Bíblica, Pastoral
DPE
 

SUMARIO: Introducción. — La Biblia en la vida de la Iglesia. — Lectura de la Biblia. — Palabra de Dios. — En palabras humanas. — Líneas transversales. — Actitudes ante la Biblia. — La Biblia en la pastoral. — Uso de la Biblia. — Grupos Bíblicos. — Diversas experiencias de lectura bíblica. — Métodos. — Conclusión. — Documentos.


Introducción

La Escritura unida a la Tradición constituye la norma suprema de fe para la Iglesia desde siempre. Por lo tanto, toda la actividad pastoral eclesial se alimenta por medio de la Palabra de Dios consignada en la Biblia. En efecto, la Palabra de Dios con su dinamismo sustenta y vigoriza a la Iglesia fortaleciendo y alimentando la fe de sus fieles. De ahí, el empeño eclesial por hacer accesible la Sagrada Escritura a todo el pueblo de Dios. Esta tarea de acercar a todos los creyentes a la Biblia para que su lectura sea provechosa y fortalezca la fe de los cristianos es lo que designamos como Pastoral Bíblica. (cf. DV n° 21).

A la hora de tratar el tema de la utilización de la Biblia en la pastoral eclesial nada mejor que apoyarse en los dos últimos documentos eclesiales sobre la Sagrada Escritura:

  1. La Constitución Dei Verbum (DV) del Concilio Vaticano II (1965). (Sobre todo, el cap. 6°).

  2. La Interpretación de la Biblia en la Iglesia (IBI). Documento de la Pontificia Comisión Bíblica (1993). (Sobre todo, la 4ª parte).

La Biblia en la vida de la Iglesia

La Sagrada Escritura impregna toda la vida eclesial. Es una realidad omnipresente, en la liturgia, en la catequesis, en actividades ecuménicas, en la predicación, en cualquier encuentro cristiano. Y todo ello es lógico porque la. comunidad eclesial, desde siempre, ha recibido la Biblia como Palabra de Dios dirigida a toda la humanidad.

El Concilio Vaticano II explica así la importancia que para la Iglesia posee la Biblia: "La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el cuerpo de Cristo... La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios; y en las palabras de los Apóstoles y de los Profetas hace resonar la voz del Espíritu Santo. Por tanto, toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura" (DV n° 21).

En efecto, la Biblia es algo más que un conjunto de documentos históricos que tienen que ver con el origen de la Iglesia; va más allá La Iglesia ha acogido desde siempre la Biblia como Palabra de Dios que se dirige a la humanidad a lo largo de la historia. Como la Sagrada Escritura ha nacido en el seno y en la Tradición de la Iglesia, ahí, en su interior y en su vida, es donde su mensaje se recibe, se desarrolla y se aplica como en su lugar más natural. Por ello, la Iglesia se siente responsable de la actualización, inculturación y aprovechamiento del mensaje bíblico como alimento que hace crecer la vida de fe de toda la comunidad cristiana. De todas formas, también hay que decir que la Biblia, como libro de gran valor literario, es patrimonio de la humanidad, es decir, que no es monopolio de la Iglesia.

Así también, el Concilio expresa lo que la Biblia supone para la vida cristiana: "En los libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual. Por eso se aplican a la Escritura de modo especial aquellas palabras: La palabra de Dios es viva y enérgica (Heb 4,12), puede edificar y dar la herencia a todos los consagrados (Hch 20,32; cf. 1 Tes 2,13)" (DV n° 21).

Lectura de la Biblia

Hasta hace unos cuantos años, la Iglesia desaconsejaba y hasta prohibía leer directamente la Biblia al pueblo creyente en general por miedo a que, no entendiéndola, la pudiera malinterpretar o incluso se pudiera escandalizar de ella.

Hoy en día, la Iglesia invita a todos los creyentes a la lectura de la Biblia: "Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura" (DV n° 22). "El santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles... la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Flp 3,8) pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo" (S. Jerónimo) (DV n° 25). "Que..., por la lectura y estudio de los Libros Sagrados, se difunda y brille la Palabra de Dios (2 Tes 3,1); que el tesoro de la revelación encomendado a la Iglesia vaya llenando el corazón de los hombres" (DV n° 26).

Si se quiere que el pueblo cristiano en general lea la Biblia con provecho, será importante asegurar una preparación suficiente y un conocimiento básico de los fundamentos bíblicos para todos los creyentes a los que se les invita a leer la Biblia. En lugar de prohibir la lectura de la Sagrada Escritura, se impone una mínima formación para lograr que todo lector de la Palabra la interprete adecuadamente y evite escándalos injustificados. En esta tarea de formar al pueblo de Dios para que pueda saborear adecuadamente la Palabra de Dios está empeñada toda la Iglesia en su acción pastoral.

