DISCURSO

A los religiosos capitulares de la congregación de Siervos de la Caridad (guanelianos), sábado 29 de enero

El testimonio de la caridad cristiana es la gran profecía de los tiempos actuales

 

La congregación de los Siervos de la Caridad -fundada en el año 1908 en Italia por el beato Luis Guanella para la atención a los ancianos, la asistencia y educación de niños necesitados, discapacitados, y el apostolado pastoral en zonas necesitadas- celebró su capítulo general en el mes de enero. Durante la asamblea, fue reelegido superior general don Nino Minetti; forman parte del nuevo consejo general: don Umberto Brugnoni, vicario general (italiano); don Carlos Blanchoud (argentino); y los italianos don Piero Lippoli y don Giancarlo Pravettoni.

Juan Pablo II recibió a los capitulares, la mañana del sábado 29 de enero, en la sala Clementina y les dirigió en italiano el discurso que ofrecemos. Asistieron también al encuentro con el Santo Padre mons. Protógenes José Luft, nombrado recientemente obispo coadjutor de la diócesis brasileña de Barra do Garças (es el segundo obispo guaneliano desde que, hace setenta y cinco años, falleció mons. Aurelio Bacciarini, primer sucesor de don Guanella y administrador apostólico de Lugano), y la superiora general de las religiosas guanelianas, Hijas de Santa María de la Providencia, madre Giustina Valicenti, acompañada de la vicaria general, Imelda Malovan, estadounidense, y las consejeras italianas Rosa Presutto, María Miele y Milena Padovan.


 

Amadísimos religiosos guanelianos; hermanos y hermanas en el Señor:

1. Os dirijo mi cordial saludo a todos vosotros, que durante estos días estáis celebrando el capítulo general de la congregación de los Siervos de la Caridad. Saludo y felicito en particular a don Nino Minetti, a quien habéis confirmado en el cargo de superior general. La felicitación se extiende a don Protógenes José Luft, presente en este encuentro capitular, a quien en estos días he nombrado obispo coadjutor de Barra do Garças, en Brasil. Que los asista el Señor en sus respectivas tareas, para que correspondan a los designios que él tiene para la congregación y para su Iglesia al comienzo de un nuevo milenio. Mi saludo también quiere llegar, por medio de vosotros, aquí presentes, a todos los miembros de la Obra de don Guanella esparcidos por Europa, África, Asia y América.

Sed epifanía creíble del amor de Dios

Durante los trabajos capitulares, habéis reflexionado y orado sobre un tema estimulante, que habéis formulado así: «Identidad carismática y testimonio profético de los Siervos de la Caridad en la Iglesia y en el mundo del tercer milenio cristiano». En efecto, se trata de una ocasión muy oportuna para redescubrir la riqueza y la vitalidad del carisma que el Señor confió a vuestro fundador, el beato Luis Guanella, en el mundo actual.

2. La vuelta a las fuentes genuinas de la espiritualidad y del testimonio evangélico de la congregación os ayudará a realizar un profundo discernimiento para descubrir la voluntad de Dios y las inspiraciones del Espíritu en este paso histórico al tercer milenio cristiano. Este compromiso ha de alimentar en cada uno un renovado impulso para convertirse en epifanía creíble del amor y de la ternura de Dios ante las expectativas de los pobres y las necesidades de las personas que viven marginadas de la sociedad.

El testimonio de la caridad es la gran profecía de los tiempos actuales. En este jubileo del año 2000, en el que la «Puerta santa» es simbólicamente más amplia para manifestar la grandeza del amor misericordioso de Dios, también debe ensancharse en toda la Iglesia la tienda de la caridad, para acoger a la multitud de pobres presentes en la sociedad actual. Éste es el primer desafío que se presenta a la familia religiosa guaneliana.

Sé que tenéis el deseo de extender vuestra presencia y vuestro testimonio de caridad también a naciones de África y del Extremo Oriente, a través de itinerarios concretos de apoyo a personas que se encuentran en dificultades o están marginadas. Os animo a proseguir por este camino, aprovechando vuestra experiencia pedagógica y poniendo a disposición de todas las personas necesitadas vuestros recursos espirituales y vuestra competencia.

Cumplid la misión de «buenos samaritanos»

3. Sin embargo, este compromiso fundamental, encaminado sobre todo a responder a las necesidades inmediatas y concretas de los pobres, debe ir acompañado por un anuncio profético que llegue a cambiar las estructuras mismas de la sociedad, que son causa de numerosas injusticias y opresiones contra los sectores más débiles. Éste es el segundo desafío, el más difícil, para cuantos han elegido seguir a Cristo, buen Samaritano, que se inclina sobre las heridas fisicas y espirituales del hombre. Se trata de influir, con la fuerza del Evangelio, en los procesos culturales y sociales, para que el corazón del hombre sea capaz de cambiar sus criterios de juicio y los modelos de vida que están en contraste con los designios de Dios.

Frente a desafíos tan arduos, el luminoso ejemplo del beato Luis Guanella os debe llevar a elegir como criterio fundamental de vuestro ser y de vuestro obrar el mandamiento del amor, traducido en opciones concretas de servicio y promoción de los más pobres. Esto os llevará a estar presentes en las fronteras de la caridad, con plena confianza en la Providencia.

Como en el pasado, vuestra familia religiosa puede contar con la aportación eficaz de numerosos colaboradores y colaboradoras laicos. Ellos, atraídos por el carisma guaneliano, comparten generosamente vuestra misión de «buenos samaritanos» junto a los marginados, viviendo así la fundamental vocación evangélica a la caridad.

En este sentido, es muy significativa la presencia de una representación de las religiosas guanelianas y de un grupo de laicos en la asamblea capitular. Os ayudará a profundizar la unidad y consolidar la colaboración entre los hijos espirituales de don Guanella, para hacer más eficaz el testimonio de caridad y el compromiso en favor de un mundo más justo y fraterno.

Testigos creíbles de reconciliación y paz

4. Con el espíritu de vuestro beato fundador, en un mundo afectado muy a menudo por tensiones e individualismos, sed cada vez más signos visibles de diálogo y comunión fraterna, y testigos creíbles de reconciliación y paz.

Sobre todo, redescubrid diariamente las profundas raíces espirituales de la vida comunitaria y del servicio de caridad, para seguir viendo en el hermano, especialmente si está solo o se encuentra en dificultades, un auténtico don de la Providencia. Que tanto en vuestra actividad diaria como en vuestras relaciones recíprocas esté siempre vivo el ideal de la unidad, indicado por Jesús en el «testamento» que dejó a sus discípulos en la última cena: Padre, que ellos también sean uno, para que el mundo crea (cf. Jn 17, 21).

Deseándoos que las indicaciones dadas por el capítulo general, que estáis celebrando en el marco del gran jubileo del año 2000, proporcionen a vuestro instituto mayor impulso y vitalidad en su compromiso espiritual, en su vida de fraternidad y en su servicio a los pobres y a los marginados, invoco la protección celestial de la Virgen y del beato Luis Guanella, y os bendigo de corazón a vosotros y a todas las comunidades guanelianas esparcidas por el mundo.