Catecismo de la Iglesia Católica
DPE
 

SUMARIO: Introducción. — 1. Algunas características del CCE. — 2. El contenido doctrinal de CCE. — 3. El CCE (19921 y el Directorio General para la Catequesis (DGC, 19971 3.1. El CCEy el DGC, instrumentos complementarios.. 3.2. El CCE, la Catequesis y el DGC (19971. Garantías de la transmisión de la fe.— 4. Cuestiones del CCE en el DGC — Conclusión.


Introducción

1. El libro del catecismo es, en la intención profunda de la Iglesia, un compendio orgánico y elemental del misterio cristiano. En él la Iglesia recoge, de modo autorizado y auténtico, los documentos o "fuentes" de la fe que considera esenciales para la fundamentación y maduración de la vida cristiana de los creyentes en una situación y tiempo determinados.

De ahí que el catecismo, en su concepto teológico, como texto oficial de la Iglesia, comprenda las cinco dimensiones siguientes: Es un libro de la fe y de la doctrina católica, tal como la vive la Iglesia en un tiempo concreto. Es un instrumento al servicio de la transmisión de la fe, como portador de las fuentes de dicha fe. Es un servicio a la identidad cristiana, como un estímulo y un test de la identidad de los creyentes en cuanto tales. Es un servicio a la unidad de la fe en medio de la variedad de lenguajes y de creyentes de otras confesiones o seguidores de otras filosofías. Es, en fin, un servicio a la inculturación de la fe dentro de la unidad de la fe eclesial.

2. En la situación social y moderna de nuestro mundo, la Jerarquía de la Iglesia Católica ha creído oportuno cristalizar estos criterios de todo catecismo en el Catecismo de la Iglesia Católica, que tiene su antecedente en el Catecismo de Trento, también llamado Catechismus ad parochos, de San Pío V o Catecismo Romano.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CCE), 1992, no es un Catecismo del Vaticano II 1965), sino pedido por los PP del Sínodo extraordinario de 1985, celebrado para evaluar los veinte años del Vaticano II. "De modo muy común se desea que se redacte un catecismo o compendio de toda la doctrina católica, tanto sobre la fe, como sobre la moral, que sea punto de referencia para los catecismos y compendios que se redacten en las diversas regiones. La presentación de la doctrina cristiana debe ser tal, que sea bíblica y litúrgica, que ofrezca la doctrina sana y sea, a la vez, acomodada a la vida actual de los cristianos (II, B. 4).

La redacción la realizó una Comisión Pontificia de 12 miembros y se prolongó durante 5 años.

1. Algunas características del CCE

El CCE no sustituye a los catecismos nacionales o diocesanos. Más aún, alienta y facilita su redacción para que la fe cristiana se enraíce en la cultura en que vive la Iglesia nacional o diocesana. Roma se interesa por los catecismos inculturados (cf CCE 24).

El acento de CCE se pone en la exposición doctrinal, pues busca profundizar en conocimiento de la fe (CCE 23).

Los destinatarios principales son los responsables de la catequesis: los Obispos.

Los destinatarios secundarios son cuantos colaboran con ellos en la redacción de los catecismos locales, los teólogos, presbíteros y catequistas y los fieles capacitados y deseosos de conocer las riquezas de la Buena Noticia. El CCE sirve incluso a los no creyentes para darles una amplia información de la fe católica.

La autoridad del CCE está en el hecho de ser "una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica", "un instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión eclesial", y "norma segura para la enseñanza de la fe" (FD, 4,10). Es, pues, un documento doctrinal de referencia, seguro y auténtico, para enseñar la doctrina católica.

2. El contenido doctrinal del CCE

a) La articulación interna del contenido abarca: la Parte, la profesión de fe o credo. 2a Parte, la celebración del misterio cristiano. 3a Parte, la "vida en Cristo" o moral evangélica. 4a Parte, la oración cristiana desde el Padrenuestro.

b) Recuperación de los cuatro componentes catequéticos "tradicionales" y su secuencia. Mirando los catecismos que se compusieron después del Catecismo Romano (1566) —hasta el Vaticano II (1965) y aún después de él—, la secuencia de sus contenidos catequéticos es: Credo, Padrenuestro, Mandamientos y Sacramentos. En cambio, el CCE (1992) retorna el orden del Catecismo de San Pío V: Credo, Sacramentos, Mandamientos y Oración.

