SUMARIO:
1. Qué es esa pastoral específico. - 2. Agentes. - 3. Destinatarios. - 4. Funciones o mediaciones pastorales.
"Era, por tanto, necesario que esta Sede Apostólica, haciendo suyas las
preocupaciones del Concilio Ecuménico, ofreciera a los Obispos y a las
Conferencias Episcopales la oportunidad de velar más adecuadamente por la
asistencia espiritual de los grupos de migrantes. Estos no solamente se hallan
encomendados al ministerio pastoral de los obispos, como los restantes fieles,
sino que, por la singular condición- de sus vidas, reclaman una atención
especial que responda a sus necesidades" (Carta Apostólica del Papa Pablo VI en
forma de "Motu proprio" sobre la asistencia espiritual a los migrantes.
A.A.S. LXI (1969), pp. 601 ss.).
En efecto, la Pastoral de migraciones es una pastoral especifica o pastoral sectorial, en cuanto servicio eclesial. Al decir pastoral sectorial queremos decir que es uno de los sectores o área pastoral en los que la Iglesia organiza sus acciones pastorales para servir a un determinado grupo humano caracterizado por circunstancias o situaciones semejantes o comunes. Se trata en este caso de una situación especial que requiere un tratamiento pastoral propio, al igual que otras situaciones especiales (pastoral sanitaria, penitenciaria, etc.).
Esta pastoral sectorial, obviamente, debe estar integrada en el plan pastoral diocesano, como un elemento más de la acción conjunta de la Iglesia particular, en la que se ha ido manifestando la necesidad de que surjan estructuras intermedias entre las parroquias y la Iglesia diocesana. En este sentido, en los lugares donde hay realidad migrante, es clave, para poder servir a la pastoral, la constitución de una delegación de migraciones como institución intermedia.
1. Qué es esa pastoral específica
Dicho lo anterior pasamos a explicar en qué consiste esa pastoral específica o sectorial. La primera cuestión a clarificar es que la pastoral de migraciones es una pastoral que contempla a tres sectores bien diferenciados: emigración (nacionales que se trasladan a otros países), inmigración (extranjeros que llegan al propio país) y refugiados (desplazados por la fuerza). Y aunque la perspectiva no suele ser la misma cuando se mira desde un lado o desde otro, ya sea como Iglesia de origen o Iglesia de acogida, las circunstancias sí que son idénticas para las personas migrantes.
Un primer peligro a evitar, por ser una equivocación muy común, es pensar que las migraciones son un fenómeno coyuntural. La historia nos demuestra que no es así, que las migraciones son más bien un fenómeno estructural, además de universal, permanente y excluyente (cfr. MARTÍNEZ, A.; Las migraciones: un signo de los tiempos. Jalones para una pastoral inmigrante, 1995). Aunque la sociedad de acogida y, más aún, el migrante tiendan a pensar que la situación es pasajera, sin embargo ésta se suele convertir en definitiva y como tal se ha de abordar desde una pastoral de migraciones que aspire a situarse en la realidad. Para un problema estructural no basta con una respuesta coyuntural sino que es necesaria y se ha de dar una respuesta estructural.
Es el mismo sistema económico el que genera las migraciones, ya que la mano de obra ha de desplazarse en busca del trabajo que depende del capital, por tanto esta respuesta estructural ha de contemplar esta realidad y afrontarla como tal. El concepto de pobreza ha sufrido una evolución dentro de la Iglesia y hoy se la entiende desde la perspectiva de la explotación y la dependencia. Por tanto, la lucha contra ella ha de proponer el cambio de estructuras que la generan y un nuevo orden económico internacional.
