LA COMUNIDAD ECLESIAL DE BASE
EN EL HORIZONTE DEL
MAGISTERIO RECIENTE DE LA IGLESIA
La experiencia comunitaria de los orígenes, en la
convocatoria del Concilio Vaticano II.
Desde el Concilio Vaticano II la Iglesia que se renueva está a la
búsqueda de la comunidad perdida de los Hechos de los
Apóstoles. El mismo Concilio fue convocado para esto: «Lo que
el Concilio se propone es hacer un momento de pausa en torno
a la Iglesia para descubrir en un estudio afectuoso los trazos de
su juventud más ardiente y remozarlos hasta revelar su fuerza
conquistadora a los espíritus modernos tentados y
comprometidos por falsas teorías del Príncipe de este mundo. El
cometido del Concilio Ecuménico ha sido concebido para
devolver al rostro de la Iglesia de Cristo todo su esplendor,
revelando los trazos más simples y más puros de su origen»
(·JUAN-XXIII, Discurso preparatorio del Concilio, 13 de noviembre
de 1960)
La experiencia comunitaria de los orígenes, modelo y clave
de la renovación conciliar.
El Vaticano II (1962-1965) ve en la experiencia comunitaria de los
orígenes (Hch 2, 42-47) el modelo no sólo de la vida religiosa
{Perfectae caritatis 15,1), de la de los misioneros {Ad gentes
25,1) y de los sacerdotes {Presbiterorum ordinis 17, 4 y 21, 1),
sino de todo el pueblo santo de Dios (Lumen gentium 13, 1; Dei
verbum 10, 1).
La Iglesia ha ofrecido diversas imágenes de su estructura visible a
lo largo de la historia. Estas imágenes, muy diversas, son
legítimas -más o menos- por razón de los contextos culturales en
que la Iglesia hubo de encarnarse. Hoy parece que la Iglesia
-para responder al desafío cultural contemporáneo- opta por
configurarse a partir de la inspiración profunda que le
proporciona el modelo de la Iglesia primera, sin fijarse tanto -y
aun abandonando- los sucesivos modelos de Iglesia que se han
dado en el tiempo postapostólico. Como en otros momentos
cruciales, la Iglesia tiende hoy a repristinarse volviendo la mirada
a sus orígenes y entiende que, en algún sentido, ha de proceder
a rincominciare da capo: «Todo el trabajo llevado a cabo a
través de los siglos precedentes no nos exonera de la
colaboración con el divino constructor. Es más: nos impulsa no
sólo a un fiel empeño de conservación ni mucho menos a un
tradicionalismo pasivo o a una hostil repulsa de la innovación
perenne de la vida humana: nos llama a ricominciare da capo;
recordando -esto sí- y custodiando celosamente aquello que la
historia auténtica de la Iglesia ha acumulado para ésta y las
futuras generaciones, pero sabiendo al mismo tiempo que el
edificio -hasta el último día de la historia- reclama un nuevo
trabajo, requiere una construcción fatigosa, fresca, genial, como
si la Iglesia, el divino edificio, hubiere de comenzar hoy la
aventura de su tensa búsqueda de las alturas del cielo (cf. 1 Cor
3, 10; 1 Pe 2, 5)" (·PABLO-VI, Alocución del 8 de junio de 1976).
La comunidad eclesial de base (CEB/QUE-ES):
* Concreción de la eclesiología de comunión pedida por el
Concilio.
* Primero y fundamental núcleo eclesial.
* Signo de la presencia de Dios en el mundo.
Desde el Concilio, las comunidades eclesiales de base han
fiorecido un poco por todas partes, pero sobre todo en América
Latina.