En aquellos catecismos se reflejaría un orden antropocéntrico: lo que el hombre ha de creer, lo que ha de orar, lo que ha de obrar y lo que ha de recibir. El hombre, no Dios, es el centro de los catecismos. En el CCE —según muchos autores—se reflejaría más el orden de la obra divina, objetiva y subjetiva, de la redención gratuita de Dios: la fe o Credo y los Sacramentos como memorial de la Pasión y Resurrección del Señor , ambas realidades venidas de la iniciativa de Dios. En cambio, la Vida moral cristiana y la Oración serían la respuesta del hombre.

c) Algunos aspectos del contenido. Se destacan las primeras secciones de cada una de las partes del CCE, en las que se descubre cómo su contenido concierne "al ser humano como sujeto de la fe" (J. A. MARTÍNEZ CAMINO SI). Otras novedades pueden verse en el mismo autor: Catecismo de la Iglesia Católica, en Nuevo Diccionario de Catequética, S. Pablo, Madrid 1999, 257-262.

3. El CCE (1992) y el Directorio General para la Catequesis (DGC 1997)

3.1. El CCE y el DGC, instrumentos complementarios

Pronto se vio que el nuevo CCE, fruto del Magisterio papal, que sintetiza normativamente la totalidad de la fe católica para toda la Iglesia, necesitaba, como punto de referencia de la enseñanza auténtica de la fe, un nuevo Directorio actualizado, para el hoy de la acción catequética. El de 1971 (Directorio Catequético General, DCG) había quedado muy desfasado.

El nuevo DGC, apareció en agosto de 1997 y recoge unos principios teológico-pastorales de carácter fundamental, tomados del Magisterio de la Iglesia y particularmente del Vaticano II, por los que pueda orientarse y regirse más adecuadamente la actividad catequética de la Iglesia (Cf DGC 120, 3°).

Uno y otro son instrumentos distintos en cuanto a estructura en autoridad doctrinal, pero complementarios en orden a la praxis catequética.

3.2. El CCE, la Catequesis y el DGC (1997). Garantías de la transmisión de la fe

Lugar del Catecismo en la Catequesis. Siendo "libro de la fe", el CCE ocupa un lugar importante en la Catequesis como contenido y como pedagogía de la transmisión de la fe. Aunque éste no abarca las distintas acciones que está llamada a desarrollar la Catequesis, la presencia del CCE es indispensable porque posibilita que la transmisión de la fe sea fiel e íntegra y ayuda a los catequizandos, según edades, a lograr una síntesis personal de la fe. (cf. Guía pedagógica del Catecismo "Esta es nuestra fe..."; EDICE, Madrid 1987, 23-24).

Pero como todo catecismo, el CCE tiene sus límites: es un instrumento, un medio (privilegiado, pero no el único, y, menos aún, excluyente), de la catequesis. Esta es una acción mucho más articulada y compleja, por ser CCE, es para toda la Iglesia, pero al no poder recoger las peculiaridades de cada cultura o Iglesia local, reclama la indispensable mediación de los catecismos locales, nacionales o diocesanos: los catecismos inculturados (Cf Dossier informativo de la Comisión del CCE enviado a los Obispos 25-VI-92).

Garantías de la transmisión en la fe. Sin embargo, no cualquier Catequesis es un "acto de Tradición eclesial". El DGC (1997), en uno de sus más inspirados capítulos referente a la transmisión del mensaje evangélico (Segunda Parte, Capítulo 1, n°s 94-118), aborda aquellas normas y criterios para la presentación del mensaje evangélico en la catequesis que garantizan una Catequesis como verdadero acto de Tradición de la Iglesia.