Otro peligro para la pastoral de migraciones es reducirla a un apartado de la pastoral social. A ello puede contribuir el hecho de que las migraciones sean un fenómeno excluyente y marginador. Pero la marginación no se da única y exclusivamente en el sentido económico de pobreza, también desde el comportamiento xenófobo por el miedo a lo extraño y por la dificultad que supone la convivencia con alguien de otra cultura. En este sentido podría servirnos de luz, salvando las diferencias, el siguiente texto de los obispos españoles hablando de los gitanos: "...tal vez nos hemos centrado casi exclusivamente en combatir "la pobreza" que ha acompañado y acompaña a muchos de sus miembros (los gitanos), olvidando que lo específico de este grupo humano es la diversidad o diferencia cultural. Confundir la "diferencia" con "la pobreza", o resaltar una y olvidar la otra, ha hecho que los gitanos hayan sido tratados como destinatarios de la caridad o acción social y no como sujetos de la evangelización. Esto ha motivado, como respuesta, el sentimiento de ser "usuarios" de unos servicios que la Iglesia les presta, pero no miembros vivos de la comunidad eclesial". (Mensaje de la Conferencia Episcopal Española con motivo de la beatificación de Ceferino Giménez Malla, abril de 1997, p. 6). Pero ser polaco, marroquí o peruano, es claro que no es una pobreza, sino una diferencia. Esto es lo primero y específico que ha de contemplar esta pastoral, lo demás viene adherido a esta circunstancia determinante.
En definitiva, desde esta pastoral se ha de trabajar para superar las dificultades de integración social que sufren los migrantes, pero también sensibilizar a la sociedad para que oferte espacios donde puedan vivir comunitariamente su fe, como una dimensión fundamental de la persona, y trabajando dentro de la Iglesia para que los migrantes católicos puedan llegar a formar parte integrante y activa de su comunidad local viviendo sus especificidades culturales no con tensiones, sino como un elemento más que enriquece a la comunidad. La pastoral de migraciones ha de estar en línea de un diálogo interreligioso en una sociedad plural en la que se hace realidad el pluralismo religioso.
Resumiendo podemos decir que la pastoral de migraciones es una pastoral específica que consta de los siguientes elementos característicos:
- Ha de tener en cuenta la promoción y el desarrollo de las personas, ya que el elemento "pobreza y marginación" es un componente que afecta a las personas migrantes.
- También ha de tener muy presente la realidad "trabajadora" de la mayoría de los migrantes. Su integración social será posible en la medida en que se dé su integración laboral. Por tanto se ha de trabajar en coordinación con la pastoral obrera.
- Pero sin duda lo específico y más característico de una pastoral para migrantes ha de ser la toma en cuenta de "la diversidad o diferencia cultural".
- Obviamente ha de estar integrada en la pastoral diocesana como una pastoral específica o sectorial al igual que otras: estudiantil, sanitaria, penitenciaria, etc.
2. Agentes
La responsabilidad pastoral de los migrantes corresponde a la Iglesia particular, es decir, a la Iglesia diocesana (CD 12; LG 23). Por ello "los obispos, en sus Diócesis, son los primeros y principales responsables de la Pastoral con los migrantes que residen en su territorio o que están de paso en él" (CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Pastoral de las
Migraciones en España, 1994, 40-41. Cfr. también CD, 18-23; ES, 2; CDC, cn. 383; PMC, cap. IV). Esta responsabilidad, por ser una pastoral específica, se suele delegar en la Delegación Diocesana de Migraciones, que entre otros asuntos le corresponde, sobre todo, cuidar para que los migrantes sean atendidos en sus lugares de residencia, así como en la propia diócesis, en colaboración tanto con las respectivas Iglesias de origen como con la propia Iglesia diocesana.Esa pastoral de migraciones "debe quedar enmarcada en la programación pastoral de la Iglesia local. Con tal finalidad quien se encargue de ello deberá cuidar, ante todo, la catequesis de los adultos, que favorezca la formación cristiana y el crecimiento en la fe de cada uno de los emigrantes; la activa celebración de los sacramentos de la vida cristiana, comenzando por el bautismo; la formación en la oración de la comunidad en emigración; y un coherente compromiso en el testimonio de la caridad. Estos son los caminos necesarios para que los emigrantes sean promotores de la comunión en la diversidad y colaboren eficazmente en la obra de salvación" (JUAN PABLO II.
