SUMARIO:
Introducción: Distinción de la Acción misionera y de la Acción catecumenal respecto de la Pastoral misionera y catequética. - 1. Relevancia de la Pastoral misionera y catequética en la Iglesia diocesana: a) Importancia de la Pastoral catequética o del Ministerio de la catequesis, hoy, en la Iglesia diocesana; b) "Lugar" de la "Acción misionera" y de la "Acción catecumenal" entre las acciones evangelizadoras. c) Valoración de la Pastoral misionera y catequética diocesana. - 2. La Pastoral misionera y catequética atenderá con esmero a la situación religiosa, personal y social, de los catequizandos. La "nueva evangelización". - 3. La Pastoral misionera y catequética dará prioridad de la formación de los catequistas. Sus diversos aspectos: Importancia, realismo educativo, perfil de los catequistas, cauces de formación. - 4. Catequesis permanente y su relación con las pastorales específicas. - 5. Organización de la catequesis en la Iglesia diocesana: Origen, servicios, coordinación, proyecto diocesano, tareas concretas. -6. Experimentación e investigación catequéticas. Conclusión.
Obse
Introducción
Se han expuesto los conceptos globales: Acción misionera, dirigida a los no creyentes y a los religiosamente indiferentes, y Acción catecumenal, que abarca la catequesis en su sentido específico de iniciación cristiana. ¿Qué razón hay ahora para exponer el concepto de Pastoral misionera y catequética? Si la Acción misionera es el «primer momento» de la evangelización y la catequesis está integrada en el «segundo momento»: la Acción catecumenal ¿cómo ahora se las introduce, de algún modo, a las dos dentro del «tercer momento» de la evangelización: la Acción pastoral, desarrollando la Pastoral misionera y la catequética?
Conviene distinguir la Acción misionera y la Acción catecumenal respecto de la
Pastoral misionera y catequética.a) La Acción misionera de la Iglesia, como acción eclesial de hoy, comprende: el testimonio, los compromisos transformadores, el anuncio explícito de Jesucristo, la acogida del anuncio y la conversión; sólo después puede accederse a la Acción catecumenal Sin ella no es posible, normalmente, el nacimiento a la fe-conversión cristiana; o, dicho en positivo, con ella puede darse el paso de la nofe a la fe
b) A su vez, la Acción catecumenal de la Iglesia, como acción eclesial actual, abarca la acción catequético-litúrgico-comunitaria de la iniciación cristiana que desarrollaba el Catecumenado bautismal (siglos II-VI). Precisamente por eso se la llama: Acción catecumenal, o catequesis iniciatoria, o catequesis de inspiración catecumenal, o catequesis de iniciación cristiana. En este su sentido específico, la catequesis es la acción que fundamenta el ser y el hacer cristianos, iniciando a los catecúmenos o catequizandos a las cuatro mediaciones fundamentales eclesiales:
a la Palabra de Dios o conocimiento sapiencial de la fe: la experiencia de encuentro con Cristo Vivo, los criterios y actitudes morales evangélicas y el conocimiento doctrinal del mensaje,
a la Liturgia o celebración de la fe y a la oración personal y comunitaria,
a la Comunidad o experiencia eclesial de la fe, como ámbito en que se nutre la vida y la actividad cristiana dentro y fuera de la Comunidad,
al Servicio cristiano en sus tres expresiones: el testimonio coherente de fe y vida, el compromiso transformador del mundo y el sentido misionero del anuncio explícito de Cristo Vivo, como Salvador de todo y de todos.
Es decir, la catequesis o acción catequética -suponiendo el primer amor o la adhesión inicial a Cristo, alcanzada en la Acción misionera-, lleva a este amor inicial a su primera madurez. La catequesis, en efecto, realiza la fundamentación de esta fe incipiente ejercitando progresivamente a las personas en esas cuatro mediaciones eclesiales: ellas alimentan la vida cristiana integral y la van llevando a su primera adultez. La catequesis de iniciación no tiene vocación de "invernadero industrial" en el que "se presiona" el crecimiento rápido de los frutos, no es un curso de "formación acelerada". Sólo inicia, introduce, proporciona pacientemente una primera ejercitación interiorizante de la experiencia cristiana. Y todo ello lo hace antes de incorporar a sus catecúmenos o catequizandos a la Acción pastoral que se realiza en la comunidad cristiana adulta.
c) En cambio, la Pastoral misionera y catequética -también llamada hoy globalmente Ministerio de la catequesis (DGC 219)- se realiza desde la comunidad cristiana adulta, mejor aún, normalmente desde la Iglesia diocesana y sus comunidades. Porque a la etapa de la Acción pastoral corresponden todos aquellos ministerios y servicios que van a seguir alimentando la vida evangélica de la comunidad y de sus propios miembros (ad intra), y todos aquellos servicios y ministerios que capacitan a los cristianos de la comunidad en orden a la transformación del mundo y a la Acción misionera (ad extra).
En este sentido, la Acción misionera se sitúa antes que la Acción catecumenal, y la catequesis en cuanto tal se sitúa en la etapa de la Acción catecumenal y coincide con ella. Pero, la Pastoral misionera y catequética se integra en la etapa de la Acción pastoral y abarca todos aquellos medios y acciones que la Iglesia diocesana ha de poner en práctica para realizar eficazmente tanto la Acción misionera (a la que el DGC, N° 62, designa con el nombre de catequesis kerigmática y de precatequesis), como la Acción catecumenal que abarca la catequesis iniciatoria, y la catequesis permanente. Para exponer esta temática, la dividimos en seis partes desiguales, tal como aparece más arriba en el Sumario.
