PEREGRINACIÓN JUBILAR DE JUAN PABLO II A TIERRA SANTA

 

PLEGARIA

En Wadi al-Jarrar, junto a la orilla del río Jordán,
en recuerdo del bautismo de Jesús

Por el poder del Espíritu Santo se predica en todo el mundo el evangelio del amor

 

Deseo saludaros a todos los que estáis aquí reunidos para esta breve oración. En particular, oro por Su Majestad el rey, y le agradezco nuevamente la acogida que he recibido aquí en Jordania.

En el evangelio de san Lucas leemos que «fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Lc 3, 2-3). Aquí, junto al río Jordán, cuyas dos orillas son visitadas por innumerables peregrinos que rinden homenaje al bautismo del Señor, también yo elevo mi corazón en oración:

¡Gloria a ti, oh Padre,
Dios de Abraham, Isaac y Jacob!
Tú enviaste a tus siervos, los profetas,
a proclamar tu palabra de amor fiel
y a llamar a tu pueblo al arrepentimiento.

En las orillas del río Jordán
suscitaste a Juan Bautista,
una voz que clama en el desierto,
enviado para toda la región del Jordán,
a preparar el camino del Señor,
a anunciar la venida de Jesús.

¡Gloria a ti, oh Cristo, Hijo de Dios!
Viniste a las aguas del Jordán
para ser bautizado por la mano de Juan.
Sobre ti descendió el Espíritu en forma de paloma.
Sobre ti se abrieron los cielos
y se escuchó la voz del Padre:
«Este es mi Hijo, el predilecto».
Del río bendecido por tu presencia
saliste para bautizar no sólo con agua
sino también con fuego y Espíritu Santo.

¡Gloria a ti, oh Espíritu Santo,
Señor y dador de vida!

Por tu poder la Iglesia es bautizada,
descendiendo con Cristo a la muerte
y resucitando con él a nueva vida.

Por tu poder somos liberados del pecado
y nos convertimos en hijos de Dios,
el glorioso Cuerpo de Cristo.

Por tu poder es vencido todo miedo,
y se predica el Evangelio del amor
en todos los rincones de la tierra,
para gloria de Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.

A él toda gloria
en este Año jubilar
y en todos los siglos futuros.

Amén.

 

Deseo dar las gracias a todos los que han participado y a todos los que han colaborado en la organización.

En particular, expreso mi gratitud a los patriarcas, a los obispos, a los sacerdotes y a las religiosas. Celebrar con la comunidad católica en Jordania ha sido una experiencia conmovedora.

Saludo cordialmente a los representantes de las demás comunidades que han venido de muchas otras partes de Oriente Medio. Os expreso mi agradecimiento a todos vosotros.

Me siento especialmente cerca de los niños y los jóvenes. Sabed que la Iglesia y el Papa confían mucho en vosotros.

Dirijo un saludo particular a Su Alteza real el príncipe Mohammed.

Recordaré a todo el pueblo de Jordania -cristianos y musulmanes- en mis oraciones, de manera especial a los enfermos y a los ancianos.

Con gratitud invoco abundantes bendiciones sobre Su Majestad el rey y sobre toda la nación.

¡Dios os bendiga a todos! ¡Dios bendiga a Jordania!

San Juan Bautista proteja al islam, a todo el pueblo de Jordania y a todos los que han participado en esta celebración, una celebración memorable. Os expreso mi gratitud a todos.

¡Muchas gracias!