Mensaje de la Jornada del Emigrante de 1989. Cfr. también PABLO VI, Motu propio: Pastoralis Migratorum Cura, 14).Lo que es responsabilidad de la diócesis se concreta en la parroquia, como lugar propio de la comunidad cristiana y espacio en el que vive el migrante. Es el lugar natural en el que se concreta la vida de las personas, por eso "las parroquias constituyen puntos visibles de referencia, fácilmente perceptibles y accesibles, y son un signo de esperanza y fraternidad a menudo entre laceraciones sociales notables, tensiones y explosiones de violencia. La escucha de la misma palabra de Dios, la celebración de las mismas liturgias, la participación en las mismas fiestas y tradiciones religiosas ayudan a los cristianos del lugar y a los de reciente inmigración a sentirse todos miembros de un mismo pueblo. En un ambiente nivelado e igualado por el anonimato, la parroquia constituye un lugar de participación, de convivencia y de reconocimiento recíproco" (JUAN PABLO II,
Mensaje día de las Migraciones 1999).La responsabilidad del_ obispo y la Iglesia diocesana, delegada en el equipo diocesano de la Delegación Diocesana de Migraciones y concretada en la parroquia, debe ser apoyada y alentada desde la "la Conferencia Episcopal Española que realiza estas tareas de modo especial desde la Comisión Episcopal de Migraciones" (CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La pastoral de las Migraciones en España, 1994, p. 39).
Estas son las estructuras eclesiales, que con sus agentes propios -sacerdotes, religiosos y laicos- son los responsables de esta pastoral.
3. Destinatarios
El destinatario de la Pastoral de Migraciones es el migrante. La Conferencia Episcopal Española lo define así: "Entendemos por emigrante a quien, por razones de trabajo o de violencia, sale de su país y se sitúa en otro con la pretensión de residir y trabajar en él, sin adquirir, por los motivos que fuere, su ciudadanía y sin poseer, por consiguiente, los mismos derechos o posibilidades que los miembros que lo componen" (ibid., p. 7). En otro documento de la Comisión Episcopal de Migraciones, del año 1995, "La inmigración en España: desafío a la sociedad y la Iglesia españolas", se dice así: "entendemos por inmigrante a aquel que por razones económicas sale de su patria para instalarse en otro país con la intención de ganarse la vida mediante su trabajo. Junto a él consideramos también a aquel otro que por razones de persecución o violencia políticas o sociales tiene que abandonar su país y buscar refugio en otro, donde debe ganarse la vida mediante su trabajo; incluimos, así, tanto a los inmigrantes económicos como a los refugiados y a sus respectivas familias; ponemos, por tanto, el énfasis en la circunstancia determinante de que precisan trabajar para obtener los medios necesarios de vida", n° 7. A la hora de redactar este documento, pesaba todavía mucho el trabajo de nuestra Iglesia con la emigración española, como se ve en el uso del término "emigrante". Pero también podemos ver en la definición dada que se usa por el genérico "migrante", que se diversifica después en los tres sectores ya mencionados de emigrantes, inmigrantes y refugiados.
Por emigrante se entiende las personas nacionales que, por razones de trabajo han marchado a otros países. España, en este sentido, ha sido un país de emigración hasta hace muy poco. Si bien es cierto que el flujo de salida se ha paralizado, todavía hoy 2.134.773 españoles tienen residencia habitual en el extranjero (778.755 en Europa, 1.170.390 en América del Sur, y los demás repartidos por el mundo). Estos datos fueron publicados por el OPI (Observatorio Permanente de la Inmigración) en el mes de mayo de 1998. Y las cifras corresponden a diciembre de 1995.
Inmigrante es el ciudadano de otro país que, por razones de trabajo, llega hasta el nuestro. La inmigración en España es un fenómeno reciente. Empieza en la década de los ochenta. Es por tanto una realidad nueva pero que surge y se desarrolla con gran rapidez. El número de extranjeros residentes en España en 1981 era de 198.042. A finales de 1998 asciende a 719.647. A este número hay que añadir los indocumentados. Datos del OPI, de julio 1999. Cifras correspondientes al 31 de diciembre de 1998.
