Tema elegido por el Santo Padre Juan Pablo II para la XXXIV Jornada mundial de la paz

Diálogo entre las culturas para una civilización del amor y de la paz

 

Juan Pablo II ha elegido como tema para la XXXIV Jornada mundial de la paz, que se celebrará el 1 de enero del año 2001: «Diálogo entre las culturas para una civilización del amor y de la paz». La elección ha sido motivada por la decisión de las Naciones Unidas de proclamar el año 2001 «Año internacional del diálogo entre las civilizaciones», y este hecho brinda la ocasión de estudiar los fundamentos de dicho diálogo y las consecuencias y beneficios que puede aportar a la humanidad.

Al comienzo del siglo XXI, las culturas del mundo, con toda la riqueza de su diversidad y vitalidad, constituyen una fuente de esperanza y, al mismo tiempo, de temor. Una visión de la cultura como línea de defensa contra recientes tendencias «globalizadoras» y camino para mantener vivas determinadas creencias y usos va acompañada, a veces, por la inquietud de un posible «choque de civilizaciones», en el que el poder y la fuerza constituyen el único criterio de valoración. Contra este planteamiento se propone un diálogo abierto, sincero y pacífico entre las culturas, un diálogo que reconozca en la búsqueda de la verdad una aspiración inscrita en la naturaleza humana. Puesto que la religión está en el corazón de la cultura, la aportación de los creyentes a este diálogo es esencial.

FE/CULTURA
La fe cristiana, que no se identifica con ninguna cultura, se presenta como el alma de cada una de ellas, valorando sus aspectos positivos y reduciendo los negativos. La Iglesia, en su misión evangelizadora, está llamada a llevar su mensaje de esperanza a todas las naciones de la tierra y a entrar en comunión con las diversas formas de cultura; de dicha comunión, realizada con espíritu de diálogo, la Iglesia misma sale enriquecida (cf. Gaudium et spes, 58).

Todas las culturas están llamadas a construir la civilización de la paz y del amor. Como Juan Pablo II afirmó en su discurso con ocasión del 50° aniversario de fundación de la Organización de las Naciones Unidas: «Debemos vencer nuestro miedo del futuro. Pero no podremos vencerlo del todo si no es juntos. La "respuesta" a aquel miedo no es la coacción ni la represión o la imposición de un único "modelo" social al mundo entero. La respuesta al miedo que ofusca la existencia humana al final del siglo es el esfuerzo común por construir la civilización del amor, fundada en los valores universales de la paz, de la solidaridad, de la justicia y de la libertad. Y el "alma" de la civilización del amor es la cultura de la libertad: la libertad de los individuos y de las naciones, vivida en una solidaridad y responsabilidad oblativas» (n. 18: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 13 de octubre de 1995, p. 9).