La II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (1968) vio en la
comunidad eclesial de base la concreción de la eclesiología de
comunión pedida por el Concilio, la consideró como el «primero y
fundamental núcleo eclesial» y dejó aprobado lo siguiente:
«La vivencia de la comunión, a la que ha sido llamado, debe
encontrarla el cristiano en su comunidad de base, es decir, una
comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de
un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que
permita el trato personal fraterno entre sus miembros. Por
consiguiente, el esfuerzo pastoral de la Iglesia debe estar
orientado a la transformación de esas comunidades en familia de
Dios, comenzando por hacerse presente en ellas como fermento
mediante un núcleo, aunque sea pequeño, que constituya una
comunidad de fe, de esperanza y de caridad. La comunidad
cristiana de base es así el primero y fundamental núcleo eclesial,
que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y
expansión de la fe, como también del culto que es su expresión.
Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial, y foco de
evangelización, y actualmente factor primordial de promoción
humana y desarrollo.
CEB/LIDER:Elemento capital para la existencia de comunidades
cristianas de base son sus líderes y dirigentes. Ellos pueden ser
sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas o laicos. Es de
desear que pertenezcan a la comunidad por ellos animada. La
detección y formación de lideres deberán ser objeto preferente
de la preocupación de párrocos y obispos, quienes tendrán
siempre presente que la madurez espiritual y moral dependen en
gran medida de la asunción de responsabilidades en un clima de
autonomía.
Los miembros de estas comunidades, viviendo conforme a la
vocación a que han sido llamados, ejerciten las funciones que
Dios les ha confiado, sacerdotal, profética y real, y hagan así de
su comunidad un signo de la presencia de Dios en el mundo»
(_Medellin, 15, 10.11).
* Impacto en el Sínodo de la Evangelización.
* Evangelii Nuntiandi: pleno reconocimiento eclesial,
criterios de eclesialidad.
CEB/CRITERIOS-I:El Sínodo de la Evangelización (1974) se
ocupó mucho de las pequeñas comunidades o comunidades de
base y preparó el camino para que Pablo Vl, en la Evangelii
Nuntiandi (1975) les otorgara pleno reconocimiento eclesial a la
vez que estableciera los criterios de su eclesialidad (EN 58).
* Pleno reconocimiento eclesial (EN 58):
-destinatarias especiales de la evangelización y al mismo
tiempo
evangelizadoras;
-florecen un poco por todas partes;
«El Sínodo se ocupó mucho de estas "pequeñas comunidades" o
"comunidades de base", ya que en la Iglesia de hoy se las
menciona con frecuencia. ¿Qué son y por qué deben ser
destinatarias especiales de la evangelización y al mismo tiempo
evangelizadoras?"
«Florecen un poco por todas partes en la Iglesia, según los
distintos testimonios escuchados durante el Sínodo, y se
diferencian bastante entre sí aun dentro de una misma región, y
mucho más de una región a otra».
-en el interior de la Iglesia, para vivir todavía con más
intensidad la vida de la Iglesia, para hacer crecer a la
Iglesia;
-«En ciertas regiones, surgen y se desarrollan, salvo alguna
excepción, en el interior de la Iglesia, permaneciendo solidarias
con su vida, alimentadas con sus enseñanzas, unidas a sus
pastores. En estos casos, nacen de la necesidad de vivir todavía
con más intensidad la vida de la Iglesia; o del deseo y de la
búsqueda de una dimensión más humana que difícilmente
pueden ofrecer las comunidades eclesiales más grandes, sobre
todo en las metrópolis urbanas contemporáneas que favorecen
a la vez la vida de masa y el anonimato. Pero igualmente pueden
prolongar a nivel espiritual y religioso -culto, cultivo de una fe
más profunda, caridad fraterna, oración, comunión con los
Pastores- la pequeña comunidad sociológica, el pueblo, etc. O
también quieren reunir para escuchar y meditar la Palabra, para
los sacramentos y el vínculo del Ágape, grupos homogéneos por
la edad, la cultura, el estado civil o la situación social, como
parejas, jóvenes, profesionales, etc.; personas éstas que la vida
misma encuentra ya unidas en la lucha por la justicia, la ayuda
fraterna a los pobres, la promoci6n humana, etc. O. en fin,
reúnen a los cristianos donde la penuria de sacerdotes no
favorece la vida normal de una comunidad parroquial. Todo
esto, por supuesto, al interior de las comunidades constituidas
por la Iglesia, sobre todo de las Iglesias particulares y de las
parroquias».