La fuente viva de la Palabra de Dios y las "fuentes" que de ella se derivan, como lugares concretos en que se expresa, son las "fuentes" que proporcionan a la Catequesis los criterios y normas que la convierten en acto de Tradición eclesial.

El DGC se detiene en la exposición de estos criterios (nOs 98-118), que aquí sólo enunciamos sucintamente. Según ellos, el mensaje evangélico se ha de presentar (cf. DGC 97):

4. Cuestiones del CCE en el DGC

a) Dos elementos importantes: la "narratio" y la "explanatio". Si el Catecismo se inspira tanto en la Iglesia de los Santos Padres y especialmente en la dinámica catecumenal ¿cómo no se ha introducido en el Catecismo primeramente una "narratio salutis" o la historia de la salvación y, después, una "explanatio" o exposición sistemática, siguiendo el Símbolo Apostólico?

La respuesta, que en su día dio uno de los elaboradores del CCE fue de carácter pragmático: "Así se pensó hacerlo, pero luego se optó por una vía intermedia: hacer una redacción entre la "narratio", que surgiría de vez en cuando —por ejemplo, en los misterios de la vida de Cristo, respecto de María, de los Sacramentos, en la historia de la oración...— y la "explanatio", que sería el cañamazo del Catecismo.

b) ¿Nueva sensibilidad en el DGC (1997)? Sin embargo, el DGC parece aclarar algo más esta cuestión de la relación catequética entre historia de la salvación (narratio) y la explicación doctrinal (explanatio). De los dos capítulos del DGC dedicados al Mensaje cristiano (nOs 92-136), el capítulo II (nOs 119-136) aborda el lugar del CCE en la Catequesis bajo el título "Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia". Este capítulo se ha elaborado "para procurar una mejor comprensión y recepción del Catecismo en la actividad catequética" (n° 120, final).

El DGC reflexiona sobre la relación del Depósito de la fe y el Catecismo de la Iglesia Católica (na 125-130). A la luz de esta relación, el DGC (n° 126) dice: "Conviene esclarecer una cuestión de vital importancia para la catequesis: la relación entre la tradición catequética de los Padres de la Iglesia, con su riqueza de contenidos y compresión del proceso catequético y el Catecismo de la Iglesia Católica".

A esta cuestión, el DGC viene a responder de esta manera (n° 199):

1.° Los Santos Padres son testigos cualificados de la Tradición Viva de fe de la Iglesia: "sus riquezas se manifiestan en la práctica y la vida de la Iglesia creyente y orante". Ante esta riqueza doctrinal y pastoral que, creen, viven y celebran sus Iglesias, conviene destacar cómo estructuran los Santos Padres en el Catecumenado el contenido de la Catequesis según las etapas del proceso catecumenal:

"En la catequesis patrística, 1) la "narración" ("narratio") de la historia de la salvación ("hasta nuestros días" según S. Agustín) era lo primero. 2) Después, avanzada la Cuaresma, se hacían las entregas del Símbolo y del Padrenuestro mediante su "explicación" ("explanatio"), con sus implicaciones morales. 3) La catequesis mistagógica (o litúrgico-sacramental), una vez celebrados los sacramentos de la iniciación, ayudaba a interiorizarlos y gustarlos. " (n° 129, 5°). Así pues, la gran aportación de los Santos Padres a la Catequesis es la Catequesis histórico-bíblica (la "narratio salutis") en sus tres etapas: A. Testamento, Nuevo Testamento e Historia de la Iglesia.

2.° El Catecismo de la Iglesia Católica, por su parte, aporta a la catequesis la gran tradición de los catecismos (cf CCE 13), de la cual destacamos: 1) La fe no es sólo adhesión vital a Dios, sino también asentimiento intelectual y de la voluntad a la verdad revelada (Un conocimiento orgánico de la fe): 2) Y la educación de la fe en todas sus dimensiones (Fe profesada, celebrada, vivida y hecha oración).

c) Consecuencias de lo dicho para la catequesis: Las extrae el último párrafo del n° 130 del DGC:

1.a Existen dos grandes tradiciones catequéticas, que confluyen en la catequesis actual y la enriquecen en su concepción y en sus contenidos: la tradición patrística (siglos II al VI), sobre todo con sus tres etapas de catequesis histórico-bíblica -A. y N. Testamento- y la eclesial y la tradición de los catecismos (desde el s. XVI) con su catequesis doctrinal orgánica y su educación de la fe integral, a partir de sus cuatro pilares: Símbolo, Sacramentos, Decálogo y Padrenuestro, asumidos también de la catequesis patrística.

