14ava. Estación.

EL CUERPO DE JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO

 

De ida, llorando caminaban, arrojando la semilla

 

(Ps 125,6)

 

Niña que llevas al pecho

siete puñales clavados,

Madre que vas a sembrar

a Dios bajo los granados:

ya vienen los sembradores,

con la semilla, llorando;

ya traen el cuerpo de Cristo

blanco sobre el lino blanco.

 

¡Señora, yo no quisiera

ni mirarte, ni mirarlo!

 

Tú me lo entregaste niño

como manojo de nardos;

yo te lo devuelvo muerto

como racimo pisado.

 

Trae mucha noche en las venas

y mucha nieve en los labios.

 

Se le congeló la vida

en el Corazón quebrado...

 

¡Señora, yo no quisiera

 ni mirarte, ni mirarlo!

 

Ven y deshoja

la última flor de tu beso

en sus labios

y deja que lo sembremos

en este surco de llanto.

 

Quien sabe si ya mañana

cosechemos el milagro

de que retoñen

los dulces latidos

en su costado!

 

¿Si es un augurio de espigas

la muerte de cada grano,

si está la resurrección

bajo la tumba esperando,

por qué sembrar a los muertos

resultará tan amargo?

 

¡Qué diluvio de silencio

se vació sobre los campos....

La soledad, con sus aguas,

cubrió los montes más altos!

 

Niña que llevas al pecho

siete puñales clavados:

bajo el sepulcro,

dejaste tu corazón, olvidado...

 

¿Por qué florece el silencio

con un inaudito cántico?

¿Y quién se pone a cantar

cuando los hombres lloramos?

 

¡Señora, los muertos cantan,

los muertos están cantando!

Entre las sombras agitan

el címbalo de sus manos:

que también para los muertos

llegó el Domingo de Ramos.

 

Ya va el Señor descendiendo

por caminos subterráneos:

de todos los cementerios

sube un clamor a su paso

mientras se impregna de vida la tierra,

con su contacto.

 

Un soplo de primavera

sacude los huesos áridos

y retrocede la Muerte

entre las tumbas aullando.

 

¿En dónde está tu victoria,

oh Muerte de dedos pálidos?

Ya van bajo los cipreses

las siemprevivas brotando...

 

Madrecita que sembraste

a Dios bajo los granados:

sobre el surco de tus lágrimas

han florecido los cánticos;

mañana, cuando el lucero del alba

bese tus párpados,

la tierra dará su fruto inmortal y perfumado...

 

Entonces, cierra tus ojos;

entonces, abre tus labios

para que bebas el vino

del Hijo resucitado.



 
 
Romancero de la vía dolorosa
   14ava. Estación. EL CUERPO DE JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO. Arte Francisco Ros Gascóns