-comunidades que por su espíritu de contestación se
separan de la Iglesia.
-«En otras regiones, por el contrario, las comunidades de base se
reúnen con un espíritu de crítica amarga hacia la Iglesia que
estigmatizan como «institucional» y a la que se oponen como
comunidades carismáticas, libres de estructuras, inspiradas
únicamente en el Evangelio. Tienen, pues, como característica,
una evidente actitud de censura y de rechazo hacia las
manifestaciones de la Iglesia: En esta línea, su inspiración
principal se convierte rápidamente en ideológica y no es raro
que sean muy pronto presa de una opción política, de una
corriente, y más tarde de un sistema, de un partido, con el riesgo
de ser instrumentaIizadas.
La diferencia es ya notable: las comunidades que por su espíritu
de contestación se separan de la Iglesia, cuya unidad
perjudican, pueden llamarse «comunidades de base», pero ésta
es una denominación estrictamente sociológica. No pueden, sin
abusar del lenguaje, llamarse comunidades eclesiales de base,
aunque tengan la pretensión de perseverar en la unidad de la
Iglesia manteniéndose hostiles a la jerarquía. Este nombre
pertenece a las otras, a las que se forman en Iglesia para unirse
a la Iglesia y para hacer crecer a la Iglesia».
* Criterios de eclesialidad:
-alimento: la Palabra de Dios;
-no a la contestación sistemática;
-unidas a la Iglesia local y universal;
-sincera comunión con los Pastores;
-sin creerse el único agente de evangelización;
-creciendo cada día en compromiso misionero;
-universalistas, no sectarias.
«Estas últimas comunidades serán un lugar de evangelización, en
beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las
Iglesias particulares, y serán una esperanza para la Iglesia
universal, como Nos mismo dijimos al final del Sínodo, en la
medida en que:
- buscan su alimento en la Palabra de Dios y no se dejan
aprisionar por la polarización política o por las ideologías de
moda, prontas a explotar su inmenso potencial humano;
- evitan la tentación siempre amenazadora de la contestación
sistemática y del espíritu hipercrítico, bajo pretexto de
autenticidad y de espíritu de colaboración;
- permanecen firmemente unidas a la Iglesia local en la que ellas
se insieren, y a la Iglesia universal, evitando así el peligro -muy
real- de aislarse en sí mismas, de creerse, después, la única
auténtica Iglesia de Cristo y, finalmente, de anatematizar a las
otras comunidades eclesiales;
- guardan una sincera comunión con los Pastores que el Señor ha
dado a su Iglesia y al Magisterio que el Espíritu de Cristo les ha
confiado;
- no se creen jamás el único destinatario o el único agente de
evangelización, esto es, el único depositario del Evangelio; sino
que, conscientes de que la Iglesia es mucho más vasta y
diversificada, aceptan que la Iglesia se encarna en formas que
no son las de ellas;
- crecen cada día en responsabilidad, celo, compromiso e
irradiación misioneros;
- se muestran universalistas y no sectarias.
Con estas condiciones, ciertamente exigentes, pero también
exaltantes, las comunidades eclesiales de base corresponderán
a su vocación más fundamental: escuchando el Evangelio que
les es anunciado y siendo destinatarias privilegiadas de la
evangelización ellas mismas se convertirán rápidamente en
anunciadoras del Evangelio».
* Impacto en el Sínodo de la Catequesis.
* La pequeña comunidad eclesial, el lugar principal de
catequización.
* Vía ideal para la transformación progresiva de la
parroquia.
