PROFESIÓN
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La vida del cristiano por la fe se acredita ampliamente en su trabajo profesional. Esta actividad en su sentido primero e inmediato se dirige habitualmente a la realidad visible, pasajera, terrena, pero le exige la mayor parte de su tiempo y atención y acuña su pensar y obrar.

1. Ya el origen de la palabra p. remite, sin embargo, al ámbito religioso. Originariamente significa la especial elección divina para el estado religioso (vocación). Pero ya los místicos alemanes, principalmente Taulero, usaron el término como designación de funciones en el mundo y articulaciones en el cuerpo social. Después por obra de Martin Lutero la palabra en su significación profana se hizo familiar en el ámbito lingüístico alemán. Hoy se designa con el término p. una determinada y duradera actividad humana que un hombre ejercita en una sociedad con división de trabajo y que constituye también el fundamento del sustento de su vida. Para la teología se plantea la cuestión de qué significado salvífico corresponde, a la luz de la revelación, a este trabajo profesional «profano».

2. La sagrada Escritura sólo contiene un número sorprendentemente escaso de afirmaciones sobre el trabajo profesional. En el Antiguo Testamento la estratificación social según grupos profesionales y la necesidad del trabajo profesional, sin menosprecio del servicio corporal mismo, son aceptadas como algo obvio que está dado ya con la naturaleza humana y que por ello no necesita de reflexión ulterior. Es significativo ante todo el relato de la creación, donde el trabajo es entendido como un encargo de Dios a los hombres para que éstos sometan la tierra a su dominio. En el mandamiento del descanso sabático y en su fundamentación por el hecho de que Dios descansó el séptimo día de la creación, el obrar humano está en paralelismo con el obrar creador de Dios. El relato del -> pecado original explica por qué el trabajo humano se ha hecho fatigoso.

También el Nuevo Testamento se ocupa poco de cuestiones de p. Ciertamente Jesús fue artesano la mayor parte de su vida, pero los Evangelios no lo destacan demasiado. En la predicación de Jesús y más tarde en la de los apóstoles, se destaca ante todo la importancia del futuro reino de Dios, mientras que la actividad intramundana y las cuestiones sociales enlazadas con ella encuentran poca atención.

3. La tradición cristiana hasta el fin de la edad media acentúa ante todo la orientación del alma a Dios y al más allá. Sin duda también ella entiende la p. profana como encargo de Dios, como oficio adjudicado al hombre particular por la providencia en una sociedad estratificada, en la cual el hombre por el ejercicio de las virtudes cristianas puede lograr la salvación eterna. Sin embargo, por primera vez la sociedad industrial (-> industrialismo) desarrolla la dinámica social que da al hombre la libertad fundamental de buscarse por sí mismo su lugar en la -> sociedad y de mejorar continuamente su posición profesional.

Con la creciente división del trabajo, por un lado se forman profesiones cada vez más especializadas, y por otro lado cada vez se puede experimentar menos vivencialmente el gozo de la obra lograda. La p. cae en el riesgo de ser entendida en forma despersonalizada, sólo como una fuente de ingreso; una ética especial de la profesión se va haciendo cosa excepcional... En su lugar surge la tendencia común e indeterminada de colaborar, en medio del entrelazamiento social progresivo (-> sociología), al constante progreso técnico, económico y social, que es entendido como una transformación y una adaptación fundamentales del mundo social y material según las necesidades del hombre (-> técnica).

4. Esta voluntad de progreso, con su fuerte acentuación del éxito intramundano, fue desvirtuada durante largo tiempo por la teología católica como una carencia de fe en el más allá, como una excesiva valoración materialista de lo terreno (-> materialismo). Se señaló el hecho de que la plenitud más profunda del hombre no puede encontrarse en un exceso de bienes externos, sino que ha de esperarse como don de la gracia en la segunda venida de Cristo. Así la oposición entre materia y espíritu, entre -> naturaleza y gracia, hizo que se diera poca importancia salvífica a la obra creada por el trabajo profesional. Sin embargo, en estos últimos tiempos una nueva reflexión teológica sobre los contenidos de la revelación ha conducido a un enjuiciamiento más favorable de la actitud profesional del hombre moderno, reflexión que ha sido confirmada por la Iglesia católica en el concilio Vaticano ii (cf. Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy, especialmetite los números 33-39).