Los refugiados son aquellas personas que tienen que abandonar su país por motivos de violencia. Según la Convención de Ginebra, que España firmó en 1978, se considera refugiado a la persona que es perseguida por motivos de raza, lengua, religión, etc., y puede acreditar que esta persecución es personal. Una figura cercana a ésta es la de otra realidad que ha puesto de manifiesto, haciendo que se arbitren medidas al caso, situaciones recientes en Africa y la misma Europa -Ruanda, Sierra Leona, Bosnia, Kosovo, etc.- que es la de los desplazados por causa de la violencia. En España, en 1984, se promulga la ley 5/1984, Reguladora de la Condición de Refugiados y Asilados. Una ley generosa y abierta que contempla también el asilo por razones humanitarias. A partir de 1990 cambió la tipología de los solicitantes de asilo y refugio empezando a llegar solicitantes de todos los lugares.
En 1994 el gobierno modifica la ley, intentando armonizar la legislación española con el resto de los países de la Unión Europea, restringiendo la utilización de la institución de asilo para los inmigrantes económicos.
A todos estos grupos: emigrantes, inmigrantes, refugiados y desplazados es a los que se dirige la pastoral de migraciones.
4. Funciones o mediaciones pastorales
Los agentes pastorales, las estructuras y las personas, han de esforzarse en el desarrollo de las siguientes funciones o mediaciones:
- El servicio (la diaconía), que se ha de manifestar, sobre todo, en acoger a los migrantes positivamente, con todo lo que ello significa y requiere, muy atentos siempre al respeto de la diferencia cultural y a no obviar las responsabilidades de los mismos migrantes. Además todo lo que significa el apoyo a su integración, tanto a nivel social como eclesial. Para ello ver las mejores formas de conseguir que se respeten sus derechos, así como que ellos conozcan y respeten las claves del funcionamiento social y eclesial. Es importante, a nivel eclesial, tener claro que el migrante es un hermano, y no un simple objeto de la acción social y caritativa de la Iglesia. También sensibilizar, tanto a la sociedad como a la Iglesia, de lo que significa y requieren la realidad de las migraciones y la presencia de los diferentes grupos de migrantes.
- Otra clave es la comunión (la koinonía). En esta línea se ha de trabajar por crear, a nivel eclesial, la estructura y los medios que necesita esta pastoral específica. A nivel parroquial abriendo la comunidad para la inserción de lo que aporta la realidad migrante, o incluso posibilitando el funcionamiento de una comunidad inmigrante específica, cuando esto sea necesario.
- En línea del testimonio (martyría) es fundamental animar y formar agentes pastorales -sacerdotes, religiosos y laicos-sensibilizándolos y preparándolos para el trabajo de esta pastoral específica. Y también la formación de militantes cristianos dentro del mismo grupo de migrantes.
- Y por lo que se refiere al aspecto celebrativo (liturgia), es importante contar con lo cultural específico de los migrantes en la celebración de la fe. Se ha de cuidar el incluir elementos suyos propios que enriquezcan las celebraciones comunes y les hagan sentirse miembros partícipes en la comunidad, así como favorecer, cuando sea necesario, la formación de comunidades y la utilización de espacios en los que los migrantes puedan celebrar su fe con las características propias de su cultura. En este sentido la Pastoralis Migratorum Cura, en su n° 33, recomienda, según las circunstancias, las costumbres y las necesidades de los fieles migrantes, una serie de diversas formas jurídicas posibles, que van desde la parroquia personal, hasta el capellán sin cura de almas, pasando por la misión independiente con cura de almas, la misión con cura de almas unida a la parroquia territorial o el misionero sin cura de almas con territorio fijo. Estas son estructuras posibles para realizar todas las funciones señaladas.
5. Luces y sombras en la actualidad y perspectivas que se abren en el futuro
Es el momento de presentar una historia, breve por razón de espacio, así como la situación actual del trabajo de la pastoral de migraciones en estos campos, con sus luces y sombras.
En el campo de la emigración todavía hoy casi 200 capellanes y unas 50 comunidades religiosas atienden aún a esta población desde las Misiones Católicas de Lengua Española en el extranjero.
