Diócesis
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1. Teología de la Iglesia Particular

La Iglesia, toda ella, tiene un origen trinitario y se expresa como Pueblo de Dios (Iglesia del Padre y nacida por el Bautismo), Cuerpo de Cristo (Iglesia del Hijo que se articula y crece desde la Eucaristía) y Templo del Espíritu (Iglesia del Espíritu Santo que transparenta y hace posible la comunión con Dios y de los hombres entre sí). Desde estas coordenadas teológicas y eclesiales podremos afirmar que la Iglesia Particular es un verdadero acontecimiento de comunión para la misión, conformada a imagen de la Trinidad ("comunión de lo santos") y con un destino trinitario ("Iglesia peregrina comprometida en la construcción del Reino"). La Iglesia particular, ante todo, quiere ser un evento de salvación "contextuado". Una primera definición puede ser la siguiente: "Porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado pastoral se encomienda al Obispo con la colaboración del presbiterio, de manera que, unida a su pastor y congregada por él en el Espíritu Santo, constituye una Iglesia particular en la cual verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo, una, santa, católica y apostólica". Lo determinante no es sólo lo territorial, sino la porción del pueblo de Dios que camina, crece en la fe y al que se debe servir. Pero la Iglesia particular en la que vive y se manifiesta la única Iglesia es, teológicamente hablando, un profundo misterio de comunión para la misión (cf. voces misterio, comunión, misión). La Iglesia universal y la Iglesia particular son un mismo misterio de unidad en la multiplicidad. El misterio de la Iglesia comunión y misión se realiza en la Iglesia universal, en la comunidad católica de todos los discípulos de Cristo. La comunión entre las iglesias particulares en la única Iglesia universal radica, además de en la misma fe y bautismo común, sobre todo en la Eucaristía y en el episcopado. La multiplicidad de Iglesias particulares, basadas en la única unidad de ser Iglesia de Cristo, expresa la verdadera catolicidad de la Iglesia y el dinamismo de su vida de comunión. Una Iglesia llamada a la nueva evangelización. Esta nueva evangelización vive del tesoro revelado, cumplido una vez por todas, que se llama Jesucristo. Se dice nueva porque el Espíritu Santo hace siempre nueva la Palabra de Dios e invita a hacerlo nueva vida. Es nueva por no estar ligada a una determinada civilización o cultura, sino que es universal y para todos los tiempos y lugares. Es nueva porque nos invita a redescubrir el misterio pascual de Jesucristo con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones. El sujeto de la nueva evangelización es toda la comunidad, adulta en la fe. Por ello se debe cuidar la formación de todos, especialmente de los laicos. Es necesario consolidar el tejido de la entera comunidad cristiana (laicos, religiosos, sacerdotes).

Una Iglesia que busca, en lo pastoral, unidad, participación y comunión de bienes de todos los organismos (parroquias, movimientos y asociaciones). Como campos de especial acentuación, pastoral y renovación, desde la nueva evangelización, se señalan expresamente: catequesis, liturgia y sacramentos, compromiso y servicio de caridad y promoción humana.

Y, tal vez hoy, como ámbitos privilegiados, la familia, los jóvenes, los campos de la economía y política y la cultura.

Insistimos en la realidad de misión para la nueva evangelización. Esta dimensión se desgrana en diversos aspectos o dimensiones, por lo demás clásicos: —evangelizar en cuanto tal (anuncio de la Buena Noticia), —catequizar (profundizar en lo anunciado), —celebrar la fe, —vivirla y expresarla mediante el ejercicio de la caridad y el compromiso social personal y comunitario.

En resumen, en la Iglesia particular, hay que vivir, equilibrada y armónicamente, las cuatro dimensiones ya clásicas: comunión, celebración, evangelización y compromiso.

Seguimos profundizando en las figuras o modelos de la Iglesia.

Se suele llamar paradigma a un modelo o imagen que simboliza y aglutina, en una palabra o concepto, todo un conjunto de ideas, opiniones, posturas y acciones.

La Iglesia particular, sin exclusivismos, debe encerrar lo mejor de los anteriores modelos: es identidad, hogar, fermento, anuncio y samaritana. Porque el criterio de catolicidad y de integración es siempre el criterio de verdad.

