Tema 1.4

PROYECTO DE EVANGELIZACIÓN
desde la E U C A R I S T Í A.
Etapa primera

HOSPITALIDAD EN CASA DE MARTA (Lc 10,38-42)
(Lo urgente y lo importante)

Contenido a transmitir
Introducción

El relato trata de la tensión surgida entre servicio y discipulado. Habla de la importancia de ser un verdadero seguidor y discípulo de Jesús al tiempo que se sirve en el ministerio. Sin ello – lo único necesario – el ministerio pierde su significado.

El relato de Marta y la hospitalidad ofrecida en su casa, relato de eucaristía y de servicio (diakonía), pone de manifiesto que quienes desempeñan el servicio pueden distraerse con consideraciones secundarias y desviarse de lo que es absolutamente necesario y decisivo para el significado de todas las demás cosas que hacen.

La eucaristía es una cuestión de mutua presencia y comunicación. La hospitalidad eucarística requiere que quienes desempeñan un servicio reconozcan la presencia del Señor, que respondan a la presencia del Señor estando a su vez presentes para él. Y el modo de hacerlo consiste en escuchar y atender a su palabra. Sin ello, cualquier cosa que se haga, de hecho, en el servicio carecerá de valor cristiano.

El escenario: en casa de Marta (Leer el texto: Lc 10,38-39)

El relato se sitúa en el curso del viaje a Jerusalén. El plural “ellos” nos dice que éste no es simplemente un relato acerca de Jesús, sino acerca de Jesús y sus discípulos, aun cuando éstos no tienen parte en lo que sigue.

El pueblo en el que Jesús entró podría ser cualquier pueblo (signo de universalidad), un lugar donde unas personas viven y por donde otras pasan en su viaja a Jerusalén.

Marta es el principal personaje de la historia. Es quien recibe a Jesús, presumiblemente en su casa. Es también la que se queja de su hermana a Jesús y a la que Jesús responde. Es también ella quien tiene una hermana llamada María, no María quien tiene una hermana llamada Marta. Como la casa y todo lo demás del relato, María es vista en relación con Marta. María, la segunda en ser mencionada en el relato, puede haber escogido la mejor parte, pero es su hermana quien está en el centro del relato.

Que Marta recibiera a Jesús en su casa resulta bastante extraordinario. Por lo general, lo habitual habría sido que un hombre fuera acogido por un hombre en casa de un hombre, pero no por una mujer en casa de una mujer.

Ambas mujeres eran amigas y discípulas de Jesús de Nazaret, pero en Lc 10,38-42 ambas son presentadas como creyentes y miembros de la primitiva comunidad cristiana.

Jesús es presentado por el narrador como “el Señor”, que es el título utilizado a lo largo de todo el relato. Después, cuando Marta se quejó ante él, lo llamó “Señor”. Y al recoger la respuesta de Jesús, el narrador se refirió a él de nuevo como “el Señor”.

Era una manera normal de dirigirse a alguien. También se podía usar para referirse al jefe de una casa. Pero, en este caso, Jesús no era más que un visitante. Y Lucas estaba escribiendo desde la postura de un cristiano para quien el título de Jesús, “Señor”, era mucho más que una forma educada de tratamiento. Las referencias del narrador a Jesús como Señor reflejan la condición de Jesús como Señor resucitado. Jesús el huésped era, no obstante, el jefe de la casa de la Iglesia. En el contexto del ministerio histórico de Jesús, Marta tal vez llamara a Jesús kyrie en el sentido de “caballero”, pero en las palabras del narrador percibimos inmediatamente la ironía en el título. ¡Marta estaba diciendo mucho más de lo que creía decir!

María estaba sentada a los pies del Señor, lo cual indica que era discípula. Como hemos visto antes, resultaba bastante extraordinario que Marta recibiera a Jesús en su casa. También resultaba bastante extraordinario que María, una mujer, fuera discípula. Su posición trae a la memoria a la mujer que llegó y se colocó a los pies de Jesús mientras él estaba recostado coiendo en casa de Simón el fariseo (7,38). También nos recuerda el relato del endemoniado geraseno (8,26-39): cuando Jesús permitió que los demonios dejaran al hombre y entraran en los cerdos, se vio al exendemoniado sentado a los pies de Jesús (8,35); se había convertido en discípulo.

Como discípula, María escuchaba la palabra del Señor. María estaba atenta a la palabra del Señor, la palabra profética de Dios que actúa en y a través de la comunidad cristiana.

Experiencia a realizar

- Visualizar la invitación de estar “a los pies del maestro”. ¿Cómo te ves? ¿Cómo lo ves? ¿Sientes dificultades, dudas, miedos...?

- Qué supone estar “a los pies del maestro”: - Él tiene la primacía. Él es el que habla. (Nos centramos en el texto del día).

- Nosotros practicamos una actitud de escucha, a niveles más profundos
  (por eso, leemos el texto varias veces) hasta que haya algo que nos suene
  de manera especial.

- Nos dejamos transformar por la Palabra (por eso, durante un tiempo nos centramos en la frase que nos ha sonado de manera especial).