Estas y otras cuestiones las expone el DGC en el último capítulo: Catequesis en la Iglesia particular (nn. 215-285).
1. Relevancia de la Pastoral misionera y catequética en la Iglesia diocesana actual
a) Importancia de la Pastoral catequética o Ministerio de la catequesis, hoy, en la Iglesia diocesana.
En las Iglesias del Primer Mundo no estamos, precisamente, en "un momento dulce" de la Acción catecumenal o catequesis iniciatoria. En ellas, el progreso de la increencia y de la indiferencia religiosa ha hecho bajar "muchos enteros" la valoración de esta acción eclesial tan cultivada en otras épocas de la Iglesia. Los Pastores y sus colaboradores están llamados, ante todo, a revalorizar en sus Diócesis esta Pastoral catequética, que CT (n° 13) llama el Ministerio de la catequesis.
En el DCG de 1971, al Ministerio de la catequesis se le consideraba desde la Santa Sede como un servicio pragmático, que las Conferencias Episcopales encomendaban a organismos técnicos: Comisiones episcopales de catequesis, en las que trabajaban miembros elegidos de oficio y especialistas, y Organos ejecutivos permanentes, como Secretariados, Delegaciones, etc. (n° 98).
Felizmente, en el DGC (1997), el Ministerio de la catequesis o Pastoral catequética, con una visión más eclesiológica, se le vincula a la Iglesia diocesana. Este Ministerio o Pastoral catequética va más allá de la mera eficacia pastoral, intenta salvaguardar la unidad de la fe del pueblo cristiano, que es misión específica de la Iglesia Universal y de todas las Iglesias particulares.
b) Lugar de la «Acción misionera» y de la la «Acción catecumenal" entre las acciones evangelizadoras
Con frecuencia los agentes pastorales consideran todas las acciones evangelizadoras en el mismo plano. Así, cuando ellos logran reunir asiduamente a un grupo interesante de cristianos deseosos de progresar en la vida evangélica, a la hora de ponerlo en marcha, valoran por igual -sin ningún discernimiento- la Acción misionera, la Acción catecumenal y la Acción pastoral con todas sus pastorales específicas: la pastoral de Movimientos, de Cursillos de Cristiandad, de la Caridad, la pastoral Penitenciaria, la pastoral Catequética, de la Salud, de la Oración, de las Comunidades cristianas, la pastoral Bíblica, Litúrgica, la pastoral Obrera, etc.
Así se descabala el proceso de evangelización, "que constituye la misión esencial de la Iglesia... su identidad más profunda. (Pues) ella existe para evangelizar" (EN 14). Porque toda evangelización verdadera ha de empezar por las acciones propias de la Acción misionera; seguirá con las acciones propias de la Acción catecumenal o catequesis iniciatoria, y acabará introduciéndose en la comunidad cristiana, donde desarrollará la Acción pastoral. (Véase en el Esquema, de abajo arriba, el dinamismo deI proceso evangelizador).
Observaciones:
1ª. Como se ve, las acciones específicas de la 1ª y 2ª etapa del proceso evangelizador preceden a las acciones específicas de la 3ª etapa: la Acción pastoral. No hay catequesis real sin fe-conversión inicial. Si la fe-conversión no se da (1ª etapa), es preciso empezar por suscitarla, antes de empezar con las acciones de la 2ª etapa. Aquí no vale "la huida hacia adelante", es decir, dar por supuesta o adquirida la fe-conversión y continuar, sin más, el proceso evangelizador.
2ª. Si algún agente pastoral piensa que el grupo reunido ha de empezar, por ejemplo, por una de las pastorales indicadas en la etapa de la Acción pastoral, no podrá dar por supuestas las acciones de las etapas de la Acción misionera y de la Acción catecumenal o catequesis iniciatoria. Habrá de recuperarlas con creatividad, pero también con fidelidad a la naturaleza, objetivos y acciones propias de la Acción misionera y de la Acción catecumenal.
3ª. En este sentido, si la Acción catecumenal está encomendada en la Iglesia diocesana a algún departamento episcopal, por ejemplo, a la Delegación Diocesana de Catequesis -en relación con la de Liturgia y con la Delegación de Pastoral de la Adolescencia-Juventud- es de rigor que dichas Delegaciones organicen la catequesis iniciatoria correspondiente a los tres sacramentos (bautismo, confirmación y eucaristía) o, al menos, intervengan activamente, desde su competencia, en la orientación de casos concretos, como el indicado, y en el de otras pastorales específicas, que tienen periodos de iniciación para sus miembros (movimientos de AC, escultismo, asociaciones, etc.).
c) Valoración de la Pastoral misionera y catequética diocesana
De lo que se acaba de decir, se colige que la Pastoral misionera y catequética tiene, entre las tareas que le competen, la de velar con gran cuidado porque la catequesis de iniciación asegure previamente la Acción misionera (o catequesis kerigmática o precatequesis de que habla el DGC, n° 62), especialmente en nuestros tiempos de vacío religioso.
Efectivamente, la catequesis de iniciación cristiana ha de ser, en los "tiempos recios" de nuestra situación socio-cultural, lo que el Catecumenado fue para los tiempos paganos del Imperio romano. La impresión general es que la Acción catecumenal o catequesis iniciatoria está bastante devaluada en muchas diócesis, que no acaban de aceptar, de hecho, que hoy la fe no se puede dar por supuesta. Y como frecuentemente se la supone, la Acción catecumenal comienza "en falso". De ahí, las reflexiones que se hacen en lo que sigue sobre la Pastoral misionera y catequética
2 La Pastoral misionera y catequética diocesana atenderá con esmero a la situación religiosa, personal y social, de los catequizandos. La "nueva evangelización"
La transformación sociocultural operada en nuestra civilización, ha gestado una forma de vida marcada por el secularismo incluso en los mismos creyentes, invitando a todos a vivir una visión autónoma del hombre y del mundo y a desentenderse de la relación viva con Dios.