Palabra de Dios

Cuando en la Eucaristía se termina la lectura de un texto bíblico, proclamamos que es Palabra de Dios. A veces, decimos y escuchamos con cierta (demasiada, quizás) alegría esta aclamación: "Palabra de Dios" como algo obvio, sin más. Es como una cantinela a la que nos hemos acostumbrado y a la que no le damos la importancia que encierra en sí. Afirmar que lo leído en un libro es Palabra de Dios es algo muy serio y no debemos tomarlo a la ligera.

Que la Biblia sea Palabra de Dios no es algo obvio por razones lógicas o demostrable por medio de la ciencia. Se trata de una convicción de fe. Desde siempre, la Iglesia ha manifestado que Dios nos habla por medio de la Sagrada Escritura. El creyente, al leer la Biblia, se pone a la escucha de un Dios que desciende al hoy y aquí de la historia humana y condesciende con la humanidad ofreciéndole una palabra de amigo con intención de ayudarle a conseguir su plenitud humana en medio de sus limitaciones, de su pecado. Dios nos echa una mano en orden a nuestra felicidad. Es lo que solemos designar como "salvación".

En palabras humanas

Como Dios se hizo hombre, así la Palabra de Dios se ha encarnado en palabras humanas. En cierto modo se puede decir que Dios se ha hecho palabra. (cf. la Palabra era Dios... y la Palabra se hizo carne... Jn 1,1.14). De todas formas ése es el estilo de Dios: acercarse a la humanidad y comprometerse con todo lo humano e histórico. Es su talante encarnacionista, asumiendo nuestra historia y naturaleza.

Si Dios se ha revelado también a través de palabras, de textos escritos y ha condescendido, así, con nosotros para que le podamos conocer a Él así como su mensaje salvador, nosotros, a su vez, por deferencia y por interés, hemos de leer, estudiar e interpretar esas palabras humanas como lo hacemos con cualquier texto escrito, con cualquier literatura.

"Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano, por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y Dios quería dar a conocer con dichas palabras" (DV n° 12). "Sin mengua de la verdad y de la santidad de Dios, la Sagrada Escritura nos muestra la admirable condescendencia de Dios, para que aprendamos su amor inefable y cómo adapta su mensaje a nuestra naturaleza con su providencia solícita. La palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre, asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los hombres" (DV n° 13).

Ello tiene grandes y graves repercusiones:

- Que a Dios no se le "caen los anillos" porque analicemos su Palabra vertida en palabras humanas; es más, ello supone que ése es nuestro quehacer y que la misma Biblia lo viene haciendo dentro de sí misma.

- Que ese talante divino nos lleva a superar el fundamentalismo el cual, al tener un concepto de Dios tan trascendente, diríamos intocable, tiene miedo de ensuciar la Palabra de Dios al "tocarla" con nuestros estudios e interpretaciones. El fundamentalismo viene a decir que como toda la Biblia es Palabra de Dios, todo en ella es fundamental y que, por lo tanto, no hay que interpretarla pues sería faltarle al respeto, manipularla.

- Que Dios adopta otro estilo, otro talante. Al condescender Dios con la humanidad revelándose en forma de palabra humana, ha aceptado todas sus consecuencias. Es el precio de toda encarnación. De esa forma, se aventura a las limitaciones de las palabras humanas con todos los riesgos que ello comporta. Dios se adapta a nosotros para que nosotros descubramos a Dios y captemos su mensaje de salvación. Es el precio que Dios paga y lo hace a gusto por hacerse entender por la humanidad, por sus hijos.

Líneas transversales

A lo largo de la Biblia descubrimos un mensaje con unas líneas constantes que la colorean completamente: Sin pretender ser exhaustivos, he aquí algunos rasgos básicos omnipresentes en toda la Escritura, algo así como unas líneas transversales:

- Gratuidad: Dios se adelanta a nosotros, Dios siempre lleva la iniciativa en su plan salvador para con los seres humanos y lo hace de modo libre, respetuoso y gratuito.

- Alianza: Dios se empeña en crear lazos con la humanidad. Condescendencia divina. Dios se empeña en crear lazos de amistad con toda la humanidad de mil formas.

- Encarnación: Dios se hace (carne) uno de nosotros. Dios baja y asume toda nuestra historia y se "pringa" con ella para salvarla, sobre todo, en Jesús, el Cristo.

- Jesucristo: Dios con nosotros (Emmanuel). Jesús, salvador, centro de toda la Biblia, realiza la plena alianza entre Dios y la humanidad mediante su encarnación, muerte y resurrección con su entrega libre en favor de todos.

- Salvación: Dios salva a la humanidad. La felicidad completa que todos los humanos anhelamos es sólo posible con la ayuda de Dios y con nuestra colaboración. Ese es el objetivo del Reino de Dios.

- Símbolos: Dios se adapta a nosotros. Para realizar su plan, Dios invisible cuenta con nosotros y se sirve de la creación. Esos signos y mediaciones descubren su misterio.

- Pueblo de Dios: Dios cuenta con Israel y luego con la Iglesia para darse a conocer a toda la humanidad. Dios no hace nada con la humanidad sin contar con ella.