- Se pueden practicar los distintos pasos.

La queja de Marta (Se lee el texto 10,40)

Marta estaba atareada, aturdida “con los muchos quehaceres del servicio”. El término griego que traduce “quehaceres del servicio” es diakonia, el mismo que Lucas utilizó en aquel relato relativo a la comunidad de Jerusalén, en la cual las viudas de los miembros de habla hebrea se veían más favorecidas que las de los miembros de habla griega (Hch 6,1-7). En dicho relato se nos cuenta que las viudas de habla griega estaban siendo desatendidas en la asistencia de la comunidad (6,1), y que los Doce estaban abrumados por las exigencias de servir a las mesas, hasta el punto de que estaban descuidando el servicio de la palabra (6,2.4).

El relato de Hechos guarda paralelo con el relato de Marta y María. En ambos casos, los anfitriones o se sienten abrumados o lo están de hecho por las exigencias del servicio. Pero hay una gran diferencia entre los dos relatos. Las exigencias del servicio distraían a Marta de atender a la palabra como debía hacerlo un discípulo. Las exigencias del servicio distraían a los Doce de proclamar la palabra como los apóstoles debían hacerlo por razón de su envío.

La queja de Marta era muy simple. Desde su punto de vista, tenía demasiado servicio que prestar, su hermana no le ayudaba, y al Señor no parecía importarle. La solución que ella sugería era igual de simple. Si el Señor le decía a su hermana que la ayudara, ésta desde luego lo haría, puesto que estaba atenta a su palabra. Como resultado de ello, Marta ya no tedría demasiado quehacer, y el Señor habría mostrado su interés.

La respuesta del Señor (Se lee el texto: Lc 10,41-42)

El Señor respondió a Marta. Pero lo hizo pasando por alto la valoración que ella había hecho del problema y también su solución. Por el contrario, el Señor respondió a su verdadero problema, que no era que Marta tuviera un servicio excesivo que prestar, sino que estaba descuidando lo único que podía dar significado a todo ese servicio y ponerlo todo en perspectiva.

El modo en que Jesús se dirigió a Marta es una clave para entender el mensaje a ella destinado. Jesús llamó a Marta por su nombre repitiendo éste. Como siempre, tal repetición es muy significactivo. Centra la atención del llamado en la persona que llama, y alerta al llamado sobre un anuncio importante.

La repetición del nombre de Marta pretendía llamar la atención de ésta sobre la persona del Señor. Aturdida por muchas cosas, no había estado en condiciones de escuchar su palabra. De hecho, al decirle a Jesús lo que éste tenía que hacer daba a entender que no estaba interesada en su palabra, y éste era desde el principio su verdadero problema.

En su servicio, Marta estaba descuidando el componente más vital. Por eso llamaba la atención sobre su hermana María, que como discípula, estaba claramente centrada en la palabra del Señor. Ésta era la mejor parte, y no le sería arrebatada.

Obsérvese que estar a los pies del Señor no significa que María no estuviera trabajando. Significa que no estaba aturdida por el servicio ni preocupada y agitada por muchas cosas. Su atención estaba centrada en la palabra del Señor, lo único necesario, lo que da sentido a todos los demás aspectos del servicio.

Este relato puede reflejar un profundo cambio con respecto al papel de las mujeres en las comunidades lucanas de aquella época. Marta, ocupada en el servicio, puede representar el comportamiento más tradicional de las que “les servía (a Jesús y a los Doce) con sus bienes” (8,1-3). Estas mujeres eran seguidoras de Jesús, pero no eran reconocidas como sus “discípulas” en el sentido en que lo eran los discípulos de Juan el Bautista y de los fariseos. María puede reflejar la novedad más reciente dentro de las comunidades cristianas, que aceptaban a las mujeres como discípulas en el sentido pleno de la palabra. Si éste fuera el caso, la respuesta de Jesús a Marta defendería la aparición de esta novedad. A María no le sería arrebatada la mejor parte, la de ser discípula y escuchar la palabra del Señor.

Esta cuarta comida, dentro de la historia lucana de los orígenes de la eucaristía habla de una situación clásica para la Iglesia en su viaje hacia Jerusalén y el cumplimiento de su misión: la tensión entre discipulado y servicio. Jesús muestra el modo de resolver dicha tensión. Sólo una cosa es necesaria: la atención a la persona y la palabra del Señor. Nada importa, salvo esto. Ése es el elemento que da sentido a todos los demás.

Celebración

Se lee el texto de Isaías 55,6-11. Se guarda un momento de silencio meditativo.

Se entrega a cada miembro el libro de los Evangelios del Año, con esta fórmula: “La Palabra está a tu alcance, en la boca y el corazón”.

Una vez terminada la entrega, todos juntos recitamos:

   CUANDO RECIBAMOS TUS PALABRAS
   LAS DEVORAREMOS.
   QUEREMOS QUE TU PALABRA, SEÑOR,
   SEA NUESTRO GOZO
   Y NUESTRA ALEGRÍA ÍNTIMA.

por José Cruz Igartua sss
Fuente: Religiosos Sacramentinos