Aunque la catequesis renovada desde hace medio siglo ha alimentado la fe de muchos creyentes, otros muchos bautizados han quedado "tocados" por este secularismo religioso, con una fe infantil y su relativismo ético. En concreto (cf DGC, 25-26), hoy nos encontramos con esta tipología de bautizados:
Los creyentes, pero no practicantes que, aún conservando un ciento sentimiento religioso, están necesitados del despertar a una fe viva.
Las gentes sencillas, que pertrechadas de una religiosidad popular sincera, mantienen una fe necesitada de purificación, de fundamentación doctrinal y de sentido comunitario.
Los creyentes cultos, que no habiendo recibido una seria formación religiosa posterior a la infancia, tienen necesidad de replantearse los fundamentos de su fe.
Los cristianos que, por una u otra causa, ocultan su condición de creyentes, y han de ser ayudados a superar su sentimiento de inferioridad.
Todas estas situaciones de fe reclaman una "nueva evangelización", es decir, una verdadera Acción misionera (catequesis kerigmática o precatequesis) seguida de una catequesis de iniciación cristiana, que les ayude a completar su iniciación cristiana. A ésta algunos la llaman, catequesis reiniciatoria (cf DGC, 58 y 62).
A la hora de organizar la catequesis, la Iglesia diocesana tendrá muy en cuenta esta impregnación de indiferencia religiosa de muchísimos bautizados, para no conducirlos de inmediato a la catequesis de iniciación (o de reiniciación) cristiana. "Sólo a partir de la conversión (que procede de la Acción misionera o catequesis kerigmática) y contando con la actitud interior de 'el que crea', la catequesis propiamente dicha (la catequesis iniciatoria) podrá desarrollar su tarea específica de educación de la fe" (DGC 62).
3. La Pastoral misionera y catequética dará prioridad a la formación de catequistas. Sus diversos aspectos: Importancia, realismo educativo, perfil de los catequistas, cauces de formación
a) Importancia de esta formación. Cuatro principios operativos
El DGC pone el énfasis en la formación de los catequistas: la Pastoral misionera y catequética es la prioridad de las prioridades. Siguiendo de cerca el DGC, éste, de entrada, propone cuatro principios operativos:
1.° Una buena Pastoral misionera y catequética diocesana exige una absoluta prioridad en la formación de catequistas
laicos, y como elemento realmente decisivo, deberá cuidar al máximo la formación misionera y catequética de los presbíteros, tanto en el plan de estudios del seminario, como en su formación permanente. "Se recomienda encarecidamente a los Obispos que esta formación sea exquisitamente cuidada" (DGC 234).
2.° La finalidad de la formación busca capacitar a los animadores y catequistas para realizar una tarea de comunicación: "comunicar el mensaje evangélico" (DCG-1971,111) es la cima y el centro de la formación de catequistas (cf DGC 235).
3.° La finalidad cristocéntrica de la catequesis, que busca favorecer la comunión vital con Jesús, el Señor, en el convertido, impregna toda la formación de catequistas (cf CT 5). Estos quedarán "transidos" por el cristocentrismo del mensaje de la catequesis, por el cristocentrismo de la respuesta de los catecúmenos o catequizandos -su SI a Jesucristo- y por el cristocentrismo de la espiritualidad del propio catequista. Todo ello repercute directamente en la identidad del catequista: esto es, alguien en "familiaridad profunda con Cristo y con el Padre en el Espíritu" (DGC 99, cristocentrismo trinitario).
4.° La formación de catequistas, que busca capacitarlos para comunicar el Evangelio del Reino, les lleva a sumergirse en la vivencia consciente que la Iglesia tiene hoy del Evangelio, y así los capacita para comunicarlo "en su nombre". Esta eclesialidad de la comunicación del Evangelio impregna toda la formación de los catequistas (cf DGC 236).
Si se observa bien, estos principios sobre la importancia, la naturaleza y la finalidad de la formación de catequistas contemplan esta formación como "desde arriba", desde los altos principios de la Catequética teológica.
b) Una formación de catequistas realista. Una precisión importante
Sin embargo, la Pastoral misionera y catequética, siguiendo el Directorio, aborda también la formación de catequistas "desde abajo", arrancando de los propios catequistas y desde la realidad socioeclesial que viven. Así lo manifiestan: los criterios inspiradores de la formación de los catequistas (DGC 237), y más aún, las dimensiones de la formación: el ser, el saber y el saber hacer, en amplios párrafos muy realistas y con derivaciones hacia la praxis catequética (DGC 238-245).
- Una advertencia importante. Caricaturizando un poco lo que hacemos en la formación de catequistas: solemos tener en cuenta unas condiciones personales, y perseguimos unos objetivos. En concreto:
1.° Suponemos que los catequistas sean creyentes y prácticamente con un cierto rodaje catequético en grupos, suficientemente interesados en su formación y dispuestos a sacrificar en ella "las tardes" durante dos o tres años. (Damos, quizá, demasiado por supuesto que las personas tienen una adecuada experiencia cristiana y un "lugar" donde madurar su vida cristiana: pequeña comunidad cristiana, grupo cristiano de referencia, etc.).