- Fidelidad / infidelidad: Dios es fiel con nosotros (Dios promete y cumple). El pueblo de Dios, en cambio, es infiel. Al pecado humano suele seguir el perdón divino

- Espíritu: Dios Padre envía su Espíritu al mundo. El, con su soplo, ánimo y fuer , za, impulsa la marcha de la creación y de la historia para que cada día se encaminen en la dirección del Reino de Dios mediante nuestra colaboración y nos acompaña siempre.

Actitudes ante la Biblia

Para acceder adecuadamente a la Biblia se precisan una serie de actitudes, sensibilidades, talantes, posturas. En primer lugar hay que afirmar que nada suple la lectura directa de la Biblia. Este primer paso es insustituible. Sin embargo, la postura o actitud con que nos acercamos a la lectura de la Sagrada Escritura tiene mucha importancia para un mejor aprovechamiento. He aquí unas cuantas pautas que ayudan a colocarse convenientemente ante la lectura de la Palabra de Dios. Estas actitudes se complementan mutuamente. Cada una de ellas aporta algún matiz que enriquece y orienta la lectura, comprensión e interpretación de la Biblia.

Dos en uno. Dos en uno es todo un lema, todo un talante para acercarse a la comprensión del texto bíblico. En muchas situaciones humanas surgen problemas y conflictos debido a que hay que conjugar o hacer convivir dos polos en tensión (esposo/esposa; yo/los demás, exigente/comprensivo; Dios/nosotros; paisanos/ extranjeros; hombre/mujer, identidad/relevancia). A veces, dicha tensión la retiramos eliminando uno de los polos. Es una salida que no soluciona el problema porque hace desaparecer algo o a alguien que hay que respetar, que debe seguir, que merece la pena, que es positivo.

Pues bien, la Biblia nos ayuda a unir los dos polos en tensión para que convivan juntos en mutua aceptación. Es una opción de respeto. En lugar de proponer: "Ni tú ni yo" o "O tú o yo", la Biblia prefiere: "Tú y yo". Es decir, aboga por la "y" como estilo de vida: Lo uno y lo otro; Gracia y obras; día y noche; Dios y nosotros; hombres y mujeres; Iglesia y mundo; trabajo y fiesta; judíos y paganos; unos y otros; exigencia y comprensión; Antiguo y Nuevo Testamento; cosas y personas; letra y espíritu; fondo y forma; texto y vida; razón y sentimiento...

Clave en esta actitud es el mismo Jesucristo: divino y humano. Jesús de Nazaret y el Cristo de la fe. Desde la Cristología, se trata de unir y distinguir sin confundir, sin separar ni eliminar. Es integrar todo lo positivo sin eliminar nada respetable.

Triple perspectiva: Ver, juzgar y actuar

El conocido método de ver, juzgar y actuar puede servirnos también de pauta como criterio o talante de acercamiento a la Biblia. En efecto, la Biblia me invita a "ver", es decir, a aguzar el oído para escuchar a Dios y a contemplar con mis ojos la realidad. Nos sensibiliza para que estemos atentos a la sociedad, a los demás, a la historia, al diálogo. En un segundo momento, se impone la reflexión; es el "juzgar". A lo descubierto: mi olfato detecta en la Escritura desde Dios un sentido creyente, unos valores, unos criterios, un mensaje, un evangelio que con mi boca comunico a mi alrededor. Pero, mi actitud no se queda en el mero juicio; ha de pasar a mi (nuestra) vida. Con mis pies he de acercarme a la realidad y a las personas que me (nos) requieren. Una vez que me acerco a esa realidad necesitada mis manos intentan servir, transformar. Se trata de "actuar", de construir, de colaborar, de servir, de compartir, de perdonar, en definitiva, de vivir. Así, con los cinco sentidos, es decir, con toda nuestra persona, de forma radical, nos disponemos a leer la Palabra de Dios

Cuádruple mirada ante la Biblia:

Para interpretar y comprender adecuadamente cualquier texto de la Biblia hay que tener en cuenta estos cuatro aspectos:

a) Sensibilidad literaria. La Biblia es un conjunto de libros, es una obra literaria. Dios, en su actitud condescendiente se ha revelado en forma de palabras humanas escritas, se nos da a conocer por medio de una literatura. Es decir, nos enfrentamos a unos textos literarios que están expuestos a todos los posibles aspectos del análisis literario. Por ello, aprovecharemos mejor la lectura bíblica en la medida en que poseamos una mayor sensibilidad literaria

Nosotros nos encontramos con unos textos, testigos de una tradición, o escritos redactados hace tiempo y que hoy forman un conjunto de libros (Biblia) que componen una literatura religiosa. En ese libro podemos leer lo que dice la Biblia en realidad. Si no leo lo que dice la Biblia puedo hacerle decir lo que no dice.