2. Claves de articulación pastoral de la Iglesia particular

Una anotación necesaria: la vida diocesana gira, fundamentalmente en torno a las parroquias (y, en algunos casos, en torno a las unidades de atención pastoral) como células básicas de la Diócesis para la vivencia de la fe y la evangelización. La parroquia, como las unidades de atención pastoral, tienen que llegar a ser, la unidad básica de crecimiento de la fe, una comunidad de comunidades, una comunidad cálida de acogida, diálogo y compromiso evangelizador.

Para que las parroquias puedan, de verdad, cumplir íntegramente sus cometidos, se necesita el arciprestazgo , que se define como la unidad básica diocesana para desarrollar la pastoral de conjunto y articulada, orgánico-integral, sectorial y de ambientes. En este sentido, según terminología de "Iglesia en Castilla", el arciprestazgo es hogar, escuela y taller.

Para potenciar, a su vez, la pastoral de parroquias y arciprestazgos están las delegaciones diocesanas sectoriales que participan del munus pastoral del obispo y que, como entidades "técnicas", deben estar integradas, en sus equipos, por agentes cualificados de los diversos arciprestazgos.

Sobre parroquias y unidades de atención pastoral, arciprestazgos y delegaciones, volveremos más detenidamente.

Ahora, antes de pasar a otra palabra clave, resumimos, en forma de decálogo, las notas más destacadas de una Iglesia particular:

  1. Una Iglesia de totalidad: ni jerarcológica (protagonismo sólo y exclusivo de quienes tienen ministerios), ni popular (protagonismo sólo de comunidades de base).

  2. Una Iglesia eucarística (mistérica): nacida, desarrollada y expresada en torno a la Eucaristía (Palabra y Sacramento), y en la que vive y se plasma la Iglesia Universal.

  3. Una Iglesia de "episcopalidad" y, por lo mismo, de apostolicidad: el obispo es el principio y fundamento visible de su unidad (LG 23) . En él y por él se significa y actualiza la comunión.

  4. Una Iglesia de comunión: comunión en el cuerpo de Cristo, por y en El que todos los bautizados somos iguales en dignidad, y corresponsables, siendo una Iglesia comunidad de comunidades (Pueblo de Dios).

  5. Una Iglesia en misión: no es una Iglesia para ella misma, sino mediación o sacramento de salvación. Y que ofrece a los hombres lo mejor que ella tiene: el Misterio de Jesucristo, el Señor. Misión de vanguardia en nuestros límites geográficos inmediatos, y más allá de nuestras fronteras.

  6. Una Iglesia en línea con la nueva evangelización: nueva en sus expresiones, sus métodos y en su ímpetu. La nueva Evangelización no es otra cosa sino redescubrir el misterio de Jesucristo en toda su amplitud.

  7. Una Iglesia carismática y sinérgica: de ministerios, vocaciones, funciones y estados de vida que se complementan, según lo suscitado por el Espíritu Santo.

  8. Una Iglesia encarnada y contextuada: lúcida y realista para discernir en qué contexto socio-cultural se encuentra. Y que por lo mismo se siente samaritana y servidora de ese mismo hombre y mujer de hoy.

  9. Una Iglesia capaz de articular una pastoral de conjunto, que sepa aunar los movimientos con la parroquia; lo parroquial con lo diocesano; lo territorial con lo sectorial; lo sacramental con lo diakóniko y testimonial; lo privado con lo público; lo personal con lo institucional; lo celebrativo y orante con lo testimonial y de compromiso.

  10. Una Iglesia que se sabe siempre en camino, peregrina, santa y pecadora, en éxodo, acogiendo, celebrando y manifestando a un Dios Vivo, "Adviento" y "Pascua", siempre nuevo hasta la Jerusalén celeste. Una Iglesia que es a la vez compañía del hombre de hoy, memoria viva de la utopía cristiana, y profecía o signo de contradicción.

3. Actitudes y retos pastorales

Cuestiones pendientes y urgentes en la Iglesia particular.

¿Cuáles serían, en estos momentos, algunos de los retos pastorales más urgentes en la Iglesia particular?

  1. Análisis y diálogo: saber en qué tipo de sociedad y cultura estamos (aconfesional, democrática, secularizada, pluralista, postmoderna), y qué consecuencias comporta para la vivencia de nuestra fe (principalmente, privatización y provocación agnóstica o de materialismo práctico).

  2. Eclesialidad: saber en qué eclesiologia nos movemos y, con ello, qué pastoral y evangelización potenciamos o favorecemos.

