ÁNGELUS
Meditación mariana del Santo Padre
Juan Pablo II en la solemnidad de la Asunción, 15 de agosto
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Hoy la Iglesia está de fiesta, porque celebra la gloriosa Asunción
al cielo de María santísima. Desde siempre el pueblo de Dios, guiado por
la Revelación, cree que la Madre de Cristo fue asociada a la victoria de su
Hijo sobre la muerte y la venera llevada en cuerpo y alma a la gloria.
María, elegida por Dios como sede purísima para "habitar" en medio
de los hombres, al concluir su existencia terrena, fue acogida inmediatamente en
el cielo. Por eso, la comunidad cristiana, con un célebre himno, canta alegre
sus alabanzas y la invoca así: "Dios te salve, poderoso apoyo de
nuestra fe. Dios te salve, estandarte esplendoroso de gracia... Dios te salve,
llave del reino de Cristo. Dios te salve, esperanza de eternos tesoros... Dios
te salve, por ti exultan los cielos, juntamente con la tierra. Dios te salve,
por ti exulta la tierra juntamente con los cielos" (Akáthistos).
La fiesta de la Asunción, celebrada por doquier con diversas expresiones
populares, cae a mitad del mes de agosto, tiempo de vacaciones de verano.
Exhorto a todos, y en particular a los que se encuentran de vacaciones, a
redescubrir el sentido cristiano de esta fiesta, participando en la celebración
eucarística y orando con devoción a nuestra Madre celestial.
La Asunción de la Virgen nos recuerda que nuestra verdadera patria es el cielo
y ella nos brinda su ayuda materna para prepararnos al encuentro definitivo con
Cristo, al final de nuestra peregrinación por la tierra.
2. Este año, el 15 de agosto, en el centro del Año santo, marca también
el inicio del encuentro mundial de los jóvenes. Muchos de ellos han
llegado en los días pasados, y esta tarde tendrá lugar la apertura oficial de
la XV Jornada mundial de la juventud, con la ceremonia del rito de acogida,
primero en San Juan de Letrán y luego en la plaza de San Pedro.
Doy las gracias a los organizadores y a los numerosos voluntarios por lo que han
hecho y por lo que van a hacer en los próximos días para asegurar el éxito
del gran jubileo de los jóvenes. Doy gracias, en particular, a las familias, a
las parroquias, a las escuelas y a las instituciones que han abierto sus puertas
para hospedar a los jóvenes procedentes de todas las partes del mundo. Se puede
decir que, desde hoy hasta el domingo próximo, Roma será la capital de la
juventud del mundo.
3. Sobre esta cita jubilar invocamos la protección materna de la Virgen santísima.
La invocamos contando con la intercesión de san Maximiliano María Kolbe,
sacerdote y mártir, cuya memoria celebramos ayer. Que la Reina del cielo, a la
que tanto amó, siga acompañando como madre solícita el camino terreno de sus
hijos, especialmente el de las nuevas generaciones, y a todos recuerde la meta
gloriosa, donde ella nos ha precedido y nos espera.