2.° Damos por supuesto que lo que ellos necesitan es conocer mejor a los miembros de los grupos catequéticos en sus circunstancias sociológicas; hacerse con un conocimiento global del mensaje cristiano y, con ello, adquirir criterios cristianos para interpretar su vida, la de las personas, los acontecimientos pasados y presentes y la naturaleza a la luz del Evangelio.
3.° Buscamos que, a la hora de comunicar el mensaje evangélico, lo hagan con la mayor eficacia posible, mediante técnicas metodológico-catequéticas y que los lenguajes de hoy actualicen y potencien los lenguajes tradicionales en que cristalizó la Buena Noticia: el bíblico, el litúrgico, el testimonial y el doctrinal.
4.° Intentamos que, para lograr estos objetivos, adquieran conocimientos sistemáticos sobre las fuentes de la catequesis: la Sda. Escritura y la Tradición, sobre los contenidos fundamentales del mensaje catequético y sobre la pedagogía de Dios, las reglas de la comunicación y los medios didácticos.
5.° Procuramos, por fin, que se ejerciten en la práctica catequética para sabe conjugar, en interacción, los diversos elementos del acto catequético: contenidos antropológicos y de fe, situación de los sujetos, contexto eclesial, instrumentos didácticos, lenguajes, etc. con vistas a la educación en la vida de fe.
Pues bien, en este planteamiento de formación de catequistas ¿dónde queda la persona misma del catequista? ¿No es considerada como un recipiente que se ha de llenar -activamente, por supuesto- de conocimientos y técnicas de transmisión, más que como una persona que ha de transformarse y madurar como ser humano y creyente y así llegar a ser mediación de la Buena Noticia de Jesús?
Si esto es así, en el primer caso la persona dei catequista tiende a ser contemplada como objeto de información, mientras que en el segundo parece serlo de transformación personal.
En el primer caso, el catequista sería considerado como un creyente que será útil durante los años que se dedique a la catequesis, en tanto que, en el segundo caso, al catequista se le considerará como una persona que sigue madurando en su dimensión humana y cristiana, aprovechando su formación para trabajar unos años en el servicio catequético (cf. V. M.e PEDROSA, La formación de catequistas y responsables de catequesis. Congreso Europeo de Catequesis, 1996, "Teología y Catequesis" 60 (1996) 101-124).
- Felizmente el DGC 1997 subsana este enfoque. Al tratar las dimensiones de la formación, la primera que aparece es la del ser del catequista, es decir, su dimensión humana, cristiana y apostólica (cf 238-239). Incluso al hablar de la formación bíblico-teológica, afirma que "la síntesis de la fe ha de ser tal que ayude al catequista a madurar en su propia fe, al tiempo que le capacite para dar razón de la esperanza en un tiempo de "misión".
c) Perfil de los/as catequistas
que actúen en el marco religioso-cultural de la nueva evangelizaciónEl tipo de catequistas que hoy necesita la Iglesia, hay que perfilarlo particularmente dentro del horizonte cultural de un siglo que terminó y de otro que se abre, horizonte que está reclamando -al menos en el Primer Mundo e incluso en las gran-des urbes del Tercer Mundo- una nueva evangelización. Cuatro pueden ser los rasgos que identifiquen al catequista del próximo futuro.
Catequistas con fe profunda.
Catequistas firmes en su identidad cristiana. En un mundo marcado por el pluralismo de pensamiento, de criterios morales y de estilos de vida no uniformes sino diferentes y en el que la Iglesia no es el referente radical en que inspirarse, sino también otras jerarquías de valores y concepciones de vida, la Iglesia necesita catequistas firmes en sus convicciones cristianas, capaces de educar a personas que sepan confesar su fe y dar razón de ella, por estar ancladas en las realidades esenciales de la fe y en los valores evangélicos fundamentales. Catequistas testigos y educadores de testigos.
Catequistas con fina sensibilidad mi
Catequistas con honda preocupación social.
Este perfil parece utópico, inasequible, pero con lo dicho sólo se indican las cuatro grandes dimensiones de la identidad del catequista, dimensiones que convivirán en cada catequista, en grado mayor o menor, aunque alguna de ellas adquiera un mayor relieve según las necesidades del contexto socio-cultural de los participantes en los grupos catequéticos (cf. R. LÁZARO - V. Mª. PEDROSA, El catequista, en Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo, Madrid 1999, 417-427).
Acentos más explícitos en la formación del catequista para la "nueva evangelización". La formación de estos catequistas les habrá de llevar a ejercitar, a entrenar para asumir y madurar actitudes muy cercanas al talante misionero, por ejemplo:
- La mirada de fe sobre nuestro tiempo para detectar las señales de la acción del Espíritu de Dios, que fecunda nuestra historia y para aprender a interpretarlas como llamadas para sí mismos y para el grupo de catequesis ¡La Salvación acontece hoy y la percibo con unos ojos nuevos! (cf. DGC 16).
El testimonio de la propia vida, que dé credibilidad a la palabra del catequista-testigo. En el fondo de todo miembro de un grupo de catequesis late el interrogante: "¿Será de fiar la fe de mi catequista?" (cf. EN 76).
"Creer" en los "increyentes" y en los religiosamente indiferentes, especialmente en los adolescentes, jóvenes y adultos-jóvenes; también ellos están hoy "trabajados" por el Espíritu de Jesús y son redimibles (cf. Hch 18,9-11).
La oración personal, en cuyo centro el catequista pone frecuentemente su tarea y a las personas adultas, jóvenes o menores entregándolas al Espíritu del Padre y de Jesús en una especie de "conversión vicaria", hasta que ellos se conviertan.
