Tema 1.3

PROYECTO DE EVANGELIZACIÓN
desde la E U C A R I S T Í A.
Etapa primera

LA FRACCIÓN DEL PAN EN BETSAIDA (Lc 9,10-17)
(Somos enviados a alimentar a los hambrientos con el pan de Cristo)

N O T A : En el encuentro anterior, se forman grupos, o buscan voluntarios. Cada uno ha de traer un mural que haga referencia a un “HAMBRE” que padece la humanidad.
Al comienzo de la reunión se colocan los murales en la sala.

Contenido a transmitir

En esta tercera comida, Jesús mismo es el anfitrión que acoge a una multitud muy grande en un banquete situado en algún lugar de la ciudad de Betsaida. Esta comida figura en una sección del evangelio dedicada a la misión (9,1-50), y quizá así debía ser, tratándose de una comida que simboliza el viaje misionero de la Iglesia.

Para el banquete de Betsaida no hubo invitaciones, pues no eran necesarias, dado que todo el mundo estaba invitado. Jesús les ofreció su hospitalidad. Sería su anfitrión en un banquete servido por los Doce.

En el mundo bíblico, como en la mayor parte del mundo actual, la hospitalidad siempre supone ofrecer y compartir comida y bebida. Pero brindar hospitalidad a 5.000 personas no era algo que nadie tuviera la obligación de hacer normalmente.

El interés se centra en el número abrumador de comensales. Por primera vez, se centra la atención en la comida y su exigua cantidad, así como en su cualidad extraordinariamente nutritiva cuando se comparte generosamente.

Es aquí, en una comida que tiene como anfitrión a Jesús, donde Lucas introduce por primera vez expresiones clave tomadas de la liturgia cristiana primitiva: “Tomó entonces los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente” (9,16).

La fracción de pan en Betsaida presenta la eucaristía como un acontecimiento de misión: quienes fueron llamados al arrepentimiento y fueron reconciliados son enviados a alimentar a los hambrientos con el pan de Cristo.

Por su carácter mismo de asamblea de los Doce, la eucaristía constituye la primera realización de esa misión.

En la fracción del pan en Betsaida, los Doce estaban presentes, aunque no como invitados, ni tampoco como anfitriones exactamente. El anfitrión era Jesús, pero los Doce estaban asociados con él, y fue a través de su ministerio como Jesús alimentó a los 5.000. Jesús compartió así su papel de anfitrión con los Doce. Es para esta misión – alimentar a las multitudes con pan bendecido y partido por Jesús – para la que los discípulos son llamados al arrepentimiento y reconciliados en la comunidad de los Doce.

También en esta comida hay problemas. Esta vez la dificultad no procede de los fariseos, sino de los apóstoles, que piden a Jesús que despida a la multitud. Lo mismo que hizo antes con los fariseos, Jesús devolvió la dificultad a su fuente, esta vez a los Doce, y a través de ellos a la comunidad apostólica y a la Iglesia hasta el día de hoy.

Contexto y tradición

Con la fracción del pan en la ciudad de Betsaida, llegamos al primer momento culminante de la historia lucana de los orígenes de la eucaristía.
Antes de esta comida nos encontramos con el pasaje sobre la identidad de Jesús (9,7-9):
”Unos decían que Juan Bautista, otros, que Elías”. El propósito de la fracción del pan en Betsaida era, en parte, responder a la pregunta sobre la identidad de Jesús. Pero, a diferencia de las diversas opiniones que circulaban, muestra quién es Jesús, en lugar de limitarse a decir quién es o a asociarlo con una figura bíblica.

Inmediatamente después de la fracción del pan, se retoma la pregunta sobre la identidad de Jesús, y esta vez es el propio Jesús el que pregunta quién decían la gente que era él.
La fracción del pan permitió a Pedro y a los discípulos descubrir que Jesús era el Cristo de Dios. Sin embargo, todavía tenían que aprender lo que significaba para Jesús ser el Cristo, y muy especialmente que “el Hijo del hombre debe sufrir mucho...”. La fracción del pan sólo se podía entender correctamente, y revelar la verdadera identidad de Jesús, en relación con su pasión-resurrección.

La introducción a esta sección del evangelio mostraba a Jesús enviando a los Doce en misión a proclamar el reino de Dios y a curar (9,1-6). Eso sí, no debían tomar nada para el viaje. Debían aceptar la hospitalidad.