2.a El DGC reconoce que no son sólo cuatro los pilares o estructuras que configuran nuestra catequesis actual, tanto la de la iniciación cristiana como la permanente. Las piezas maestras, base de todo proceso de catequesis, son siete, añadiendo a las cuatro de la tradición de los catecismos, las tres etapas histórico-bíblicas y eclesial de la tradición patrística.

d) Desde este reconocimiento general y desde la última afirmación explícita del párrafo n° 130 se derivan varias pistas operativas:

1.a Que en el proceso de la catequesis actual no se olvide de hacer presente la catequesis bíblica, con sus etapas histórico-salvíficas incluyendo, como elemento básico catequético, la historia de la Iglesia en sus grandes líneas. Así lo especifica el 6° criterio (n°S 107-108) para la presentación del mensaje evangélico.

2.a Que la programación de un proceso de catequesis -bien de iniciación, bien permanente- inspirada en el CCE o en los Catecismos locales, no olvide ser creativa para elaborarla desde esas siete piezas maestras y en función de las edades y situación de fe de los destinatarios, de su específica situación cultural...

3.a Más aún, que a la hora de elaborar los Catecismos locales, se tengan operativamente presentes esas siete piezas maestras que configuran toda catequesis, para construir "edificios de diversa arquitectura y articulación", es decir, Catecismos inculturados que respondan -que logren llevar la Buena Nueva-, a la situación cultural, social y religiosa de los destinatarios.

Conclusión

En la segunda mitad del artículo, hemos preferido introducir la relación del CCE con el DGC, en el cual se encuentran muchas situaciones no sólo para una buena recepción eclesial del CCE, sino también para hacer un uso del mismo con el espíritu de la Iglesia.

Otros aspectos informativos y no tan directamente pastorales, se puede consultar en varias obras de la Bibliografía.

BIBL. — Catecismo de la Iglesia Católica, Nueva edición conforme al texto latino oficial. Asociación de Editores del Catecismo - Librería Editrice Vaticana, Madrid 1999; CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis. Librería Editrice Vaticana, Citta del Vaticano 1997; El Vaticano II, Don de Dios. Los documentos del Sínodo extraordinario de 1985, PPC, Madrid 1986; CONGREGACIÓN DEL CLERO, Directorio General de Pastoral Catequética (DGC-71), Comisión Episcopal de Enseñanza y Educación Religiosa, Madrid 1971 y 1973, bilingüe; A. M.a ALCEDO, El Catecismo ¿para qué sirve? SM, Madrid 1992. Dossier informativo de la Comisión Editorial del CCE para la prensa y enviado a los Obispos, 25-VI-92; O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL - J. A. MARTÍNEZ CAMINO, El Catecismo posconciliar. Contexto y contenidos, San Pablo, Madrid 1993; J. RATZINGER - C. SCHÓNBORN, Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica, Ciudad Nueva, Madrid 1994; P. RODRÍGUEZ, El Catecismo de la Iglesia Católica, Unión Editorial, Madrid 1996, 1-45; J. A. MARTÍNEZ CAMINO, Catecismo de la Iglesia Católica, en Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo, Madrid 1999, 248-264; A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO (EDS), Evangelización, Catequesis, Catequistas. Una nueva etapa para la Iglesia del Tercer Milenio. EDICE, Madrid 1999; M. MATOS - V. M.' PEDROSA, Catecismos y Catecismo, en Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo, Madrid 1999, 264-281.

Vicente M. a Pedrosa Arés