El diálogo en un clima afectivo y lleno de humanidad con las personas; diálogo tanto interpersonal, como grupal. Esta comunicación mutua puede ser signo e instrumento de gracia,-sacramento- en el sentido de que la calidad humana del trato recibido es tan inusual, que sorprenderá y pueda llevar a los participantes a intuir la luminosidad y la bondad de ese Alguien invisible que le rebasa y que hace posible este encuentro cualificado.
La esperanza, la paciencia y la alegría interior, que son frutos de la presencia del Espíritu, con los que lo irradiamos.
El compromiso con lo humano que es expresión de la "condescendencia divina". No basta anunciar la Salvación; hay que realizarla sirviendo a los hermanos, a los seres humanos con "experiencia de perdidos".
No dar nunca la fe por supuesta; por eso habrá que dedicar el tiempo necesario, hasta que los miembros del grupo den signos suficientes de su fe en el Señor Jesús y en su mensaje global. Etc. etc.
d) Cauces operativos para la formación de catequistas
Al hablar de la pastoral de los catequistas, dentro de la pastoral catequética diocesana, se trata de "promover un cierto número de 'catequistas a tiempo pleno', que puedan dedicarse a la catequesis de manera más intensa y estable (cf. AG 17), junto a la promoción de 'catequistas de tiempo parcial', que ordinariamente serán los más numerosos" (DGC 233 c). He aquí algunas orientaciones de carácter operativo:
- La formación de los catequistas se ha de hacer dentro de las comunidades cristianas (n° 246). Más aún: Un cauce de formación es la propia comunidad cristiana. Y factor de maduración progresiva como creyente y testigo es
el presbítero.- Acciones formativas posibles dentro de la propia comunidad (247): 1) Alimentar la vocación eclesial del catequista. 2) Promover la maduración de la fe por los cauces comunitarios normales, que se utilizan para otros agentes pastorales: cursillos sobre la Iglesia, Cristo, Espiritualidad, retiros... Es muy provechoso pasar por un proceso de tipo catecumenal para jóvenes y adultos. 3) Preparar de inmediato la catequesis en grupo, seguida de la evaluación. 4) Otros cauces formativos dentro de la comunidad: convivencias en tiempos fuertes; cursos monográficos; una formación doctrinal sistemática en función de la catequesis...
- Puntos fuertes en la formación de catequistas de base y de responsables. Favorecer la formación de los catequistas es la opción de fondo más importante. En concreto:
Urgir la
participación en Escuelas de catequistas de base: Formación orgánica
(síntesis coherente de todo el mensaje en torno a Cristo) y sistemática
(siguiendo un programa articulado), de carácter básico y fundamental: para
cuantos catequistas se pueda (n° 248-49). Este cauce tiene la ventaja de la
sistematicidad, la calidad y la integración con otros para la comunión.
Promover Escuelas de responsables (diocesanas o interdiocesanas): Responsables de parroquias o zonas y catequistas más estables en la catequesis. Estos son para los compobados como aptos y abarcan: un tronco común y unas especialidades catequéticas (n° 250).
También Centros de Formación de Agentes Pastorales. Estos Centros abordan: un tronco común, doctrinal y antropológico, y unas especialidades. Entre las varias especialidades, se ofrece la catequética.
- Centros Superiores para peritos o diplomados en catequesis: ¡Habrá que tomar conciencia -en Diócesis, Congregaciones, Instituciones educativas...- de la necesidad de formar personas en este nivel! (n° 251).
4. Catequesis permanente y su relación con las pastorales específicas
Al Ministerio catequético diocesano o Pastoral catequética diocesana pertenece también favorecer la catequesis permanente o educación permanente en la fe.
a) La catequesis permanente
La catequesis de iniciación es fundamental, mientras que la catequesis permanente desarrolla "en profundidad y en extensión la catequesis iniciatoria, para la vida cristiana de adulto en pleno ejercicio" (P-A Liégé). Es "la Iglesia en estado de catequesis" (P-A Liégé). "Ambas (formas de catequesis) son funciones del ministerio de la Palabra distintas y complementarias, al servicio del proceso permanente de conversión" (DGC 69).
Es la comunidad cristiana la que acoge a los adultos en la fe -en la etapa de la Acción comunitario-pastoral- para acompañarles en su maduración continuada de la vida cristiana. Ese acompañamiento eclesial concluye en una plena incorporación de los ya iniciados en la comunidad cristiana. Esta catequesis permanente lleva, especialmente, a que "el don de la comunión y el compromiso de la misión se ahonden y se vivan de manera cada vez más profunda" (DGC 70).
Un rasgo específico de la catequesis permanente es que, mientras la catequesis de iniciación se dirige a cada uno de los catecúmenos y catequizandos, teniendo a la comunidad como referencia, aquélla se dirige no sólo a cada cristiano... sino también a la misma comunidad cristiana en cuanto comunidad, para que vaya madurando, tanto en su vida interior de amor a Dios y de amor fraterno, cuanto en su apertura y entrega al mundo, como comunidad renovadora y misionera. Le actualiza el deseo de oración de Jesús en la última cena, como una llamada de urgencia: "Que todos sean uno... para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17,21) (DGC 7°, 2°). Para esto, la comunidad necesitará vivir una triple fidelidad: al impulso creativo del Espíritu Santo, a alimentarse constantemente del cuerpo y la sangre del Señor, y a una catequesis permanente en la escucha de la Palabra (Ibidem).
b) La catequesis permanente y su relación con las pastorales específicas
Así como la catequesis de iniciación cristiana tiene un perfil muy preciso -como hemos visto; (cf también el artículo: Acción catecumenal de este Diccionario)-pues se trata de comunicar lo esencial del mensaje cristiano para fundamentar la fe-adhesión personal a Jesús, la catequesis permanente busca también reforzar la actitud personal de conversión, pero lo hace con múltiples formas de catequesis (cf. DGC 71).