5. La aspiración del hombre a mejorar continuamente sus condiciones de vida puede enlazarse con el encargo de Dios, en virtud del cual el hombre debe someterse la tierra con todo lo que contiene y dominar el mundo en santidad y justicia. Como creación de Dios hay que considerar no sólo las cosas de la naturaleza, sino también todas las posibilidades contenidas en la capacidad inventiva del espíritu humano como pensamientos creadores de Dios, que el hombre descubre en la investigación científica y realiza en el trabajo de colaboración profesional.

Es cierto que la salvación auténtica del hombre no puede esperarse simplemente de una aplicación planificada de las fuerzas naturales que le han quedado todavía después del pecado, sino que hay que esperarla primordialmente de la gracia que nos ha sido dada en Cristo. Y no se debe olvidar que las cosas del hombre pueden usarse tanto para el bien como para el mal, y que el mundo creado por el hombre mediante su propio -> trabajo está amenazado de manera muy especial por el pecado. Pero en la encarnación se confirma la creación en una nueva forma; este mundo nuestro, al que Dios ha bajado, es aceptado y afirmado definitivamente por él. Es cometido del hombre que posee la gracia introducir por su obra la creación en la alabanza y glorificación de Dios, colaborando así a que este mundo, el cual desde el pecado original «en anhelante espera aguarda la revelación de los hijos de Dios», «el cual hasta ahora está gimiendo y sufriendo dolores de parto» (Rom 8, 19 22), sea transformado hacia la perfección que ha de recibir definitivamente en la segunda venida de Cristo.

Puesto que no solamente el mundo interno está ordenado a Cristo, sino que el hombre entero, en cuerpo y alma, ha sido redimido y llamado a la resurrección, se podrá admitir que también la obra creada misma, y no sólo la buena intención del que la crea, tiene importancia para la vida futura y, al final del mundo, participará con el cuerpo en la glorificación.

6. El amor auxiliador al prójimo, que ya fue mencionado siempre entre los móviles cristianos para la actividad profesional, adopta hoy nuevas formas. Por el entrelazamiento social creciente de la economía moderna, cada uno colabora mediante su trabajo profesional a que todos los hombres encuentren condiciones dignas de vida. Los ingresos que por ello se perciben representan, al menos en principio, el reconocimiento por parte de la sociedad económica de que se ha hecho algo valioso para los demás hombres y con esto se ha servido a los hermanos (cf. Mt 25, 40). El esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de toda la humanidad y por hacer la tierra cada vez más útil para ese fin, la investigación científica, la planificación económica, o el trabajo industrial ejecutivo, corresponde, por tanto, plenamente al mandato cristiano del amor.

7. Una valoración cristiana de las distintas profesiones no habrá de partir, según eso, de los ingresos o del prestigio que se puedan esperar; deberá partir más bien de la aportación que la sociedad puede esperar de los hombres dedicados a una determinada profesión y que ella les encomienda como cometido profesional. Cuanto más valiosa sea esa aportación para el prójimo, tanto más inmediatamente se sirve en tal profesión al fin auténtico del -> hombre (ejemplos: apostolado, educación, cuidado de enfermos); y tanto más alta está situada una p. cuanto mayor sea la medida de amor cristiano que en ella se ha de realizar. Con todo, debe tenerse en cuenta que la diferenciación y la mutabilidad de las necesidades sociales en el mundo moderno exigen una capacidad de adaptación profesional mayor que antes. En la -> educación cristiana y en el asesoramiento profesional habrá que trabajar, de un lado, frente a la mera idea de inclinación y de lucro, para inculcar la concepción expuesta del sentido interno de cada p. en particular, y de otro lado, para despertar y fomentar el afán de superación en la p. y la responsabilidad por la acción profesional, especialmente en lo que se refiere a la investigación científica (-> universidades).

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Walter Kerber