b) Actitud histórica. Esa literatura, fruto de su ambiente, refiere unos hechos que fueron realidad en medio de un contexto histórico o entorno de civilizaciones que forma parte de la historia universal. Cuando reflexionamos (meditamos) sobre aquella realidad, captamos mejor lo que quiere decir la Biblia. El contexto colorea el texto. De hecho en la Biblia se dan tres contextos: el de los hechos (escenario del relato), el del redactor (el ambiente del que escribe), el del lector (el entorno del que lee) y los tres contextos, cada uno a su nivel, ayudan a entender lo que el texto quiere decir. Es preciso captar dichos contextos para comprender mejor el texto. Así descubrimos en lo que dice la Biblia lo que ella quiere decir.

c) Mentalidad teológica. Israel y las primeras comunidades cristianas plasman su experiencia en literatura porque en su historia han captado una comprensión de ellos mismos, un mensaje creyente que da sentido desde la fe a su experiencia vital. Se hace de la historia teología. Sólo, porque Israel, primero, y, las primeras comunidades cristianas, luego, descubrieron en la historia un mensaje que les llegaba desde Dios y que daba sentido a su vida, luego lo pusieron por escrito. Ese mensaje teológico es anterior al texto. En ese sentido se puede hablar de "pretexto". En la lectura de la Escritura contemplamos una historia que irradia para el creyente una luz que llega de Dios para dar sentido a la vida de los lectores. En efecto, la Biblia nos habla hoy y aquí. Por eso hemos de captar en la Biblia lo que me (nos) dice. En ella detectamos un mensaje para toda la humanidad.

d) Aplicación vital. Si se escribe este libro (Biblia) porque en una historia concreta (Israel y las primeras comunidades cristianas) se descubre un sentido creyente denso (plan divino de salvación), es, en definitiva, con un fin interpelador: para ayudar a vivir la existencia y la experiencia humanas de forma creyente, responsable. Se trata de una llamada a mi vida de la que yo tomo conciencia y a la que yo contesto hoy y aquí. El estilo de Dios y su Palabra me (nos) invitan a una implicación en la marcha de la historia contribuyendo a la transformación de este mundo y de esta humanidad hacia su plenitud en la línea del Reino de Dios. La Biblia es para la vida, para vivirla. La Biblia me (nos) interpela para la acción en la realidad actual que me (nos) plantea qué es lo que digo o decimos, es decir, hacemos. Resumiendo: Dios me (nos) llama por medio de su palabra y espera que cada uno responda comprometiéndose en medio de nuestra sociedad. A esa palabra de Dios que me interpela yo contesto con mi vida.

Para comprender bien cualquier texto bíblico y emplear bien la Biblia hay que tener en cuenta estos cuatro aspectos:

Texto

contexto

pretexto

contexto

LITERATURA

HISTORIA

TEOLOGÍA

VIDA

ESCRITOS

ENTORNO

MENSAJE

EXPERIENCIA

TRADICIÓN

AMBIENTE

COMPRENSIÓN

CONCIENCIA

REDACCIÓN

REALIDAD

SENTIDO

EXISTENCIA

LIBROS

HECHOS

FE

HUMANIDAD

Lo que dice

Lo que quiere decir

Lo que me dice

Lo que digo

Relación con la Lectio Divina

LECTURA MEDITACIÓN CONTEMPLACIÓN ACCIÓN


La Biblia en la pastoral

Esta recomendación del Concilio Vaticano II de que todos los fieles lean la Palabra de Dios se va abriendo camino en la Iglesia en todos los ambientes cristianos a lo largo y ancho de la geografía universal. La Biblia, hoy en día, se lee mucho más por parte de los cristianos en todos los ámbitos eclesiales. De hecho la Palabra de Dios empapa toda la pastoral de la Iglesia en general: se lee y se explica la Sagrada Escritura en las Eucaristías y en los demás sacramentos; la teología se apoya en ella, la catequesis se basa en textos bíblicos; toda formación cristiana busca su fundamento en la Palabra de Dios y ella inspira la oración creyente. En todos los ámbitos de la pastoral, la Biblia es el fundamento iluminador del recorrido creyente. La pastoral bíblica se inserta de algún modo en todas las actividades pastorales cristianas. Sin embargo, de forma específica, se lleva a cabo en los diferentes grupos bíblicos de todo tipo que surgen por doquier.

Uso de la Biblia

La continua convicción eclesial de fe de que la Biblia es Palabra de Dios y de que ha de servir a la vida de los creyentes deriva en un empeño de aplicar dicho mensaje al hoy y aquí actuales. De ahí que la Iglesia desde siempre haya puesto al día el contenido bíblico actualizando, aplicando, interpretando sus textos. He aquí las acciones y los esfuerzos eclesiales por poner la palabra al día, al alcance de todos los fieles:

Actualizar. Un texto antiguo como es el de la Biblia si queremos que sea hoy relevante, que diga algo a la gente, hemos de ponerlo al día. La dinámica del propio texto bíblico con su plenitud de sentido le hace capaz de ser volcada en cualquier época o cultura. Por otra parte, se impone un discernimiento que sepa distinguir lo esencial del mensaje del contexto cultural en que se transmite. Sólo desde un conocimiento completo de la Biblia se está en condiciones de interpretar cada relato, cada una de sus partes. Una visión de conjunto (analogía de la fe) permite valorar cada parte, y mantener los posibles polos en tensión que se dan en los diversos y complejos aspectos bíblicos. La centralidad de Jesús ayuda a dar unidad a toda la Escritura (tanto Antiguo como Nuevo Testamento). Esta actividad de actualizar el texto bíblico al presente lleva sello, etiqueta de garantía si se realiza dentro de la corriente de la vida creyente eclesial secular que designamos tradición. Ello asegura la fidelidad sin manipulación y su auténtica transmisión.