Se puede decir que existen tantos caminos para la catequesis permanente, como pastorales específicas existen. Por ejemplo, el estudio y profundización de la Sda. Escritura en la Iglesia y con la Iglesia y su fe siempre viva (la pastoral bíblica); la lectura cristiana de los acontecimientos exigida por la vocación misionera de la comunidad cristiana, con la ayuda de la Doctrina social de la Iglesia (pastoral social); la catequesis litúrgica "forma eminente de catequesis" (CT 23) (pastoral litúrgica); diversas iniciativas de formación espiritual (pastoral de la espiritualidad y de la oración); la catequesis ocasional en determinadas circunstancias de la vida: noviazgo, casamiento, servicio militar, incorporación a la vida normal tras larga enfermedad... para leerlas y vivirlas desde la fe... (pastoral, pre o matrimonial, de la salud...); ciclos sobre temas claves del Vaticano II (teología conciliar)...
También hay otras formas de catequesis permanente, que se dirigen al alimento global de la vida cristiana: los Ejercicios Espirituales, las Conferencias cuaresmales, Ciclos de espiritualidad litúrgica, Cursillos sobre la "revisión de vida" y sobre el "proyecto personal de vida cristiana", etc...
5. Organización de la catequesis en la Iglesia diocesana. Origen, servicios, coordinación, proyecto diocesano, tareas concretas
a) Origen de la organización en la Iglesia
Con frecuencia pensamos que la Iglesia diocesana tiene que estar organizada porque, de lo contrario, sus actividades serían ineficaces para la construcción del Reino de Dios en el espacio diocesano. En este sentido, el principio de la organización diocesana sería la eficacia de la praxis pastoral. En realidad es la organización diocesana la que surge de la naturaleza misma de la Iglesia diocesana habitada por el Espíritu. La Iglesia diocesana es la Iglesia en que está presente el misterio de toda la Iglesia, con todas sus mediaciones para dar a luz el Reino de Dios en el mundo; la mediación de la Palabra, la de la Liturgia (Eucaristía), la del Servicio y la mediación de la Comunión.
El Obispo, cabeza de la Diócesis, es el garante de la unidad interna: de la Comunión y de las acciones de las otras tres mediaciones: la Palabra, la Liturgia, y el Servicio. El Obispo crea los Organismos necesarios para dinamizar esas mediaciones, al frente de los cuales pone a sus colaboradores (presbíteros, religiosos y laicos). Ellos, en comunión con el Obispo, cabeza de la Diócesis y respetando los Organismos de comunión que el Obispo ha establecido (por ejemplo: consejo episcopal, consejo pastoral diocesano, etc.) trazan sus planes y programaciones pastorales a la luz de las necesidades percibidas, y trabajan desde ellos.
Resumiendo, la organización de la pastoral diocesana no nace como una estrategia logística para establecer con la máxima eficacia el Reino de Jesús. Nace de una Iglesia particular en que está presente toda la Iglesia como Misterio de Comunión y que quiere que todo este Misterio sea vivido en plenitud y reconocido por las personas, mientras sus agentes pastorales predican la Palabra, celebran la Eucaristía (los sacramentos) y sirven a la transformación de la propia Iglesia particular y del mundo. (Cf. J. A. RAMOS, La pastoral diocesana, en Teología pastoral, BAC, Madrid 1995, 306-318).
De aquí nace que no toda acción pastoral sea válida para construir el Reino de Dios entre los hombres. Sólo lo serán las que sean fieles a la Palabra de Dios, respetuosas con la naturaleza del Culto cristiano, favorecedoras del Servicio evangélico a la comunidad cristiana y al mundo, e impulsoras de la Comunión eclesial.
b) Servicios
animadores en la Pastoral
misionera y catequética diocesana.
- El Secretariado diocesano o la Delegación diocesana de catequesis es el instrumento más fecundo "que emplea el Obispo, como maestro de la doctrina (católica), para dirigir y orientar todas las actividades catequéticas de la diócesis" (DGC 265). Sus tareas se describen lúcidamente en el n° 266.
Se destaca la de "impulsar y promover las instituciones específicamente catequéticas de la diócesis (catecumenado bautismal, catequesis parroquial, equipo de responsables de catequesis...), que son como 'las células fundamentales' de la acción catequética" (266, e).
Se podrían poner otros ejemplos: el Equipo de audiovisuales para la catequesis, el Equipo para la catequesis de los discapacitados, el Equipo elaborador de material catequético auxiliar, el Grupo de responsables de catequesis para la Tercera Edad, etc.
"La catequesis es una acción tan fundamental en la vida de una Iglesia particular que ninguna diócesis puede carecer de Secretariado de catequesis propio" (DGC 267). ¿Habrá Diócesis que no envíen a alguna persona cualificada a especializarse en algún Centro Superior de Pastoral Catequética (cf. DGC 252), para promover competentemente este "instrumento" indispensable para la Catequesis diocesana: el Secretariado o Delegación de Catequesis?
En todo caso, este Organismo diocesano no olvidará que hoy, con más frecuencia de lo que se piensa, habrá que atender solícitamente a promover la Acción misionera o catequesis kerigmática con los «alejados», antes de adentrarse en la catequesis propiamente dicha (cf. DGC 51; 58, c; 61-6).
