir que acontece en la comunidad, requiere dar limosna para compartir
 con los pobres, tanto en la asamblea eucarística como fuera de ella. (se presenta un símbolo).

 - Es especialmente en la eucaristía donde nos debemos ofrecer la llave de la ciencia los unos a
los otros, como hizo Jesús, el Señor. (se presenta un símbolo).

Rezamos juntos el Padrenuestro.

El que anima el encuentro reza el : “Líbranos Señor de todos los males.....”

por José Cruz Igartua sss
Fuente: Religiosos Sacramentinos