Inculturar. Cuando un mensaje se encarna y se expresa en una cultura concreta hablamos de inculturación. La Biblia pretende encarnarse en todas y en cada una de las culturas. Es la vocación del mismo mensaje cristiano de salvación universal. En ese intento puede avasallar o respetar, puede aportar y enriquecerse. Por eso, el mensaje cristiano debe mantener una fina sensibilidad para no arrollar, para respetar la cultura a la que llega y, por otra parte, no dejar de hacerse presente en toda sociedad humana a la que puede servir y beneficiar con dicho mensaje al mismo tiempo que se enriquece con la nueva cultura en la que se vierte.

La inculturación comienza con la traducción a las diversas lenguas superando la mera transcripción del texto original, teniendo siempre en cuenta el cambio de contexto cultural. Además, es precisa una interpretación del mensaje bíblico en conexión con los modos y estilo de cada cultura local. Así irá formándose una nueva cultura local cristiana con lo cual el mensaje cristiano se beneficia y la cultura local se enriquece. Así se da una mutua fecundación y cada uno oye hablar a Dios en su propia lengua (cf. Hch 2,8).

Pastoral de la Palabra en general: (liturgia, catequesis, ecumenismo) y pastoral bíblica en particular (pastoral bíblica en grupos bíblicos).

Desde la primera página de la Biblia aparece Dios proclamando su Palabra creadora: "Dijo Dios: 'haya luz' y hubo luz" (Gn 1,3). Dios se nos manifiesta con su plan para la humanidad por medio de la Palabra. Juan en su evangelio nos afirma: En el principio existía la Palabra... La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo el que viene a este mundo... Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda de campaña entre nosotros" (Jn 1,1.9.14). La palabra recorre toda la Biblia como mensajera de Dios. Hoy también la Iglesia proclama esa misma palabra porque está convencida de que a través de ella cumple con su misión de anunciar su mensaje. Así, obedece al mandato del Señor Jesús: Id por todas partes a anunciar todo lo que os he mandado (cf. Mt 28,19-20).

Por eso la Iglesia no ha descuidado nunca el alimento de la Palabra para el Pueblo de Dios. La Pastoral Bíblica está presente, de una o de otra forma, en todas las actividades de la Iglesia: en la liturgia, en la catequesis, en la predicación, en el ecumenismo... Pero, además, mantiene el empeño de asegurar la adecuada lectura de la Biblia por parte de los cristianos impulsando una pastoral bíblica en grupos específicos de lectura, estudio, meditación y aplicación de la Palabra de Dios a la vida concreta de cada día. Vamos a detallar esta múltiple labor de la Pastoral de la Palabra en los distintos ámbitos de la vida de la Iglesia.

En la asamblea litúrgica: Ya en el ambiente del Antiguo Testamento, los israelitas se reunían para escuchar la Palabra de Dios en templos y sinagogas. Luego, los primeros cristianos siguieron esa misma pauta que permanece hasta el día de hoy. La mayoría de los cristianos sólo acceden a la Biblia a través de las lecturas bíblicas de la celebración eucarística dominical. La liturgia actualiza los textos bíblicos de los textos bíblicos proclamándolos en medio de la comunidad cristiana reunida donde Cristo se hace presente por medio de su palabra porque él nos habla en la proclamación litúrgica de las Escritura. El alimento de la lectura bíblica se refuerza con la homilía en la cual se aplica la Palabra de Dios a la vida concreta de los fieles. En la Eucaristía, Dios dirige su palabra a su pueblo y la Iglesia toma el pan de vida de la mesa de la Palabra de Dios.

En el ámbito catequético: La Escritura, explicada en el contexto de la Tradición, proporciona a la catequesis el punto de partida, el fundamento y la norma de su enseñanza. La catequesis ayuda a comprender en la Biblia el plan de Dios de salvar a la humanidad como una llamada que espera respuesta mediante nuestro estilo de vida. La presentación bíblica de personajes y acontecimientos debe dar paso mediante una adecuada pedagogía a la comprensión y vivencia del mensaje salvífico que encierra. Mediante sus palabras Dios empeña su Palabra, Dios se acerca y nos invita a colaborar con su plan. El talante catequético presenta la Biblia como llamada de Dios que espera nuestra respuesta y como mensaje de salvación que orienta nuestra vida hacia la plenitud humana.