Con la fracción del pan en Betsaida, Jesús quería demostrarles que para los seguidores de Cristo la hospitalidad no era una mera cuestión de raparto de pan y dinero. Ya dijo Jesús: “No sólo de pan vive el hombre” (4,4). La comida que Jesús ofreció a los 5.000 en Betsaida demuestra que la eucaristía contiene los retos más básicos de la misión cristiana.

El escenario: Jesús recibe a la multitud (Se lee el texto: 9,10-11)

Al retirarse aparte con los apóstoles, Jesús indicaba que tenía una enseñanza muy especial para ellos. Pero la multitud se enteró del paradero de Jesús y lo siguió. Aunque destinada específicamente a los apóstoles, la enseñanza de Jesús sería impartida en medio de grandes multitudes en la ciudad de Betsaida.

Los discípulos habían sido objeto de la hospitalidad mientras habían viajado de un sitio a otro, proclamando la buena nueva del reino de Dios y curando a los enfermos. Ahora aprenderán cómo ofrecerla. Tanto recibir como ofrecer hospitalidad eran cosas esenciales para los apóstoles, cuyas vidas se desarrollarían como un gran viaje misionero.

Los Doce responden (Se lee el texto: 9,12-14ª).

Cuando cayó la tarde, Jesús todavía estaba enseñando y curando a los que tenían necesidad de ello. Los apóstoles veían cómo acogía a las multitudes, pero no veían las consecuencias que eso tenía para ellos como seguidores y apóstoles suyos.

Al rogar a Jesús que despidiera a la multitud, los Doce estaban negándole a ésta su hospitalidad y pidiendo a Jesús que hiciera lo mismo, igual que la gente de Belén le había negado hospitalidad a él cuando María y José llegaron allí. Pero, en lugar de ello, Jesús – aquél a quien se había negado hospitalidad – va a ofrecer hospitalidad tanto aquí, en la fracción del pan (9,16), como en la Última Cena (22,11).
La referencia a un “lugar deshabitado”, asocia la ciudad de Betsaida con la experiencia del desierto del Éxodo. Dondequiera que se realice “la fracción del pan”, es siempre una comida de desierto, como el pan cotidiano que Dios proporcionaba al pueblo de Israel en los días de su paso por el desierto.

Jesús no aceptó que se despidiera a la multitud. “Dadles vosotros de comer”, les ordenó. En este punto, Jesús plantea un reto profético. Aunque los Doce apenas tenían alimento alguno _ se les había mandado que no llevaran pan en su viaje -, Jesús les ordena que alimenten a la multitud. En el evangelio de Juan, Jesús tenía para comer un alimento que los discípulos no conocían (Jn 4,32). Aquí, en Lucas, son los discípulos mismos quienes disponen para comer de un alimento del que no tienen noticia, suficiente para alimentar a una multitud de 5.000 “hombres”.

Dada la sensibilidad de Lucas para incluir a las mujeres a lo largo del evangelio, podemos suponer sin temor a equivocarnos que la multitud de 5.000 incluía a mujeres.


Se pueden tener preparados unos murales con los siguientes textos:
-  Alimentar a las multitudes con “PAN” bendecido y partido por Jesús.
-  La fracción del pan es siempre una comida de desierto.
-  Los discípulos disponen para comer de un alimento del que no tienen noticia,
Suficiente para alimentar a una multitud.

Teniendo en cuenta esto y los murales: ¿qué sugerencias, comentarios, sentimientos
Surgen en vosotros?


Preparativos para la comida (Se lee el texto 9,14-15)

La traducción de la Biblia no es muy acertada en este punto. Lo que el texto griego dice en realidad es: “Haced que se recuesten en divanes de comedor por grupos de cincuenta”. La imagen que con ello se sugiere es la de una gente que acude a un banquete formal, en el que los comensales se recostaban.

Lucas describe los preparativos de la comida como los de un simposio o, mejor dicho, los de 100 simposios, cada uno para un grupo de unas 50 personas. La imagen resultante es la de una reunión de comunidades eclesiales locales procedentes de todo el mundo mediterráneo oriental, unas 100 comunidades, reunidas no sólo como Iglesia, sino como Iglesia universal. Se trataba de un simposio de simposios, celebrado con los Doce a la mesa de Jesús el profeta; una comida digna del reino de Dios.