La Pastoral con emigrantes, puesta en marcha por la Iglesia, ha tenido como característica todo lo que significa el apoyo a su integración en la nueva realidad. Hasta esa integración, se ofrece una pastoral diferenciada, acomodada a su lengua, cultura, origen y circunstancias. Desde esta pastoral la Iglesia en España, de acuerdo con la Iglesia presente en los países de destino, ha acompañado a nuestros emigrantes. Si nos ceñimos a los últimos cincuenta años (desde la década de los 50 hasta hoy), podríamos concretar la historia de esta labor en cinco momentos sucesivos (cfr. La Pastoral de las migraciones en España, p. 17 ss.):
- Asistencial. En los años cincuenta se da una emigración masiva de carácter fundamentalmente económico-laboral. La respuesta de la Iglesia en este primer momento fue, sobre todo de carácter asistencial. Fueron muy característicos de aquella época los "Centros españoles", en los que la figura del sacerdote tenía un gran protagonismo. Desde estos Centros se ofrecían múltiples servicios, sobre todo de acogida, culturales, recreativos, etc. La Misa del domingo era un acto social con gran capacidad de convocatoria, tanto para los practicantes, como para aquellos otros que acudían allí como lugar de encuentro.
- Educativo. Tras la reagrupación familiar y la llegada de los niños, se plantea la necesidad de escolarizarlos, así como la necesidad de la formación complementaria en su cultura de origen. Es la época de promoción y creación de escuelas, así como otras instituciones de enseñanza y educación. La Iglesia jugó un importante papel en este servicio, llevando en ocasiones la iniciativa, sobre todo, en los primeros momentos.
- Asociativo. Como consecuencia y exigencia de la enseñanza y educación de los hijos, y además como fruto de una creciente democratización, empieza a surgir, en un tercer momento, el fenómeno del asociacionismo. La institución característica de esta época es la asociación, sobre todo, la de padres de familia. La Iglesia tuvo una presencia notable y un papel activo en la promoción y desarrollo de las asociaciones de padres de familia en la emigración.
- Perplejidad. Hay un cuarto momento de ambigüedad o perplejidad, marcado por un doble signo: en positivo, se da una cierta antigüedad con el consiguiente asentamiento o estabilidad; pero en negativo, crece la inseguridad y una falta de perspectivas a medio y largo plazo, dadas las situaciones de paro y crisis, la edad de los emigrantes que crece y la creciente xenofobia en algunos casos. Y la Iglesia misionera en los países de inmigración participa de la inseguridad y de la falta de perspectivas que viven los emigrantes.
- Reconocimiento de derechos y estabilidad. Con la incorporación de España a la Comunidad Europea, los emigrantes españoles consiguen una mayor seguridad y estabilidad. En este momento aumentan también los problemas de los que constituyen la primera generación, ya que han ido envejeciendo y han permanecido en el extranjero más tiempo del que pensaron y proyectaron. Aparecen otros nuevos emigrantes cuyos problemas se agravan ahora, son los extracomunitarios. La Misión Española se convierte en punto de referencia sobre todo para los latinoamericanos y empieza el proceso de transformación en Misión Hispanohablante. Con la integración de España en la Comunidad Europea, la Administración española deja de llamarles emigrantes e introduce el eufemismo "españoles residentes en Europa o en el extranjero". Pero los emigrantes no notan ni aceptan el cambio.
La pastoral de migraciones, presente siempre en el proceso descrito desde las misiones católicas españolas en el extranjero, ha hecho una opción clara de seguir acompañando a estos emigrantes, pero es cierto que la realidad ha cambiado y estos cambios han de tenerse en cuenta para una reconversión de la pastoral. Hoy se dan las siguientes características:
- La realidad de emigrante español en Europa ha cambiado substancialmente. Además de la seguridad y estabilidad que le da ser ciudadano europeo, la situación se ha transformado radicalmente en poco tiempo: España ya no está tan lejos. El desarrollo científico-técnico ha hecho posible la movilidad de las personas y las noticias de forma que las fronteras físicas se difuminan. Hoy a las 9-10 horas de la mañana todos los periódicos españoles están en las ciudades europeas; desde ellas, con el avión, se puede llegar en poco tiempo a Madrid; en casi todas las casas la antena parabólica permite conectar con la televisión nacional. Con ello hoy los emigrantes están más cerca de lo que es la vida política, social y cultural de España, que muchos españoles que viven en otros ambientes, por ejemplo, rurales del mismo país.