El Sínodo de la Catequesis (1977) reconoció que las pequeñas
comunidades eclesiales ocupan «el lugar principal» en la
transmisión de la catequesis, pues en ellas:
- «los cristianos se experimentan a sí mismos integrados en la
Iglesia no de forma anónima, pues se trata de grupos de talla
humana, donde la educación de la fe se convierte más
fácilmente en persuasión personal»;
- «los cristianos aprenden a compartir con otros la propia fe, la
confrontan con los miembros del grupo y superan las opiniones
individuales o los propios modos de ver las cosas en la
consecución y profesión de la fe común);
- «se adquiere más fácilmente la educación para ejercer el amor
fraterno, una de las dimensiones esenciales de la fe»;
- «se fomenta la actividad y la creatividad, de modo que la acción
catequética puede asumir la modalidad de una búsqueda común
hasta llegar a una más profunda asimilación de la Revelación»;
- «por la catequesis, la celebración y el compromiso cristiano de
cada uno de los miembros, finalmente, estas comunidades se
constituyen en lugares de auténtica experiencia de vida eclesial»
(Proposición 29).
PARROQUIA/C-DE-CS:Sin duda, el Sínodo fue critico y renovador
ante la situación actual de la parroquia, «peculiar lugar de
catequesis», «necesitado de profunda renovación»: «De hecho,
no pocas parroquias, por diversas razones, están lejos de
constituir una verdadera comunidad cristiana. Sin embargo, la
vía "ideal" para renovar esta dimensión comunitaria de la
parroquia podría ser convertirla en una comunidad de
comunidades» (Proposición 27).
Una nueva etapa en el movimiento catequético español:
una catequesis desde la comunidad y para la comunidad.
La Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis en su
Documento de Santiago (DS, 1978), formula el siguiente objetivo
prioritario para una nueva etapa en el movimiento catequético:
una catequesis desde y para la comunidad cristiana (DS 2). «El
movimiento catequético actual insiste en su preocupación por
crear comunidad cristiana, marcando un claro acento
comunitario y catecumenal. Esto se muestra también en el
resurgimiento, a nivel universal, de grupos y comunidades, signo
de la acción del Espíritu y esperanza para el futuro de la Iglesia»
(DS 2.1).
* Promoción de la comunidad eclesial de base.
* Reconocimiento eclesial.
* Emergencia local de la Iglesia universal.
* Fuente de ministerios laicales.
* Opción por los pobres y los oprimidos.
* Expresión, valoración y purificación de la religiosidad
popular.
* Participación del pueblo sencillo en la tarea eclesial y en
el compromiso de transformar el mundo.
La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano,
celebrada en Puebla (1979), confirma la línea de Medellín en lo
que se refiere a la promoción de la comunidad eclesial de base:
«Además de la familia cristiana, primer centro de evangelización,
el hombre vive su vocación fraterna en el seno de la Iglesia
particular, en comunidades que hacen presente y operante el
designio salvífico del Señor vivido en comunión y participación.
Así, dentro de la Iglesia particular o Diócesis, además de las
parroquias, hay que considerar la CEB (Medellín, 15, 10) y otros
grupos eclesiales» {Documentos de Puebla, n. 617). La
evangelización en el futuro «reconocerá la validez de la
experiencia de las comunidades eclesiales de base y estimulará
su desarrollo en comunión con sus pastores» (n. 155).
La comunidad eclesial de base no es un movimiento apostólico o
pastoral, ni una cofradía o asociación, ni un método, ni un grupo
meramente de trabajo, reflexión u oración, sino la única Iglesia
de Jesús, a su nivel nuclear y celular, el lugar donde se da la
emergencia local de la Iglesia universal. Con palabras de
Puebla: «La comunidad eclesial de base, como comunidad,
integra familias, adultos y jóvenes, en íntima relación
interpersonal en la fe. Como eclesial es comunidad de fe,
esperanza y caridad; celebra la palabra de Dios en la vida, a
través de la solidaridad y compromiso con el mandamiento
nuevo del Señor y hace presente y actuante la misión de la
Iglesia y la comunión visible con los legítimos pastores, a través
del servicio de coordinadores aprobados. Es de base por estar
constituida por pocos miembros, en forma permanente y a
manera de célula de la gran comunidad» (n. 641). Las CEB son
«fuente de nacimiento de ministerios laicales» (n. 98).