La fracción del pan (Se lee el texto 9,16-17)

El relato alcanza en este momento su punto culminante.  Las expresiones usadas son principalmente litúrgicas. Las acciones de Jesús asociaron definitivamente este acontecimiento con la eucaristía.

En la introducción del relato se hacía referencia a los Doce como “los apóstoles” (9,1.12), destacando su papel como misioneros (9,10). En este momento, en la fracción del pan como tal, se hace referencia a ellos como “los discípulos”, destacando su posición de alumnos a la mesa de Jesús el profeta. Jesús les enseño a ofrecer la hospitalidad del reino de Dios. El pan, bendecido, partido y dado era el pan del reino.

Los que comieron fueron 5.000. El pan que Jesús dio por mediación de sus discípulos bastó para alimentar a la asamblea de la Iglesia entera, presente en forma de comunidades locales que comparten, no obstante, más allá de sus límites locales.

Lo que se reunión del pan partido llenó doce canastos, una alusión transparente a los Doce. La Iglesia de los Doce saca el alimento que ofrece del pan partido por Jesús. La misión de los Doce y la de la Iglesia consistía en prolongar dos actuaciones de Jesús: su proclamación del evangelio del reino de Dios y su ofrecimiento de hospitalidad.

La fracción del pan en Betsaida muestra a Jesús el profeta cuestionando a los discípulos. Esta vez su cuestionamiento va dirigido a la responsabilidad misionera que ellos tenían en cuanto Iglesia de los Doce.

La fracción del pan en Betsaida muestra a Jesús enseñando a las multitudes acerca del reino de Dios, un reino no plenamente establecido mientras no abarque a todos los seres humanos. Un reino terreno, como por ejemplo el reino de David, es para una nación o un pueblo particulares. El reino de Dios es para toda la raza humana.

Este relato pone de manifiesto la dimensión misionera de la eucaristía. Cuenta el modo en que Jesús cuestionó a los Doce cuando éstos, apartándose de su misión, le pidieron que despidiera a la multitud para que ésta se procurara alimento. “Dadles vosotros de comer”, dijo Jesús. El mandato de Jesús se aplica a la Iglesia que celebra hoy la eucaristía, lo mismo que a la Iglesia del tiempo de Lucas.

La eucaristía es una llamada a la conversión – metánoia – en el seguimiento de Cristo: es un acontecimiento de evangelización. La eucaristía requiere también una acogida afectuosa de todos cuantos emprenden el camino de la metánoia en la comunidad de los Doce: es un acontecimiento de reconciliación. La eucaristía es una proclamación del reino de Dios: es un acontecimiento misionero que compendia la vida misionera de la Iglesia.

PEQUEÑAS ACLARACIONES

Cuando el pobre nada tiene y aún reparte,
cuando un hombre pasa sed y agua nos da,
cuando el débil a su hermano fortalece,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR.

Cuando sufre un hombre y logra su consuelo,
cuando espera y no se cansa de esperar,
cuando amamos aunque el odio nos rodee,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR.

Cuando crece la alegría y nos inunda,
cuando dicen nuestros labios la verdad,
cuando amamos el sentir de los sencillos,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR.

Cuando abunda el bien y llena los hogares,
cuando un hombre, donde hay querra, pone paz,
cuando hermano le llamamos al extraño,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR.

 Manzano, M – Olivar, J.A.

CONTEXTO DE LA FRACCIÓN DEL PAN EN BETSAIDA
9,1-50 La misión de los Doce

La misión de los Doce  9,1-6
  ¿Quién es Jesús?   9,7-9

La fracción del pan en Betsaida (9,10-17)
   9,10  Jesús y los apóstoles se retiran aparte
   9,11  Jesús acoge a la multitud y enseña sobre el Reino de Dios
   9,12  Los discípulos quieren que despida a la multitud
   9,13-17  Jesús, anfitrión en la mesa del Reino

Jesús, el Mesías de Dios  9,18-21
Primer anuncio de la pasión y resurrección   9,22
Negarse a sí mismo y tomar la cruz cada día 9,23-27
La transfiguración   9,28-36
Curación de un joven, hijo único   9,37-43
Segundo anuncio de la pasión 9,44-45
¿Quién es el más grande en el reino?   9,46-48
Uno que no viene con nosotros

Invoca el nombre de Jesús   9,49-50

por José Cruz Igartua sss
Fuente: Religiosos Sacramentinos