Ayuno
DPE
 

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católico resume lo relativo al ayuno en tres aspectos: es una ley evangélica (n. 1969); es una forma de penitencia (nn. 1434, 1438, 2043), y es un medio de preparación para recibir el sacramento de la Eucaristía (n.1387). Nada tiene que ver en este sentido el ayuno con prácticas actuales como el régimen para delgazar o para purificarse o para un cuidado del cuerpo.

En cuanto al primer punto, como ley evangélica, se recuerda que, junto a la limosna y a la oración, fueron pedidas por el mismo Jesús (Mt 6).

Como forma de penitencia, expresa, también junto a la oración y a la limosna, la conversión sincera con relación a uno mismo, a los demás y a Dios. Especialmente en los tiempos litúrgicos fuer-tes, como el Adviento y la Cuaresma. El ayuno ayuda a un dominio sobre nuestros instintos, abre a la libertad de corazón y es un signo eficaz de solidaridad.

Pastoralmente, para no caer en un narcisismo o individualismo insolidario, es costumbre muy recomendable que el importe de lo ahorrado por la práctica del ayuno se reparta como limosna a los más necesitados.

Sigue vigente el ayuno de una hora antes de recibir la Comunión. Con un significado muy preciso: para ser más conscientes de lo que se va a hacer, es decir, para una mayor preparación. Bien entendido que el ayuno nunca puede ser un impedimento para no acercarse a la comunión. Porque entonces pierde su sentido genuino y porque lo decisivo es participar en la comunión eucarística.

Raúl Berzosa Martínez