La predicación toma de los textos bíblicos el alimento y sentido creyentes que en ellos se contiene y trata de adaptarlos a la situación concreta de las respectivas comunidades cristianas. El mensaje cristiano en toda predicación debe mantener su tono de buena noticia de salvación ofrecida por Dios. Así, el pueblo cristiano descubrirá el don de Dios y las consecuencias que de tal don se derivan para su vida. Una predicación de la Escritura que pretenda ser digna demanda un estudio de la Biblia, una preparación próxima, una sensibilidad pedagógica y un talante evangelizador.

La labor ecuménica, apoyada en la Biblia, común a todos los cristianos, encuentra en la Palabra de Dios el medio imprescindible para conseguir la unidad en Jesucristo que se nos muestra en la Escritura. La misma Biblia aboga por dicha unidad; Jesús la pidió con claridad (Gn 10,16; 15,4-5; 17,11.20-23). Así trató de vivir la primera comunidad cristiana (Hch 2,44; 4,32). Los escritos paulinos inciden en el mismo tema de la unidad de los cristianos en Cristo Jesús (Rm 12,4-5; 1 Cor 3,3-9; 12,14-27; Ef 1,22-23; 4,4-6.12-16; Flp 2,1-5)._El estudio de la Biblia por parte de unos y otros cristianos contribuye al encuentro mutuo. Ya se han dado progresos notables. Hay gran coincidencia en la interpretación de las Escrituras y en el empleo de unos mismos métodos. Se han realizado traducciones conjuntas de la Biblia. Perduran aún divergencias interpretativas que se reconocen como estimulantes, complementarias y enriquecedoras. No hay duda de que en las diversas comunidades cristianas aparecen tradiciones particulares que ofrecen diferentes aspectos de la persona de Jesucristo y de su mensaje. La Biblia sigue siendo base común y regla de fe para todo cristiano. La relectura de la Biblia en la docilidad al Espíritu, en la meditación y vivencia de los textos bíblicos, en la conversión de corazón, en el estilo de vida y en la oración se adivinan como los caminos hacia el ecumenismo. Todo ello ayudará a vivir la unidad en la diversidad (cf. R, 12,4-5).

Pastoral bíblica en sí misma. En la Iglesia la pastoral bíblica pretende hacer conocer la Biblia como Palabra de Dios y fuente de vida. Promueve la traducción de las Sagradas Escrituras a las diversas lenguas así como su difusión. Anima iniciativas en orden a asegurar la lectura y la recta comprensión de la Biblia. Impulsa nuevos métodos que van surgiendo por muchas partes. Suscita y sostiene todo tipo de iniciativas tendentes a asegurar que la Palabra de Dios alimente la fe de los creyentes.

De hecho, han surgido numerosos grupos bíblicos que descubren los valores del Reino de Dios y que, en ese itinerario, construyen comunidad y sirven al pueblo.

Es curioso que todos aportan algo al conjunto del pueblo de Dios: los especialistas bíblicos ayudan a una adecuada comprensión de la escritura y la gente sencilla ofrece su penetrante visión espiritual y existencial.

Todo medio de comunicación es apto para transmitir el mensaje bíblico y, por lo tanto, es aprovechado en la pastoral bíblica. Pero todo ello, debe realizarse con una preparación especial, con la dignidad y el respeto que la Biblia se merece, evitando improvisaciones penosas y espectáculos bochornosos.

La Biblia es fruto de la experiencia de fe de un pueblo, Israel, y de las primitivas comunidades cristianas. Se trata de un largo y lento proceso de varios siglos. La experiencia de Israel y de las primitivas comunidades cristianas, plasmada por escrito en lo que hoy denominamos "Biblia" y que la Iglesia siempre ha recibido como Palabra de Dios, acompaña el recorrido creyente de todo el pueblo de Dios. Esta Escritura Sagrada sirve de base a toda experiencia cristiana.

De alguna forma, la lectura y la comprensión de la Biblia se impregna de su propia naturaleza; es decir, el proceso de formación de los lectores es lento como lo fue el proceso de la redacción bíblica; la experiencia que se plasma en la Sagrada Escritura es creyente, por eso los creyentes están mejor situados en la onda de comprensión de estos escritos; las vivencias que se nos cuentan son comunitarias, por lo que el humus más natural de lectura será una comunidad, un grupo. Esto es lo que quiere decir el documento Dei Verbum n° 12: "La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita".

Existe hoy una experiencia muy positiva de los así denominados grupos bíblicos; en efecto, la Biblia se saborea mejor cuando se la proclama en público, en comunidad, en grupo. El mismo grupo nos pone en consonancia con aquel grupo creyente que nos ofreció su experiencia. El recorrido de lectura, comprensión y asimilación de la Palabra de Dios se realiza mejor acompañado que a solas. Además, las aportaciones del grupo enriquecen a cada uno de sus miembros que, a su vez, ha de contrastar y discernir, así, sus propias opiniones. De ese modo, la lectura de la Biblia en común ayuda a compartir la experiencia de fe mutuamente. Incluso la lectura y el estudio personales de la Palabra de Dios pueden servir al grupo que se reúne en un momento posterior y que comparte sus vivencias y conocimientos.