- Es de gran trascendencia el Equipo del Secretariado o Delegación: ese "grupo de personas dotadas de competencia específica... (con) distribución de responsabilidades entre ... personas especialistas" (DCG 1971, 126): sacerdotes, religiosos y laicos. Pero, el número de sus miembros depende del tipo de la Diócesis.
- Todo Secretariado o Delegación diocesana de Catequesis ha de sentir la necesidad de utilizar los Servicios interdiocesanos, nacionales y de la Santa Sede, que por estar más allá de nuestras Diócesis, nos aportan novedades e informaciones que abren el horizonte a otros problemas, soluciones, bibliografía... siempre estimulantes para el quehacer catequético. Respecto a los documentos papales es importante este pensamiento:
"En el encargo colegial de Jesús (de anunciar el Evangelio, dirigido inmediatamente a los Obispos, con Pedro y bajo la guía de Pedro (AG 38 a), el ministerio del sucesor de Pedro desempeña un papel fundamental. Este ministerio, en efecto, se debe ver no sólo como un servicio global que alcanza a toda la Iglesia desde fuera, sino como perteneciente a la esencia de cada Iglesia particular desde dentro" (Juan Pablo II) (cf DGC 268-270, 271).
c) La coordinación de la catequesis
La catequesis no es una acción solitaria, sino "solidaria", construye el Reino en solidaridad con las diversas formas de catequesis (por edades y diversos ambientes sociales), con otras formas del ministerio de la Palabra (homilía...) y con otras acciones evangelizadoras (testimonio, primer anuncio, etc.). Y repetimos -ahora con el DGC n° 272- que esta coordinación no es un asunto meramente táctico, de eficacia, sino con connotación teológica de fondo. Todas las acciones evangelizadoras deben estar bien coordinadas, porque todas ellas quieren asegurar la unidad de la fe. Un solo ejemplo: que la Acción misionera y la Acción catecumenal (catequesis de iniciación) se impliquen mutuamente en el contexto tanto de la "misión ad gentes" como de la "nueva evangelización" (cf. RM 33 y CD 17 a).
d) Un Proyecto diocesano de catequesis articulado y coherente
Quizá el "signo" más patente de que una Diócesis es catequéticamente unitaria está en la elaboración de un proyecto diocesano de catequesis articulado y coherente, en que se integran los diferentes procesos catequéticos diocesanos para los cristianos de las tres diferentes edades:
- Un proceso catequético para adultos que quieran consolidar su fe, realizando o completando la iniciación cristiana, comenzada o por inaugurar con el bautismo;
- Un proceso de iniciación cristiana para niños, adolescentes y jóvenes en relación con los sacramentos de la iniciación cristiana ya recibidos o por recibir y con la pastoral educativa; y
- Un proceso de catequesis para mayores, que desean fundamentar su fe.
El eje vertebrador de este Proyecto diocesano de catequesis, es la catequesis de adultos. Como forma principal de catequesis, en ella se inspira la catequesis de las primeras edades y de la tercera edad.
e) Dos aplicaciones concretas de coordinación de la catequesis
- La catequesis en el contexto de la "nueva evangelización". El contexto de la "nueva evangelización" postula que las dos acciones: el anuncio misionero y la catequesis de iniciación se articulen en un Proyecto evangelizador, misionero y catecumenal, unitario (cf DGC 277), es decir, en el que la catequesis de iniciación cristiana se considere no tanto como preparación para celebrar un sacramento, cuanto como la consecuencia de un anuncio misionero eficaz (cf. DGC 62).
- La catequesis y la pastoral educativa. Como puede suponerse, esta coordinación se plantea fundamentalmente en relación con los niños, adolescentes y jóvenes. Principio: Los responsables diocesanos, a quienes concierne esta coordinación, integran en un único proyecto de pastoral educativa los diversos cauces y medios, de que disponen los educadores de los alumnos: Centro educativo (enseñanza religiosa, convivencias, retiros...), Familia (apoyo catequético familiar, contactos informativos con los padres...) y Parroquia (catequesis de niños presacramental y postsacramental, catequesis de preadolescentes, catecumenado de Confirmación, reuniones con los padres-madres alejados de signo misionero-o precatequético, etc.).
La convergencia de fondo estaría en caminar hacia una misma confesión de la fe, hacia una misma pertenencia a la Iglesia y hacia unos mismos tipos de compromisos en la sociedad, vividos en el mismo espíritu evangélico (cf. DGC 278).
f) Algunas tareas concretas, propias del Secretariado o Delegación de catequesis
Por su interés, el nuevo Directorio detalla cuatro tareas propias del Servicio diocesano de catequesis: 1) Análisis de la situación catequética, religiosa y socio-cultural de la Diócesis (n° 279-280); 2) el Programa de acción y Orientaciones catequéticas (281-282); 3) La elaboración de instrumentos y medios didácticos para el acto catequético: textos, guías, medios audiovisuales (n° 283), y 4) la elaboración de Catecismos locales, responsabilidad inmediata del ministerio Episcopal (nn. 284-285).
Respecto de la elaboración de Catecismos locales, destacamos estos puntos de interés: 1) Su importancia deriva de que el mensaje que transmiten es reconocido como auténtico y propio por los Pastores de la Iglesia. 2) Consecuentemente, la publicación de los Catecismos nacionales, regionales o diocesanos, elaborados con la colaboración de personas competentes, es responsabilidad última de los Obispos, catequistas por excelencia en las Iglesias particulares. 3) La redacción de un Catecismo local supone la aplicación de dos criterios:
- Perfecta armonía con el Catecismo de la Iglesia Católica, "texto de referencia seguro y auténtico... para los catecismos locales" (FD 4 c); y
-Atenta aplicación de las normas y criterios para la presentación del mensaje evangélico que ofrezca el presente DGC (nos 97-118) y que es también "norma de referencia" (CT 50) para la catequesis.