Comprometidas con los pobres y los oprimidos (n. 1.147), no
vienen a formar una estructura elitista, sino que «son expresión
del amor preferente de la Iglesia por el pueblo sencillo; en ellas
se expresa, valora y purifica su religiosidad y se le da posibilidad
concreta de participación en la tarea eclesial y en el compromiso
de transformar el mundo» (n. 643).
* Uno de los múltiples lugares, momentos o reuniones por
valorizar.
* Momentos de gran importancia en los que la catequesis
ocupa cabalmente su puesto.
* Comunidades orgánicas para mejor ser Iglesia.
La pequeña comunidad aparece en la Catechesi Tradendae
(1979) como uno de los «múltiples lugares, momentos o
reuniones por valorizar», «momentos de gran importancia en
que la catequesis encuentra cabalmente su puesto» (CT 47).
Estos momentos son, por ejemplo, las peregrinaciones
(diocesanas, regionales o nacionales), las misiones
tradicionales, los círculos bíblicos, «las reuniones de las
comunidades eclesiales de base, en la medida en que se
atengan a los criterios expuestos en la exhortación apostólica
Evangelii Nuntiandi, los grupos de jóvenes: grupos de acción
católica, grupos caritativos, grupos de oración, grupos de
reflexión cristiana, etc. El esfuerzo catequético será tanto más
fecundo en la medida en que se desarrolle. en cada uno de
estos lugares o momentos, la triple dimensión de palabra, de
memoria y de testimonio -de doctrina, de celebración y de
compromiso en la vida- que el mensaje del Sínodo al Pueblo de
Dios ha puesto en evidencia» (CT 47).
Para la CT, la pequeña comunidad es un lugar de gran
importancia catequética, pero no «el lugar principal». El «lugar
privilegiado» corresponde a la parroquia: «Aunque es verdad
que se puede catequizar en todas partes, quiero subrayar
-conforme al deseo de muchísimos obispos- que la comunidad
parroquial debe seguir siendo la animadora de la catequesis y
su lugar privilegiado. Ciertamente, en muchos países la
parroquia ha sido como sacudida por el fenómeno de la
urbanización. Algunos quizá han aceptado demasiado fácilmente
que la parroquia sea considerada como sobrepasada, si no
destinada a la desaparición, en beneficio de pequeñas
comunidades más adaptadas y más eficaces. Quiérase o no, la
parroquia sigue siendo una referencia importante para el pueblo
cristiano, incluso para los no practicantes. El realismo y la
cordura piden, pues, continuar dando a la parroquia, si es
necesario, estructuras más adecuadas y sobre todo un nuevo
impulso gracias a la integración creciente de miembros
cualificados, responsables y generosos» (_CT 67). La parroquia,
además, debe velar «por la integración de distintos grupos en el
cuerpo eclesial» (CT 67).
En su mensaje a los líderes de las comunidades de base de Brasil,
mensaje aparecido en L'Osservatore Romano (10 de agosto
1980, edición castellana), Juan Pablo II afirma: (Las
comunidades eclesiales de base) «son comunidades orgánicas
para mejor ser Iglesia» .
* Es hora de adquirir un compromiso colectivo con las
comunidades eclesiales de base.
* Algo nos quiere indicar el Espíritu: tratemos de
descifrarlo.
El cardenal Tarancón, en su discurso de apertura de la XXXII
Asamblea Plenaria del Episcopado Español (1979), afirma lo
siguiente:
«Es hora, a mi juicio, de que la Asamblea Plenaria adquiera un
compromiso colectivo, al menos, para determinar la necesidad y
hasta la urgencia de prestarle nuestra atención (al fenómeno de
la aparición de comunidades y grupos pequeños de diverso
signo).
Lo primero que es necesario reconocer es que esa floración
espléndida ni es exclusiva de nuestra Iglesia local, ni se ha
producido por generación espontánea. Algo nos quiere indicar el
Espíritu; creo que es uno de los "signos de los tiempos", y es
conveniente que nosotros tratemos de descifrarlo».