- Está además la problemática de la segunda y tercera generación: ellos son biculturales, son españoles y son del país donde han nacido y se han educado; se sienten miembros de ambas culturas y, debido a que, desde una y otra, a veces se les reprocha que no lo son, se sienten algo nuevo (,europeos?). Lo cierto es que ya no viven la situación de sus padres.
- Otro signo de la actual emigración es el creciente número de estudiantes, técnicos, trabajadores cualificados, euro-funcionarios, practicantes de idiomas, etc. La consecuencia directa de todo esto es la mayor pluralidad de las colonias españolas, así como un mayor sentido de provisionalidad.
- También va aumentando el número de latinoamericanos que llegan a Europa. Muchos de ellos tienen como punto de referencia la Misión Española. Algunas misiones, por y para tenerlos en cuenta han pasado a llamarse "Misión Católica de Lengua española" o "Misión Católica para hispanohablantes". Ellos en Europa son extracomunitarios, con todo lo que ello significa. Es muy serio el problema de la "irregularidad".
De toda esta historia, la pastoral de las migraciones en España ha sacado sus conclusiones y con ellas quiere encarar el futuro. Son las siguientes:
En la sociedad y la Iglesia en España hoy ya no se habla de la emigración. Parece una realidad olvidada.
Sin embargo son más de dos millones los españoles que residen fuera de nuestras fronteras. Por eso desde la Comisión Episcopal de Migraciones se va a seguir intentando mantener la presencia en este campo porque es necesario. Pero hay que ajustarse a la nueva realidad.
A la hora de abordar estos nuevos retos aparecen dificultades serias, como son la creciente secularización y la escasez de vocaciones sacerdotales, que se acentúa cuando se trata de vocaciones para trabajar en este campo.
La inmigración surge en España, como hemos visto, recientemente y se desarrolla con gran rapidez superando tanto a la administración española como también a la Iglesia. No obstante y gracias a su experiencia de trabajo con la emigración, se puede decir que es, desde las instancias de Iglesia, desde donde se da la primera respuesta a esta realidad nueva: ya en la década de los 80 se consolida un movimiento asociativo para dar respuesta a las necesidades que presenta esta nueva realidad.
Hemos hablado, más arriba, del número de emigrantes e inmigrantes. La cifra dada de estos últimos es, hablándo con más exactitud, la de residentes extranjeros en España. Si nos fijamos en su procedencia, el 45'8 % de estos residentes proceden del continente europeo (329.956), de ellos más deI 80% de la Unión Europea. Estos no son los que normalmente se considera como inmigrantes, sino técnicos, estudiantes y sobre todo jubilados que vienen a disfrutar de nuestro clima.
La lista de países de origen de mayor inmigración son: Marruecos 140.196, Reino Unido 74.419, Alemania 58.089, Portugal 42.310, Francia 39.504, Italia 26.514, Perú 24.879, R. Dominicana 24.256, China 20.690, Argentina 17.007, America del Norte 16.997, Paises Bajos 16.114, Filipinas 13.553, Cuba 13.214, Bélgica 11.997, Colombia 10.412, y el resto de países con menos de 10.000. Los datos corresponden a finales del año 1998.
Podemos señalar como características más significativas de la inmigración en España las siguientes:
1.° Su gran diversidad. El origen de los inmigrantes llegados a España es muy plural: latinoamericanos de casi todos los países de Centro y Sudamérica, africanos del Magreb y de la zona subsahariana, europeos del este, asiáticos de puntos muy distintos.
2.° Esa diversidad lleva implícita también una gran diferencia cultural. No son europeos en otro país de Europa u occidentales en otro lugar de Occidente, sino una multiculturalidad diversa y con grandes diferencias. Merece señalar como grupo importante la aparición del Islam.
