undada por Paulina Jaricot en Francia en 1822, La Obra de la Propagación de la Fe busca promover y sostener las vocaciones misiones y cooperar espiritual y materialmente con la tarea misionera de la Iglesia.

     Paulina Jaricot nació en Lyón (Francia) en 1799. A los 17 años tuvo la inspiración de consagrar toda su vida al servicio de Dios y de la Iglesia como cristiana seglar en medio del mundo. La Sociedad de las Misiones Extranjeras de París había fundado en 1817, una de asociación en la que se pedía a sus miembros, además de oraciones, la colaboración material con una aportación por semana para la propagación de la fe. Paulina Jaricot se une a esta asociación a la que también ayudó a incorporarse a otras personas, especialmente de entre las obreras de la fábrica textil de su cuñado en Lyon.

     Pero las colectas resultaban modestas e irregulares. Entonces, en otoño de 1819, tuvo Paulina la inspiración de organizarlas de otra manera: agrupar diez socios bajo un responsable que recogería de cada uno lo correspondiente a la aportación de un día cada semana; cada diez responsables de la decena habría un responsable de la centena, y cada diez jefes de la centena habría un responsable del millar. Así resultaba una red de oraciones, de recolección de fondos y de propaganda misional.
     La asociación conoció un rápido desarrollo entre las gentes más humildes de Francia: obreros, criados y pequeños artesanos. En 1820 Paulina pudo hacer el primer envío importante a las misiones extranjeras de China.
     Así, el 2 de mayo de 1822, nació la Obra de la Propagación de la Fe, una Obra que iría creciendo mientras Paulina se escondía como una más entre los asociados. Siguió trabajando hasta su muerte en 1862, para difundir esta gran asociación que tanto beneficiaba a las misiones.
    No tardaría la Obra en extenderse por otros países gracias a la colaboración del Papa León XIII. Así, en el año 1922 la Santa Sede la declara órgano oficial de la Iglesia para las Misiones, con sede central a Roma y subsedes nacionales en cada país.
    
El Papa Pío XI fue el gran impulsor del Domund, cuando, en 1926 solicitó la institución de una jornada en todo el mundo católico en favor de dicha obra. Nació así la "Jornada Mundial de las Misiones", que más tarde recibió el nombre oficial de "Domingo Mundial de las Misiones".
    
E n este año 2001 se celebra el 75 aniversario de su fundación.

La Obra de la Propagación de la Fe en España

    Monseñor Ángel Sagarminaga, primer Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en España, fue, sin lugar a dudas, el gran promotor de la Jornada de las Misiones en nuestro país.  
     Ya en 1926 las diócesis de Santander y Zamora celebraron por primera vez esta jornada. Las colectas fueron modestas, pero pusieron la semilla de esta obra gigantesca, cuya influencia general no podía preverse entonces. Al año siguiente son ya nueve las diócesis que celebran el Domund: Vitoria, Gerona, Salamanca, Mallorca, Ciudad Rodrigo, Tudela, Teruel, más las dos anteriores.
     Fue así como antes de que estallara la guerra civil en España se había implantado la Jornada. Hasta 1939 fueron años difíciles, pero no por eso el entusiasmo decayó. Finalmente, vinieron tiempos mejores que permitieron al Domund arraigarse poco a poco entre los españoles.

     En 1943 Don Ángel, guiado por su imaginación y su sentido de animación misionera unió las dos sílabas iniciales de las palabras Domingo Mundial y lanzó a la calle el eslogan: DOMUND, que es como popularmente conocemos en España a la Jornada Mundial de las Misiones.

     España, tradicionalmente ha sido, y sigue siendo, un país eminentemente misionero con una gran tradición en vocaciones. En la actualidad son más de 25.000 los misioneros españoles que se dedican en cuerpo y alma a la misiones. Además ocupa los primeros puestos de países que colaboran con la Misiones gracias a la generosidad de todos los españoles.