El próximo Encuentro mundial tendrá lugar en Toronto, Canadá, en 2002

ANGELUS Meditación mariana del Vicario de Cristo al final de la santa misa de clausura de la XV Jornada mundial de la juventud

Tor Vergata, domingo, 20 de agosto de 2000

Al final de esta celebración eucarística, nuestro pensamiento se dirige a la "Mujer", de la que nos habla San Pablo en la segunda lectura de la Misa (Gal 4,4), es decir, la Virgen María, en cuya fiesta de la Asunción se ha iniciado esta decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud. Con su presencia solícita y materna, María ha presidido estas jornadas romanas de intensa experiencia de fe. A ella queremos manifestar todo nuestro agradecimiento por aquel "sí" que dio al inicio de la "aventura" de la Redención.

Mientras pido a la Santísima Virgen que vele sobre los jóvenes y las jóvenes del mundo, doy las gracias cordialmente a todos vosotros que habéis tomado parte en la decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud.

Saludo y doy las gracias ante todo a quienes han organizado este evento: el Pontificio Consejo para los Laicos, presidido por el Cardenal James Francis Stafford; el Vicariato de Roma y la Conferencia Episcopal Italiana, presidida por el Cardenal Camillo Ruini; el Presidente y los miembros del Comité Italiano para la decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud, así como también las comunidades parroquiales de Roma y de las diócesis limítrofes, sus asociaciones, movimientos y grupos que, desde hace tres años, han rezado y trabajado con entusiasmo para preparar este evento. Pido a todos que no se deje desperdiciar el rico patrimonio de bien que el trabajo común ha producido.

Mi agradecimiento se dirige también a las Autoridades públicas, que con gran esfuerzo se han ocupado de que la compleja organización de la Jornada Mundial de la Juventud se desarrollase lo mejor posible.

Saludo, finalmente, a tantos Cardenales y Obispos presentes, a los sacerdotes, a las religiosas y religiosos, a los educadores y a vosotros, jóvenes del mundo, "mi gozo y mi corona" (Flp 4,1).

Antes de concluir esta grande y bella asamblea, deseo anunciar que el próximo Encuentro Mundial de los Jóvenes tendrá lugar en Toronto, Canadá, en el verano de 2002. Al invitar ya desde ahora a los jóvenes del mundo a encaminarse hacia aquella meta, dirijo un saludo especial a la Delegación canadiense, que ha estado presente en esta celebración para recoger el "testigo" de su futuro compromiso. Sobre ellos y el encargo que hoy asumen invoco la protección de la Santísima Virgen.

(siguen saludos en varias lenguas)

(inglés)

Queridos jóvenes, debemos despedirnos hasta la próxima vez. Vuestra peregrinación tras las huellas de Jesús debe proseguir dondequiera que vayáis. Llevad con vosotros las palabras de vida de Jesús y difundidlas por doquier. ¡Dios esté con vosotros!

(francés)

Queridos jóvenes, ¡feliz regreso a vuestros países! Sed entre vuestros hermanos y hermanas testigos cada vez más audaces del amor que os impulsa en vuestra vida. ¡Que Dios os bendiga!

(español)

Saludo ahora a los jóvenes de América Latina y España presentes en la Jornada mundial de la juventud. Al regresar a los lugares de origen, contad a vuestros coetáneos la experiencia vivida y dadles un abrazo del Papa.

(alemán)

Queridos jóvenes, sed en vuestro ambiente la carta viva de Cristo, la tarjeta de visita de Jesús. El Señor os necesita, heraldos de esperanza. Volved a vuestra patria. Sois enviados. Con una bendición especial.

(portugués)

A los jóvenes de lengua portuguesa y a los guías que los acompañan y ayudan, les digo: ¡gracias por vuestra peregrinación, con mi bendición para el camino de vida que os espera! Sed la tienda del divino Emmanuel en medio de vuestra gente y permitid que entren los que tienen hambre de Dios.

(polaco)

Os saludo a vosotros, jóvenes peregrinos procedentes de Polonia y otros países del mundo. Pido a Dios que este encuentro jubilar dé frutos en vuestra vida diaria. Permaneced en unión con Cristo y con vuestros hermanos. Llevad a vuestros coetáneos la paz y la alegría de estos días.

(ruso)

Queridos jóvenes, ¡feliz regreso a vuestros países! Sed en medio de vuestros coetáneos testigos valientes del Evangelio. ¡Que Dios os bendiga!

(suahili)

Queridos jóvenes africanos, llevad la alegría de Cristo a vuestros países. El Papa os acompaña con su oración.

(tagalo)

Queridos amigos de Filipinas y de Asia, conservad en el corazón la alegría de estos días y dad testimonio de Cristo, salvación del mundo.

(italiano)

Saludo a todos con afecto y gratitud. Invocamos ahora todos juntos la protección de la Virgen sobre el camino de cada uno de nosotros.

Una vez más quisiera dar gracias al Señor, nuestro Dios, por esta excepcional y espléndida asamblea que ha superado todas nuestras expectativas. Roma no sólo ha sido conquistada por vosotros; ahora ha llegado a ser vuestra, porque aquí está Pedro. Vosotros sois el corazón joven de la Iglesia. ¡Id por todo el mundo y llevad la paz! El Señor ha resucitado y camina con vosotros. Sed sus testigos entre vuestros coetáneos en el amanecer del nuevo milenio.