Los neocatecumenales extienden su camino por el mundo 

El Camino Neocatecumenal es una de las realidades 
apostólicas más fértiles de la Iglesia. Desde que se puso 
en marcha, de la mano de Kiko Argüello y Carmen 
Hernández, en el barrio de chabolas de las Palomeras 
madrileñas, se ha extendido por todo el mundo con una 
rapidez que sólo la asistencia del Espíritu puede explicar. 
Así lo ha reconocido la Iglesia, con una carta de Juan 
Pablo II llena de elogios para esta experiencia. Así se pone 
también de manifiesto en el creciente y espectacular 
número de vocaciones sacerdotales que nacen 
continuamente en su seno.

El Camino Neocatecumenal se inició en Madrid, en 
1964, entre los chabolistas de Palomeras altas.
Allí Kiko Argüello y Carmen Hernández fueron llamados 
por el Señor a vivir su cristianismo en medio de los pobres, 
compartiendo existencialmente la vida de aquellos que, 
en su miseria, soportan las consecuencias del pecado en 
nuestra sociedad. Se encontraron pues requeridos por las 
mismas personas con las cuales vivían a anunciar la 
buena noticia de nuestro Salvador Jesucristo.

Esta palabra, que nacía débil y balbuciente por la 
dificultad que comporta anunciar el Evangelio a gente sin 
cultura ni educación de ningún tipo, comenzó a 
concretarse en una síntesis catequética: un -kerigma- 
potente que, en la medida en que descendía sobre los 
pobres, realizaba el nacimiento de una realidad nueva: la 
-koinonía-.

El entonces arzobispo de Madrid, monseñor Casimiro 
Morcillo, dió un gran impulso a la experiencia que se 
difundió rápidamente por las parroquias de Madrid y de 
otras ciudades de España. Ahora, más de treinta años 
después, se encuentra también profusamente extendida 
por el resto del mundo.

Kiko Argüello dice que necesitamos redescubrir en 
nuestra epoca una fe radical porque el mundo está sordo 
y necesita una palabra que indique el sentido de la vida. 
Nosotros tenemos la palabra del Evangelio que es la luz 
del mundo.

Las tres etapas fundamentales de la vida cristiana se 
corresponden con las tres fases de formación que 
comprende actualmente el Camino Neocatecumenal: 
humildad (precatecumenado); simplicidad (catecumenado 
posbautismal) y alabanza (elección y renovación de las 
promesas bautismales).

La primera finalidad del neocatecumenado o iniciación a 
la fe es la formación de la comunidad y esta nace en la 
parroquia.

La mayor parte de los cristianos tradicionales -dice el 
Camino Neocatecumenal- viven hoy su fe en una 
dimensión infantil, como lo demuestra el divorcio evidente 
entre religión y vida. Por eso es absolutamente necesario 
un proceso serio de conversión que se realice en la vida 
diaria.

Mediante el amor y la unidad de estas comunidades 
toda la parroquia es llamada a la conversión. De esta 
forma ha comenzado a aparecer una nueva estructura 
parroquial, que sin destruir la ya existente, va haciendo 
conscientes a todos los hermanos de la necesidad 
absoluta, hoy, de profundizar en la fe.

La primera fase del Camino es el Kerigma, anuncio de la 
salvación. Las catequesis se basan en el trípode: Palabra, 
Liturgia, Comunidad.

Una vez que se ha formado la comunidad comienza la 
segunda fase: el precatecumenado. Este es un período de 
Kenosis en el cual las personas verifican su fe caminando 
junto a otras personas. El catecumenado se desarrolla en 
dos períodos, durante el primero la comunidad, 
perseverando en la palabra, en la Eucaristía y en la 
comunión fraterna experimenta la potencia de Cristo que 
lleva a los catecúmenos a poner a Dios en el centro de la 
propia vida.

Casi un año después los catequistas vuelven para 
preparar el escrutinio del paso definitivo al catecumenado 
de modo que el primer escrutinio es como una puerta que 
se abre y que se cierra en el segundo. Después los 
catecúmenos son iniciados por los catequistas en una 
oración individual y cotidiana con los salmos.

Luego, mediante la tradicio y la redditio symboli 
descubren que el bautismo que un día les confirió la 
Iglesia los ha enviado, dando testimonio de su fe en el 
ambiente de trabajo, en la familia y sobre todo, trabajando 
en la parroquia en un apostolado específico como es el 
anuncio del Evangelio, de dos en dos por las casas del 
barrio; en la catequesis parroquial etc.

En ese momento del Camino las personas se hacen 
responsables de transmitir la fe a sus hijos y por eso se 
hacen tres tipos de reuniones: una en familia con la 
participación de los hijos, otra en comunidad y otra de toda 
la comunidad de la parroquia en las grandes fiestas como 
en la Vigilia Pascual.

La tercera fase es la elección y la renovación de las 
promesas bautismales.

La familia de Nazaret es la imagen de las comunidades 
neocatecumenales. La comunidad en la cual Cristo se 
hace visible vive en humildad, simplicidad y alabanza como 
la Sagrada Familia de Nazaret, consciente de tener un 
objetivo: dar tiempo para que Cristo nazca en ella para 
cumplir la misión confiada por Dios, la de siervo de Yavé 
que redime al mundo. 
_ABC/DIARIO - Domingo, 14 de Abril de 1996