  3. Programación: buscar unas líneas de programación conjunta diocesana.

  4. Nuevas actitudes pastorales: buscar alternativas a una pastoral conservadora, clerical, de mantenimiento, territorial, y del beneficio. No tener miedo a afrontar nuevos retos y abrir nuevos campos. Diferenciar submundos sociales y culturales (urbano, semiurbano, rural) para realizar una pastoral y evangelización realista.

  5. Parroquia: reflexionar sobre la realidad de la parroquia y los nuevos problemas que, tanto en el mundo urbano como rural, se plantean: movimientos, grupos, crecimiento desmesurado o disminución agobiante, pastoral parroquial del fin de semana, etc.

  6. Vocaciones: urge la promoción y acompañamiento de vocaciones "específicas", o de especial consagración.

  7. Seminarios: atención prioritaria al descubrimiento, acompañamiento y formación de vocaciones sacerdotales.

  8. Corresponsablidad: hacer realidad el funcionamiento y complementariedad operativa de los órganos de corresponsabilidad, a nivel parroquial y diocesano.

  9. Sinergismo: aunar esfuerzos, carismas, vocaciones y funciones entre presbíteros, laicos y religiosos; al mismo tiempo recrear y revitalizar la espiritualidad de cada estado de vida, y la inserción

  10. de los religiosos en la vida y pastoral diocesana.

  11. Formación integral (humana, espiritual, intelectual y pastoral) y permanente de todos los agentes de pastoral, especialmente de los sacerdotes jóvenes y de los cristianos "adultos".

  12. Laicos: atención especial y opción preferencial por el laicado en todas sus manifestaciones: niños; adolescentes, jóvenes, adultos y mayores. Urge la promoción e integración del laicado y la atención a la familia.

  13. Jóvenes: insertarse en sus ambientes y formas de vida para preevangelizar y evangelizar. Atención preferencial a la postconfirmación y a la pastoral universitaria. Hacer posible la civilización del amor y de la vida.

  14. Cultura: es necesario un diálogo, acercamiento y discernimiento a todos los niveles: mass media, Universidad, Arte...

  15. Patrimonio: con creatividad, diálogo y colaboración institucional y personal, mantener, crear y restaurar nuestro rico patrimonio cultural y artístico.

  16. Marginación: redescubrir el rostro del Dios Vivo en el hermano sufriente, y redescubrirle su dignidad como persona en Hijo de Dios.

Respuestas a los retos de hoy desde una Iglesia particular

¿Desde dónde se debe responder a los retos antes señalados? ¿Qué objetivos se deben potenciar en la Iglesia particular? Los sintetizamos:

Nuestras Iglesias particulares están en un momento de renovación. Deberemos, ante todo, y sobre todo, responder a las dos preguntas indicadas por el Papa Juan Pablo II en los umbrales del Tercer Milenio, y que en su día se hizo el Concilio Vaticano II: Iglesia particular, en comunión con la Iglesia universal, ¿qué dices de ti misma en la hora presente? ¿Qué rostro renovado quieres ofrecer a la sociedad del año 2000 para seguir siendo sacramento de salvación, cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu y luz de las gentes?

Si hablamos de los frutos que se esperan, el mayor fruto, en cada persona, debe ser el de una configuración mayor con Jesucristo. Se trataría de responder con radicalidad a la llamada a la santidad que se nos hizo ya desde el día de nuestro Bautismo.

Y, el mejor fruto eclesial o colectivo, debería conducirnos a una "confessio Trinitatis" (confesión de la Trinidad), a hacer presente a Jesucristo hoy entre nosotros y a una renovación de nuestro ardor evangelizador personal y comunitario. Todo ello, testimoniando con alegría la amorosa historia de Salvación del Dios Vivo con cada ser humano, con el que desea unirse en el aquí y ahora contextuado de una cultura y de una Iglesia particular en la que todos los hombres, especialmente los más necesitados, encontraran acogida, salvación y este doble fruto, confesión de la Trinidad y renovado talante evangelizador-celebrativo y comprometido, se puede resumir en esta expresión, tantas veces repetida en nuestras celebraciones eucarísticas: "ad Patrem, per Filium, in Spiritu" (al Padre, por el Hijo, en el Espíritu").

BIBL. - R. BERZOSA MARTÍNEZ, Para comprender y vivir la Iglesia Diocesana, Burgos 1998.

Raúl Berzosa Martínez