3.° No es (globalmente) una inmigración estrictamente laboral (aunque tiene de esto mucho más de lo que se quiere reconocer), sino el Sur, el mundo de la pobreza, que se acerca al Norte, al mundo opulento (en parte porque este les llama, en parte porque huyen de una situación insufrible). Dejamos aparte el caso de los extranjeros que vienen a disfrutar de nuestro clima en sus últimos años de vida y que para nada son personas que vengan a buscar trabajo para vivir, característica principal y primera del inmigrante.
El trabajo eclesial y social con inmigrantes (trabajadores) en España, hasta el momento, ha tenido un carácter fundamentalmente asistencial y de promoción social. Se ha trabajado en la línea de la defensa de sus derechos y el apoyo a su integración social en todos sus aspectos: vivienda, sanidad, trabajo, diversidad cultural, etc. Creemos que desde la reforma del Reglamento de la Ley de Extranjería y la posibilidad de la Reagrupación Familiar, el trabajo se encaminará mucho más al esfuerzo por la integración con nuevas características: problemática de la mujer, los niños y la educación, asociacionismo inmigrante, etc.
Todo el movimiento asociativo impulsado desde la Iglesia cristalizó en varias ONG's de solidaridad con los inmigrantes. Además hay que añadir todo el trabajo realizado por los programas con inmigrantes de Cáritas nacional, así como de las Cáritas diocesanas o locales, y lo mismo en numerosas Congregaciones religiosas. Aunque tenemos que reconocer que todo este trabajo está todavía sin coordinar.
Existen algunas experiencias del trabajo que, desde una determinada concepción, podríamos llamar específicamente "pastoral", aunque todo es pastoral, sobre todo en las diócesis donde se concentra mayor número de inmigrantes. Pero es un camino que se está iniciando. Desde el camino que se ha ido haciendo estos años y en el momento presente, se nos plantean importantes retos para el futuro: poner en marcha un plan pastoral de migraciones, y coordinar todos los esfuerzos de atención social a inmigrantes integrados en un verdadero plan pastoral. Definido por la Conferencia Episcopal en
"La Pastoral de las Migraciones en España". Documento que, a la luz de la Pastoralis Migratorum Cura, presenta un plan pastoral para la situación actual de la pastoral de las migraciones en España, pero que ha pasado casi inadvertido. Es importante recuperar y poner en marcha este plan.BIBL. — Documentos eclesiales: Pío XII, Const. Apostólica Exsul Familia, (A.A.S. 44, 1952, p. 649ss). PABLO VI, Motu proprio: Pastoralis Migratorum Cura, (A.A.S. LXI, 1969, p. 601 ss). Edita Comisión Episcopal de Migraciones, Madrid, 1970. PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, (A.A.S. 68, 1976). Edita PPC, Madrid. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Pastoral de las migraciones en España, EDICE 1994. COMISIÓN EPISCOPAL DE MIGRACIONES DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La inmigración en España: desafio a la sociedad y a la Iglesia españolas, EDICE, 1995. COMISIÓN EPISCOPAL DE MIGRACIONES (Delegaciones Diocesanas), La inmigración, compromiso cristiano, EDICE,1999. COMITÉ ÉPISCOPAL DES MIGRATIONS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL FRANCESA, Un peuple en devenir. L'Église et les migrants, París 1995. COMISIÓN PONTIFICIA "JUSTICIA Y PAz", La Iglesia ante el racismo, Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 1988. PONTIFICIOS CONSEJOS PARA LA PASTORAL DE MIGRANTES y "COR UNUM",
LOS refugiados, un desafío a la solidaridad, Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 1992. Libros y artículos: GARCIA, A.M; "Pastorale migratoria é pastorale ordinaria" (intervención de Mons. Garsia, presidente de la CEMI, en la asamblea de la CEI), en Servizio Migranti, Fondazione Migrantes, 1998/5. MARTiNEZ RODRIGO, A.; Las migraciones: Un signo de nuestro tiempo. /alones para una pastoral inmigrante. Verbo Divino. Estella 1995. PETRIS, L.; "Chiesa italiana e migrazioni: priorita pastorale o impegno marginale?", en Servizio Migranti, Fondazione Migrantes, 1999/2; RAMOn GUERREIRA, JULIO A.; Teología pastoral, B.A.C., Madrid, 1995.José Magaña