Los miembros de los grupos bíblicos suelen ser personas sencillas; para pertenecer a un grupo bíblico no se necesita tener muchos conocimientos ni ser experto en materia bíblica. Basta con que el grupo cuente con algún coordinador o animador que convoque, impulse y asegure la marcha del grupo mediante un plan, unos materiales y algún método. El mismo recorrido de la vida del grupo contribuirá a que los distintos miembros vayan adquiriendo una mínima formación. Para ello, sí convendría contar con alguna biblioteca incipiente: Biblias, diccionarios bíblicos y algunos libros didácticos. De todas formas, alguna vez, se puede recurrir a algún experto.

Hoy en día contamos con muchos materiales de formación bíblica al alcance de todos. En el momento actual poseemos varias y buenas traducciones: Además, existe una gran cantidad de materiales de todo tipo y adaptado a cualquier persona en orden a lograr una adecuada comprensión bíblica y una aplicación de la Palabra de Dios a nuestra vida.

Diversas experiencias de lectura bíblica

Los diversos grupos bíblicos y comunidades cristianas que leen con frecuencia e interés la Palabra de Dios han probado varios caminos de lectura bíblica que han ido retocando hasta dar con un estilo que les ha ayudado en su objetivo de leer, comprender, saborear y aplicar la Palabra de Dios a su vida cotidiana.

A lo largo y ancho del mundo cristiano, existen varios itinerarios para una lectura creyente de la Biblia. Sin embargo, aunque difieren en detalles se da una gran coincidencia hasta tal punto que se podrían dividir en dos bloques de acuerdo con dos orientaciones básicas: a) saborear la Palabra de Dios y b) aplicar la Biblia a la vida. De todas formas, esta distinción es más de acento ya que tanto unos y otros métodos saborean y aplican la Escritura a su propia vida.

He aquí una serie de pasos que se suelen dar en las distintas experiencias de lecturas bíblicas de los que luego cada uno puede escoger para sí los que más convengan según las circunstancias ambientales y grupales:

El ideal consistiría en unir la contemplación y la acción. El justo medio y el equilibrio perfecto no existe pero es mejor tender hacia él, sin olvidar ninguno de los dos polos básicos. De la vida a la vida a través de la Biblia. Es el eterno problema de cómo unir en nuestras vidas la fe y la vida. Cada grupo tiene su peculiaridad, cada ambiente presenta unos problemas distintos a otros. En unos se acentuarán unos aspectos y en otros se adoptarán otras características. Por eso, ante esta variada panorámica que cada grupo adopte el recorrido que mejor le convenga.

Métodos

De entre los muchos métodos que se emplean para la lectura de la Biblia destacamos dos bastante experimentados en distintos grupos bíblicos y que pueden ejemplificar los dos bloques que acabamos de citar: el que acentúa el "saborear la Palabra de Dios" (Lectio divina) y el que subraya la "aplicación a la vida concreta" (Lectura creyente de la realidad)

a) "Lectio Divina"

Presentamos este método de leer la Palabra de Dios, avalado por siglos de experiencia en la vida de la Iglesia: la "Lectio Divina".

Naturaleza. La "Lectio divina" (lectura divina o de la Palabra de Dios) es un método de acercamiento a la palabra de Dios para llegar, así, a vivir una experiencia de Dios y para saborear de su mensaje. La Lectio Divina es sólo un método. No es la panacea o única forma de leer la Palabra de Dios; no entra en competencia con otros métodos o accesos a la Biblia como la predicación, cursos, estudio... Es una práctica pastoral, una escucha atenta de la Palabra de Dios que ayuda a entrar en comunión con el Dios revelado en la Escritura. La Lectio Divina supone: una lectura directa de los textos bíblicos. en actitud creyente en Cristo Jesús, en estrecha relación con la realidad, la vida y las personas, dentro de la comunidad cristiana.

Objetivos. En la situación trepidante de nuestra sociedad este método pretende lograr, mediante la lectura de la Palabra de Dios, la unidad interior, la convicción profunda, la posibilidad de una decisión adecuada, la armonía entre fe y vida, el encuentro con Dios en la escucha de su Palabra, la interiorización personal en la meditación, el diálogo de la oración, el saborear la Palabra en la contemplación, y la aplicación a la vida concreta de cada persona y grupo.

Consecuencias. De la experiencia de fe, propiciada por la lectura de la Palabra de Dios, surgen espontáneos estos dos descubrimientos: identidad cristiana (la vivencia del ser cristiano) y evangelización (el testimonio: el compromiso creyente).

Pasos o itinerario de la Lectio divina:


b) Lectura creyente de
la realidad o revisión de vida: Ver - juzgar - actuar.

He aquí los diversos pasos de las tres fases:

Ver (Desde la vida).

- Descripción de la realidad global que tenemos entre manos y nos afecta. En primer lugar, el grupo aporta algunos hechos de la realidad que se dan entre nosotros. Luego, escoge uno de ellos concretando una actitud básica. Del hecho elegido y de acuerdo con la actitud seleccionada, los miembros del grupo extraen las causas y las consecuencias de tales hechos. Todo ello se analiza tanto desde un nivel personal, ambiental como estructural.

