PROTOLOGÍA
SaMun

En este artículo no hay que tratar de las «primerías» del mundo y del hombre en general o en particular, sino exponer una reflexión teórica sobre la naturaleza de las cuestiones teológicas que aquí deberían tratarse y sobre su enlace con la cristología, la antropología, la escatología y la teología en general. Este conjunto de problemas no tiene solo interés teórico y científico, sino que es igualmente objeto de la predicación del mensaje cristiano.

Entendemos por p. (concepto formado por analogía con la escatología) las afirmaciones dogmáticas sobre la -> creación del mundo, sobre la creación y los orígenes del hombre (-> evolución, -> hominización; tratado de Deo creante), sobre el llamamiento del hombre a la unión sobrenatural con Dios en el estado primitivo (orden -> sobrenatural, -> gracia; tratado de De Deo elevante), sobre el origen y la universalidad fáctica del pecado (-> pecado original, -> pecado y culpa). Estos distintos grupos temáticos forman una verdadera unidad tanto formal como materialmente.

Así, en la p. se describe dogmáticamente la mitad de las peculiaridades esenciales permanentes y de los existenciales de la actual existencia humana, es decir aquello que, puesto por Dios o por el hombre en la historia primitiva misma de manera general, permanente e ineludible, antecede como espacio de posibilidad (como situación) a la libre decisión, siempre singular, del hombre en pro o contra Dios. La otra «mitad» de esta descripción dogmática de la situación general e ineludible del hombre dentro de la historia de la salvación es lo que se expone bajo los epígrafes de -> encarnación, -> redención y -> soteriología. Encarnación, redención, soteriología y p. están unidas en el contexto general de una antropología teológica, porque la esencia real y entera del hombre (con todos sus existenciales) sólo se desvela en su plenitud material, más allá de una preinteligencia no refleja, en la historia de salvación o de perdición del mismo. Los temas de la p. están también entrelazados más allá de esta solidaridad material, porque el principio y origen como destino permanente del hombre sólo es alcanzable en una etiología retrospectiva partiendo de la situación del hombre dentro de la historia de la salvación encada caso concreto (lo mismo hay que decir de la escatología), y por eso el proceso de la historia es el proceso de la p. en la progresiva experiencia de su posición de partida.

Como quiera que el hombre sólo en -> Jesucristo y en su Pneuma sabe reflejamente y como cosa revelada que es el sujeto de la absoluta comunicación de - Dios mismo en toda la historia de la humanidad, y esta experiencia se comunica definitivamente a la humanidad en Jesucristo; con él se hace también posible una afirmación insuperable sobre la p., y ésta, por tanto, en Jesucristo se hace objeto de reflexión en su propia esencia formal. Por eso se comprende, p. ej., que una doctrina sobre el estado primitivo con la elevación sobrenatural del hombre y la doctrina sobre el pecado original, sólo son posibles en el NT y solamente en éste se han dado de hecho. La doctrina general sobre la creación es un ingrediente de la p., en cuanto ésta no es, a la postre, un relato sobre lo que aconteciera antes una vez y sin relación al hombre, sino una doctrina sobre el carácter actual y auténticamente originario de criatura del mundo como contorno del hombre, y es cabalmente doctrina sobre un mundo que sólo por el espíritu llega él mismo a su plena esencia.

La elaboración de la unidad interna y gnoseológica de la p., en el aspecto mentado, es un desiderátum del trabajo teológico. Ello tiene también consecuencias para el tratamiento de sus partes materiales y para la integridad de sus temas. Apenas se pregunta cuáles sean las propiedades de la existencia humana, las propiedades universales y permanentes, teológicamente aprehensibles y existencialmente relevantes, resulta un conjunto de temas que sólo parcialmente son abordados en los tratados de la teología escolástica correspondientes a la p. Deberían tratarse, p. ej., en tal p. (material): la historicidad del hombre y su significación para entenderse a sí mismo y entender su salvación, la unidad de la humanidad y de su historia (cf. también -> monogenismo), la sexualidad del hombre (que no es sólo tema de la teología moral), etc.

La p. formal (trascendental-teológica), que ha de anteponerse a sí misma una p. material (como doctrina sobre la creación y el estado primitivo) como condición de su posibilidad, es igualmente un desiderátum (cf. -> teología trascendental). El horizonte general de intelección, partiendo del cual se plantean las cuestiones particulares de la p. material, debe pensarse según su naturaleza y su propia historia. En tal p. formal destacaría también más fuertemente la correspondencia entre p. y escatología, así como su auténtica diversidad, que no es simplemente evidente por sí misma (-> principio y fin). Debe hacerse ver fundamentalmente el contraste permanente, justificado, dialéctico, pero no contradictorio, con una profana «p. desde abajo» (que no es ni puede ser una p. propiamente dicha; cf. -> evolución, -> hominización). En este punto hay que mostrar que la p. trazada desde la escatología cristiana, que está dada ya en Jesucristo, es una doctrina sobre un principio que se sustrae a nuestra aprehensión intelectual, el cual, por ello, de suyo no puede ser alcanzado por la doctrina profana sobre la génesis del mundo y del hombre, aunque tampoco está en contradicción con ella. La inclusión de la doctrina sobre la creación en la antropología dogmática no niega, sino que posibilita más bien, una recta inteligencia de una cosmología evolutiva y una inteligencia (siquiera sea sólo parcial) del hombre dentro de tal evolución, que tiene naturalmente por término al hombre mismo.

BIBLIOGRAFIA: Barth KD III (La doctrina de la creación); Althaus II; Procksch; Eichrodt I; F. Gogarten, Der Mensch zwischen Gott und Welt (Hei 1952); Vriezen; R. Prenter, Schöpfung und Erlösung (Gö 1958); Weber I; Brenner II 13-56 162-203 (Doctrina cristiana sobre la creación y redención); Rad I; H. Renckens, Urgeschichte und Heilsgeschichte (Mz21961); H. Volk, Schöpfungsglaube und Entwicklung: Gott alles in allem (Mz 1961) 26-42; Schmaus D I161 (Dios creador); L. Scheffzcyk, Schöpfung und Vorsehung: HDG I162a (1963) 31-152; P. de Haes, Die Schöpfung als Heilsmysterium (Mz 1964); E. Haible, Schöpfung und Heil. Ein Vergleich zwischen Buitmann, Barth und Thomas (Mz 1964); M. Landmann, Ursprungsbild und Schöpfertat. Zum platonischbiblischen Gespräch (Mn 1966); W. Kern, Interpretación teológica de la fe en la creación, en Myst Sal IIII 514-601; C. Lugo, Tratado de la creación (Americalee B Aires); V. Marcozzi, Los orígenes del hombre (Studium Ma); G. Plaza, Origen mítico del mundo y del hombre (Mundi B Aires 1962); Elizabet Preston, Historia de la creación (Orion Méx); J. M. Riaza, El comienzo del mundo (E Cat Ma); P. Teilhard de Chardin, El himno del universo (Taurus Ma 1963); R. Viejo, El creador y su creación (S. Terrae Sant); J. Hospecker, El relato bíblico de la creación (Paulinas Ma); Maioco, La mística de la creación (Paulinas Ma).

Karl Rahner