La aprobación de los Catecismos por parte de la Sede Apostólica previa a su publicación. Esta aprobación para los Catecismos emanados de las Conferencias Episcopales es "el reconocimiento del hecho de que es un texto de la Iglesia Universal para una situación y una cultura determinadas" (DGC 285). "En realidad, un Catecismo local de un Episcopado concreto, no es un texto sólo de una parte de la Iglesia: es un texto de la Iglesia universal, destinado a un pueblo y cultura determinados. Es la Iglesia entera la que dirigiéndose a ese pueblo expresa la fe de esa manera" (Mons. J. MANUEL ESTEPA, La misión profética de la Iglesia:
Evangelización, catequesis y el Catecismo de la Iglesia Católica, "Actualidad Catequética" 176 (1997) 7193).6. Experimentación e investigación catequéticas
Ante la rapidez de la evolución de la cultura en los últimos lustros, el Ministerio catequético de la Iglesia particular y, especialmente de las Iglesias nacionales y de la Iglesia Universal, no podrá avanzar debidamente sin la ayuda de la experimentación e investigación científicas. En especial, la invasión de la increencia y de la indiferencia religiosa, que afecta a grandes áreas del mundo y de la Iglesia, está requiriendo que se investigue este fenómeno muy relacionado con la modernidad y la postmodernidad, a fin de abordar, con sentido riguroso teológico-pedagógico, tanto la Acción misionera como la catequesis kerigmático-misionera o precatequesis y aún la catequesis iniciatoria, tan urgentes en la "nueva evangelización".
Por ello, apremia que los organismos diocesanos y especialmente, los nacionales de las Conferencias Episcopales promuevan investigaciones conjuntas, tras períodos de sondeos socioreligiosos y de experimentación de materiales catequéticos. De ahí que haya que recoger "las cuestiones que hay que investigar; que se den a conocer las cuestiones ya en estudio; que se designen los recursos personales especializados y económicos necesarios y que se programe su tiempo y método de investigación (cf DGC 131).
Uno de los puntos más importantes en este campo atañe a la elaboración de los Catecismos locales inculturados, siguiendo las pautas expresadas en la Fidei Depositum, con que el Papa aprobaba la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica (CCE) y las del Directorio General para la Catequesis (DGC) en su Segunda Parte (nn. 92-136).
Conclusión
Otros aspectos habrían de tenerse en cuenta a la hora de hablar sobre la Pastoral misionera y catequética diocesana: qué agentes de la catequesis tener en cuenta (padres de familia, religiosos, laicos y laicas, presbíteros y diáconos, el propio Obispo diocesano), los lugares y cauces de la formación, el mismo ministerio del catequista, etc. (cf. DGC 222-236; 253-264; 217-219).
¡Ojalá que estas orientaciones extraídas del DGC alimenten la esperanza con la fuerza de la Palabra y el trabajo interior del Espíritu, en quienes se esfuerzan por trabajar en este campo privilegiado de la catequesis! (cf. DGC 287).
BIBL. — Directorio General para la Catequesis (DGC), Librería Editrice Vaticana, Cittá del Vaticano, 1997; Directorio General de Pastoral Catequética (DCG), Roma 1971-España 1973; Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA), Roma 1972-España 1976; Mensaje al Pueblo de Dios, 1977, PPC, Madrid 1979; JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae (CT), PPC Madrid, 1979; PABLO VI, Evangelii Nuntiandi (EN) PPC, Madrid 1975; COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS: La Catequesis de la comunidad. Orientaciones pastorales para la Catequesis en España hoy, EDICE, 1983; El catequista y su formación. Orientaciones pastorales (CF), EDICE, Madrid 1985. Comisión Episcopal de Pastoral, Servicio pastoral a las Pequeñas Comunidades Cristianas, EDICE, Madrid 1982; V. Ma PEDROSA, M. NAVARRO, R. LÁZARO, J. SASTRE, Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo, Madrid 1999, Ver Propuesta de lectura sistemática (p. 33 ss.): 3' parte: Pedagogía y metodología catequética; 4a parte: Catequesis por edades, ambientes y situaciones; 5a parte: La catequesis en la Iglesia particular; J. M. ESTEPA, La Iglesia particular y la catequesis, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, Evangelización, Catequesis, Catequetas, EDICE, Madrid 1999, 521-539; Congreso Internacional de Catequesis, Roma 14-X-1997, en "Actualidad Catequética" 176 (1997) 33-158. En especial, la ponencia de Mons. J. M. Estepa, pgs. 71-93; V. Ma PEDROSA, La catequesis en la Iglesia local, "Sinite" 117 (1998) 121-152; Catequesis de Adultos. Orientaciones pastorales (CA), EDICE, Madrid 1990; E. ALBERICH, La catequesis en la Iglesia, CCS, Madrid 1991; 15. F. PARRILLA, La Iglesia local, una tarea, NARCEA, Madrid 1983; M. MATOS, S.I., Sinopsis para un estudio comparativo de la "Catechesi Tradendae" con sus fuentes, en "Actualidad Catequética" 96 (1980) 97-144; J. DANIÉLOU-R. DU CHARLAT, La catéchése aux premiers siécles, Fayard-Mame, París 1968.
Vicente M° Pedrosa Arés