Resultado: Se extractan los puntos luminosos o expectativas de cambio, al mismo tiempo que se descuben los bloqueos o cerrazones de los protagonistas y, así, dando cara a los desafíos o provocaciones de cara al futuro, se logra una visión global del hecho que hay que tratar

Juzgar (A través de la Biblia).

- Interpretación de la realidad a la luz de los criterios humanos y del proyecto de Dios sobre la historia anunciado en la Biblia.

En este apartado tras el juicio humano contrastado lo más posible, viene el juicio cristiano sobre el hecho analizado para lo cual es imprescindible la iluminación de la Palabra de Dios (Biblia) que trata de discernir la voluntad de Dios respecto de las personas y de la sociedad. Desde la Escritura captamos una cosmovisión o escala de valores desde Dios. Así, descubrimos que los valores del Reino de Dios apuestan por la fraternidad, sencillez, perdón, espontaneidad, autonomía, esperanza, protagonismo de la persona, servicio a los pobres, sentido de la vida, comunión de las personas entre sí y de tales personas con Dios...

Resultado: Tras la reflexión cristiana y la experiencia creyente personal y colectiva, nos encontramos en condición de responder mejor a este tipo de preguntas: ¿qué hay que hacer frente a esta situación analizada? ¿Con qué criterios operativos seremos más fieles al plan de Dios? ¿Qué valores y contravalores detectamos desde el evangelio? ¿Con qué puntos de referencia cuento de cara a la acción?

Actuar (A la vida).

- Acción transformadora de la realidad: proceso y etapas:

Oración y celebración sacramental:

Resumiendo: La lectura creyente de la realidad es el esfuerzo comunitario encaminado a hacer del momento presente la síntesis de la experiencia vivida en el pasado y el trampolín de esperanza colectiva hacia el futuro. Este método, en último término, trata de unir fe y vida; ayuda a tomar en serio la historia de acuerdo con el plan de Dios. La Palabra de Dios es la que aporta luz a la hora de transformar la realidad.

Conclusión

A modo de conclusión, Hch 2,42 nos puede ayudar a resumir la tarea bíblica en la vida de la Iglesia: "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones". Una pastoral bíblica integral ha de seguir la pauta de lo que realizaban los primeros cristianos. Es decir, el cristiano ha de saber cuál es su identidad cristiana para poder comportarse con coherencia.

Para ello, le ayudarán estas pautas tomadas del versículo citado (Hch 2,42):

Enseñanza: Hoy el creyente cristiano ha de formarse como lo hacían los primeros cristianos que recibían la enseñanza de los apóstoles. Se necesita formación para poder dar razón de nuestra esperanza.

Oraciones: Creer es fiarse de alguien al que se quiere. Ese clima de amistad pide una relación, una comunicación. Si el encuentro de da con Dios, lo llamamos oración. Los que se quieren se hablan; por eso el cristiano habla con Dios.

Fracción del pan: Dios nos llama en grupo porque todos somos hijos de Dios y, entre nosotros, hermanos. Esa convicción común la vivimos en la celebración que alimenta la fe de los cristianos.

Comunión: pero, esa convicción sólo se verifica en el día a día, en el servicio a los demás, en la coherencia entre la fe y la vida, es decir, en las obras, en la acción que es la colaboración que Dios nos pide como respuesta a su Palabra.

Una comunidad cristiana puede discernir su autenticidad de su vida cristiana examinando su nivel de Formación, Oración, Celebración y Acción. (Si atendemos a sus siglas escritas en mayúsculas formamos la palabra FOCA). La Biblia nos ayuda a avanzar en nuestro seguimiento a Jesucristo mediante este plan "FOCA" que puede servir de punto de referencia para calibrar nuestra autenticidad cristiana..

En efecto, la lectura de la Sagrada Escritura nos ayuda a formatear, a configurar nuestra vida cristiana para, así, asimilar la identidad cristiana. En la Palabra de Dios conocemos a Dios y su plan de salvación, aprendemos a rezar con las

oraciones de la Biblia, descubrimos la importancia de celebrar nuestra fe y copiamos las actitudes de vida conformes al plan de Dios que hemos de llevar a cabo en nuestras propias vidas. He ahí, el interés de la Pastoral Bíblica.

Documentos

  1. "Palabra y Vida" (12 ya publicados y sigue). Esta serie es eminentemente pastoral y hace un gran esfuerzo por poner en manos de cualquier grupo bíblico materiales muy asequibles.

  2. "Tu Palabra es Vida" en 7 volúmenes (los 4 primeros sobre el Antiguo Testamento publicados ya, más otros 3 sobre el Nuevo Testamento en preparación). Se trata de una presentación actualizada de la historia de la salvación, es decir, de los distintos bloques del Antiguo y Nuevo Testamento.

Jaime Asenjo Echániz