Los
«silencios» sobre Pío XII
La
Razón - Fernando Guerrero es profesor de Doctrina Social de la Iglesia
El
Papa Pío XII murió, en octubre de 1958, en clamor de multitudes y en olor de
santidad, siendo acompañado su tránsito con los mayores elogios de las
personalidades más destacadas de aquel tiempo. Pero he aquí que pasados los años,
y, sobre todo a partir del año 1963 con motivo de la publicación del drama en
forma de libro, de un joven dramaturgo alemán, Rolf Hochhuth, titulado Der
Stellvertreter (El Vicario), se levantó una polvareda contra la respetable
memoria del que fue el Papa de la Segunda Guerra Mundial, atribuyendo a sus
silencios una gran parte de la responsabilidad de las matanzas de Hitler de los
judíos (La Shoah).
Pero, en la Iglesia católica se produjo otro fenómeno que yo llamaría los «silencios»
sobre Pío XII; hasta el punto que su formidable actuación doctrinal y su
conducta ejemplar y sacrificada durante la guerra empezaron a ser olvidadas por
las nuevas generaciones.
Un botón de muestra de este olvido me he encontrado, recientemente, en la
lectura de un discurso de un ilustre Purpurado de la Iglesia católica, sobre la
eclesiología del Concilio Vaticano II, en donde afirma que hasta dicho concilio
la visión que existía, casi exclusivamente, sobre la Iglesia era de naturaleza
institucional, y no teológica, ni mistérica. No hace ninguna alusión al
documento base de Pío XII, que tanta influencia tuvo en el concilio sobre ese
aspecto profundo del misterio de la Iglesia, me refiero a la encíclica Mystici
Corporis (de 29 de junio de 1943).
No voy a abordar en este artículo el tema de la actuación de Pío XII durante
la guerra, porque es un tema ya muy tratado y esclarecido para las personas de
buena voluntad que quieren conocer la verdad sobre los hechos reales, sin
dejarse llevar de falseamientos, ni de propagandas antieclesiales.
Ahora me quería fijar en la influencia real que Pío XII ha tenido en la
Iglesia conciliar. Se publicó en Italia, por Editrice APES, un folleto debido a
la pluma de Ennio Innocenti, bajo el título Presenza di Pio XII nel Vaticano
II, y en él se recogen, con cuidada minuciosidad, las citas de los diversos
Papas que hace el concilio en sus documentos; de estos datos se deduce que de
las 523 citas papales, sobre todo de los Papas de los últimos 70 años
anteriores al Concilio Vaticano II, 187 son de Pío XII, o sea, el 35,7 de todas
las citas de los Papas, superando en más de un 100 por ciento a los Papas más
citados.
Sobre todo algunos documentos importantes del Vaticano II han recibido la
impronta del magisterio anterior de Pío XII. Así, el teólogo alemán Schmaus
ha podido decir que algunos documentos del Concilio Vaticano II hubieran sido
impensables sin el Magisterio previo de Pío XII.
Así, la constitución Lumen Gentium sobre la Iglesia, que según los expertos
constituye el documento central del concilio, recoge 47 citas, lo que supone el
49 por ciento de todas las citas de los Papas recogidas en dicho documento.
En la constitución dogmática Dei verbum, sobre la divina revelación, el 50
por ciento de las doce citas de Papas corresponde a Pío XII.
En la constitución pastoral Gaudium et spes, se recogen veinticuatro citas, sólo
superado este número por el Papa Juan XXIII, con veintiséis.
En el decreto Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa, el número de
citas de Pío XII alcanza el 31 por ciento de todas las citas de los Papas.
En el decreto Apostolicam actuositatem sobre el apostolado de los laicos, el número
de citas de Pío XII es de 31, lo que supone el 56 pro ciento de las citas de
los otros Papas.
Como se puede deducir por estos datos, objetivos y estadísticos, recogidos en
el folleto de Ennio Innocenti, la presencia viva y actual de Pío XII en el
Concilio Vaticano II, a través de las citas de sus documentos, fue de un
alcance decisivo en su orientación.
Es cierto que algunas orientaciones doctrinales y pastorales del Vaticano II
superaron los criterios doctrinales y pastorales de Pío XII: así, en el tema
de la libertad religiosa, en el del ecumenismo y en el diálogo con las otras
religiones.
Pero en los documentos centrales del concilio estuvo muy presente la palabra
iluminada y orientadora del Papa Pío XII.
Por eso, resulta un tanto extraño los silencios que han cubierto en el interior
de la propia Iglesia la huella profunda su magisterio en la misma.
Uno de los documentos más citados y celebrados del Papa Juan XXIII, nos
referimos a la Pacem in terris de 11 de abril de 1963, fue en la palabra de
Pablo VI, al inaugurar el monumento a Pío XII en la Basílica Vaticana, un
resumen de las enseñanzas del Papa Pacelli sobre los temas de la paz y de la
organización de los Estados y de sus relaciones internacionales. No se trata de
volver la vista atrás, sino de hacer justicia a los Papas y Doctores que nos
han precedido. El Concilio Vaticano II supuso un avance extraordinario en el
itinerario de la Iglesia a través de los siglos, en el curso de la historia de
la salvación.
Pero los avances fundamentales en la Iglesia se hacen siempre en linea de
continuidad progresiva y homogénea; y nunca de discontinuidad rupturista y
negativa.
El Papa Pío XII fue el gran precursor del Concilio Vaticano II, que se inició
bajo la inspiración iluminada de Juan XXIII, y se desarrolló y concluyó bajo
la guía firme y orientadora de Pablo VI, continuada y renovada bajo el
pontificado de Juan Pablo II.